El factor antifarc de Fonseca

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El Frente 59 de las Farc ha hecho presencia en Fonseca, desde los a?os 90. Particularmente, en las veredas del corregimiento de Conejo, que están enclavadas en la Serranía del Perijá. (Foto: Tatiana Velásquez)

En este municipio del sur de La Guajira, donde quedará uno de los ocho campamentos de las Farc, hay mayor prevención después del célebre evento que protagonizó la guerrilla en el corregimiento de Conejo.

Uno de los dos campamentos de normalización de las Farc en el Caribe aterrizará en Fonseca, corazón del sur de La Guajira. Un municipio que históricamente ha servido de corredor estratégico para los contrabandistas de gasolina y víveres, que vio nacer y comenzar a delinquir al capturado capo alias Marquitos Figueroa, y donde las Farc generan resistencia particularmente entre los ganaderos por las extorsiones y hostigamientos a los que hasta hace un par de años los sometió.

La Silla visitó Fonseca, a hora y media de viaje por carretera desde Riohacha y a menos de 34 kilómetros de la línea fronteriza con Venezuela, y encontró que, como en otros municipios que serán zona de concentración, reina la confusión y prevención por el aterrizaje de lo acordado en La Habana. También hay muchas especulaciones por la vereda que anunciarán el Gobierno y las Farc, y cuyo nombre aún se desconoce.

 

Fonseca, que inspiró la célebre composición vallenata El cantor de Fonseca, ha probado los últimos 25 años un coctel de violencia con ingredientes variopintos: allí han delinquido el ELN, las Farc, los paramilitares y la banda de Marquitos Figueroa, que extorsionaba a los contrabandistas de gasolina. Y más recientemente, la delincuencia común se ha hecho sentir golpeando a los comerciantes.

También han puesto su cuota de sangre los clanes familiares con los enfrentamientos entre sus miembros hasta hace menos de una década. Y a pesar de que atrás quedaron los tragos más amargos por la seguidilla de asesinatos y hostigamientos, la población todavía se recupera de la resaca que le dejó esa barbarie.

Paradójicamente, sangre derramada en una tierra considerada hoy por los mismos guajiros de gente pacífica, que no suele andar armada a diferencia de la vecina Barrancas.

El Conejo de las Farc

En esta población de casi 50 mil habitantes, enmarcada por la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá, la expectativa es mayúscula después de la atención nacional e internacional que atrajo Conejo.

Ese es el más grande de sus tres corregimientos, ubicado a 14 kilómetros de su casco urbano y adonde la cúpula de las Farc llegó a hablar del proceso de paz, escoltada por guerrilleros armados, el 18 de febrero pasado.

La polémica que generó ese evento, en el que estuvieron los jefes de las Farc Iván Márquez, el guajiro Joaquín Gómez y Jesús Santrich, terminó aumentando la prevención que hacia la guerrilla siente gran parte de la población fonsequera porque su municipio fue retratado, por algunos medios de comunicación y en redes sociales, como amigo de la subversión.

Los conejeros han sido testigos durante los últimos 20 años de la movilización continua del Frente 59 de las Farc por la Serranía del Perijá hacia el Cesar, Venezuela y el Catatumbo. Allí, muy cerca de la raya fronteriza venezolana, están enclavadas las seis veredas de Conejo y en el piedemonte del macizo queda su casco rural, cuyo corazón lo componen un parque, la iglesia, un puesto de salud y un colegio.

Y contrario a lo que los mismos habitantes del casco urbano de Fonseca han llegado a decir, esta población productora de café, cacao y pancoger no apoya la lucha armada sino que se resignó a ver a las Farc transitar por su territorio, le dijeron dos líderes veredales de Conejo a La Silla.

“Mucha gente en Fonseca comenzó a decir que los conejeros estaban felices besándose y abrazándose con las Farc. Y en realidad los que estaban allí eran gente de afuera, que llegó de Sucre, Santa Marta, Barranquilla y Maicao, y familiares que tenían años sin ver a los guerrilleros. La mayoría de la gente de Conejo no estuvo en ese evento”, nos dijo desde la calle principal de Fonseca una periodista, que nació en ese corregimiento y estuvo allí cubriendo la presencia de las Farc para una emisora local.

