El nuevo Vicefiscal refuerza que la Fiscalía no será ni un arma de venganza ni muy efectiva

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Foto del Ministerio de Justicia

Juan Francisco Espinosa trabajó en el corazón de la Casa de Nariño con Santos, y luego fue alto funcionario de Duque. Ha tenido más cargos que logros.

El nuevo Vicefiscal es Juan Francisco Espinosa.

La nueva cabeza de los casos penales que maneja la Fiscalía es bogotano, joven, rosarista, con más experiencia en gestión pública que su nuevo jefe y que el Presidente Duque, con excelentes relaciones con los gringos, poco conocimiento penal y más cargos que logros para mostrar. 

Pero quizás su rasgo más distintivo para efectos del nuevo cargo, es que trabajó en el corazón del gobierno Santos y también en altos cargos en el gobierno Duque. Por lo tanto, es un nombramiento que si bien no compensa la mayoría de debilidades del nuevo Fiscal, tampoco trae ninguna carga del pasado.

Su hoja de vida

Juan Francisco Espinosa es un abogado rosarista con especialización en estudios financieros. Tiene unos 40 años, dos especializaciones (derecho contractual del Rosario y en finanzas en Los Andes) y es graduado del curso de la Escuela Superior de Guerra, por lo que es reservista del Ejército.

Inició su vida profesional en temas corporativos y financieros, primero como abogado en la firma Holguín, Neira, Pombo y Mendoza y luego como abogado de Corficolombiana, del Grupo Aval de Luis Carlos Sarmiento.

Tras un par de años volvió a Holguín, a un cargo más alto, y luego pasó a ser socio de otra firma llamada Ospina, Pinzón, Bernal, Bejarano Espinosa Compañía de Abogados, conocida como Opebsa. Allí fue socio del exministro de Defensa de Álvaro Uribe, Camilo Ospina Bernal. 

Cuando el Gobierno Santos intervino SaludCoop pasó a trabajar allí como su secretario general, entre mayo de 2011 y junio de 2013, cuando el interventor era Mauricio Castro.

De allí entró al Estado de la mano del entonces ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, quien lo nombró como jefe de la oficina jurídica del ministerio en 2013. Y ahí comenzó una maratónica sucesión de cargos cortos, cada vez más importantes.

“Es bueno escalando”, dijo un antiguo compañero de trabajo. 

En 2014, salió para ser asociado senior de la firma de abogados Holland & Knight. Dos años después, volvió al gobierno Santos como asesor del entonces secretario general de Presidencia, Luis Guillermo Vélez.

De ahí pasó a secretario del consejo de ministros, un cargo clave en la filigrana del funcionamiento de Palacio porque manejaba temas del día a día como lo que se va a trabajar en cada sesión y armar las actas, pero también haciendo seguimiento a temas que ordenaba Santos. Duró un año. 

En febrero de 2017, Cárdenas se lo llevó a otro, poco visible pero poderoso, clave, la dirección de la Unidad de Información y Análisis Financiero (Uiaf), que depende de Hacienda y se encarga de cruzar información de inteligencia con otros países para luchar contra el terrorismo y el lavado de activos.

Espinosa llegó a la Uiaf en pleno apogeo del escándalo de Odebrecht, cuando había preguntas por la plata que esa corrupta empresa había movido para pagar sobornos con el fin de ganar licitaciones en Colombia, específicamente las de la Ruta del Sol II.

En ese momento, el excongresista Otto Bula ya había confesado que había entrado plata de esa multinacional a la campaña reeleccionista de Juan Manuel Santos en 2014, y había denuncias de que también había financiado la de su contendor, Óscar Iván Zuluaga, y la inteligencia financiera de la Uiaf podía ayudar a aclarar el tema. 

Si logró algo en esa área, sus resultados no fueron públicos ni visibles.  Según dos fuentes que trabajaron con Espinosa durante ese tiempo, durante el año y medio que estuvo en la Uiaf, fue cercano al exfiscal general, Néstor Humberto Martínez, y lo siguió siendo después de eso. Con lo cual, el ex Fiscal Martínez tendrá un oído atento en el Búnker.

Al mismo tiempo, por ese trabajo y la coordinación que tuvo del Grupo de Trabajo contra la Financiación del Terrorismo del Galifat (grupo de acción financiera internacional de Latinoamérica, una organización que conforman estados del continente), en la que trabajaba y compartía información con organismos de inteligencia y seguridad financiera norteamericana, se volvió muy cercano a altos funcionarios de ese país, principalmente de la Embajada en Bogotá.

Esa relación con los gringos se hizo más estrecha al asumir como Viceministro de Justicia, encargado de la Política Criminal y Justicia Restaurativa, de Iván Duque bajo la ministra Gloria María Borrero, que fue quien lo llevó al Gobierno.

A Duque lo conocía desde que trabajaba en el Ministerio de Hacienda y el ahora Presidente era Senador de las comisiones económicas.

En el Viceministerio de Justicia se hicieron más cercanos y probablemente fue allí en Casa de Nariño que conoció a Barbosa, entonces Alto Consejero (este dato no lo pudimos conseguir). 

A la vez, Espinosa trabajó en la lucha contra la corrupción y crimen transnacional como el narcotráfico y trata de personas, por lo que viajó con el Presidente a Washington. 

También tuvo a su cargo la política antidrogas Ruta Futuro, que por ahora no ha sido muy transformativa.  Según una persona que trabajó para él, y otra que siguió de cerca su trabajo, en ese cargo Espinosa no tuvo los resultados esperados. Por un lado, tuvo en su escritorio el borrador del decreto de aspersión durante 14 meses sin firmarlo, retrasando una bandera clave del Presidente. También fue responsable de la preparación de la intervención del presidente Duque en la audiencia en la Corte sobre la política de fumigación, en la que le fue muy mal.

