El covid aceleró la crisis de El Espectador, pero viene de antes

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Los directivos de la empresa se debaten entre reducir la circulación a uno o pocos días a la semana de una vez o esperar a que pase la pandemia para tomar la decisión. En todo caso el medio no se acaba.

 

La noticia cayó por sorpresa. El pasado miércoles, RCN Radio publicó la noticia de que El Espectador, el periódico más antiguo del país, está estudiando volverse semanario. Una chiva que retomó Semana un par de horas después, en una nota que causó molestia al interior del diario.

Sería la segunda vez que el periódico toma esa decisión, la primera en 2001 ocasionada por una crisis económica que resultó de la suma de varios factores, desde la crisis económica que atravesó el país a finales de siglo pasado hasta las secuelas después de los ataques terroristas del narcotraficante Pablo Escobar y de un boicot del Grupo Grancolombiano que retiró toda la pauta de sus páginas y llevó a que otras empresas hicieran lo mismo en retaliación por denuncias publicadas por el diario.

En ese entonces, El Espectador tardó siete años en regresar a la circulación diaria.

Esta vez, aunque el motivo central también es económico, el contexto y la explicación del mal momento son más complejos y pasan por la coyuntura del coronavirus, que recortó a la mitad sus ingresos de publicidad, pero además por una crisis que viene de años, que toca en general a los medios tradicionales y que ha hecho que muchos de éstos estén volcando su estrategia de negocios a lo digital, ante la pérdida de relevancia de los impresos. 

La complejidad también pasa por decir que no es una crisis que, al menos por ahora, tenga en riesgo la existencia del periódico, pero sí implica una transformación: acelerar la apuesta por volverse un medio más digital que de papel, que ya tenían, pero a cinco años.

Una crisis larga y de varias aristas

Cuando salió la noticia, el portal de la revista Semana publicó un artículo retomando la información de RCN y añadiendo que el periódico estaba “azotado” por la caída en publicidad, la caída de la pauta y la pandemia y que su circulación había bajado a 10 mil ejemplares. Aunque el diagnóstico es cierto, la cifra de los ejemplares no lo es y en particular en el diario molestó el tono “fatalista” que tenía el artículo de la publicación, como nos lo describió Fidel Cano, director de El Espectador. 

En su columna del domingo, el miembro del consejo editorial del periódico, Héctor Abad Faciolince, dijo además que la publicación de Semana había sido una retaliación del dueño de la revista, Gabriel Gilinski. “El nuevo dictador de noticias y director/propietario de la revista Semana, que como buen banquero vive olfateando quiebras hasta donde no las hay, cuando tiene rabia con algún medio colombiano manda publicar en su revista siempre la misma noticia”.

Aunque un directivo de Semana nos dijo off the récord, que el tono y la publicación de la noticia no tenía nada que ver con el dueño, así se leyó en El Espectador y por eso la molestia del director del periódico Fidel Cano, que fue evidente en sus entrevistas el viernes en medios radiales.

Pero más allá de la anécdota de la forma en que se dio la noticia, está la crisis de El Espectador, que es de años atrás.

Las razones del mal momento son similares a las de todos los medios de comunicación tradicionales, y todos han sentido el golpe. Una caída drástica y sostenida en los ingresos de publicidad y que es difícil de reemplazar, por un lado porque las pautas que se venden a través de las páginas web son de un precio menor, y por otro lado porque buena parte de la publicidad digital se queda en manos de gigantes como Facebook y Google.

 

Si bien el coronavirus ha profundizado la crisis de todos los medios, de los grandes medios nacionales de los que conocemos, El Espectador es el único que lleva dando pérdidas todos los años, desde 2016.

Según los datos reportados por el grupo Valorem, la holding de la familia Santodomingo dueña de Comunican S.A. (que es la empresa dueña de El Espectador), entre 2016 y 2019 las pérdidas de Comunican S.A, sumaron 41 mil millones de pesos, y solo el año pasado fue de 12.000 millones de pesos (aunque fue menor al saldo rojo de 2018 de 14 mil millones).

Son cifras muy significativas para Comunican S.A. cuyos activos, a diciembre de 2019, sumaban 23 mil millones de pesos, pero representan menos del 3 por ciento de las utilidades del grupo, conformado por siete empresas. 

Y menos del 5 por ciento de las ganancias de las empresas de medios y entretenimiento de Valorem (Caracol Televisión y Cine Colombia).

En parte esto ayuda a entender por qué los dueños de Comunican S.A. han resistido las pérdidas sostenidas de la empresa.

Además, según lo ha dicho en varias entrevistas Fidel Cano, y nos confirmaron por aparte otros dos altos funcionarios del grupo, para los Santodomingo El Espectador es una empresa de importancia estratégica para la democracia del país.

“Es como el hijo bobo”, nos señaló una fuente, que prefirió no ser mencionada por no ser vocera.

Que el grupo económico dueño de El Espectador lo sostenga a pérdidas es una llamativa particularidad del medio, pues otros medios, que también le pertenecen a grupos financieros, han optado por recortar personal y cerrar publicaciones para enfrentar la crisis.

Pero el periódico tampoco es una entidad sin ánimo de lucro y no es claro cuánto tiempo más pueda funcionar de la misma manera con el balance en rojo. Por eso desde hace dos años la junta directiva empezó a estudiar escenarios de transición, para volcarse totalmente a lo digital. 

“Eran escenarios a cinco años para hacer una transición a semanario o solo digital, pero tenía etapas: dejar de circular dos días a la semana, ir pasando a un día sí y un día no y de ahí irnos moviendo a lo digital”, nos confirmó Cano.

