Esta es la historia de la orquesta de las Farc y de sus pinitos para comenzar a ser famosa en todo el país.
Con ustedes, ‘Los Rebeldes del sur’
“Presidente Santos, comandante Timo, el pueblo estaba esperando la paz que siempre quisimos”, cantaba Camilo, el vocalista de ‘Los Rebeldes del Sur’, con los ojos cerrados, pisoteando la tarima al ritmo de la cumbia. Una cumbia que prendió la fiesta y tenía a los funcionarios de Coomotor, una empresa de transportes de Neiva, bailando con los miembros de las Farc en un auditorio, justo al día siguiente de que esa guerrilla dejara todas sus armas individuales.
Era un evento privado que los ‘Rebeldes’ y otros bailarines de las Farc le ofrecieron al gerente de la empresa, Armando Cuellar, por haberles puesto el bus que los trajo desde la zona veredal ‘La Carmelita’ en Putumayo hasta Neiva y porque luego del episodio de los 10 mil dólares que les decomisaron en plena carretera, Cuellar les alquiló una finca en Rivera para que tuvieran donde dormir y ensayar para sus presentaciones en el San Pedro.
Fue el primer festival folclórico en el que ‘Los Rebeldes del Sur’ se presentaron sin que su público fueran sus camaradas o los periodistas que los vieron y entrevistaron durante la X Conferencia, en septiembre del año pasado, en las sabanas del Yarí.
Ahora sus 18 integrantes- once hombres y siete mujeres- quieren que su orquesta sea famosa. Quieren, a diferencia de los del secretariado, dedicarse a algo más que a la política, lo que muestra de entrada el dilema para una organización que ve un futuro colectivo.
Dicen que la decisión del Secretariado fue hacer canciones que hablen de paz, de los acuerdos y ya no de la guerra, como parte de su estrategia de mostrar que su política también se canta y se baila.
Que son la expresión de una cultura fariana que existe y que el país entero ignora. Hasta ahora.
De la selva para el mundo
‘Los Rebeldes del Sur’ son el sueño cumplido de Manuel Marulanda, el fundador de las Farc, que le puso ese nombre a la orquesta que creó hace casi 18 años Fabián Ramírez, el primer comandante que tuvo el Bloque Sur.
En la selva practicaban solo cuando llovía. Era la única forma de que el sonido de las congas, los tambores y las guitarras no los delatara con el Ejército.
Varios de sus instrumentos los abandonaron en trocha o en los campamentos cuando tuvieron que salir corriendo y muchos de sus cantantes murieron en combates.
Camilo, el cantante que lleva 23 años en las Farc, justo antes de treparse a la tarima en Neiva, cuenta que la historia musical de las Farc es tan grande que tienen grabadas en los computadores de la guerrilla 148 canciones escritas por ellos. Casi todas son de guerra.
“En tiempos de guerra le cantábamos a la guerra, pero ahora la inspiración es otra. Hay que escribir sobre esto que estamos viviendo”, dice.
Ahora el más obsesionado con que ‘Los Rebeldes’ lleguen a ser grandes es Martín Corena, uno de los comandantes del Bloque Sur.
Desde que los guerrilleros del frente 48 y 49 comenzaron a llegar a la zona veredal de ‘La Carmelita’, Corena quería ponerles un profesor de música que los entrenara.
Cinco músicos pasaron por la zona pero ninguno se quedó. Hasta que a finales de enero llegó ‘el costeño. Así es como le dicen ‘Los Rebeldes’ a Cristóbal Peñaranda, un cantante vallenato cincuentón que nació en Maicao, Guajira, y que cuando le mataron dos hermanos en los ochentas se fue a vivir a Maracaibo, en el estado de Zulia, en Venezuela.
Allá estaba, tocando su acordeón cada vez menos por la crisis, cuando le llegó un mensaje de whatsapp de la ‘red de músicos de Maicao’ diciendo que necesitaban un profesor para entrenar a unos muchachos en Puerto Asís.
