El enfrentamiento entre la Policía y los cultivadores de coca en Tumaco dejó en evidencia que narcotraficantes y guerrilleros del ELN infiltraron la protesta. Ya hay acuerdo para enfrentarlos.
El otro enemigo de la sustitución que quedó al descubierto en Tumaco
A bala se enfrentó la Policía con los cocaleros de Tumaco el viernes.
Ayer, después de cinco días de protestas, más de 14 heridos y un policía asesinado, en Tumaco la Coordinadora Nacional de cultivadores de coca, marihuana y amapola, Coccam, y el Gobierno llegaron a un acuerdo para -otra vez- levantar el paro que tenía bloqueada la vía que de Tumaco conduce a Pasto.
Aún así, la historia seguramente se va a repetir. No sólo porque la presión de los cocaleros logró sentar al Gobierno para negociar, como ya había ocurrido a principios de marzo, sino también porque lo que dejó en evidencia este paro es que el programa de sustitución de cultivos no sólo se enfrenta a la oposición de pequeños campesinos cultivadores de coca sino a enemigos mucho más poderosos y armados.
La guerra
La semana pasada, tres veredas de Tumaco, cerca a la frontera con Ecuador y sobre la única vía que del puerto conduce a Pasto, se convirtieron en una batalla campal.
Se trata de Llorente, a tres kilómetros de Tumaco y a menos de un kilómetro de la zona de concentración de las Farc, Vaquería y Guayacana. Allí, un grupo del Ejército llegó desde el pasado sábado 25 de marzo a erradicar a la fuerza cultivos de coca.
“La orden es acabar con estos cultivos ilegales, aquí no se puede negociar porque estas hectáreas son de narcotraficantes, no de los labriegos, por eso no se pudo lograr la sustitución voluntaria”, le dijo a El Tiempo el general José Ángel Mendoza, director de la Policía Antinarcóticos.
Una vez más, como ya había ocurrido a principios de marzo, las protestas de los cocaleros se agudizaron para impedir que el Ejército arrancara las matas. El miércoles, los campesinos agrupados en la Coccam, quemaron tres buses de servicio público intermunicipal con la que bloquearon la vía y dejaron prácticamente incomunicado a Tumaco con el resto del país por tierra. Además, hubo un intento de asonada que el Esmad de la Policía disolvió.
Ya el jueves se contaban 14 heridos, entre ellos 10 campesinos que estaban en la protesta (uno de los cuales al parecer perdió un ojo) y cuatro policías. La situación se puso peor el viernes a mediodía cuando de lado y lado hubo heridos de bala. Al final, un Policía murió y otro quedó gravemente herido.
Se trata del patrullero Bayron Fernando Recalde Morcillo, de 23 años, y que sólo llevaba 21 días en la Policía. Recibió una bala en la ingle que lo dejó muy malherido y murió mientras era trasladado de Tumaco a Cali donde iba a recibir atención médica especializada.
La razón de que la protesta haya terminado en escaramuza armada como las que había antes de que se pactara el cese al fuego con las Farc y en pleno casco urbano de Llorente, es que según tres fuentes consultadas por La Silla (incluyendo una humanitaria, una fuente de la Alcaldía de Tumaco y una fuente del Gobierno), la protesta fue infiltrada por actores armados.
“En esa protesta hubo de todo. Estaban los de la Coccam, cultivadores apoyados por el ELN, otros apoyados por narcotraficantes y cultivadores de coca. También hubo uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía”, le dijo a La Silla la fuente humanitaria.
De hecho, el sábado empezó a circular entre los periodistas un mensaje de whatsapp de la Coccam, que mostraba en una foto una bandera del ELN sobre la vía a Pasto y tenía este mensaje: “el día 2 de abril en las horas de la tarde en la vereda Vaquería aparece una bandera del ELN. Las comunidades preocupadas por esto tratan de quitarla, posteriormente reciben amenazas de ese grupo, mencionando que por mover esa bandera serán ajusticiados los responsables”.
A pesar de que la infiltración del ELN y de narcotraficantes a la protesta puede justificar en parte la reacción de la Fuerza Pública que los enfrentó a bala, para la Coccam que lo denunció, es también una forma de evidenciar que los campesinos están en peligro.
“Entre nosotros más hagamos visibles esas cosas y mostremos que esos actores armados están acá es mucho mejor, porque el Estado no ha actuado para detener a esos grupos y eso perjudica más a los campesinos. En Tumaco hay más de siete grupos, incluyendo al ELN”, le dijo a La Silla una fuente de ese movimiento.
Entre esos actores están, como ha contado La Silla, organizaciones de disidentes de las Farc que no se acogieron al proceso como La Gente del Nuevo Orden, y otros grupos como Los Rastrojos y el Clan del Golfo que se han formado precisamente para mantener el control del narcotráfico.