La prevención que en Fonseca generan las Farc también se evidencia en el descontento que existe en la actual administración, por la escogencia del municipio como territorio de transición de los guerrilleros hacia la dejación de las armas. Eso quedó claro en un diálogo informal que La Silla sostuvo con una persona clave de esa población y que prefirió no hablarnos en micrófonos.

“Se equivocaron al escoger Fonseca porque es territorio fronterizo y tiene resguardo indígena”, contó la fuente al referirse al anuncio que llegó hace dos semanas desde La Habana.

Esas dos característica, de hecho, son dos líneas rojas que cruzó el Gobierno al escoger a Fonseca como sede de uno de los ocho campamentos.

La fuente nos aseguró que la administración municipal está en una especie de encrucijada.

Por un lado, el alcalde Misael Velásquez (avalado por Opción Ciudadana y aliado de la exgobernadora Oneida Pinto) no rechaza abiertamente la zona de concentración -nos dijo la fuente- porque quiere evitarse inconvenientes con el gobierno de Juan Manuel Santos y porque el anuncio del campamento en Fonseca crea una expectativa de recursos para el municipio, que tanta inversión necesita y solo maneja un presupuesto anual de 18 mil millones de pesos.

Mientras que en la otra cara de la moneda está la Procuraduría, porque -contó la fuente- temen que si la administración se muestra a favor y hace pedagogía por la paz reciban más oficios del procurador Alejandro Ordóñez, como los dos que les envió al alcalde Velásquez y a su secretario de Gobierno Juan José Nieves días después del evento en Conejo.

Con el primer oficio, el Ministerio Público pidió explicaciones por el permiso que la Alcaldía otorgó para esa actividad y con el segundo citó al alcalde y al secretario de Gobierno a rendir testimonio. El alcalde viajó a Bogotá en junio a dar su versión, mientras que el secretario pidió ser escuchado en Riohacha o Valledupar y aún espera una respuesta.

Desde que comenzó la polémica, los dos funcionarios de Fonseca les han dicho a los medios de comunicación que desconocían que a Conejo llegarían la cúpula de las Farc y guerrilleros armados, porque a ellos los organizadores de ese evento -el Movimiento de Artistas y Académicos por la paz- solo les pidieron permiso para realizar un encuentro académico y cultural sobre los diálogos de La Habana. No les mencionaron quiénes serían los participantes.

También el Ministerio Público les abrió investigación al Ministro de Defensa y a los comandantes de las Fuerzas Militares y Ejército para establecer si “dejaron desprotegida a la población civil” e “indefensa en manos de las Farc”.

Tras el polémico Conejo de las Farc, el movimiento de artistas volvió a pedirle permiso al alcalde Velásquez para realizar una nueva jornada pedagógica por la paz en la plaza de Conejo, pero el alcalde Velásquez se los negó. Aunque la actividad se terminó realizando el 10 de abril, después de que una 'Caravana por la paz, la cultura y el territorio' llegó a ese corregimiento procedente de Valledupar.

Por ese permiso negado, se generó un choque público entre el alcalde y miembros del Frente 59 de las Farc. Un guerrillero escribió un documento, que circuló por las veredas de Fonseca y también aparece publicado en la página web de las Farc,  acusando al mandatario y a su secretario de Gobierno de haber enviado a la fuerza pública para impedir la realización de la jornada pedagógica.

En el texto, titulado ‘Que haya más Conejos en Colombia’, también califican al alcalde de oportunista por comenzar a hablarles a los medios de comunicación de los posibles recursos que llegarán al municipio durante el posconflicto.

El mandatario denunció esa mención como una amenaza en contra suya y de su secretario de Gobierno.

A la tensión que generó entre los fonsequeros y la administración municipal los dos eventos en Conejo, se suma un episodio en el que supuestamente fuerzas de derecha habrían amenazado para impedir un conversatorio de paz en Fonseca con el exalcalde de Santa Marta Carlos Caicedo y la excandidata a la Gobernación del Cesar Imelda Daza.

Resulta que desde febrero pasado la Universidad de La Guajira viene realizando eventos pedagógicos sobre el proceso de paz con diferentes líderes de izquierda del Caribe. Inicialmente organizó uno en Riohacha, el 29 de febrero, con el exmilitante del M-19  y candidato a la Gobernación de La Guajira Luis Gómez Pimienta y el exalcalde Caicedo, también exguerrillero. El segundo conversatorio fue en Maicao, el 15 de marzo, al que además asistió la excandidata Daza.

