Ayer, el presidente Santos anunció que llamaría de inmediato a los presidentes de los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU para que le dieran “rápidamente” el mandato a la ONU para verificar el cese bilateral del fuego que comenzaría a regir ojalá en enero con las Farc. El procedimiento es un poco más complicado, según lo que La Silla investigó, pero con este paso el país estaría un paso más cerca de firmar la paz.
El camino para que la ONU verifique el cese bilateral
Ayer, el presidente Santos anunció que llamaría de inmediato a los presidentes de los países miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU para que le dieran “rápidamente” el mandato a la ONU para verificar el cese bilateral del fuego que comenzaría a regir ojalá en enero con las Farc. El procedimiento es un poco más complicado, según lo que La Silla investigó, pero cuando se concrete este paso el país estaría un paso más cerca de firmar la paz.
Aunque el Presidente dijo que se comunicaría con los presidentes de Estados Unidos, Francia, Rusia y China y con el Primer Ministro del Reino Unido para “acelerar el proceso y poder brindarles a los colombianos una Navidad en paz y sin hostilidades con las Farc”, primero tanto las Farc como el Gobierno tienen que haber acordado el modelo de cese del fuego que quieren.
La Subcomisión del Fin del Conflicto, integrada por militares colombianos y por guerrilleros viene trabajando en la definición de ese modelo del cese del fuego desde hace casi un año pero aún no han terminado de ultimar los detalles ni han anunciado cómo sería.
Hay varios tipos de ceses del fuego. El gobierno ha dicho que espera que haya una concentración de las tropas en sitios definidos, mientras que las Farc quisieran un cese del fuego tipo ‘estatua’ donde cada fuerza se quede donde está y cada una tenga las coordenadas del otro para no atacarse mutuamente.
Lo más probable es que el modelo que se escoja al final sea un intermedio entre los dos, que comience más parecido a lo que las Farc quieren y vaya gradualmente convirtiéndose en el modelo deseado por el gobierno. En todo caso, la línea ‘roja’ para el Gobierno no es tanto que haya concentración de tropas como que sea un cese bilateral y definitivo que conduzca al Acuerdo Final. Es decir, que no sea una mera tregua navideña.
En cualquier caso, para que la ONU comience a tramitar la solicitud de verificación necesita que el modelo esté previamente definido y acordado y que se lo pidan ambas partes. No basta con la llamada de Santos.
Sin un mandato claro sobre el tipo de verificación que ambas partes quieren, la ONU no comienza a considerar la solicitud, puesto que hay muchas variables que dependen de la clase de cese del fuego que se pacte.
Colombia tiene la ventaja de que el proceso de paz con las Farc es visto como viable y que, además, la verificación podría no ser tan costosa como en otros lugares porque sería mediante observadores militares no armados. Los armados son mucho más costosos.
En otras palabras, según una alta fuente consultada, “no se puede diseñar la metodología de verificación sin saber cuál es el despliegue de fuerzas.”
Si es un cese del fuego tipo ‘estatua’, verificarlo es más complicado, aunque no es imposible, y la ONU ya lo ha hecho en el pasado. Si se pacta, por ejemplo, que haya múltiples lugares de concentración de tropas, la verificación sería más compleja y costosa que si hay un solo logar de concentración (cosa que es improbable que suceda).
Una vez que se haya pactado formalmente el tipo de cese del fuego, se tiene que hacer un pedido formal a través del gobierno a los miembros del Consejo de seguridad, quienes deciden autónomamente hasta que punto están dispuestos a darle el mandato al Secretario General de la ONU de destinar los recursos para hacerlo.
Es decir, las llamadas que Santos dijo que iba a hacer pueden ayudar a ambientar el tema, pero ellos no comenzarán a estudiar la solicitud sino hasta que la Farc y el Gobierno les manden el acuerdo.
La rapidez de la respuesta de la ONU depende de dos factores: primero, del nivel de acuerdo entre las partes en conflicto y del nivel de consenso que exista en el Consejo de Seguridad sobre la conveniencia de hacerlo. Y segundo, del tamaño y complejidad de lo que se requiere. Una cosa es que se le pida a la ONU que envíe 10 verificadores y otra, 100 militares y 40 helicópteros. Pero eso solo se sabe una vez se defina el modelo de cese del fuego.
Según lo que pudo explorar La Silla, en el Consejo de Seguridad hay buena voluntad frente al proceso de paz en Colombia porque, como dijo una fuente que conoce la movida por dentro, “es una de las pocas buenas noticias en el mundo”. Pero, como también observó, como hay tantos requerimientos de este tipo, los países que asumen el costo “quieren invertir en algo sólido y que ayude a consolidar el éxito”.
¿Cómo se hace?
La solicitud de las Farc y el Gobierno a la ONU entrará a competir con decenas de requerimientos de otros países que también están inmersos en conflictos: Yemen, Siria, Sudán del Sur, Congo, Afganistán, Iraq, Haití, para mencionar algunos.
La ONU destina actualmente 8.500 millones de dólares a misiones de paz y en fondos humanitarios hay requerimientos por 18 mil millones de dólares. Necesidades que terminan fondeando entre 10 y 15 países.
