El empalme nacional y petrista de Caicedo en el Magdalena

Silla Caribe

El gobernador electo Carlos Caicedo armó un equipo liderado por la excandidata presidencial Clara López, en parte, para blindarse y enfrentar la guerra política con el clan Cotes.

El nuevo mandamás del Magdalena, el líder de izquierda y gobernador electo Carlos Caicedo, cuyo grupo hizo moñona al mantener, además, la Alcaldía de Santa Marta (en cabeza de su aliada Virna Johnson), armó un particular equipo de empalme integrado por figuras nacionales, casi todas de izquierda y muchas de ellas exfuncionarias del gobierno del hoy senador Gustavo Petro en Bogotá. 

Eso es llamativo porque normalmente en los empalmes de los mandatarios de región uno lo que ve son figuras, precisamente, locales, por lo general que trabajaron directamente en la campaña que ganó y que en ocasiones salen de ahí nombrados en algún cargo.

Con su movida, Caicedo dio un golpe de opinión, al tiempo que buscó blindarse y enfrentar la guerra política que tiene con el clan Cotes, que va de salida en su control de la Gobernación y que en esta campaña protagonizó un enfrentamiento con el grupo de Caicedo que incluyó golpes, agresiones verbales y hasta acusaciones de calumnia. 

El empalme

Los testigos de alto nivel que están verificando la información que entrega el saliente gobierno de la gobernadora Rosa Cotes (tía del líder de los Cotes: el exgobernador Luis Miguel ‘el Mello’ Cotes) arranca con la exalcaldesa de Bogotá y excandidata presidencial de izquierda Clara López Obregón, coordinadora del empalme por el lado de Caicedo. 

Como es normal, el equipo está dividido en directores y relatores para cada una de las dependencias de la Gobernación.

En el caso de Caicedo, los primeros son los que en la mayoría de los casos tienen un perfil nacional y petrista y los segundos sí cuentan más con un perfil local y son cercanos a Fuerza Ciudadana, el movimiento político del mandatario.

Entre los directores del empalme se encuentran, por ejemplo, el exministro de Minas y Energías liberal Amilkar Acosta, el exviceministro del Interior liberal Héctor Riveros (actual columnista de La Silla Vacía), sus aliados y contratistas: los directores de la Fundación Paz y Reconciliación León Valencia y Ariel Ávila; la exsenadora del Partido Comunista y del Polo Gloria Ramírez y el mockusiano Hugo Acero, recientemente designado por la alcaldesa electa Claudia López como secretario de Seguridad de Bogotá. 

También hay en el grupo de directores siete exfuncionarios de la Bogotá Humana de la Alcaldía de Gustavo Petro, aliado político de Caicedo. 

Se trata del exprecandidato petrista a la Alcaldía de Bogotá Jorge Rojas, el exsecretario de Hacienda Ricardo Bonilla, la exsecretaria de Cultura Clarisa Ruiz, el exsecretario General Eduardo Noriega, la exsecretaria de Gobierno Gloria Flórez, el subsecretario de Salud Jaime Urrego y Carolina Corcho, quien hizo parte de la Secretaría de Salud. 

El empalme comenzó 18 días después de las elecciones del 27 de octubre y, pese a las prevenciones en el proceso, según nos aseguraron Carlos Caicedo y Clara López, ha transcurrido “sin inconvenientes y lejano a las confrontaciones políticas”. 

Aunque López resaltó que “ha sido reacia la entrega de información correspondiente a la compañía Aguas del Magdalena y al Programa de Alimentación Escolar (PAE)”.

La exsenadora Gloria Ramírez, una de las directoras de empalme en la Secretaría de Educación, nos confirmó que el empalme en esa secretaría finalizó y que están preocupados por la baja cobertura educativa y por deudas con el personal administrativo y educativo. También nos dijo que identificaron supuestos elefantes blancos en la infraestructura de aulas escolares en varios municipios, aunque no nos dio más detalles. 

Al respecto, el expresidente de Fecode y exprofesor de la Universidad del Magdalena Luis Grubert, quien es uno de los relatores de Caicedo en la Secretaría de Educación, nos aseguró que son 13 las obras inconclusas, de las cuales cuatro no llegan al diez por ciento de ejecución, pero que esa contratación es responsabilidad del Gobierno Nacional y no de la Gobernación. 

Caicedo también señaló en su twitter que “se están conociendo casos de docentes de la Universidad del Magdalena que están siendo despedidos por acompañarnos en las mesas de trabajo del empalme y el plan de desarrollo departamental”. Aunque no dio detalles ni citó casos y cuando le preguntamos por el tema tampoco nos respondió. 

Más allá de lo que su equipo de empalme y de los datos llamativos que están encontrando, Caicedo ha dado otros golpes de opinión e indicios del perfil nacional que quiere darle a su Gobernación. 

Hace dos semanas, por ejemplo, organizó una reunión con la alcaldesa electa de Santa Marta Virna Johnson y 12 congresistas de varios partidos (incluyendo políticos tradicionales y opositores a las políticas de izquierda), entre ellos los senadores José David Name de La U, el godo Efraín ‘Fincho’ Cepeda y el charista Antonio Zabaraín, para dialogar sobre la pobreza en el Magdalena y presentar parte de su Plan de Desarrollo. 

