Silla Pacífico

La presencia de Angelino Garzón en la convención uribista es un salvavidas para él que había salido del panorama político y para Uribe que necesita un aliado como él para ganar espacios en el centro. 

Desde que Angelino Garzón anunció en redes su participación en la convención uribista el sábado pasado, el país mediático comenzó a hablar de la posibilidad de que el ex vicepresidente de Juan Manuel Santos entrara a hacer parte de la baraja de precandidatos con los que el Centro Democrático espera ganar la presidencia en el 2018.  Por ahora, esa posibilidad sigue estando muy lejos de concretarse.

Lo que sí quedó en evidencia, en todo caso, es que Garzón apoyará al uribismo  en su intento por llegar a segunda vuelta. “Cuenten con mi modesta colaboración”, dijo el sábado en su discurso, donde habló más de 20 minutos y no ahorró elogios “a la generosidad” del ex presidente Uribe.

 

Además, aprovechó para lanzar varias pullas contra Santos, de quién Garzón terminó muy distanciado e incluso le rechazó la embajada en Brasil con la excusa de que su perro Orión no resistiría el calor.

Aunque como contó la Silla, Garzón había llegado al santismo como el “as” bajo la manga de un Gobierno que impulsaba la idea de la ‘unidad nacional’, siempre fue visto como una rueda suelta y nunca tuvo el respaldo suficiente para adelantar una agenda propia. La relación se terminó de romper luego de que el Presidente anunciara a Germán Vargas Lleras como su fórmula para el segundo período y dijera que “ahora sí tendremos vicepresidente”.

Después de haber sufrido una dura derrota en las elecciones a la Alcaldía de Cali en 2015, Angelino salió del panorama político, hasta ahora, que vuelve de la mano de Uribe.

Es un salvavidas que, además, es su tercer intento por volver a la luz pública. Ya lo había intentado en Cali dos veces, primero, cuando aún estaba caliente su derrota a la Alcaldía, dijo que impulsaría un movimiento político para las elecciones al Senado en el 2018. En ese momento, como contó un medio local, Angelino Garzón buscó a su viejo aliado, Ubeimar Delgado, ex gobernador del Valle por el partido Conservador. Sin embargo, la alianza no cuajó.

Entonces, Angelino Garzón hizo un segundo intento a principios de 2016 de regresar, ahora impulsando el Sí en el plebiscito por la Paz. Aunque en ese momento, su propuesta se ventiló en medios como un intento de acercarse a Santos, al final, su participación en la campaña del Sí pasó sin pena ni gloria.

“Está buscando un espacio para ventilarse y sacar sus barbas de la oscuridad”, le dijo a La Silla Pacífico Álvaro Jiménez, ex militante del M-19 y quien conoce a Angelino desde cuando Garzón estaba en la UP. “Es el único espacio que tiene para reforzar a su hija, y para reforzarse a él mismo”.

El cambio de ‘lado’, en todo caso, le ha valido críticas de personas que lo conocen como el ex alcalde de Cali y actual senador Verde, Jorge Iván Ospina.

“Es inconcebible, casi risible, que Angelino esté en donde quieren hacer trizas el acuerdo de PAZ. Lo primordial, estratégico e histórico, es que cese la muerte y resolvamos nuestras contradicciones desde una perspectiva distinta. Por ello, con tristeza y algo de dolor, dejo a mi amigo partir pero yo no formo parte de ese barco”, le dijo a La Silla.

Aunque Angelino Garzón ha dicho que “no se volvió uribista” por ir a la convención del Centro Democrático, no es la primera vez que el ex vicepresidente hace gala de su relación cercana con Uribe.

Por un lado, su hija, Ángela Garzón, milita en el Centro Democrático después de haber estado inscrita en el Partido Liberal, cuando el uribismo le entregó el segundo puesto de la lista cerrada al Concejo de Bogotá lo que prácticamente le dio la curul.

Por otro, porque aunque Angelino empezó su carrera como un hombre de izquierda (fue miembro del Partido Comunista, vicepresidente de la Unión Patriótica y Secretario General de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT,) también ha ocupado cargos en gobiernos de derecha. De hecho, fue Ministro de Trabajo de Andrés Pastrana y jugó un rol clave en el Gobierno de Álvaro Uribe.

En 2007, Angelino fue delegado por Uribe para negociar el TLC con el Congreso de Estados Unidos. Aunque no lo logró, en enero de 2009, Uribe lo nombró como Representante Permanente de Colombia ante las Naciones Unidas en Ginebra donde tenía la misión, principalmente, de defender el nombre de Colombia ante las denuncias que hacían los trabajadores colombianos ante la Organización Internacional del Trabajo.

“Esa es la viveza de Angelino. Coge los beneficios sin matricularse. Siempre ha tenido su agenda y eso le da movilidad”, le dijo a La Silla una fuente que lo conoció cuando fue candidato a la Gobernación del Valle en el 2003.

El salvavidas para Uribe

Con la reaparición de Angelino, Uribe adquiere un aliado que le puede servir ganar los espacios en el centro que necesitaría para ganar en primera vuelta en el 2018 o en una eventual segunda vuelta presidencial

De lo contrario, podría volver a repetir los resultados de las elecciones presidenciales del 2014, cuando su candidato, Óscar Iván Zuluaga, fue derrotado por una amplia coalición que respaldó a Santos no sólo para defender el proceso de paz con las Farc sino para derrotar a Uribe.

Los mismos uribistas lo han reconocido públicamente. El representante uribista Edward Rodríguez, uno de los que más se movió por buscar esta alianza, dijo que la llegada del ex vicepresidente apunta a quitarles el estigma que el Gobierno ha querido imponerles de ser un partido de extrema derecha y enemigo de la paz: “Somos centro y lo hemos demostrado”.

Algo similar dijo el precandidato presidencial uribista Iván Duque en una entrevista esta semana.

“Angelino Garzón es un hombre que ha hecho una amplia trayectoria en la izquierda democrática colombiana (...) y merece ser invitado a una discusión de un partido de centro, que ha superado los debates de izquierda y derecha, y que permite la confluencia de posiciones para edificar un programa común para 2018”, dijo Duque.

“El Centro Democrático es un partido de centro donde cabe Londoño y cabe Angelino”, agregó un militante de ese partido que habló con La Silla y que pidió no ser citado para no generar rencillas con el ex ministro Fernando Londoño.

La tarea de Angelino en el uribismo es precisamente esa: apoyar una “gran coalición política”, como lo dijo Angelino en la Convención.

Aunque hoy Angelino Garzón no tiene votos ni una estructura política más allá de la curul de su hija, su origen popular, su temperamento pragmático, sus habilidades como conciliador y su fe en Dios, son atributos claves para tender puentes con sectores más moderados y que Garzón conoce, como los sindicatos y organizaciones sociales y con pasado en la izquierda.  

De hecho, esas fueron las mismas características que le elogió Uribe al terminar su discurso  el sábado.

“Angelino es un hombre que tiene ideas de izquierda, que ama la democracia y practica la fraternidad cristiana”, dijo el ex presidente en la tarima del salón de la Misión Carismática Internacional donde se llevó a cabo la convención.   

Pero, por encima de todo, el “diálogo social” que ha defendido Angelino le podría servir eventualmente a Uribe para hacer más adelante un viraje y tender puentes frente al proceso de paz con las Farc si el proceso comienza a calar en los corazones de los colombianos y el país opta por no quedarse con las “trizas” del mismo que anunció Londoño.

Si no, reforzaría la idea que hay hoy en muchos de los que conocen a Angelino de que esta movida es por puro oportunismo.

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