El Acuerdo
El jueves, en medio de las protestas, el recién posesionado vicepresidente, Óscar Naranjo, y el viceministro del interior, Guillermo Rivera, anunciaron desde Tumaco que “mañana o a más tardar el sábado” iría una comisión “de alto nivel” del Gobierno para sentarse con los cocaleros, informar sobre el programa de sustitución de cultivos y resolver inquietudes.
La comisión finalmente llegó ayer lunes al Puerto. Estaba liderada por Luis Alfonso Escobar, gerente del plan Todos Somos Pazcífico, Eisleane Suárez del Ministerio del Interior, Adriana Mazuera del Ministerio de Defensa y dos funcionarios de la Gobernación de Nariño, más el alcalde encargado de Tumaco.
En el acuerdo firmado por las partes quedó definido que se levantan las protestas, que se abrirán más cupos para que pequeños campesinos cultivadores de coca puedan acceder al programa de sustitución y que se investigará, por parte de la ONU, los hechos que terminaron con la muerte del patrullero Recalde.
Además, por primera vez en el país, según supo La Silla por un alto funcionario del Gobierno, en los compromisos quedó pactado que el Gobierno tendrá que “definir y caracterizar” qué son las “áreas industriales” [de coca]. Es decir, cultivos grandes, que por su tamaño demuestran que su dueño es un ‘industrial’, o, palabras más, palabras menos, un narcotraficante.
“Se ha dicho que los cultivos de coca son producto llano y simple de la falta de presencia del Estado en muchas partes del país que obligó a los pequeños campesinos a cultivar coca para sobrevivir. Esa no es toda la verdad”, le dijo a La Silla una fuente del Gobierno. “Cada vez es más evidente que al lado de los campesinos hay grandes industriales de la coca. Eso salió a flote en Tumaco y nos obliga a mirar el tema”.
“Es como un Renault 4 y un Mercedes Benz. Ambos son carros, pero la diferencia es monstruosa”, agregó.
El lío es que esos “industriales” no quedaron cobijados dentro de los beneficios que ofrece el programa de sustitución de cultivos que pactó el Gobierno con las Farc en La Habana sino que para ellos la política es la erradicación forzada. Tampoco tendrán posibilidades de acceder a la política de alternatividad penal, que les da un año a los cocaleros para sustituir sus cultivos sin que sean tratados por el Estado como criminales, y por tanto, no paguen cárcel.
Lo que quedó demostrado en Tumaco es que esos “industriales” tienen capacidad para presionar con armas al Gobierno para impedir que les erradiquen sus cultivos. E incluso, presionar para intentar colarse en los acuerdos de sustitución.
Para eso, han aprovechado que hay versiones encontradas de qué es un ‘área industrial’. El Ejército, por ejemplo, ha dicho que son cultivos que exceden la hectárea o hectárea y media que es lo que miden normalmente los sembrados de los pequeños campesinos cocaleros y por eso, han entrado a erradicarlos a la fuerza.
Pero según le dijo a La Silla una fuente de la Coccam que estuvo en la negociación en Tumaco, en la reunión de ayer se habló de cultivos de más de tres hectáreas.
Por eso, lo que pide la Coccam en Tumaco es que se defina una sola medida que establezca con certeza cuál es el área que se puede catalogar como de “subsistencia” para los pequeños campesinos, algo así como una unidad agrícola familiar -UAF- cocalera con la que se define el área mínima con la que una familia campesina puede sobrevivir dignamente de lo que cultive en su parcela. Ellos sí podrían acceder a los planes de sustitución voluntaria.
En cambio, los que no hagan parte de ese grupo deben ser erradicados a la fuerza, y con eso está de acuerdo la Coccam. Sobre todo porque los dueños de esos cultivos grandes están amparados en grupos armados ilegales que ponen en peligro a los pequeños campesinos, según le dijo a La Silla la fuente de ese movimiento.
Ahora, al Gobierno le corresponde revisar con lupa cada caso antes de dejarlos entrar porque de hacerlo, se estarían colando al proceso delincuentes que no tienen nada de ideología política.
“Tumaco es un berenjenal donde se mezcla de todo. La presión fue inmensa. Si se llega a colar un grande es un lío”, agregó la fuente del Gobierno.
Mientras eso ocurre, es probable que en Tumaco se sigan presentando protestas tan fuertes como las de la semana pasada. Eso lo reconoce incluso la fuente del Gobierno.
Por eso, la idea es “persistir, persistir y persistir”, dice, para lograr que muchos más campesinos firmen acuerdos de sustitución que permita dejar claro quienes sí son campesinos y quienes no. Para eso, tienen planeado negociar sólo con las organizaciones sociales que son los que conocen quiénes son sus afiliados.
El lío es que mientras tanto los grupos que se están disputando el territorio que dejaron las Farc en Tumaco se siguen fortaleciendo. Lo que abona el terreno para que la guerra continúe en Tumaco.