La universidad había programado un tercer evento en Fonseca, que de hecho promocionó, pero por supuesta falta de garantías la actividad se canceló, le contó a La Silla un directivo de esa institución.

Esas supuestas advertencias, que llegaron a la sede de Riohacha y de cuyo origen no logramos obtener mayores detalles, no trascendieron ni le fueron comunicadas a los participantes, como pudimos comprobarlo al hablar con la excandidata Daza y un miembro del equipo del exalcalde Caicedo. A ambos invitados la institución les notificó que el evento se cancelaba por problemas logísticos.

Uniguajira espera realizar este mes, en Fonseca, Villanueva y Riohacha, tres charlas sobre el proceso de paz con la presencia del alto comisionado y negociador del Gobierno Sergio Jaramillo.

Con toda esta antesala, el aterrizaje de la paz en Fonseca no se vislumbra fácil.

Aunque Fonseca también tiene a cuestas un pasado liberal y de izquierda que pesa y hace que el proceso de paz genere confianza entre otro grueso de la población.

En esta tierra caliente y de comercio vigoroso hay una fuerte tradición sindical, cuyo rostro más visible es su dos veces alcalde Pedro Manjarrez Fragoso. Él se lanzó nuevamente a la Alcaldía en las regionales pasadas, pero terminó perdiendo por los 700 votos de ventaja que le sacó el actual alcalde, que proviene de una tradicional familia conservadora del sur de La Guajira.

La fuerza que tiene la izquierda en Fonseca no ha impedido que las Farc generen desconfianza. La prevención hacia ese grupo tiene sus orígenes en la década del 90, cuando hombres del Frente 59 comenzaron a hacer presencia en el Perijá, en las veredas de Conejo, y a extorsionar a los ganaderos y agricultores del municipio.  Hostigamientos que todavía hasta hace menos de dos años la prensa regional denunciaba. Por ejemplo, a un hacendado le robaron 27 reses en 2012 y a otro le pusieron una carga explosiva en su finca en 2014.

Hoy el Frente 59 está debilitado tras la muerte de su principal cabecilla Cecil Rodríguez Sánchez, alias Amaury, abatido por el Ejército en 2013, y acusado de haber sido el cerebro del secuestro y de la muerte de la exministra de Cultura Consuelo Araújo Noguera en 2001. En su reemplazo está alias Leonardo Guerra.

Sin embargo, un vocero de la Brigada Blindada 10 del Ejército, que opera en La Guajira y el Cesar, le dijo a La Silla que ese frente no tiene un jefe único.

“Les dieron duro a los ganaderos. Y aquí en el casco urbano de Fonseca ellos generan mucha resistencia”, nos contó el líder cafetero Leoncio Torres, quien tiene 88 años y los últimos 20 ha sido testigo directo de la presencia de las Farc en Fonseca, porque tiene una finca en zona rural de Conejo.

La expectativa de Conejo

En ese corregimiento, en cambio, hay un poco más de confianza por el aterrizaje de la paz, nos dijo Torres.

También nos lo dijeron tres pobladores más de Conejo con los que hablamos, incluido otro líder veredal, quienes nos aseguraron que esperan que el fin del conflicto sea una realidad para que sus veredas dejen de ser consideradas zona roja.

Especialmente hay más confianza desde el Perijá, que en el resto de Fonseca, por las reuniones de pedagogía que las Farc vienen organizando allí. La más reciente se celebró el sábado de la semana pasada, en el colegio de la vereda Las Colonias, a menos de medio kilómetro de la frontera con Venezuela.

Uno de los asistentes le dijo a La Silla que comenzó pasadas las 10 de la mañana y se prolongó hasta las tres de la tarde. La presidieron ocho guerrilleros, tres de ellos armados y vestidos de camuflado, y asistieron 40 campesinos, entre los que reinó un clima de confianza y distensión.

“Hablaron del proceso de paz, que nos fijáramos que ya el presidente y su comandante habían firmado en La Habana y que se necesitaba un liderazgo diferente en esta nueva etapa”, nos contó el campesino.

Aunque los anuncios de paz que llegan desde La Habana ilusionan a los campesinos de Conejo, el aterrizaje del campamento en Fonseca no pinta fácil porque muy cerca de allí, en el casco urbano, el factor antifarc se hace sentir con fuerza.

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