Del anonimato a desear el segundo cargo del país

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Tienen en común el haberse lanzado por firmas, el ser prácticamente desconocidos en el mundo político y el no superar el margen de error en las encuestas. Aquí los tres candidatos desconocidos que aspiran a llegar en esta campaña al Palacio Liévano de Bogotá.

 

?Tienen en común el haberse lanzado por firmas, el ser prácticamente desconocidos en el mundo político y el no superar el margen de error en las encuestas. Sin embargo, los tres están firmes en la campaña porque dicen que su intención es crear un movimiento político que trascienda esta elección a la Alcaldía de Bogotá.

Se trata de los candidatos Alex Vernot, Daniel Raisbeck y Ricardo Arias. Como ha sucedido en otras campañas, estos tres candidatos le crean un dilema a los que organizan debates en televisión porque por un lado ellos y los que firmaron avalando su candidatura tienen el derecho a escuchar sus propuestas. Pero, por el otro, el que con escaso reconocimiento público aspiren de entrada al segundo cargo del país, es visto por algunos como un oportunismo precisamente para tener pantalla gratis.

Estos son los tres candidatos desconocidos que aspiran a llegar en esta campaña al Palacio Liévano:

 

 

Durante la campaña de Gustavo Petro, muchos dijeron que Alex Vernot era su ‘asesor en la sombra’ puesto que el actual alcalde de Bogotá montó en la oficina de este abogado su despacho provisional mientras arrancaba en forma su campaña y luego, según dijo Vernot en varias entrevistas, chateaban todas las semanas.

Su influencia en la primera etapa del gobierno petrista se puso en evidencia tras una pelea pública con Antonio Navarro, quien al dejar el cargo de Secretario de Gobierno de Bogotá, dijo que Vernot era un “chupamedias y un lambón desinformado”.

“Gustavo Petro es, sin ninguna duda, el líder de izquierda más importante después de Jorge Eliécer Gaitán”, dijo en una varias entrevistas Vernot, que durante un tiempo se convirtió en uno de los defensores públicos más acérrimos del Alcalde.

Se habían conocido 20 años atrás, cuando Vernot buscó a Petro para que hiciera un debate contra el Sindicato Antioqueño contra quién el abogado tenía un pleito en representación de los empresarios Gilinski y desde esa época se volvieron amigos.

El pleito duró 11 años, Vernot lo ganó, se jubiló, y entró a la esfera pública detrás de Petro.

Pero, como otros, se terminó distanciando del Alcalde y en esta campaña no es su candidato y el de progresistas no era uno de los tres avales que Vernot pensaba que podía asegurar cuando lanzó su candidatura.

“Quiero ser un candidato de un consenso, de un acuerdo por Bogotá”, dijo en una entrevista con Gonzalo Guillén a finales del año pasado cuando era precandidato conservador. Al final, tuvo que ir por firmas.

Tras jubilarse antes de los 50 años, Vernot se ha dedicado durante cinco años a estudiar las causas de los problemas que agobian al país y ha escrito dos libros, cuyos títulos ambiciosos revelan la confianza que se tiene: ‘Cómo funcionan las cosas’ y ‘Re evolución, el negocio de la guerra’.

Ambas investigaciones,dice, lo llevaron a ir más allá e incursionar en la producción audiovisual de lo que él llama “contenido inteligente”.

Ahora, con su movimiento “Tierra, Pueblo y Futuro”, Vernot aspira a convertirse en el “candidato disruptivo” de esta campaña y su motivación central es la angustia que siente por el futuro de este país.

“Creo que si no me involucro en la política y asumo como propios los problemas de los demás, algún día mi país caminará hacia un régimen totalitario y de corte comunista”, dijo en la misma entrevista a Guillén.

Vernot dice que hablar de temas que nadie toca hace parte de su fórmula disruptiva y sus dos grandes propuestas son la reactivación de la economía y el cuidado del agua.

Frente a la primera, le contó a La Silla que quiere hacer de la Alcaldía una bisagra entre los sectores productivos, educativos y la generación de empleo, impulsando lo que él llama “la economía del bien común”, que produce riqueza para invertir en la gente y educación concreta para los oficios requeridos por el sector productivo.

Con respecto al agua, Vernot asegura que es uno de los mayores bienes que tiene el país y que, en miras al cambio climático y a la crisis económica, Colombia podría asegurar el futuro de su población y ser una potencia mundial en el comercio de este líquido.

Vernot está convencido de que si los bogotanos lo escuchan se convencerán de que él es el mejor candidato y para eso -para ser escuchado- es que él espera poder participar en los foros y debates a la Alcaldía. Según él, estos son multiplicadores de votos.

Por eso, se ha quejado mucho cuando no lo llevan a foros o de que no lo inviten a medios grandes. Por lo pronto, las redes sociales como Twitter y Youtube son sus aliadas. En Youtube sube videos de ciudadano hablando acerca de sus problemas en la ciudad y también ha colgado varios documentales producidos y grabados por su empresa.

