Emiro del Carmen Ropero, quien hasta 2016 fue conocido con el alias de Rubén Zamora y como uno de los comandantes de la extinta guerrilla en el Catatumbo, es candidato a la Asamblea.
El excomandante que le medirá el aceite a la Farc en Norte
Emiro del Carmen Ropero, excomandante de las Farc conocido con el alias de Rubén Zamora.
Emiro del Carmen Ropero, quien llevó hasta su desmovilización el alias de ‘Ruben Zamora’ y quien se dio a conocer porque fue uno de los comandantes del Frente 33 de las Farc, será candidato a la Asamblea de Norte de Santander.
Pese a que no lo hará en una lista del partido y su aval será el de Colombia Humana - UP, su entrada a la carrera se convertirá en la primera medida real del capital electoral de la Farc en ese departamento, que fue una de las retaguardias de la desaparecida guerrilla.
Sobre todo, cuando las apuestas propias están reducidas y el logo del partido sólo aparecerá en 3 de los 40 municipios de ese departamento.
De excomandante a candidato
Emiro del Carmen Ropero Suárez nació en el Tarra, municipio conocido como el corazón del Catatumbo, en 1962, pero desde que tenía 8 años se fue a vivir a la zona rural de Cúcuta.
Desde que tenía 14 años empezó a figurar como líder comunal y más adelante se convirtió en sindicalista agropecuario, en representación de los arroceros de la zona y del Distrito de Riego del Río Zulia.
Allí se opuso a los juicios de caducidad de los títulos de tierra que había entregado a campesinos el extinto Instituto Colombiano de Reforma Agraria, Incora, y se acercó a la política.
En ese entonces entró al Partido Comunista y más adelante se convirtió en uno de los cofundadores de la Unión Patriótica en Norte de Santander.
Sin embargo, en medio del exterminio a sus militantes y, según cuenta, luego de que el Ejército lo retuviera ilegalmente por varios días acusándolo de guerrillero, terminó buscando a las Farc, que para entonces llevaba cinco años en el Catatumbo, y con 24 años se enlistó.
Arrancó desde abajo en el Frente 33, que es el que opera en esa región, y con el tiempo se convirtió en una ficha importante en dos tareas en particular: aumentar la base social de esa guerrilla y entrenamiento a las milicias.
Que lo hiciera era clave, porque las Farc entró al Catatumbo con la intención de colonizar una región estratégica por su ubicación fronteriza y porque históricamente había sido ignorada por el Estado.
Así que eso le sirvió para que en el 90, a solo tres años de su ingreso, lo nombraran miembro del Estado Mayor de ese Frente, en el que terminó haciendo la mayoría de su carrera como guerrillero.
En el 91 participó en los fallidos diálogos de paz entre el Gobierno y las guerrillas del ELN, el EPL y las Farc en Tlaxcala, México.
A la par y durante los años siguientes las Farc centró su rango de acción en el corregimiento de La Gabarra en Tibú, que para ese entonces se convirtió en el principal punto de producción de coca en la región, renta que era controlada por esa guerrilla allí.
Para el 97, es decir siete años después, cuando esa guerrilla tenía dominio territorial no solo allí sino en varios municipios del Catatumbo, finalmente Ropero asumió la comandancia del 33.
Llegó allí por designación de Rodrigo Londoño, alias Timochenko, quien tras la Octava Conferencia de ese grupo en el 94 se había convertido en el jefe del Bloque Magdalena Medio, que además de Norte, tenía injerencia en Santander, sur de Bolívar, Boyacá y Antioquia.
En ese cargo se mantuvo tres años que marcaron buena parte de la ola de violencia que azotó al Catatumbo.
Con la incursión paramilitar en el 99, que justo se hizo en La Gabarra, y para evitar el avance de ese grupo, las Farc bajo el mando de Ropero, empezaron a intimidar y a atentar contra campesinos que acusaban de colaboradores de los paramilitares.
En el 2000 le transfirió el mando a Erasmo Traslaviña, quien tenía el alias de Jimmy Guerrero, y quien desde entonces comandó ese frente.
A Ropero y a Guerrero, que eran los mandos, los señalan de haber ordenado una masacre del Frente 33 contra campesinos raspachines en La Gabarra que trabajaban en fincas cocaleras de paramilitares.
Sin embargo, Ropero le dijo a La Silla que su labor fue la de defender los campesinos de los grupos paramilitares y que jamás atentó contra ellos.
Ropero pasó a coordinar las Unidades Móviles de la guerrilla y cuando los paramilitares se desmovilizaron recuperaron el control de varias zonas. Desde entonces, siguió siendo conocido como el jefe político de las Farc en la región.
Todo ese tiempo el Frente y todas sus unidades, que fueron claves dentro de la estructura financiera de las Farc y les alcanzaron a representar el 40 por ciento de sus ingresos principalmente debido al narcotráfico y al control del contrabando, fueron muy cercanas a Timochenko, quien utilizaba la frontera para resguardarse.
Sobre la relación con el narcotráfico, Ropero ha dicho que la guerrilla inicialmente se opuso pero que luego la "realidad social" los superó y que luego impusieron control sobre ese mercado, pero que no eran narcotraficantes. Ese es el mismo argumento que han dicho todos los militantes del extinto grupo armado sobre su relación con la coca.
