En el mundo lechero se está cocinando una pelea entre los pequeños productores y las grandes empresas que amenaza con desembocar en un paro nacional. Desde ya más de mil delegaciones lecheras se preparan para marchar el próximo 7 de octubre. ¿La razón? La venta de leche cruda.
Hace tres años, el Ministerio de Agricultura se dio a la tarea de regular la venta de leche cruda, que según el gremio lechero maneja un poco menos de la mitad del total de la leche que entra al mercado nacional.
Para ello, emitió un decreto que daba un plazo de dos años para que los pequeños productores de leche acogieran una serie de medidas sanitarias pero en ese momento se le vino encima una oleada de protestas por parte de los pequeños lecheros que rechazaron las exigencias porque los empujaba a la quiebra. Las presiones dieron resultado y hace exactamente un año, cuando se vencía el plazo para dejar de vender leche cruda, el Ministerio lo amplió a cuatro años y medio más. Entonces, se desencadenó la furia de las grandes empresas.
Los pequeños productores se defienden con el argumento de que las personas que compran leche cruda saben que deben hervirla y que las exigencias técnicas del decreto no las puede cumplir ni el 90 por ciento del gremio. Entre las medidas que les piden implementar está la pavimentación de toda el área donde se ordeña la vaca, y muchas de estas familias lecheras ni siquiera tienen sus propias viviendas pavimentadas.Los grandes productores consideran que la autorización para vender leche cruda es un despropósito. “Es insólito que en pleno siglo XXI se autorice la venta de leche cruda en el país. En Medellín hace 50 años se prohibió. Existen enfermedades graves que se transmiten por la leche. Yo no sé por qué al ex ministro Árias se le ocurrió eso que va en contra de la salud”, dijo a la Silla Vacía Jenaro Pérez, el gerente de Colanta, una de las grandes productoras de leche en el país.
“Al prohibir a los jarreadores (vendedores de leche en jarra) se está beneficiando a las cinco grandes empresas lecheras,” dice Oliverio Castillo, coordinador en Boyacá de la Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria. “En Colombia se producen 18 millones de litros de leche diariamente. Estas grandes empresas solo usan 8 millones, los otros 10 están en mano de los informales.”
Las cifras de la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) son similares: la producción anual de leche es de 6.537 millones de litros, de los cuales 3.089 millones son producidas y distribuidas por la industria formal, 620 millones se quedan en las fincas y 2.827 millones de litros son circuladas por los ‘cruderos’ en el mercado informal.
Para defender sus ideas, los pequeños productores han creado sindicatos, organizaciones y grupos de toda índole con el objetivo de que reconozcan su derecho al trabajo y para oponerse incluso al plazo de los tres años y medios para cumplir con las medidas sanitarias. Quieren que el decreto se derogue y desde ya están amenazando con un paro para el 7 de octubre.
Las consecuencias
Pero el problema va mucho más allá de la venta de leche cruda. La falta de control en las más de 40 empresas productoras de leche que existen en el país también ha dado pie a problemas sanitarios graves. El Invima no controla la calidad de todas.
En Colombia, no sólo se vende leche cruda, sino también adulterada. Eso lo confirmó recientemente la Secretaría de Salud de Bogotá que alertó que el 90% de la leche que se vende en la ciudad es cruda y que alguna está mezclada con agua, formol, harina y otras sustancias. Muchas de esas leches posan de pasteurizadas en tiendas de barrios populares.
Además, la calidad de la leche cada día es menor. Hace 25 años, el promedio de proteína de la leche era de 3,23%, hoy es de 2,96%, según Colanta. Esto se debe, en parte, a que cada vez más se revuelve suero de leche con la leche pura y se vende. En 1980 no se importaba suero lácteo, pero el año anterior, según la empresa, se importaron nueve mil toneladas.
La posición oficial del Ministerio de Agricultura es que "este tema no es competencia del Ministerio de Agricultura por ser una medida sanitaria. El Invima, por su parte, está trabajando en planes de reconversión con los pequeños productores para que puedan cumplir con el decreto. Y el Viceministerio de Salud no respondió la solicitud de información de la Silla Vacía.
Por lo pronto, el conflicto entre los grandes y los pequeños seguirá cuajando a fuego lento.