El ataque del régimen de Maduro contra la disidencia del frente Décimo de Arauca resulta resolviéndole problemas al ELN sin que ellos, por ahora, libren la batalla.
El gran ganador con el conflicto en la frontera venezolana es el ELN
La operación militar del régimen de Nicolás Maduro en el estado de Apure ya completa un mes y ha ocasionado el desplazamiento de más de 5 mil personas a la frontera araucana. Además, el Gobierno colombiano emprendió ejercicios militares en la frontera con la Guajira que crispan aún más las relaciones rotas con el país vecino. En todo este río revuelto, hay un ganador indiscutible: el ELN.
Las Fuerzas Militares venezolanas están dirigiendo su fuerza combativa únicamente contra el frente Décimo Martín Villa de las Farc, disidencia que opera en Arauca desde 2017 y que comenzaba a incomodar a los elenos, el grupo con mayor control territorial en Arauca.
Hoy, el repliegue del frente Décimo, producto de la avanzada militar venezolana, deja al ELN como ganador en una batalla que ni siquiera ha librado. O, por lo menos, no de frente.
El conflicto es entre las autoridades
Como contó en 2020 el informe de Human Rights Watch “las guerrillas son la Policía”, tanto el ELN (representado por el poderoso frente Domingo Laín) y la disidencia del frente Décimo de las Farc (reducto del mismo frente que operaba en Arauca y que está respaldado por Gentil Duarte) controlan los 300 kilómetros de río que conforman la frontera araucana con Venezuela.
Ambos grupos, además de beneficiarse de la ilegalidad en la región, principalmente el contrabando, dictan las “normas de convivencia” y se encargan de hacerlas cumplir. Regulan el abigeato, el consumo de drogas, hasta las peleas entre vecinos.
Desde que las Farc comenzaron a desmovilizarse en 2016, el ELN amplió su dominio territorial, copando los espacios de las antiguas Farc y asumiendo mayor control sobre las rentas ilegales en Arauca.
Adquirió el exclusivo control sobre la extorsión a la industria petrolera de la región y del contrabando de gasolina, aumentó su capacidad en el cobro de vacunas a comerciantes, ganaderos, transportadores y políticos.
Las disidencias, por su parte, volvieron a adueñarse de las rutas de narcotráfico de esa región, un negocio en el que el ELN en Arauca decidió no participar directamente (tanto que promovió la erradicación de la mata de coca en ese departamento); solo cobran el paso por frontera, como hacen con cualquier otra mercancía.
Pero como contamos en esta historia, el accionar ilegal de la disidencia del frente Décimo de las Farc incrementó tanto que empezó a romper con ese equilibrio que habían logrado las Farc y el ELN desde 2010, cuando terminó una guerra de más de cinco años entre ambas guerrillas.
Las comunidades comenzaron a protestar porque las disidencias les estaban cobrando doble vacuna y establecieron el secuestro exprés para facilitar la extorsión.
Pero la principal tensión tuvo que ver con que las disidencias entraron a zonas históricamente controladas por el ELN. El caso que nos mencionaron tres fuentes en terreno fue la aparición de gente de las disidencias en el centro poblado de Puerto Contreras en Saravena, uno de los puntos de contrabando de gasolina del ELN por excelencia.
“Es que se les creció el enano”, nos dijo una fuente de derechos humanos que trabaja en esa región y ha visto la evolución del frente Décimo.
Mientras eso empezaba a incomodar al ELN del lado colombiano, del lado venezolano las disidencias también comenzaron a molestar a miembros de la guardia venezolana, que extorsionan a quienes viven del comercio ilegal fronterizo (tanto a guerrillas como a gente del común).
“Ellos acuerdan cobros por zonas pero las disidencias resultaban cobrando en todo lado, cobrando doble o pasando por donde no era de ellos”, nos dijo un líder social araucano.
En particular, a militares venezolanos les molestó que las disidencias no les pagaran vacuna por el tráfico de oro extraído de la Orinoquía venezolana y que pasaban por la frontera araucana para legalizarlo en Colombia y luego venderlo en Venezuela.
“Tenemos información de que la disidencia manda a campesinos venezolanos a pasar la frontera con el oro para que lo legalicen en comercializadoras de acá”, nos dijo un investigador de conflicto en frontera que pidió no ser citado porque no es vocero autorizado.
Tal y como ha explicado Insight Crime, en Venezuela el oro se ha vuelto vital para que el régimen sostenga su economía en crisis. Como alrededor de las minas ilegales unos cuantos compradores monopolizan el mercado y pagan el oro muy barato, resulta más rentable entrar la mercancía por la frontera araucana.