Tras la salida de Borrero como Ministra en mayo del año pasado, Espinosa y la otra viceministra se quedaron con la actual jefe de esta cartera, Margarita Cabello.

En enero de 2020, tras la renuncia de Christian Krüger a la dirección de Migración Colombia, Duque lo puso a manejar esa entidad. 

En ese cargo alcanzó su récord de menor tiempo: menos de un mes. 

Llegó el 17 de enero a enfrentar el desafío de la migración venezolana y justo hoy fue nombrado Vicefiscal General de la Nación por parte del recién posesionado Francisco Barbosa, amigo del presidente Duque.

“Parece más un nombramiento de Duque que de Barbosa, y con el plus de las relaciones con Estados Unidos”, dijo una persona que conoce bien a Espinosa.

Más allá de la hoja de vida

La Silla Vacía habló con nueve personas que han trabajado con él en sus múltiples cargos en los últimos años y la mayoría coincidieron en describirlo como una buena persona, que llega a la Fiscalía sin una agenda de rencores ni rodeado de ningún ruido de corrupción, algo que debería ser un presupuesto básico para un cargo tan importante pero que en el contexto de polarización del país es una buena noticia.

Uno de los temores más grandes que ha tenido el círculo más cercano al expresidente Santos desde que terminó el gobierno es que el uribismo fuera a utilizar la Fiscalía para vengarse. Con Espinosa quedan tranquilos, a juzgar por dos personas representativas de ese círculo.

Tampoco tendría por qué generar temor entre los uribistas pues viene de trabajar en el gobierno de Duque y de ser socio de un exministro de defensa de Uribe.

Tiene otras cualidades que le serán útiles en su cargo. La primera es que tiene buenas relaciones interpersonales, escucha mucho, le queda fácil romper el hielo. “Mama gallo y se deja mamar gallo”, nos dijo un excolega de él.

Además, es organizado. Eso es clave dado que llega a coordinar la actividad misional de una entidad que tiene más de 30 mil empleados distribuidos por todo el país en 35 seccionales más trece direcciones especializadas.

Para lidiar con el monstruo que es la Fiscalía, juega a su favor que aunque sus cargos hayan sido cortos, han sido muchos y variados, lo que le da una cancha en gestión pública que compensará la casi nula que tiene su jefe, el Fiscal General, cuya experiencia ha sido principalmente en la Academia.

“Sabe dar línea, pero no es un experto”, nos dijo una persona que ha trabajado coordinadamente con él.

Y ese no ser un experto ni entender a cabalidad los temas, es otra de las características que nos señalaron varios de los que lo conocen, y que puede ser problemático en la nueva Fiscalía dado que Barbosa tiene la misma debilidad.

La percepción de varios de los consultados es que no es una persona que maneje los temas con profundidad ni que tenga grandes iniciativas o ideas propias aunque sí el interés de escuchar y aprender. Y sobre todo, el deseo de impresionar.

“Tiene una gran capacidad de aprendizaje y poca profundidad” fue como lo resumió uno de ellos. Otro, menos generoso, dijo que “es un gran blofero”, una percepción compartida por otros dos.  "Es muy hábil para saberse vender. Mucha forma y poco fondo", agregó uno de ellos.

Esta falta de complejidad en el manejo de los temas, unido al hecho de que no es un experto en temas penales puede debilitar el control de la dupla Barbosa-Espinosa sobre una entidad que es tan grande y descentralizada que está sujeta a todo tipo de manipulaciones y corrupción.

Con la reforma a la Fiscalía que hizo Eduardo Montealegre, en la estructura actual el Vicefiscal es el jefe de todo lo misional. Él es quien jerárquicamente controla todos los delegados y ellos a su vez controlan a los directores especializados y a los de seccional, y éstos a los fiscales. Y puede manejar casos penales directamente si así se lo delega el Fiscal General o aquellos en los que Barbosa se declare impedido.

El Vicefiscal lidera un grupo de asesores que participan en casos representativos. Una herramienta creada por el ex Fiscal Montealegre para hacerle auditoría y consultoría a los casos más importantes que maneja la Fiscalía son los comités técnicos-jurídicos. 

Dada la autonomía que tienen los fiscales, ni el Fiscal ni el Vicefiscal pueden ordenar actuaciones dentro de un caso, pero los Comités -que pueden estar integrados por directores seccionales, otros fiscales o los asesores del Vicefiscal o el Fiscal, según el caso- sí puede decidir por encima del fiscal del caso.

El Vicefiscal también tiene que estar pendiente que los directores y jefes de seccionales estén andando bien y si ni él ni el Fiscal tienen experiencia en litigio penal les quedará más difícil calibrar los argumentos que les dan los fiscales para imputar o no en casos importantes. En otras palabras, tendrán que tener asesores muy fuertes en lo penal si no quieren ser manipulados. Una entidad tan compleja necesita de más habilidades que ser penalista. Pero el vicefiscal o el fiscal tendrán, al menos, que aprender rápido, pues el derecho penal será su lenguaje de todos los días. 

La otra debilidad de Espinosa está relacionada con su carácter y en eso tampoco será un contrapeso ni un complemente de su jefe. Los que han trabajado con él coinciden en que es una persona muy ambiciosa y presta a congraciarse con los que son más poderosos que él. 

A diferencia de Barbosa, no está interesado en las formalidades ni en las venias del poder, pero tampoco en darse la pela dando peleas difíciles con las que se granjea múltiples enemigos. Y esa es la principal definición de la tarea de un Vicefiscal.

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