Al final, más que a ganar, a lo que Vernot aspira es a que sus propuestas para cambiar el mundo sean escuchadas.

 
 

Raisbeck no es un político tradicional: es un teórico de 33 años que aspira a aterrizar sus ideas en la práctica siendo Alcalde de Bogotá.

Más de la mitad de su vida la ha pasado estudiando en el exterior. Es doctor de la Universidad Libre de Berlín, máster en Estudios Clásicos de la Universidad de Tulane e historiador de la Universidad George Washington.

Desde el 2012 es director del Archivo Histórico de la Universidad del Rosario, ha sido profesor de la facultad de Ciencia Política y ha enseñado latín, griego clásico e historia grecorromana.

Su trayectoria académica es la que le sirve de insumo para el mensaje que le gustaría transmitir en esta campaña: que el valor esencial del individuo es su libertad. Este es el centro del liberalismo clásico, teoría que el candidato busca llevar del papel a la política.

Su primer intento fue en las elecciones del 2014 cuando decidió lanzarse a la Cámara por Bogotá como fórmula conservadora del entonces senador Juan Mario Laserna.

Eligió a los azules porque había que empezar por algún lado, y según el candidato, la ventaja de los godos es que su poder no está centralizado en una figura, como Uribe en el Centro Democrático o Germán Vargas Lleras en Cambio Radical lo que, en teoría, permitía más espacio para el surgimiento de una voz diferente.

Pero se quemó con un poco más de 3 mil votos y finalmente se alejó del partido.

Creó, entonces, el movimiento “Libertario” para apoyar su candidatura por firmas. Su campaña se basa en una sola premisa: que todos tenemos derecho a escoger y los demás pueden hacer lo mismo.

Dos de sus propuestas más fuertes son ejemplo de esto.

La primera de ellas consiste en darles la opción a los padres de familia de usar un bono escolar por 4 millones de pesos (total del presupuesto en Educación dividido por el número de alumnos) para pagar el colegio privado de su preferencia.

El historiador también cree en el modelo de colegios por concesión debido a que le apuesta a los estudiantes en vez de a los sindicatos y le da la libertad a los padres de familia de elegir la educación que quieren para sus hijos.

Su idea entonces no es incrementar los colegios públicos sino fortalecer el mercado educativo.

Un segundo conjunto de propuestas “libertarias” es sobre movilidad.

Raisbeck cree que uno de los principales factores de congestión en las calles de Bogotá, es la gran cantidad de semáforos innecesarios que impiden el libre flujo de los vehículos, y por eso quiere eliminarlos.

También propone instalar un sensor GPS en los carros para eliminar el impuesto de rodamiento y la sobretasa a la gasolina. Así se lograría cobrar un impuesto basado en el uso de los carros y no en su propiedad.

Otra de sus propuestas es la implementación de un modelo diferente para hacer rentable la operación del metro una vez se haga.

En vez de aumentar los impuestos o sacar el dinero de la deuda pública, el historiador propone para el metro un modelo que produzca utilidades para la ciudad a partir del máximo aprovechamiento de la propiedad raíz en las estaciones del metro, encima y a su alrededor. El metro de Hong Kong es su ejemplo principal, el cual produjo 2 mil millones de dólares en utilidades en el 2012.

También considera que para que Bogotá se transforme en una ciudad competitiva a nivel global, es fundamental que se reduzcan sustancialmente los impuestos para que el capital pase a estar en manos de los propios ciudadanos, pues son ellos los que saben cómo manejar su dinero.

A Raisbeck nueve de cada diez encuestados no lo conoce. Pero eso no lo intimida. Él le apunta a llegarle a los jóvenes como sus principales votantes y para eso está basando su campaña en repartir folletos en persona y en usar al máximo las redes sociales.

Twitter y Facebook son dos de sus herramientas principales para multiplicar sus seguidores, pero para Raisbeck “estas redes sociales son un poco viejitas, es lo que usan los papás” como le contó a La Silla. Así que también está explorando otras redes como Snapchat y Vine, que sirven para enviar o publicar videos cortos.

Por otro lado, para recoger fondos piensa utilizar una plataforma de crowdfunding en Colombia, si logra conseguir que abran la ventana para financiar campañas políticas. Por ahora, está prohibido.

Raisbeck no parece preocupado por ganar estas elecciones. Para él, ante todo, lo que está haciendo es un ejercicio pedagógico para demostrar que la libertad es la solución a los problemas que enfrenta Bogotá.

 
 

Uno de los políticos cristianos más fuertes del país, senador durante ocho años y fundador del partido de La U en 2006, Arias armó esta vez una campaña por fuera de los partidos. Y que si bien arranca con la base de algunas iglesias cristianas, busca captar votos más allá de ellas.