Peñaranda dijo que él se le medía, viajó a Maicao y con una plata que le prestó un primo cogió una flota para Bogotá y ahí ya no da más detalles sobre cómo o quién le pagó su viaje a la zona veredal.
Solo dice que llegó a ‘La Carmelita’ una mañana de enero después de haber visto el río más grande de su vida: el río Putumayo. A la zona llegó con un maletín en el que llevaba un par de zapatos, dos pantalones, su guitarra y un acordeón.
Cuenta el ahora director de la orquesta y acordeonero, que con el primero que habló fue justamente con Martín Corena. “Me dijo que los ensayara, que él quería verlos bien entrenados, usted sabe, una orquesta de verdad”, dice. “Y exigió que las canciones fueran de paz”.
Entonces los comandantes del bloque le asignaron a Peñaranda una de las primeras casas que quedaron listas en la zona. Ahí lleva viviendo estos seis meses y se trajo, para que lo ayudaran en su tarea, a un profesor de piano y a un técnico de música. Ambos de Venezuela.
“Al principio no teníamos mucho para trabajar”, dice mientras mira su orquesta ensayar. Había un par de congas, una batería, un timbal y dos pianos dañados. “Algunos comenzaron a pedirle a las familias que si les llevaban instrumentos y así fuimos completando”.
Al principio había más de cien guerrilleros queriendo ser artistas en potencia y de todos, luego de ensayarlos, quedaron los que hoy conforman la orquesta.
Arrancó a ensayarlos “en horario de monte” dice mientras ríe. De 6 de la mañana a 12 del día. Una hora de almuerzo y a la una, otras cinco horas. “Sabían bailar porque a ellos les encanta, pero necesitaban tiempo para agarrarle al canto, a la tocada de los instrumentos”, dice.
Armaron en el monte, lejos de los cambuches donde dormían, un estadero de esos que hacían en la selva, para ensayar y al que Corena llegaba a verlos en bicicleta.
Les dio permiso para presentarse todos los domingos en ‘la hora cultural’ de ‘La Carmelita’, un espacio en el que los 'artistas' de la zona se presentan para entretener a la guerrillerada.
“Me hicieron pasar unas penas al principio porque no coordinaban, pero poco a poco le fueron agarrando”, dice Peñaranda.
Con la hora cultural tenían cómo foguearse, pero la prueba de fuego fue para el aniversario número 53 de las Farc el 27 de mayo. “Ese día sí tocaba mostrar todo lo que habíamos ensayado”, dice el director.
Se presentaron frente a más de 150 líderes sociales. Era la gran fiesta y salieron a cantar justo después de que sonara el himno de la guerrillerada.
Y aunque el aniversario fue importante, para los ‘Rebeldes’ la señal de que ya estaban listos para salir de la zona- habían rechazado invitaciones a tocar en Puerto Asís, aunque igual no hubieran pedido salir hasta que no dejaran las armas- fue cuando se presentaron para el cumpleaños de Corena. “Ahí sí que fue emocionante porque sentí que ya sonaban como era”, dice el director.
El último en verlos antes de mandarlos a Neiva fue el miembro del secretariado, Iván Márquez. “Él nos dijo que ya estábamos listos y ellos se pegaron una emocionada tremenda”, cuenta Peñaranda.
Dice también que antes de salir de la zona, Corena les advirtió a los que fueron (hubo miembros de la orquesta que se quedaron porque ese día no tenían el certificado de dejación del arma) que no podían tomar, ni fumar, que cuidado con las malas palabras y que no provocaran a nadie.
En la mayoría de desfiles que se presentaron, los mandaban adelante en la caravana porque si los dejaban de últimas quedaban más expuestos a los borrachos.
Igual les gritaron ‘asesinos’ en una calle. ‘Asesinos, secuestradores’, cuentan ellos que les dijo una señora parada detrás de una baranda.
Hacer el tránsito a la vida civil no es fácil y no solo por los insultos. Es por dejar atrás los hábitos de la guerra.
Por ejemplo, en la casa en la que se quedaron mientras pasaron las fiestas siguieron cuidándose como en el monte. Mientras unos dormían, otro se quedaba despierto haciendo guardia por si acaso.