Colombia tiene la ventaja de que el proceso de paz con las Farc es visto como viable y que, además, la verificación podría no ser tan costosa como en otros lugares porque sería mediante observadores militares no armados. Los armados son mucho más costosos.
La forma cómo funciona es que una vez que se asume el mandato, la ONU busca entre sus estados miembros los países que hablen español y que tengan las capacidades militares para prestar este servicio. Estos observadores son por lo general oficiales militares no armados que tienen experiencia en terrenos parecidos al colombiano.
Los países de orígen de estos ‘observadores militares’ tienen que ofrecer suficientes garantías a las partes.
Por ejemplo, es improbable que vinieran exclusivamente de un país del bloque de izquierda del Alba, que ofrecería poca confianza a los militares colombianos. Porque lo más importante de una fuerza de verificación es que aporte la confianza que las partes no se tienen entre sí.
Estos observadores militares hacen dos cosas centrales: por un lado, investigan e identifican de dónde provienen las violaciones al cese del fuego. Y por el otro, se mantienen en constante comunicación con organizaciones de la sociedad civil como la Iglesia, organizaciones sociales, etc para prevenir que el cese del fuego se vaya a romper. Y si hay un incidente, ayudan a resolverlo y a desactivarlo rápidamente.
Normalmente, el trabajo de la ONU en estos casos es verificar que las partes no realicen operaciones militares.
El problema en Colombia es que muchas de las agresiones de las Farc son cada vez menos de tipo militar. Pero no por eso dejan de ser agresiones: extorsionan a los comerciantes y pequeños mineros (en Bojayá, para citar un caso, cobran doscientos pesos por cada cerveza que se destapa); obligan a líderes de organizaciones de base a abandonar su organización para fortalecer una que esté subordinada a las Farc; obligan a los campesinos a salir a marchar en protestas públicas, etc.
Este tipo de hostilidades contra la población solo serían verificables por la ONU si aparecieran explícitamente comprendidas dentro del cese del fuego y hostilidades pactado por las Farc y el Gobierno. Pero exigiría un tipo de inversión de la ONU muy superior y entre más ambicioso sea el mandato que pidan, más se demora el Consejo de Seguridad en aprobarlo porque más costoso es, según dijo la fuente que conoce cómo funcionan estas operaciones. Por lo cual, lo más probable es que solo vayan a verificar el cese del fuego.
Otro reto de un cese bilateral en Colombia es lo que tiene que ver con los negocios ilegales.
Si la concentración de las tropas –suponiendo que se de- se hace en lugares donde las Farc controlan la minería ilegal o los cultivos de coca para la ONU sería muy difícil verificar que no se estén lucrando de ella. Como dijo la misma fuente “cualquier operación de monitoreo no puede resolver desafíos de seguridad que existen en el país hace décadas. Los mandatos exitosos son los que están bien definidos y delimitados”.
Por último está el tema de cómo se coordinará este mandato de verificación de la ONU con el que se solicite a Unasur, que es la fuerza internacional en la que confían las Farc. Unasur no tiene ningún antecedente en este tipo de operaciones y nunca han hecho ningún trabajo de este tipo con la ONU. Aunque en el pasado, Naciones Unidas ha realizado misiones similares con la Unión Africana, que se parece en algo a Unasur, aunque es una organización mucho más robusta.
Los 'spoilers'
La rapidez con la que el Consejo de Seguridad de la Onu responda a la solicitud que le hagan el gobierno y las Farc dependerá de qué tan cocinado esté el acuerdo de cese del fuego y qué tan sólido y realista parezca.
Una vez se concrete, el éxito del cese del fuego dependerá de otros factores.
Principalmente de dos: de la comunicación entre las partes en el terreno y de la habilidad para meter en el cuento a lo que llaman los ‘spoilers’.
Es casi inevitable que vaya a haber ‘accidentes’. Pero lo clave es qué tan rápido se pueden resolver en el momento. Para eso lo fundamental es la confianza y la capacidad de trabajar juntos que desarrollen los jefes de la guerrilla en las zonas con los respectivos comandantes de la fuerza pública para que una llamada de lado y lado baste para desactivar los problemas que surjan.
Qué tanto se magnifiquen los accidentes depederá de aquellos que no creen en el proceso. Por eso, los expertos en este tema recomiendan hacer lo posible para tener en cuenta sus intereses y meterlos dentro del proceso.
Porque una cosa que suele pasar es que la desconfianza que existe frente al proceso se traslada a los verificadores y de su habilidad para resolver esas dudas depende en gran parte el éxito de su trabajo.
La ONU tiene mucha experiencia en este tipo de verificación internacional y normalmente tiene un equipo propio con la capacidad de investigar rápidamente las denuncias de violaciones al cese del fuego y de difundir la información que encuentre antes de que el conflicto escale.
El conocimiento de cómo hacerlo bien, existe. De hecho, hay un equipo en la ONU en Nueva York liderado por Jean Arnault, el delegado de la ONU para el proceso de paz, pensando qué exigiría de ellos el modelo que se está estudiando en La Habana. Ahora falta que los últimos detalles estén acordados y que la mesa de negociación haga la solicitud formal de verificación. Aunque se necesita más que una (o varias) llamada del Presidente, si finalmente le prestan a Colombia ese servicio las probabilidades de que este cese del fuego signifique el fin del conflicto armado aumentan significativamente.