Silla Santandereana

El exministro del Interior pasó de ser el típico político tradicional, a comportarse como un antipolítico con entrada en los sectores alternativos.

Desde que renunció al Partido Liberal y se convirtió en una de las caras visibles de la disidencia roja, el exministro del Interior Juan Fernando Cristo, pasó de ser el típico político tradicional, a comportarse como un antipolítico.

No solo adoptó el discurso de la lucha contra la corrupción y el clientelismo, sino que empezó a acercarse a las cabezas de los partidos y movimientos alternativos para buscar alianzas en varias regiones del país de cara a las locales de octubre.

Aunque aún no hay acuerdos cerrados con ningún sector en particular, sí ha empezado a ganar espacio entre ellos.

Eso, pese a que hizo su carrera montado sobre los hombros de la política tradicional, a que se ha mantenido gracias a su capacidad de hacer alianzas con todo tipo de estructuras políticas, y a que siendo Ministro del Interior en el segundo Gobierno de Santos fue uno de los puentes de la mermelada que tanto criticaron esos sectores.

La jugada

Aunque la disidencia liberal que cuajó en septiembre del año pasado estuvo encabezada por varios militantes rojos de vieja data que, entre otros, incluyó a los también exministros de Santos, Guillermo Rivera, Amilkar Acosta, Yesid Reyes y Juan Sebastián Rozo, la cara más visible de la desbandada fue Cristo. 

Eso no solo, porque, como lo contamos en su momento, él fue el que empezó a mover la idea de armar rancho aparte visitando regiones para buscar liberales inconformes; sino porque tras haber sido Ministro durante la mayor parte del segundo mando de Juan Manuel Santos y precandidato presidencial era el que había ganado más visibilidad en medios. 

 

El argumento con el que Cristo aglutinó a la mayoría de los disidentes estuvo en que el rechazo al apoyo de su partido de siempre, el Liberal, a la candidatura de Iván Duque para la segunda vuelta. Eso porque, a su juicio, con ello el partido había traicionado su propia agenda, principalmente en la defensa del Acuerdo de La Habana y de los derechos de las minorías.

En el trasfondo estuvo también que en la precampaña presidencial el ex presidente César Gaviria, quien llevó al partido a la alianza con Duque, movió todas las fichas para que Humberto De la Calle venciera a Cristo en la pelea por la candidatura presidencial, y lo desconoció en decisiones electorales clave.

Desde entonces, Cristo empezó a moverse en dos flancos. 

El primero fue en las regiones, donde terminó de concretar los detalles del movimiento con el que le apostaría a no quedar borrado en las locales de octubre.

Las líneas gruesas del movimiento quedaron definidas a finales del año pasado cuando, junto a los demás disidentes, presentó en sociedad a ‘En Marcha’.

Lo inauguraron con una declaración de principios en la que defendieron los postulados liberales originales, la defensa de la democracia, el respaldo a los acuerdos de paz, el respeto a las minorías, la lucha contra la corrupción y la necesidad de un relevo generacional en la política.

Si bien eso les dio identidad para moverse en elecciones, como ‘En Marcha’  no puede avalar candidatos y lanzarlos por firmas en todo el país no es tan viable por la logística y el costo, al tiempo era clave empezar a tender puentes con sectores y que sí pudieran dar avales.

Por eso, desde su renuncia al liberalismo, Cristo empezó concretar su segunda movida: acortar distancias con las cabezas de los sectores alternativos, con quienes llevaba una relación en buenos términos principalmente por la agenda de las víctimas y la paz.

Buscarlos a ellos y no, por ejemplo, a partidos pequeños que en temporada electoral se ponen de moda por ser fábricas de avales, le funcionaba, además, en otros dos sentidos. 

El primero, porque ideológicamente En Marcha comparte con los verdes, el Polo, Colombia Humana y Compromiso Ciudadano las mismas líneas gruesas; y el segundo porque de entrada ubicaba políticamente a su movimiento en la orilla del sector que mueve la ola de opinión que sumó casi 10 millones de votos en primera vuelta. 

Aunque el acercamiento ha ido a paso lento, La Silla confirmó que ha ido avanzado.

Los acercamientos

Sobre la manera en que el Polo, los verdes, Compromiso Ciudadano y Colombia Humana han ido hablando con Cristo, no nos quisieron entregar muchos detalles. 

Sin embargo, en lo sí coincidieron cuatro fuentes con las que hablamos dentro de esos partidos y movimientos, y que tienen cómo saberlo porque hacen parte del primer anillo que toma decisiones, es que han sido continuas y están en buenos términos. 

“No es que haya una agenda con citas programadas con todos, todas las semanas. Eso se va dando esporádicamente”, dijo a La Silla una de esas fuentes.

“Aquí no se puede hablar de decisiones definitivas”, explicó otra. “Realmente este ha sido un proceso muy tranquilo en el que salen propuestas, se analizan y si no son viables se descartan. No hay presión”.

La última vez que hubo reunión fue este martes con un almuerzo en Bogotá. Fue el primero del año y La Silla no supo si hubo representantes de todas esas fuerzas.

Según lo poco que nos accedieron a contar, se habló del panorama electoral general del país y de la aspiración del ex viceministro liberal Luis Ernesto Gómez, quien quiere la Alcaldía de Bogotá por firmas y armó un movimiento aparte al que llamó Activistas.

Todas esas fuentes también coincidieron en decirnos que las conversaciones se están dando con base en potenciar las fortalezas territoriales de unos y otros para mejorar las opciones de llegar. 

“Los disidentes liberales tienen votos en varias regiones. Esta es una contienda en la que cada voto contará y tener el apoyo de liberales independientes es muy bueno. Lo malo sería que nosotros nos plegáramos a sus condiciones, pero ellos se están plegando a las de nosotros”, explicó un directivo del Polo a La Silla.

