El serpismo, debilitado en Santander, se la juega en Bogotá 

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Horacio Serpa, senador liberal.

El 2018 será clave para la continuidad de la casa política de Horacio Serpa, que aunque va de capa caída en su cuna, está tomando un nuevo aire con su hijo Horacio José en la capital.

Aunque desde la década del 70 el senador liberal Horacio Serpa Uribe se convirtió en la figura más emblemática del liberalismo en Santander y con el tiempo escaló y heredó las banderas de ese partido en todo el país hasta convertirse en su jefe natural, su poder se ha ido desgastando en su departamento natal. En cambio, en Bogotá su hijo y heredero político, el concejal Horacio José Serpa, está vigente y ha ido acumulando poder.

La disminuida del serpismo en su cuna

El primer síntoma del bajonazo de Serpa en su natal Santander se sintió en las legislativas de 2014, y la pregunta ahora es si ese declive va a continuar.

En esas elecciones, a pesar de haberse quedado con la primera votación de la lista roja en el país al alcanzar 129 mil votos, solo obtuvo 40 mil sufragios en su región, y se quedó corto de su meta de llegar a 150 mil.

Ese resultado mostró que Serpa perdió terreno entre los mismos liberales pues, aunque le ganó al senador Jaime Durán Barrera, un liberal que ha estado por cuatro períodos en el Congreso, solo lo hizo por 2 mil votos. Además, quedó  muy por debajo del clan de su rival político Hugo Aguilar quien, con su hijo Mauricio Aguilar, sacó el doble de apoyos -82 mil- en el departamento.

Según cinco rojos locales quedó la sensación de que para mantenerse vigente le tocaba acudir a alianzas políticas, cuando la capacidad de omitirlas que tenía antes era lo que lo hacía poderoso en Santander.

“Digamos que Serpa siempre había tenido el halo de ser el gran elector liberal. Antes uno decía, cuántos va a arrastrar Serpa. Ahora con esto se conviritió en uno más de los candidatos”, le dijo a La Silla un liberal de Santander. “Obviamente nadie desconoce su experiencia y todos le tienen respeto, pero electoralmente ya no lo volvimos a mirar igual”.

Otro de los factores que le juega en contra al poderío de Serpa está en que sus bases han ido envejeciendo con él, y que en su línea no ha habido renovación.

Mientras que quienes se hicieron con él en el Frente de Izquierda Liberal Auténtico, Fila, un movimiento que él creo en los 70, ya están retirados de la política; los que se formaron después, si bien lo reconocen como un líder y respetan su trayectoria, no se sienten representados en su figura.

“En Santander no hay juventudes serpistas, no hay nada que permita hablar de la continuidad de su proyecto político en el departamento si no está él”, le dijo a La Silla un político liberal de Santander.

Eso le ha pegado a su estructura. El grupo de los Tavera, si bien es su aliado en estos momentos, ha ido expandiéndose dentro del partido y, como lo ha contado La Silla, está consolidándose de manera tal que todo apunta a que quiere asumir el manejo de los liberales en lo local.

Por eso su reelección en 2018 depende de que los respalden sus aliados, como el gobernador del Atlántico Eduardo Verano, amigo de juventud; el de Antioquia, Luis Pérez; o el ex ministro guajiro Amilkar Acosta.

Y para el caso de Santander, que sería el departamento que le pondría al menos la cuarta parte de los votos con respecto a los de 2014 -aspiran a moverle 30 mil-, Serpa depende de que el grupo del gobernador Didier Tavera, quien se quedó con el aval liberal gracias a que él se dio la pela en medios defendiéndolo, cumpla el acuerdo y mueva su maquinaria a su favor.

Aunque la ficha con la que el serpismo tendría posibilidades de continuar en Santander con nombre propio sería su hijo Horacio José, éste ha hecho carrera política en Bogotá y tiene todo dado para seguir creciendo en el centro del país.

El heredero está consolidado en Bogotá

Horacio José, nació en Barrancamerbeja, pero creció y estudió en Bogotá, donde ha hecho su carrera política. 

 

Si bien sus pinitos los dio en 2007 en Santander, cuando coordinó el Comité de nuevas generaciones de la campaña de su papá a la Gobernación, cuando decidió medirse en las urnas volvió a Bogotá.

En 2011, luego de haber sido secretario privado de Rafael Pardo en la candidatura a la Presidencia entre 2009 y 2010, y con el apellido de su papá como respaldo, se lanzó al ruedo electoral como cabeza de lista liberal al Concejo, algo para lo que sirvió ser Serpa y no estar alineado con ninguno de los bandos del liberalismo local.

En ese entonces, y siendo un novato, alcanzó 27.500 votos, y además de quedarse con una de las curules, obtuvo la votación más alta de partido.

De acuerdo con dos fuentes del liberalismo en Bogotá, logró ese resultado no solo explotando su apellido (una marca que aún cala en algunos sectores liberales tradicionales), sino que se apalancó en los votos de varios senadores amigos de su padre, quien por esos días era Gobernador de Santander, y que no tenían candidato al concejo de Bogotá porque hacen política en otros lados.

En esa lista estuvieron Jaime Durán Barrera y Édgar Gómez Román, de Santander; Álvaro Ashton, de Atlántico, y Arleth Casado, de Córdoba, quienes, sin tener un caudal fuerte movieron lo que tenían a su alcance (alrededor de 1500 votos cada uno) y lo empujaron.

Además armó un grupo de candidatos a ediles que no eran de ningún concejal y vieron en su nombre la posibilidad de resultar elegidos, y que también se movieron.

En sus primeros cuatro años no logró reconocimiento, pero sí ganó millas como concejal, algo que en 2015, con su padre en el Senado y libre para hacer política, le ayudó a consolidar su plataforma política.