Tanto Jimmy Guerrero como Ropero eran conocidos como manos derechas del entonces máximo jefe de la guerrilla y el ahora máximo jefe del partido político.
En 2012 Ropero fue en uno de los diez delegados de las Farc en la fase pública de los diálogos entre esa guerrilla y el Gobierno en La Habana que, entre otras cosas, permitió la participación del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, Farc, en política.
Cuando se sentó en la mesa, según contó La Opinión, sobre él pesaban cuatro órdenes de captura y una condena de 38 años de prisión por la emboscada a una patrulla de la policía, también era señalado de estar detrás de 11 emboscadas, secuestros e incursiones armadas, y un juez de España pidió que lo capturaran por supuesta colaboración para atentar contra los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe.
Estuvo en Cuba hasta 2014 y luego lo enviaron al Meta, donde estaba concentrada la mayor fuerza militar de esa guerrilla, para hacer pedagogía sobre el acuerdo y evitar una desbandada. Luego, se dedicó en esa zona a ayudar a aterrizar los acuerdos con los programas de sustitución de cultivos ilícitos.
Repareció nuevamente en Cúcuta en febrero de este año para tratar de armar el partido para las locales de octubre.
El componedor
Según le contó a La Silla, Ropero llegó a Cúcuta con la intención de que la Farc tuviera estructura propia en Norte de Santander para las locales de octubre.
Su tarea era encontrar una fórmula para que junto con los partidos alternativos se unieran y compitieran con posibilidades por varios cargos locales.
Esa, como contamos, era la apuesta del partido en todo el país porque les servía en dos sentidos: además de que les permitía mostrar que no estaban aislados, les daba vía para sumar a votantes de otros sectores.
Aunque se hicieron varias reuniones, al final la idea terminó naufragando por dos razones de fondo.
La primera porque, así como pasó en varias regiones del país, en Norte a la mayoría de partidos no les sonó que su logo apareciera junto al de Farc porque sentían que les restaba más de lo que sumaba.
(En las legislativas no llevaron lista propia a la Cámara y al Senado solo obtuvieron 2.115 votos que les representaron el 4 por ciento de la votación total que sumaron en todo el país.)
La segunda porque no hubo acuerdo con los nombres que se estaban postulando, entre esos, el de Ropero, que empezó a tomar fuerza dentro del partido una vez llegó al departamento para organizarlo.
Según le contaron 6 fuentes a La Silla, la idea inicial era que el nombre de él apareciera en una lista conjunta que presentarían Colombia Humana - UP, la Farc, y el Polo, pero la idea se enredó en los momentos previos a la inscripción de candidatos.
En el Polo le dijeron a La Silla que al final no hubo alianza porque el documento para formalizar la coalición no llegó, y en la Colombia Humana dicen que el Polo no le hizo fuerza a la idea de que sus candidatos estuvieran en la misma lista con el otrora comandante de las Farc.
Al final lo que terminó pasando fue que la Colombia Humana - UP inscribió preliminarmente una lista de cinco candidatos y el Polo no inscribió a nadie.
Aunque en la versión inicial de esa lista Ropero no estaba porque no le llegaron todos los documentos que lo certificaban como excombatiente, la semana pasada en temporada de cambios finalmente formalizó su aspiración.
Su nombre terminó de reventar la potencial alianza porque dos de los inscritos -Liutmila Herrera y Daniel Rico- decidieron salirse porque él había entrado; y el tercero -Serafín Vega-, quien era el del Polo, terminó saltando a la lista del Mais.
Así que Ropero competirá en una lista de solo dos personas por una de las 16 curules de la Asamblea de Norte.
Y aunque su apuesta estuvo en armar estructura, despega en la carrera con poco impulso.
En todo el departamento Farc solo llevará tres listas al Concejo propias: una en San Calixto, donde tendrá siete candidatos para competir por 11 curules, una en el Tarra donde tendrá solo un candidato, y una en el Carmen también con un solo candidato.
En todo caso, Ropero tratará de arrastrar votos en varios municipios donde su partido sí selló alianzas informales con candidatos que vienen de organizaciones campesinas, que son, como ha contado La Silla, el primer eslabón de la política en el Catatumbo.
En Tibú, El Tarra, Teorama, Convención, San Calixto, Ábrego y Hacarí, su partido respaldará candidatos a las alcaldías avalados por el Verde, el Polo y la ASI.
“Le voy a decir una cosa, el Partido Verde u otros partidos no tiene bases en el Catatumbo, las bases las tienen las organizaciones sociales, lo que han hecho los partidos es prestar avales para que los líderes sociales puedan aspirar”, dijo a La Silla Ropero. “Lo de los logos es lo menos importante”.
Sin embargo, como los demás partidos alternativos sí tendrán candidatos propios a la Asamblea, la tendrá complicada para que los aspirantes de organizaciones campesinas afines a ellos, como Ascamcat, les muevan votos de frente si tienen a sus aspirantes matriculados en algunas de esas listas.
Habrá que ver si el nombre de Ropero, luego de ser una de las cabezas de la extinta guerrilla en la región, le suma o le resta al estrene de la Farc en las locales.