“No podemos sobreponer nuestro interés supremo de lograr óptimos niveles de desarrollo para los magdalenenses, a las diferencias ideológicas que confluyen en nuestro Congreso”, nos dijo el gobernador electo.

Sin embargo, sabemos que, más allá de eso, también hay relaciones electorales con alguno de ellos. Al menos con el Senador Name, a quien le recibió el respaldo en estas elecciones. 

Según nos dijeron Jorge Rojas (director del área Institucional) y Patricia Caicedo (exconcejal hermana de Carlos Caicedo y relatora de la oficina de Medio Ambiente), el gabinete será combinado entre personas del equipo de empalme con perfil nacional y petristas y locales de Fuerza Ciudadana. 

Caicedo no nos dio detalles de quiénes lo acompañarán el próximo año, y, contrario a lo que ya han hecho otros mandatarios electos, hasta ahora no ha anunciado a ninguno de sus altos funcionarios. 

En cualquier caso, solo con el alto perfil de su equipo de empalme, el gobernador electo ya marcó un derrotero en el proceso de transición en el Magdalena, que se da en medio de un fuerte conflicto político con la clase tradicional, que no da señales de acabarse.

 

La guerra política

Históricamente la vida política, económica, social y hasta deportiva del Magdalena ha sido controlada por clanes tradicionales, muchos de los cuales tienen cuestionamientos y condenas por sus vínculos con los paramilitares. 

En el año 2000, 417 políticos del Magdalena firmaron el pacto de Chivolo en el que se comprometieron con el exjefe paramilitar Jorge 40 a apoyar a José Domingo Dávila, hoy condenado por parapolítica, a la Gobernación del Magdalena. Y en el 2014 el departamento se quedó sin senadores tras las condenas por parapolítica a los entonces congresistas y líderes Luis Eduardo Vives, Jorge Castro, Miguel Pinedo y Fuad Rapag. 

Así no necesariamente tenga liga con absolutamente todos ellos, los Cotes son los representantes de esa clase política tradicional contra la que se enfrentó Carlos Caicedo para llegar a la Alcaldía de Santa Marta en 2011.

Los Cotes tienen condenados como el esposo de la actual Gobernadora, el exalcalde José Francisco ‘Chico’ Zúñiga, quien reconoció haber recibido apoyo paramilitar.

Y también cuestionados como ‘Los Conejos’, que es como son conocidos Álvaro Cotes Vives (padre del Mello Cotes) y su hermano Luis Miguel Cotes Vives, quienes aparecen mencionados en el computador del ex jefeparamilitar Jorge 40 como presuntos autores de una extorsión por un contrato de la Alcaldía de Zúñiga y tuvieron que rendir indagatoria.

Toda esa orilla pujaba por mantener el poder en la Gobernación en cabeza del Mello, mientras el outsider Caicedo (quien en todo caso también tiene cuestionamientos) dobló su apuesta para quedarse con los dos cargos más importantes del Magdalena.

El gobernador electo es investigado por presuntas irregularidades en la contratación cuando era mandatario de Santa Marta (2012-2015) y por su presunta participación en el homicidio de un líder estudiantil cuando era rector de la Universidad del Magdalena y, como hemos contado, tiene prácticas de la política tradicional, como usar la Alcaldía de Santa Marta para favorecer a su grupo electoralmente.

El pulso de la campaña se vivió en medio de toda clase de episodios.

En agosto, por ejemplo, en un evento realizado en Ciénaga, en el que Carlos Caicedo hacía campaña junto a Petro, desde el público les lanzaron huevos. Ambos acusaron a los Cotes de estar detrás del ataque.

El Mello Cotes respondió que no tuvo nada que ver con el incidente y que se trató de una cortina de humo para tapar los audios que se filtraron por esos días de una conversación entre Carlos Caicedo y su ahijado político y alcalde Rafael Martínez, en los que este último aparentemente incurría en participación política. 

Un mes después, simpatizantes de Carlos Caicedo se enfrentaron a golpes con los de El Mello Cotes en el municipio de Aracataca. 

El asunto parece haber escalado incluso más luego de la elección.

En noviembre pasado, el papá del Mello, Álvaro Cotes Vives, dijo en una emisora local, sin presentar pruebas, que a Caicedo las Farc le pagaron 40.000 millones de pesos con los que ganó las elecciones y lo acusó de “asesino, ratero y narcotraficante”, entre otras cosas. Y advirtió que “este tipo no puede ser gobernador del Magdalena, a ese tipo hay que bajarlo”. 

Días después, cuando se cruzaron en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, Álvaro Cotes y Caicedo protagonizaron una situación bochornosa en la que ambos se trataron de “asesino”. 

A este nivel ha llegado la guerra política en el Magdalena, un contexto que ayuda a entender el empalme distinto que se vio esta vez a la Gobernación y, más allá, una situación que parece seguirá el próximo año ya con Carlos Caicedo ejerciendo como Gobernador y con una Asamblea en la que solo uno de los 13 diputados lo apoyó en campaña.

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