Quizás el tránsito más difícil sea cuando individualmente tengan que escoger entre la libertad artística y las restricciones que impone la militancia comunista, pero ese dilema aún está lejos.
Por ahora, en el Cd que repartían en el auditorio en Neiva y que se llama ‘Canto de paz’ se ven como un grupo acostumbrado a tocar en pueblos, en festivales, en las fiestas de cualquier colombiano.
En la portada salen todos en posición de orquesta -los hombres acurrucados de camisa blanca y pantalón café claro y las mujeres paradas detrás de negro. En la parte de atrás los nombres de sus sencillos: ‘Patria querida’, ‘El Jardinero’ y ‘Pobre corazón’.
Las tres grabadas en un estudio improvisado en la zona veredal hecho por ellos mismos con icopor, cajas de huevo, un computador y un micrófono.
El próximo, dice Peñaranda ilusionado, esperan grabarlo en un estudio de verdad y están muy cerca de lograrlo.
El coqueteo de 'Independencia Records'
Los que más han puesto los ojos sobre ‘Los Rebeldes’ y otros artistas de las Farc como Julián Conrado, conocido como ‘el cantante de las Farc’, ‘Martin Batalla’ o Blackesteban, que es un rapero, son los de la productora ‘Independencia Records’.
Esa productora comenzó a sonar hace dos meses cuando se supo que tenía un stand en la Feria del Libro y que justamente por esos días sacaron un afiche promocionando una presentación en Bogotá de alias Julián Conrado.
Detrás de la productora está Pablo Araoz, productor de Alerta Kamarada y La Severa Matacera; Fabio Ramírez, un egresado de artes de la universidad Surcolombiana y que venía de trabajar en la Casa de la Cultura de San Vicente del Caguán; y el argentino Matías Mera, productor de algunos videos de Calle 13.
Mera fue el que ayudó a producir ‘Reconciliación’, la canción del rapero ‘Blackesteban’, también de las Farc, y está por venir a ver a los ‘Los Rebeldes’ porque la idea es que también les ayude a ellos “en toda su transformación”, dice Fabio Ramírez.
Pero lograr que las Farc les abriera sus puertas a esta productora no ha sido fácil.
“Eso ha sido todo un coqueteo”, dice Ramírez, que es el que ayudó a coordinar todas las presentaciones de los ‘Rebeldes’ en el San Pedro.
“En Bogotá nos reunimos primero con Carlos Antonio Lozada (miembro del Secretariado). Le explicamos que nosotros queríamos ser la productora de ellos. Que veíamos que había gente muy talentosa adentro, pero claro, fue una discusión compleja porque ellos no conciben que su gente sea un producto y se vuelvan comerciales.
“Pero ellos saben y les hemos dicho que cuando dejen las armas no van a tener a los medios encima y no pueden seguir cantándole a los 7 mil que dejaron las armas”, dice Ramírez.
”Ellos saben y les hemos dicho que cuando dejen las armas no van a tener a los medios encima y no pueden seguir cantándole a los 7 mil que dejaron las armas”
‘Independencia’ llevó artistas a la X conferencia, luego llevaron a Conrado a la Feria del Libro y con permiso del Secretariado han ido a la zona veredal de Icononzo, en Tolima, a tomarle fotos, grabar las canciones y comenzar a hacer toda la producción de ‘Blackesteban’ y a la de Pondores en La Guajira a hacer lo mismo con ‘Martín Batalla’.
La idea es que en agosto, cuando las Farc hagan su congreso fundacional, esos dos artistas y todos los miembros de la orquesta comiencen a firmar contratos con la productora.
“Ojalá logremos eso porque ahí ya sería el comienzo de otra historia para ellos”, dice Fabio Ramírez.
Por ahora ‘Los Rebeldes’ quieren pedir pista para presentarse en otros festivales como el carnaval de Barranquilla y el festival de blancos y negros en Pasto. Así comienzan a entrar a una vida civil que todavía desconocen y que muestra que las Farc no solo dejaron las armas para hacer política tradicional. La cultura será otro espacio que aspiran conquistar.