En esas elecciones, no solo alcanzó 37 mil votos y el primer lugar de su lista, sino que además se alzó con la votación más alta de Bogotá. 

Ese vertiginoso ascenso se lo debe a que ha  logrado armar una estructura de base, que aunque no es la más fuerte de la bancada (tiene ocho de los 35 ediles del Partido Liberal en Bogotá), sí le ha permitido mantenerse sin sobresaltos y volverse fuerte en localidades muy pobladas como Suba, Engativá y Kennedy.

Al tiempo, aprendió a moverse burocráticamente; en su primer periodo ubicó cuotas en la Secretaría de Desarrollo Económico y tras su reelección se convirtió, como lo contó La Silla, en el concejal más fuerte en la Personería.

Esa injerencia le sirvió a Serpa hijo para ubicar a un político que lo había ayudado en campaña, Samir Abisambra, como secretario General de la Personería, cargo en el que quedó al frente de la vinculación de trabajadores por prestación de servicios, lo que le ayudó a conformar una base burocrática importante.

Este año, Serpa fue elegido presidente del Concejo, producto de los acuerdos entre la coalición mayoritaria,  y eso lo consolidó como uno de los políticos con proyección en Bogotá.

Por eso por ahora, el futuro político de Horacio José, según nos contaron fuentes allegadas a él, está en la Alcaldía de Bogotá o en el Senado, pero no para el 2018 cuando Horacio papá va a buscar su reelección.

Con la capacidad de endosar en contra

Aunque a la pérdida de su capital político en Santander le ha hecho contrapeso la crecida de su hijo en Bogotá, hay un factor que le juega en contra al serpismo: su dificultad para endosar su poder electoral.

En Santander, en 2014, Serpa tuvo de fórmula al hoy presidente de la cámara Miguel Ángel Pinto; sin embargo, no quedó claro quién le aportó más a quién. 

Por ejemplo, en municipios como Barrancabermeja dónde Serpa es fuerte, él sacó buena votación (5.260), pero Pinto se quedó rezagado (llegó a 900).

“La campaña la hicieron juntos pero no revueltos, entonces cada uno lo que mostró al final fue lo que tenía”, le dijo a La Silla un político que estuvo en esa campaña.

Ahora, Pinto anunció su salto al Senado para 2018, y eso, como lo contó La Silla Santandereana, desbarajustó las cuentas de los liberales y especialmente las de Serpa, quien se quedó sin fórmula, y con un viejo aliado convertido en competidor. 

Por eso su nueva fórmula será clave, pero en Santander hay pocas caras que son de su línea y que además tendrían votos para impulsarlo.

Por ahora el único nombre que está en el sonajero y que es de su línea es el de Wilson Peña, un aliado de antaño que fue secretario de salud en parte de su Gobernación, y que entró el año pasado a la administración de Tavera como cuota suya. El lío con su aspiración es que tiene poca fuerza electoral. 

“Peña en un serpista que sí le puede funcionar. La pregunta es si a él le alcanzará para sacarlo como representante porque a Peña no le alcanza solo, y como no le aporta votos no es muy representativo”, le dijo a La Silla un político liberal de Santander.

En Bogotá, el proyecto serpista tampoco ha tenido éxito endosando votos.

En 2010, con Serpa de Gobernador, se lanzó a la Cámara Andrés Felipe Villamizar, quien trabajó con él en la OEA y fue su secretario privado en varias aspiraciones electorales. Pero se quemó con 6 mil 600 votos.

En 2014 Villamizar ya fue su fórmula, y aunque aumentó su caudal solo obtuvo 17.400 votos mientras que Serpa alcanzó los 29.400. 

Ese fue golpe fue duro si se tiene en cuenta que en esa campaña a la Cámara trabajaron no solo Horacio hijo, sino otros concejales liberales de ese momento como Germán García Zacipa (13.800 votos en 2011) y Miguel Uribe Turbay (hoy secretario de Gobierno de Peñalosa, 16.600 votos en 2011), que en el papel debían servir de palanca.

Villamizar solo ocupó su curul a inicios de 2016 y en remplazo de Juan Carlos Losada, el candidato que había quedado por encima de él y a quien le anularon su elección porque le habían adicionado votos de manera irregular.

Pero quedó el precedente de que pasó raspando y para 2018 lo sacaron del equipo, por lo que deberá rebuscarse sus votos aunque también puede quitarle los propios al serpismo.

De hecho Serpa ya tiene definido que su fórmula será Samir Abisambra, la cuota que tuvo hasta diciembre su hijo en la Personería y que manejó mucho poder en ese órgano de control.

A diferencia del 2014 los Serpa arrancan con varios puntos a favor: Horacio José puede poner a marchar su propia estructura, tiene un mejor caudal electoral (lo aumentó de 27 mil 500 a 37 mil votos) y parte con la base de lo que pueda mantener de la burocracia en la Personería.

Abisambra, además, puede tener algunos votos propios. Aunque se quemó como candidato a la Cámara por el Partido Verde en 2014 (13 mil votos) ayudado por el concejal de ese partido Edward Arias, luego impulsó la campaña al Concejo de Serpa en 2015.

El actual panorama político hace que sacar adelante esa candidatura no sea fácil, porque en esta ocasión Serpa hijo, quien hace cuatro años impulsó a Villamizar con el apoyo de otros dos concejales, será el único de los seis concejales de esa bancada que le hará campaña a Abisambra.

Esa elección será crucial para el futuro de los Serpa. Con Horacio papá con más de 70 años y de salida en Santander, tener una cámara en Bogotá es fundamental para el futuro político de Horacio José. Si no ocurre, el trasteo del serpismo de Santander a Bogotá puede quedar trunco.

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