Que eso sea así en el caso de En Marcha no es es tan claro porque la principal razón por la que la disidencia no impactó de fondo al Partido Liberal estuvo en que sus cabezas o no tienen votos o tienen caudales electorales de capa caída.

Por ejemplo, Cristo reeligió a su hermano Andrés en el Senado el año pasado con 67 mil votos, 18 mil votos menos que hace cuatro años.

Así que lo que está por verse es si en las locales esa capacidad política se mantiene y más cuando está perdiendo todos los fortines que amasó cuando fue Ministro.

Por ahora En Marcha jugará en las regionales con candidatos por firmas y con algunas alianzas, y, según dijo Cristo en La W la semana pasada, tienen la mira puesta en la gobernación del Valle con Griselda Restrepo, (va por firmas como ha contado La Silla Pacífico); en una alianza para la alcaldía de Bogotá, con Luis Ernesto Gómez; en el respaldo a Leonidas Gómez en la Gobernación de Santander; y habrá anuncios en el Caribe y en el Pacífico.

Además, Cristo está contemplando la idea de sacar una lista al Concejo en su natal Cúcuta, así como respaldar a la Alcaldía a Cristian Buitrago, quien está recogiendo firmas y viene de su movimiento..

Pero aunque las cabezas del Polo, Verdes, Colombia Humana y Compromiso ven viables las alianzas con la disidencia liberal, en las bases de esas cuatro fuerzas la idea de tener a Cristo en el equipo no genera mucha aceptación. 

El anti-Cristo

12 fuentes de cuatro regiones que militan en el Polo, los verdes, y Compromiso Ciudadano y el petrismo, que pidieron no citarlos para eivtar fracturas en sus partidos, le dijeron a La Silla que estaban en contra de la posibilidad de forjar alianzas con Cristo. 

La principal razón que nos dieron es que su carrera es la del típico político tradicional. En palabras de uno de ellos, “sería una incoherencia completa que impulsáramos un movimiento que él representa por un cálculo electoral”

Y es que aunque desde su pelea con el partido, Cristo se convirtió casi que en la antítesis de lo que había representado hasta ahora, los alternativos tendrán que lidiar con su carrera si quieren montarlo en tarimas en medio del fuego cruzado de la campaña.

Cristo debutó electoralmente luego de que el ELN asesinara a su papá el exsenador Jorge Cristo en 1997, y desde entonces heredó las banderas de ese grupo en su natal Norte de Santander, como contó La Silla. Desde entonces su estrategia para mantenerse en el poder ha sido la de identificar oportunidades y mover fichas para escalar.

“Como dicen por acá, él es más acomodado que silla de teatro… Las alianzas es lo que mejor saben hacer y tienen olfato para eso, tampoco tienen miramientos para elegir sus apoyos”, contó a La Silla una fuente en octubre de 2016, cuando escribimos sobre el exministro tras la derrota en el plebiscito de los Acuerdos de La Habana.

En Norte de Santander, Cristo ha hecho alianzas con el condenado exalcalde Ramiro Suárez, el poder detrás del poder de Cúcuta, y parte de la votación de la primera elección de su hermano en el Senado estuvo apalancada por él. 

Aunque siendo senador se mantuvo en oposición durante los12 años de los gobiernos de Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, y ahí su rol fue menos visible, en el Gobierno Santos sí dio varias muestras de su capacidad de sellar alianzas.

Como contó La Silla en su momento, fue el todero de la reelección de Santos, bisagra para que los verdes, el Polo y Petro lo apoyaran y encargado de alinear a los congresistas de los dos santanderes para mover las maquinarias y voltear los resultados del entonces Presidente candidato.

Encima, en su rol como Ministro del Interior se convirtió en uno de los principales mensajeros del cruce de la mermelada entre el Congreso y Presidencia, que permitió que la aplanadora de la Unidad Nacional le funcionara a Santos.

Aunque con el fin de la era Santos y su derrota en el liberalismo ha perdido poder burocrático, que lo ha resentido hasta en lo local (en la Cámara de Comercio de Cúcuta se quedó sin fichas), sus movidas siguen estando al lado de mantener fortines a su nombre.

Solo en el último año en Norte de Santander su grupo político fue protagonista de la puja por la rectoría de la Universidad Francisco de Paula Santander y por el manejo de Comfanorte -la segunda caja de compensación del departamento-, ambas entidades que administran miles de millones anuales. 

“Aquí todos conocemos la trayectoria del senador Cristo con detalles. Sería un despropósito salir a hacer alianzas con él y decir que queremos un cambio”, dijo a La Silla un fajardista de Norte Santander.

Eso sin contar con los pulsos públicos que ha tenido con los alternativos. 

Claudia López le dijo “torcido” por el cambio de un artículo de la Reforma Política que tramitó en 2015; y Jorge Robledo lo citó en 2017 a un debate de control político para que diera explicaciones sobre la plata de la corrupta multinacional Odebrecht que circuló en la campaña de Santos y de la que él fue una de las piezas clave.

Por eso, cuando apareció en una foto con Leonidas Gómez, el virtual candidato a la Gobernación de Santander de los alternativos, la percepción de las fuentes de esas bases fue que eso en vez de sumar le restó al candidato.

Una alta fuente de la Colombia Humana que sabe de primera mano las conversaciones con Cristo, le dijo a La Silla sobre la resistencia de parte de las bases a esa alianza: “Todos tenemos remedio, dijo el profesor Antanas Mockus. Estamos apostándole a creer en eso”.

Así que falta ver si la versión antipolítica de Cristo los convence en lo que resta para las elecciones, o si su pasado lo supera y lo relega dentro de la coalición alternativa en la que quiere figurar.

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