El paso más grande de esa movida fue la creación de las suscripciones virtuales, que empezaron en 2018. Aunque no nos confirmaron el número de suscriptores que tiene actualmente la página, lo que nos dijeron fue que desde 2018 han venido creciendo todos los meses ininterrumpidamente, y que desde el jueves pasado hasta ayer miércoles -con la ola de solidaridad que surgió en redes sociales con la noticia- se habían suscrito dos mil personas más, lo que marcó un récord.

También integraron las redacciones digitales e impresas (antes estaban divididas), compraron un nuevo sistema para el alojamiento de la página (ARC, que es más ágil  y es el mismo que usa el Washington Post, El Tiempo y Semana) y esperan lanzar un rediseño en los próximos meses.

La otra pata de la estrategia fue la creación de una nueva unidad de negocios digital dedicada a generar nuevos ingresos, que además de las suscripciones en línea incluía un producto al que llamaron Comunicación Comercial Audiovisual, básicamente hacerles videos promocionales a otras empresas.

Y a eso se suman los productos que ya venían trabajando desde antes como foros, eventos (frenados con la pandemia) y convenios para producir contenidos, como Colombia 2020, que financia la Unión Europea para producir contenidos sobre la implementación del Acuerdo de Paz.

Pero estas nuevas líneas de negocios todavía no alcanzan a superar el 30 por ciento de los ingresos de la empresa. Según nos confirmó su gerente, Eduardo Garcés, el 70 por ciento de los ingresos de la compañía son la pauta impresa.

Un negocio que además, en los últimos años también se ha recortado, por cuenta de la disminución de la pauta oficial, aunque sobre esto último no encontramos datos concretos, es un comentario recurrente en el sector, y la línea editorial del periódico.

Según nos confirmó Cano, por ejemplo, en la Alcaldía de Enrique Peñalosa, con la que el periódico fue crítico, hubo poca pauta oficial para el periódico. Aunque este tipo de episodios no es nuevo para el diario: “La publicidad del Gobierno puede estar muy movida, pero eso no cambiará si el periódico es digital o si es impreso, y es una variable que ha seguido siempre con el Espectador”, nos dijo Cano.

Para evitar sobrecostos, y por las complicaciones logísticas, durante la pandemia la empresa dejó de circular entre semana por fuera de Bogotá. Solo lo hace en la edición del domingo, que distribuye el mismo operador que reparte la Revista Semana en el resto del país, lo que economiza costos.

Pero aún así el saldo rojo es alto, son más de 300 mil ejemplares que se imprimen de lunes a sábado y que circulan prácticamente con cero publicidad. Esta es una impresión que se está haciendo a pérdida, y que suma al déficit cada día que publican.

Por eso, con los resultados de primer semestre, que ya están en manos de la junta directiva, la decisión que tienen por delante es si aceleran el plan a cinco años y cortan de una vez con los impresos entre semana, o al menos varios días a la semana, o esperan a que pase la tormenta del covid, que no es claro cuándo será.

 

El quid del asunto: ¿esto cambió para siempre?

Para el director de El Espectador, Fidel Cano, es claro que la pandemia está acelerando la digitalización de la economía y los hábitos de la gente, y es poco probable que esos hábitos regresen a lo que eran antes del mundo covid-19.

Dijo a La Silla que muchos de los lectores que por la pandemia habían pedido que no les enviaran el periódico a las casas se han adaptado al formato de la tableta, o a consumir el contenido a través de la página web, y que probablemente estos hábitos no darán vuelta atrás. 

Aunque también reconoció que es muy difícil predecir qué va a pasar en este momento cuando aún estamos en medio de la crisis, él considera que reducir el número de publicaciones tiene sentido económicamente y estratégicamente porque en todo caso el futuro del medio es digital.

Pero en los Santodomingo todavía hay dudas.

“Los dueños están preocupados de que (la decisión) llegue a afectar El Espectador en un escenario poscovid. Quieren estar muy seguros de que no es una decisión por el covid sino que es estratégica”, aseguró. 

La duda es que si se toma la decisión en este momento y se recupera el mercado de la pauta después de la pandemia, pierdan una parte importante del negocio antes de tiempo.

En medio de todo, la situación económica del medio viene preocupando a los trabajadores de la compañía desde hace varios años y más con la noticia de la semana pasada.

Esto porque, si bien la empresa no se va a acabar, pasar de diario a semanario o a una publicación que circula tres veces por semana sí implica una reducción en la planta de personal. 

Si bien la redacción está unificada, los periodistas, fotógrafos y diseñadores trabajan para el impreso y para la página web, la carga laboral -sobre todo en áreas de diseño y logística- sí bajará si se decide pasar de producir siete periódicos impresos a la semana a producir cuatro o uno, y esto implica que algunos puestos probablemente se tendrán que reducir o se tengan que cambiar los perfiles de algunos cargos.

El gerente de la compañía nos dijo que en todo caso la sala de redacción se mantendría, porque el periódico necesita seguir produciendo contenidos para la página web  y redes sociales, y para eso necesita conservar el equipo periodístico. La lógica de esto es que si el foco de la estrategia de negocios es vender suscripciones digitales, necesitan tener en la web contenido de calidad para que la gente la compre.

La apuesta, en todo caso, depende de que logren incrementar sus ingresos por otras fuentes para que puedan costear en el largo plazo el costo de las nóminas. Por el coronavirus o por la crisis de fondo lo más seguro es que en 2020 El Espectador vuelva a dar pérdidas, y no es claro cuánto tome el crecimiento de las suscripciones digitales y si algún día logrará cubrir lo que están dejando de recibir por publicidad en el impreso.

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