Con Santrich, la JEP arranca el año ensanduchada

Silla Paisa

Si la JEP decide no darle paso a su extradición, seguramente se multiplicarán las críticas del uribismo. Si decide lo contrario, vendrán críticas de jefes farianos, como Iván Márquez, que dicen que la JEP no representa lo acordado y busca solo procesarlos a ellos.

Con la noticia de que nunca llegó a la justicia gringa la carta rogatoria en la que la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP,  pedía pruebas para el proceso de Jesús Santrich, esa justicia tuvo un pequeño respiro porque muestra que si el proceso no avanza es por culpa del Gobierno y de 4-72, la empresa que presta el servicio nacional de correos y que dijo que la carta está en Panamá.

Más allá de ese episodio, que parece un chiste y se da justo cuando está de visita en Colombia Matthew Whitaker, el fiscal de Estados Unidos, el problema para la JEP es que nació con críticas de un lado, que están más fuertes, y están ganando fuerza las del otro. La suma de las dos la dejan en un sánduche que puede dejar aún más en entredicho su legitimidad.

Si la Sección de Revisión decide que a Santrich le aplica la garantía de no extradición, seguramente se multiplicarán las críticas del uribismo diciendo que es una justicia montada para exonerar ex guerrilleros; si decide que no aplica, seguramente se multiplicarán las de algunos jefes farianos, como Iván Márquez, que dicen que la JEP no representa lo acordado y está dirigida a procesarlos solo a ellos.  

Críticas de un lado...

A inicios de esta semana, cuando no se sabía que la carta no había llegado y la JEP anunció que Estados Unidos no había mandado nada, el uribismo reaccionó en su contra.

Lo hizo siguiendo una línea narrativa que viene construyendo desde la campaña para el plebiscito de 2016, cuando dijo que la JEP era un vehículo de impunidad para los ex guerrilleros y que los igualaba con los militares. 

Esta vez volvió tendencia nacional en Twitter el hashtag #JepEsImpunidad, diciendo que la JEP sí había recibido unas pruebas.

Para demostrarlo, varios uribistas reconocidos como Alfredo Rangel, senadores como Honorio Enríquez, Fernando Araújo  y Carlos Felipe Mejía , y tuiteros como Claudia Bustamante, publicaron dos declaraciones juramentadas de jueces federales gringos que la Cancillería le entregó a la JEP cuando le remitió la solicitud de extradición y el ‘indictment’, que es la acusación contra Santrich.

El ex presidente Uribe, además de replicar trinos de ese corte, fue más allá al decir que la JEP se extralimita al pedir las pruebas.

Con esos argumentos, el uribismo aprovechó la noticia para reforzar su discurso, con un argumento que han usado en el último año figuras no uribistas, como el representante Hernán Penagos (quien fue ponente de la ley estatutaria de la JEP) o el procurador Fernando Carrillo, de extracción liberal.

Esta vez la JEP no se quedó callada frente a las críticas.

Contestó, con su cuenta oficial, usando el hashtag #JEPNoMiente, con tres puntos que arrancaban con la frase “no se dejen confundir”.

“La JEP consideró que necesitaba más pruebas y por ello le solicitó al gobierno de Estados Unidos su colaboración para obtener material suficiente para tomar una decisión”, resume el comunicado que también sacó.

Esa respuesta escaló la discusión con sus críticos de la derecha, como quedó demostrado en la reacciones de varios uribistas.

En respuesta, varios miembros del partido Farc como los congresistas Carlos Antonio Lozada y Sandra Ramírez,  se unieron en un twitteraton apoyando a la JEP con el hashtag #LeCreoALaJep.

Al final, el debate quedó convertido en una pelea política en la que la JEP estaba en una orilla, junto con la Farc, y los uribistas en la otra.

Y eso alimenta la narrativa uribista de una justicia cercana a los ex guerrilleros, a pesar de que la misma justicia ha recibido dardos del otro lado.

Críticas del otro...

Todo eso ocurrió la misma semana en la que el ex jefe negociador de las Farc, alias Iván Márquez, le dio una entrevista a El Espectador en la que se va con toda contra La JEP.

“Comparemos el texto original del Acuerdo y constataremos que lo que hoy quieren hacer valer es un Frankestein parcializado que se resiste a olvidar el derecho penal del enemigo”, dijo Márquez en esa entrevista cuando le preguntaron si seguirá comprometido con aportar verdad y justicia en la JEP.

Ese discurso de Márquez viene de antes.

En su última aparición en video, dos semanas antes y rompiendo varios meses de silencio, dijo que “destruyeron la Jurisdicción Especial para la Paz, concebida para todas las partes involucradas en el conflicto. Las instituciones del establecimiento resolvieron que solo era aplicable a la guerrilla y los combatientes, excluyendo de su jurisdicción a los agentes civiles del Estado, a los determinadores de la violencia desde la cúpula política”.

Esas críticas, por ahora, parecen aisladas, pero crean los fundamentos de una narrativa para que los ex guerrilleros que sean procesados por la JEP la critiquen y aprovechen la falta de legitimidad que tiene en la orilla política opuesta.

Eso puede crecer en el caso del mismo Márquez, quien decidió no ocupar su curul en el Senado tras la captura de Santrich y ha mantenido el discurso de que todo es un montaje

En el caso Santrich, si la JEP decide extraditarlo, Márquez tendrá un argumento más en su trama del montaje. Un argumento que puede calar en las bases farianas, más teniendo en cuenta que él tiene una gran acogida dentro de la Farc, como quedó demostrado en el congreso fundacional del partido, en el que le sacó 888 votos, 68 por encima de Timochenko.

Y no serían los únicos en criticar la extradición.

La Comisión de Paz del Senado ya dijo que una eventual extradición iría en contra los derechos de las víctimas.

Pero incluso si la JEP decide no dar luz verde a su extradición, Márquez y el caso Santrich sembraron los gérmenes de una narrativa de que no está hecha como se acordó, que pueden usar en adelante otros ex combatientes que terminen procesados. 

De ahí que este caso va a marcar, quizás de forma definitiva, con cuánta legitimidad arranca la JEP para hacer su trabajo duro. Y puede ser que con poca, por lo menos en esos dos lados. 

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