Por ejemplo, recogió firmas en algunas de esas iglesias y con voluntarios reclutados en ellas pero no a nombre de un partido cristiano sino del movimiento Libres; asocia algunas de sus propuestas con ideales religiosos (la política social con el amor al prójimo; la de seguridad con “no matarás”; la anticorrupción con “no robarás”) pero no se limita a ellas. Y tampoco ha hecho campaña con banderas religiosas conservadoras como las críticas al consumo de drogas o la defensa de la familia tradicional.

De hecho, Arias no tiene el apoyo de todas las iglesias metidas en política: desde un principio no han estado con él la iglesia hermana del Mira, el viejo C-4 de Jimmy Chamorro ni la misión Carismática Internacional que está en el Centro Democrático. Pero incluso se quedaron por fuera los concejales cristianos: José Artur Bernal, de Cambio Radical, está con Rafael Pardo; y el del antiguo PIN Marco Fidel Ramírez, que se denomina a sí mismo “concejal de la familia” y defiende posiciones fuertemente conservadoras, está apoyando a Pacho Santos.

Sin embargo, sí tiene un apoyo grande e importante de la red de iglesias que llevó a que el también pastor Gustavo Páez tuviera el aval del PIN y sacara más de 30 mil votos a la alcaldía en 2011. Incluso, el hijo de Páez, el pastor del Centro de Alabanza Oasis Ferney Gustavo Páezestá en su lista al concejo en el número 7

Así que la estrategia de Arias es mantener el voto cristiano que le ha sido cercano en el pasado (por ejemplo, su renglón 10 al concejo es su ex asesor en el FNA Uilfran Benavides, político cristiano; el número 4 es Luis Andrés Montaño, presidente de la Asociación de Ministros Emprendedores y director del programa de televisión “Un café con fe” y la número 8 es la pastora Lina Salas, de la iglesia Fortaleza Internacional), pero sin rechazar otros grupos de votantes.

Como dijo en una entrevista en la emisora cristiana ICC radio en noviembre del año pasado, al preguntarle si podía entenderse que su candidatura es una candidatura cristiana: “he sido presidente del Partido de La U, del Fondo Nacional del Ahorro (...) bajo mis propias convicciones, de las cuales nunca me he apartado, pero entendiendo que le estoy sirviendo a un país en toda su extensión. Y nunca he tenido un señalamiento en el sentido de que mi convicción me está alejando de mi trabajo, de mi función”.

Su estrategia combina buscar esos apoyos más amplios (como los comerciantes de los sanandresitos), con un discurso antipolítico como los que tanto éxito han tenido en Bogotá en las últimas décadas.

Ese discurso es gerencial: Arias se presenta como ingeniero civil y no como ex senador; suele mencionar su paso por el Fondo Nacional del Ahorro, donde lo nombró Juan Manuel Santos después de quemarse tratando de reelegirse al Senado en 2010, y recordar que en ese cargo ganó el Premio de Alta Gerencia en el 2012; y siempre subraya que no está avalado por ningún partido y que está armando una campaña con apoyos independientes de empresarios y líderes sociales.

Esa línea se refleja en sus principales propuestas, como una ciudad abierta 24 horas para hacerla más productiva, o una ambiciosa política de vivienda sin cuota inicial.

Otra estrategia es su presencia en las redes sociales. Diariamente publica una carta dirigida directamente a quienes lo apoyan, que comparte por Facebook y Twitter.

Es el único candidato entre los tres menos conocidos que tiene un canal propio en Youtube para su movimiento y es el que más seguidores tiene en las tres redes sociales.

Pero, por detrás, también le juega a los políticos. Su cabeza de lista, Luis Diofante Lorduy, es hijo de político y ex candidato del Centro Democrático a la Cámara por el Atlántico; el número dos es el ex concejal de Bogotá Emel Rojas (también cristiano); el número 5, Luis Fernando Piñeros, se quemó tratando de llegar el concejo por el liberalismo en 2011; y el número 45 (el último) lo tiene la ex edil de Usaquén Yamile Álvarez de Constaín.

Con esos apoyos más la visibilidad y las amistades que creó su paso por el Fondo Nacional del ahorro (donde fue criticado por usar su cargo para hacer política a favor de congresistas en campaña) Arias puede mostrar que tiene capital político en Bogotá: es quindiano, su carrera la empezó como concejal de Armenia y diputado del Quindío antes de llegar al Congreso, y cuando en 2010 se quemó tratando de reelegirse como senador, solo sacó 2.533 votos en la capital.

Y aunque todavía le falta mucho, de estos tres desconocidos es el que pinta mejor: es el único cuyo conocimiento supera el margen de error según la encuesta polimétrica de Cifras y Conceptos, y es también el único que empata e incluso supera a políticos de más reconocimiento como María Mercedes Maldonado (la candidata de Petro) y el cocnejal verde Carlos Vicente de Roux.

 
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