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La Silla aplicó su detector de mentiras al balance que hizo Santos del nuevo Sistema de Regalías. El resultado es que el Presidente es excesivamente optimista.

A finales del año pasado, el presidente Juan Manuel Santos realizó un evento que llamó “La maratón de las regalías” para rendir cuentas sobre la mega reforma que impulsó en 2012 para administrar los recursos provenientes de la explotación del subsuelo. Su balance fue muy positivo y dijo que la ley, en retrospectiva, le parecía “histórica y de inmensa trascendencia para la equidad del país.”

La reforma tenía tres grandes fines. El primero, repartir equitativamente los recursos entre las regiones para disminuir los índices de pobreza; el segundo, crear un sistema de control y vigilancia preventivo para acabar con la corrupción; y por último, crear un sistema colegiado (los Ocad) para tomar decisiones de manera técnica y transparente sobre cómo gastar los recursos.

La Silla revisó los proyectos aprobados entre mayo 2012 y 24 noviembre de 2015, usando los datos del Mapa de Regalías que usó Santos para su balance. Y conversó con delegados a tres Ocad, funcionarios de Planeación Nacional, y miembros de las mesas técnicas de dos regiones como parte de una investigación a profundidad sobre el nuevo sistema de regalías ahora que cumple cuatro años de creado.

La conclusión al aplicarle el "Detector de Mentiras" es que el balance del Presidente es excesivamente optimista.

El nuevo sistema de regalías sí ha logrado ‘esparcir la mermelada’ en todo el territorio y ha sido una fuente importante de financiación para proyectos de inversión social ayudando a bajar los índices de pobreza a nivel nacional de 32,7 por ciento en 2012 a 28 por ciento en 2014 como lo quería hacer el cerebro de la reforma, el entonces ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry.

Pero aún falta un largo camino para lograr cambios estructurales en equidad regional y formulación de proyectos de alto impacto social. Al final, se han ejecutado menos de la mitad de los proyectos que debían estar listos, el triángulo del buen gobierno se convirtió en el triángulo de la politiquería con los contratistas en uno de sus ejes y parte de los recursos han sido invertidos en proyectos con más impacto político local que social.

Esto fue lo que dijo el Presidente en su Maratón y esto es lo que dicen los datos:

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