Duque celebra una estrategia contra la coca que la ONU insiste está mal enfocada

Duque celebra una estrategia contra la coca que la ONU insiste está mal enfocada

Ayer en la mañana el presidente Iván Duque celebró que su Gobierno redujo en 11 mil hectáreas, en siete por ciento, el área de cultivos de coca en el país. Colombia pasó de tener 154 mil hectáreas de coca sembradas en 2019, a 143 mil en 2020, confirmando así una tendencia a la baja que empezó cuando el uribismo llegó al poder.

Sin embargo, sobre esos resultados hay una mancha que ni el presidente ni su gabinete han querido destacar: que, por segundo año consecutivo, a pesar de que disminuyeron las hectáreas de coca, el país produce más cocaína: 1.228 toneladas.

Es la misma foto del año pasado cuando, como contamos, Duque sacó pecho por las hectáreas erradicadas sin mencionar la cocaína.

Y esto es un golpe para su estrategia contra la droga. 

Desde que era candidato, la teoría del presidente, y el uribismo, es que menos hectáreas de coca significan menos droga, menos toneladas exportadas a otros países y grupos narcotraficantes más golpeados. Por eso, una de las principales apuestas de este Gobierno es volver a asperjar con glifosato. Su tesis es que con menos hectáreas mejorarán casi todos los problemas que aquejan al país.

Así lo resumió el ministro de Defensa, Diego Molano:

“Menos hectáreas de cultivos ilícitos significan menos niños reclutados para el crimen, menos líderes sociales asesinados, menos ríos envenenados y bosques destruidos, menos familias destrozadas, menos barrios inseguros en nuestras ciudades, menos hectáreas de cultivos ilícitos significan también una Colombia más segura y una democracia más sólida”.

Pero los adelantos del informe que, ocho minutos antes, presentó la ONU debilitan ese éxito que se atribuye el Gobierno. Revela, al contrario, que menos hectáreas de coca no implican menos producción y tráfico de cocaína. “Hay que insistir en este punto: la producción de cocaína no depende solamente del área sembrada de coca”, dijo Pierre Lapaque, el representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) en Colombia.

Por otro lado, Lapaque, quien tiene más de 30 años de experiencia en drogas y en prevención del crimen, subrayó que “la mejor vía” para reducir los cultivos es la sustitución voluntaria. Justamente a la que el Gobierno Duque ha dejado relegada en su estrategia contra los cultivos. 

Menos hectáreas, más cocaína

Todos los años la Unodc monitorea el estado de los cultivos ilícitos en el país y publica un informe. Ese informe, que usualmente contiene datos desagregados por parques naturales, resguardos, departamentos y municipios, aún no ha sido publicado.

Lo que presentó ayer la Unodc, en compañía del presidente, fue unos avances generales que se pueden ver en este comunicado de prensa. El informe completo, según supo La Silla Vacía, será publicado a comienzos de julio.

No obstante, los anuncios de ayer fueron claves, pues dan un panorama general del comportamiento de la cadena de producción de cocaína en el 2020.

Lo primero que destacó Pierre Lapaque es que en 2020 bajó el area cultivada con coca. Resaltó, luego, que Nariño y Putumayo continúan en una tendencia de tres años disminuyendo el número de hectáreas y que, por primera vez desde 2012, cayó el número de hectáreas cultivadas en Norte de Santander.

Sin embargo, el grueso de su discurso se centró en mostrar cómo, aunque el número de hectáreas ha venido disminuyendo, hoy en Colombia se produce más cocaína. La explicación que dio es que, ahora, su producción es más eficiente. Es decir, con menos matas, se puede producir más droga.

“La cantidad de hoja que se puede recolectar en una hectárea, la cantidad de alcaloide disponible en las hojas y la capacidad de los procesadores para extraerla están aumentando, a pesar de los esfuerzos importantes hechos por la fuerza pública”, aseguró.

Así, los productores han venido aumentando sostenidamente su capacidad de producción y el año pasado se produjo la mayor cantidad de cocaína desde que se tiene registro. Se produjeron 1.228 toneladas de clorhidrato de cocaína, 91 toneladas más que en 2019 y 235 más que en 2018.

Así lo muestra en esta tabla el experto en drogas Juan Carlos Garzón, director de Dinámicas del Conflicto de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Lapaque atribuyó esta mayor eficiencia para producir cocaína a un mejoramiento en las técnicas de cultivo. Dio tres razones:

1. Más matas en menos hectáreas

Según el representante de la Unodc, los cultivadores de coca han hecho ajustes en la densidad de los cultivos y han logrado sembrar más coca en menos espacio. Han optimizado la siembra de matas sin desbalancear la disponibilidad de nutrientes en el suelo.

2. Matas más maduras y más productivas

El año pasado la Unodc encontró que, a diferencia de hace 16 años, las matas de coca en el país tienen más años y son más productivas. Así, mientras en 2005 el 40 por ciento de los lotes contaban con plantas que tenían entre dos y cuatro años y producían entre 5,9 y 6,6 toneladas por hectárea al año, ahora ese porcentaje aumentó.

Según los adelantos que dio Lapaque del informe, hoy se estima que el 65 por ciento de los lotes del país tienen matas que tienen esa edad y producen 7,6 toneladas de cocaína por hectárea al año.

