Las hectáreas de coca cayeron un 9 por ciento y están más concentradas, pero las toneladas de cocaína llegaron a su máximo histórico.
Duque saca pecho con reducción de cultivos de coca y calla sobre aumento de cocaína
Presidente en la rueda de prensa sobre el avance del informe de la Unodc.
Esta mañana el presidente Iván Duque sacó pecho con la reducción de cultivos de coca tras presentar las principales conclusiones del avance del informe de monitoreo a los cultivos ilícitos de la Onu (Unodc) que saldrá publicado en unas semanas. Pero no mencionó el dato que impide celebrar: el mismo informe reveló que el 2019 tuvo más toneladas de producción de cocaína respecto al 2018, llegándo a la cifra más alta, al menos desde el 2006.
Una conclusión que pone en duda el discurso del Presidente de efectividad en la lucha contra el narcotráfico.
El dato que destacó Duque como un triunfo fue la reducción en las hectáreas de cultivos de coca en un 9 por ciento pasando de 169 mil detectadas en 2018 a 154.000 al 31 de diciembre de 2019. Es decir 15 mil hectáreas menos.
Esto confirma el quiebre de la tendencia del incremento de cultivos que comenzó desde 2013 hasta 2017 año, en el que las hectáreas llegaron a 171 mil.
A partir de 2018 comenzó a cambiar esta tendencia con una leve reducción de cultivos en un 1,4 por ciento.
La reducción del nueve por ciento del año pasado se dio en zonas como Caquetá (-62%), Antioquia (-29%), Nariño (-12%), Bolívar (-7,5%) y Putumayo (-5%), donde ha habido actividades de erradicación forzada y en menor medida voluntaria.
En un informe del instituto Kroc la implementación del punto cuatro de los Acuerdos de Paz frente a la solución al problema de drogas ilícitas está desacelerada. Eso se debe, en parte, a que el Programa de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito, Pnis, que implica la erradicación voluntaria de cultivos, estuvo pausado a finales de 2018 y comienzos del 2019, y que pese a que luego se reanudó, “dada la magnitud de este programa, estas acciones representan un adelanto limitado”.
También señala que el Pnis está sufriendo una crisis de credibilidad por retrasos e incumplientos en la implementación, como contamos está sucediendo en el Bajo Cauca y sur de Córdoba, así como la exclusión y suspensión de algunas familias del programa.
En todo caso, un dato a destacar es que los cultivos se redujeron en zonas de protección como parques nacionales (14 por ciento) y en resguardos indígenas (15,5 por ciento) y en consejos comunitarios (8 por ciento), según el resumen del informe.
Para el Investigador de la Fundación Ideas para la Paz, FIP, Juan Carlos Garzón, experto en el tema, “si concentras la coca en unas zonas, ayudas a liberar otras de cultivos ilícitos, ganas en términos de tener más presencia (estatal) en algunas zonas”.
Además, le permite sacar pecho frente al Gobierno de Estados Unidos cuya petición ha sido bajar la cifra de hectáreas de coca.
Sin embargo, la cifra no es para cantar victoria porque hay otra que revela que el negocio del narcotráfico no sólo no disminuyó, sino que aumentó.
En 2019, las toneladas de cocaína procesadas en el país aumentaron 1,5 por ciento llegando a 1.137 toneladas, la cifra más alta de producción desde 2006. Es decir, que el año pasado fue en el que hubo más droga en el mercado nacional e internacional en los últimos 14 años. En 2012 la estimación de producción era de 340 toneladas.
Es decir, en 2019 hubo menos hectáreas cultivadas, pero más cocaína, que es la droga procesada y lista para consumir. Aunque el Gobierno también dice que el año pasado fue en el que más incautaciones de cocaína han hecho con 442 toneladas.
Este aumento en droga responde a que los cultivos de coca están concentrados en enclaves o sitios estratégicos donde se crean condiciones propicias para la producción de hoja de coca, su transformación a base o clorhidrato de cocaína y su posterior tráfico a centros de consumo.
Esos sitios son Catatumbo, en Norte de Santander; Tumaco, El Charco, Olaya Herrera en Nariño; El Naya en límites de Cauca y Valle del Cauca; Valdivia, Tarazá, Cáceres en Antioquia; Argelia, El Tambo en Cauca, y frontera de Putumayo, zonas en las que está el 36 por ciento de la coca sembrada en 2019. Este avance del informe reveló que las zonas con más aumento de cultivos fueron en Norte de Santander (24%) y Valle del Cauca (82%).
¿Cómo es posible tener más coca con menos hectáreas?
Estos enclaves han logrado optimizar la producción con nuevas especies que dan más hojas por mata, con tecnología o mayor acceso a asistencia técnica, disminución de los costos y tiempos de producción y de distribución (por su ubicación estratégica), facilidad de acceso a mano de obra y a los químicos para la extracción de la droga, según el mismo resumen del informe.
En otras palabras, las personas de esas zonas han logrado que sus cultivos sean más productivos y más rentables, en menor o igual espacio.
Para Garzón esa cifra revela que los esfuerzos del Gobierno lograron un avance a medias como también lo explicó en esta entrevista en La Silla.
“Efectivamente sí se contrajo las hectáreas, entonces el narcotráfico responde a eso y tienes una aumento en nivel de producción. Al final del día eso requiere que el Estado se adapte a los cambios, para tener un buen balance”, dijo.
Según Garzón, si el Estado quiere bajar la producción, valdría la pena enfocar su estrategia a esos enclaves que son zonas en los que no llegó la erradicación y los Pnis, porque “son zonas vedadas para la presencia estatal, con presencia de grupos armados fuertes o resistencia de las comunidades a la erradicación”.
Otros van más allá. “El programa del Gobierno es un fracaso en el tema de drogas”, dice Daniel Rico, consultor de C-análisis y experto en el tema. “Estamos en el boom más grande de cocaína, no está sirviendo lo que se hace, no le están metiendo la fuerza a lo grande como los cristalizaderos”.
El reto, según Rico, está en que esos enclaves requieren unos planes de intervención mucho más fuertes e integrales, porque como lo dice el resumen de informe de la ONU “el dinero derivado de los mercados de la coca (...) tiene una muy fuerte incidencia en la economía y genera dependencia económica de la actividad ilegal, no solamente para los cultivadores de coca, sino para muchos actores involucrados en actividades tanto legales como ilegales”.
El informe final con los datos en detalle saldrá en unas semanas y permitirá un análisis más minucioso. Por lo pronto, la conclusión gruesa indica que a dos años de Gobierno, la guerra contra las drogas sigue sin dar grandes resultados.
Acá puede ver la entrevista con el investigador de la FIP.