“Aquí (en frontera) los grupos tienen que llegar y decir qué están manejando y de lo que estén manejando qué (parte) llevan los demás. La disidencia del Décimo quería todo para ellos: lo de oro, lo de narcotráfico, lo de armas, todo; y les dijeron ‘no señores, ustedes no son los únicos acá’”, nos dijo la fuente cercana a la comandancia del ELN en Arauca.
A eso se sumó la confianza creciente de las disidencias en su propio control territorial en Venezuela.
Tal y como nos dijo un funcionario defensor de derechos humanos y un periodista del lado venezolano, en la frontera del vecino país la disidencia del Décimo estaba tan fortalecida que ni siquiera operaba desde la clandestinidad, propia de su condición ilegal.
“Salían abiertamente, eran dueños de grandes extensiones de tierra, alquilaban bares cuando querían, en fin. Con amplia capacidad de movilización”, nos dijo el periodista. “Ya no vivían en campamentos escondidos sino en fincas gigantes, prácticamente como hacendados”, nos dijo el funcionario.
La respuesta del ELN
Esta no es la primera vez que el ELN y las Farc entran en competencia por el poder territorial en Arauca.
Desde 2005 hasta 2010 en esa región hubo territorios vedados para uno u otro grupo y entre ellos mismos señalaron a toda la población de pertenecer a uno de los dos bandos. Como lo documentó Verdad Abierta, por cuenta de esa guerra fueron asesinados 50 líderes sociales, hubo mil desplazados tan solo en agosto de 2008 y según Semana murieron cientos de personas, entre combatientes, milicianos y base social de ambos lados.
Esa guerra terminó luego de una fuerte presión social desde la Iglesia Católica y la misma comunidad araucana hacia las guerrillas. Fue tal el desangre que en Arauca hay todavía mucha prevención y reticencia a que algo similar vuelva a ocurrir en su territorio, sobre todo entre las bases sociales del ELN, que son muy fuertes en el departamento.
“El ELN acá sí es muy fuerte, pero parte de esa fortaleza está en su base social porque es muy grande y los respalda (...) Lo único que la gente en Arauca no soporta otra vez es que vuelvan a matar civiles entre ellos mismos”, nos dijo la fuente oficial que trabaja en derechos humanos.
Así que en Arauca el ELN no ha querido correr con el costo social que ha asumido en otras regiones como en el Catatumbo, donde para copar los espacios que dejó las Farc le declaró la guerra al EPL y las comunidades están pagando las consecuencias.
Por eso parece haber optado por apalancarse en el Ejército venezolano, cuya cercanía es un secreto a voces.
“Ya había mucho desorden y el ELN no reconoce a esa disidencia como una guerrilla sino como un grupo delincuencial. Como es cercano a Venezuela, porque sí son dos grupos de izquierda revolucionaria, uno como guerrilla y otro como gobierno, pues le hacen el llamado al Estado venezolano, porque ellos tienen que mantener el orden”, nos dijo la fuente cercana a mandos del ELN.
Además de esa versión hay otro antecedente en ese sentido. Como contamos en esta historia, cuando Venezuela bombardeó campamentos de las disidencias de las Farc en Apure, en septiembre pasado, la sospecha de varias de nuestras fuentes, todas conocedoras de la región, es que el ELN habría entregado información sobre su ubicación.
De esta manera, el ELN no carga con las consecuencias humanitarias, comenzando por el desplazamiento de 5 mil personas.
A la semana de que iniciara la operación militar venezolana contra el frente Décimo, rodó un supuesto comunicado del ELN respaldando al gobierno venezolano y despotricando de las disidencias. Días después, portales araucanos reseñaron un video del ELN en el que esa guerrilla desmentía el comunicado anterior pero a la vez decía que Venezuela estaba ejerciendo su soberanía.
Más allá de las motivaciones detrás de la arremetida de la guardia venezolana (según alias “Joinner”, el tercero al mando de la guerrilla de Gentil Duarte, quien a su vez respalda al frente Décimo, el verdadero motivo es que el régimen está defendiendo los intereses de la Segunda Marquetalia de Iván Márquez), durante el último mes el ELN ha fortalecido su control en Arauca.
“Mientras las disidencias están de pelea en Venezuela, su capacidad (extorsiva) en Arauca se reduce”, nos dijo un funcionario público de la región que les sigue la pista.
Según nos dijo una fuente de cooperación internacional en la zona, tropas de la disidencia de Gentil Duarte están llegando hasta La Victoria a respaldar al Décimo, pero más para reforzar su defensa del lado venezolano que para enfrentar al ELN.
Según un periodista venezolano, las disidencias por ahora más que diezmadas están resguardadas, buscando una salida negociada con el régimen de Maduro.
Así, en la dinámica de poder ilegal en Arauca el ELN queda, por ahora, con la sartén por el mango.