Duque no tuvo luna de miel con la opinión pero sí con la Farc

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Cinco hechos y una carta dan fe de una relación armoniosa con los ex guerrilleros.

Mientras Iván Duque termina su primer mes como Presidente sin luna de miel con la opinión, sí ha dado varias muestras de que su relación con los ex jefes de la guerrilla son mejores de lo que se podría esperar de un líder uribista, aunque éstos han actuado como líderes de oposición, como es natural.

Los cinco guiños

  • Vuelve “la paz”:  La muestra más reciente de la buena relación con la Farc quedó clara esta semana, durante la socialización que hizo el Departamento Nacional de Planeación del Plan de Desarrollo de Duque ante varios empresarios, que ya había discutido en el Consejo de Ministros.

    Como contamos ayer, usa la palabra "paz”, que hasta ahora parecía estar fuera del diccionario duquista, reemplazada por “legalidad”, hasta el punto de que Duque rebautizó el Acuerdo de paz como ‘Acuerdo para la legalidad’. Además, ese borrador la usa en un lugar privilegiado: uno de los siete macroproyectos o ‘aceleradores’ será “la paz que nos une”.

  • Ex guerrilleros siguen camino a Cuba: En esa misma línea, esta semana la Oficina del Alto Comisionado de Paz (todavía no ha cambiado su nombre a “de Legalidad”) , en cabeza de Miguel Ceballos, mostró que frente a los excombatientes habrá continuismo porque seguirán con el programa de mil becas que arrancó el año pasado.

    Eso es llamativo por su simbolismo: el programa es con el gobierno de Cuba, para que los excombatientes puedan estudiar allí. Santos envió 186 estudiantes el año pasado y este mes Duque empezó a enviar otros 196.

  • Símbolos de la Farc en Palacio: quizás el guiño más simbólico de Duque fue haber invitado a Rodrigo Londoño y a Carlos Antonio Lozada a la Casa de Nariño, con los voceros de todos los otros partidos, para armar un acuerdo de todas las fuerzas políticas para impulsar una agenda de medidas contra la corrupción, que están por definirse.

    La reunión no sólo fue simbólica por la presencia del jefe de la Farc, Timochenko, sino porque Duque lo felicitó por haber dejado las armas y él le agradeció por tenerlos en cuenta.

  • La Misión de la ONU se queda, como quería la Farc: La semana pasada Duque le envió una carta a Antonio Guterres, secretario general de la ONU, y a Karen Pierce, presidenta del Consejo de Seguridad, para pedirles que mantengan la misión encargada de hacerle monitoreo a la implementación del Acuerdo otro año.

    Eso no solo responde a una solicitud de la Farc de mantenerla, sino que en la carta deja claro que la petición es en común con la Farc. “El Gobierno Nacional y la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) hemos convenido solicitar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas prorrogar el mandato de la Misión Política Especial por un año más a partir del 27 de septiembre de 2018”, dice.

  • Los ajustes al Acuerdo se quedan en lo simbólico: Aunque Duque ha hecho anuncios, son más simbólicos que reales, algo que era de esperarse porque no tenía tanto margen como esperaban algunos uribistas, y eso beneficia a la Farc. Esto porque el narcotráfico dejaría de ser amnistiable, pero después; no hay nada nuevo en que los que siguen delinquiendo pierdan los beneficios; depende de la Corte Constitucional que los responsables de delitos de lesa humanidad no puedan ser elegidos; no hay nada nuevo en que la erradicación sea forzosa; y su Alto Comisionado, Miguel Ceballos, ha dicho que respetarán los pactos de sustitución firmados por el Gobierno Santos.

El buen ambiente entre Duque y los ex jefes guerrilleros también quedó claro con la carta que firmaron 9 de los 15 miembros de la Comisión de Paz del Senado, incluyendo al fariano Julián Gallo Cubillos.

La firmaron también otros cuatro senadores de partidos de oposición, dos de partidos independientes (el liberal Luis Fernando Velasco y Richard Aguilar de Cambio Radical) y dos de partidos que se declararon gobiernistas (el conservador Efraín Cepeda y Roy Barreras, de La U).

En ella felicitan a Duque por “las acciones que ha emprendido usted y el nuevo gobierno tendientes a fortalecer los procesos de paz que están en curso” y se ponen a disposición para “cualquier tarea que decidan solicitarnos usted y su administración”.

Que la carta fue más que un saludo protocolario queda claro porque no la firmaron los dos uribistas de la Comisión, Paloma Valencia y Jhon Harold Suárez.

El significado

En segunda vuelta, cuando la opción era o Duque o Petro, la Farc se la jugó por Petro sin decirlo oficialmente porque, para ellos, Duque representaba el regreso al conflicto.

Del lado uribista, a pesar de que Duque siempre fue moderado y decía que frente al Acuerdo “ni trizas ni risas”, había una expectativa de modificar el Acuerdo para hacerlo más exigente a los cabecillas de las Farc. Como dijo en su discurso del 7 de agosto el  presidente del Senado, Ernesto Macías, había que “modificarlos y ajustar los Acuerdos para restablecer el Estado de Derecho”.

A pesar de que la Farc se declaró oficialmente en oposición a Duque, y de que esos gestos no significan una cercanía política entre el Gobierno y la antigua guerrilla, sí muestran una postura moderada de Duque y su posicionamiento hacia el centro del espectro político.

De hecho, como contamos, ya hay molestias en las bases uribistas con él por esos acercamientos.

Aunque ese es un claro costo político para él, todavía no está claro qué tan fuerte será porque hasta ahora no lo han criticado por ello las grandes figuras uribistas, encabezadas por el propio ex presidente.

Además, el buen ambiente con la Farc le da un camino para resolver la situación con la exguerrilla que, según la Gallup Poll, es el motivo del pesimismo por el que pasa el país, porque no ha quemado los puentes con los ex guerrilleros.

Si lo que preocupa a la opinión es la lentitud de la implementación, esos puentes son fundamentales para que mejore; si el lío es el crecimiento de las disidencias, puede complementar su respuesta militar con un manejo político para que no sigan creciendo.

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