3. Mejor tecnología

Sin dar muchos detalles, el representante de la Unodc aseguró que han encontrado un mejoramiento en las técnicas de cultivo.

Una de las cosas que resaltó es que el desarrollo de enclaves productivos puede estar haciendo que los productores puedan optimizar mejor sus cultivos. Desde el informe del año pasado, la Unodc ha alertado que se están formando este tipo de enclaves, zonas en donde se concentra la producción de coca y, con el paso de los años, se han dado las condiciones no solo para la siembra de coca, sino para su transformación a clorhidrato de cocaína y su tráfico. Son sitios en los que se encuentra toda la cadena de narcotráfico.

Un ejemplo de esto es el departamento de Córdoba, en donde hay cultivos de coca, hay laboratorios en donde se procesa y puertos en donde es exportada.

Todo esto ayuda a entender la aparente paradoja de que, con menos hectáreas de coca, se produce más cocaína, y el negocio es más lucrativo. Por esa razón, Lapaque recalcó dos veces en su discurso que la producción y exportación de cocaína no depende exclusivamente de las hectáreas de coca.

Sin embargo, en el Gobierno parecieron no haberlo escuchado.

El ministro de Defensa no se refirió, en su intervención, al aumento de cocaína y ninguno de los comunicados que ha sacado el Gobierno lo menciona.

Duque sí habló al respecto, pero rebatió el argumento indicando que el año pasado se registró el mayor número de incautaciones en la historia. Se incautaron, según el Gobierno, 505 toneladas de cocaína, un 18 por ciento más que en 2019.

“Por más de que (los narcotraficantes) hayan tratado de aumentar la productividad en un ocho por ciento, claramente al haber aumentado las incautaciones en un 18 por ciento, también se les golpeó esa estructura delictual y menos drogas salieron hacia las calles de nuestro país y del mundo”, dijo.

Sin embargo, no es claro que, como dice el presidente, menos cocaína haya sido enviada tanto al mercado interno colombiando como para el resto del mundo.

El investigador Garzón le explicó a La Silla cómo tiene sentido que, si se produce más cocaína, más se incaute. Lo que habría que analizar es, cada año, cuánta de esa droga producida es incautada.

Así, como muestra en esta gráfica, el porcentaje de toneladas incautadas con respecto al de toneladas producidas no es el más alto en los últimos años. Por eso, no es claro que menos coca haya salido “hacia las calles de nuestro país y del mundo” como dijo Duque.

Un llamado de atención por los retrasos de la sustitución

Al final de su discurso, el representante de la Unodc expresó su preocupación por “la reducción significativa en los esfuerzos por incorporar nuevas familias” al programa de sustitución de cultivos, conocido como Pnis.

El Pnis es la principal estrategia que plantea el Acuerdo de Paz para reducir el número de hectáreas de coca. A grandes rasgos, la idea consiste en firmar acuerdos con las familias cocaleras para que ellas mismas, voluntariamente, erradiquen sus cultivos. A cambio, recibirán unos subsidios del Gobierno para que puedan desarrollar unos proyectos productivos con los que puedan vivir, sin tener que cultivar coca.

Cuando llegó a la Presidencia, Duque dejó de apostarle a la sustitución como principal estrategia para luchar contra los cultivos de coca. Tras inscribir a 15.936 familias, decidió no recibir más en el programa y, con las 99.097 que quedaron inscritas, se propuso a erradicar 50 mil hectáreas en sus cuatro años de mandato.

Hoy, por esa vía, según la Unodc que le hace seguimiento al Pnis, se han erradicado 43.711 hectáreas. Además de esto, el porcentaje de hectáreas en las que se han vuelto a sembrar coca es muy bajo, lo que muestra el éxito del programa.

Por eso, Lapaque insistió en que el Pnis, “si bien es susceptible de mejoras en la implementación, sigue siendo la mejor vía para liberar definitivamente los territorios de los problemas asociados a la producción de drogas ilícitas”.

El principal problema que enfrentan ahora las familias que se sometieron al programa es que, como contamos, la mayoría no ha recibido los desembolsos que debe hacer el Gobierno para que puedan desarrollar un proyecto productivo que les permita vivir después de haber erradicado.

Del Gobierno Duque nadie se refirió a la sustitución y, por el contrario, la principal apuesta es que este año regrese la fumigación con glifosato. El Gobierno está cerca de poder lanzar los primeros aviones, a pesar de ser una técnica que ha sido criticada por expertos y hasta por consejeros del presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Todos cuestionan su efectividad y el daño potencial para la salud de los campesinos.

Los anuncios de este nuevo informe de la Unodc refuerzan la ineficiencia del glifosato, y en general de la estrategia enfocada en la disminución de hectáreas de coca, para frenar la exportación de cocaína.

Según Garzón, el investigador de la FIP: “Este informe está confirmando lo que ya se había dicho hace muchos años: que pegarles a los cultivos no implica golpear la cadena de narcotráfico. Abre, también, un debate de política pública: ¿Vale la pena, entonces, enfocarse tanto en los cultivos?”.

Por ahora, no es un debate que el Gobierno de Duque haya dado muestras de abordar.

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