La designación del ex congresista liberal Luis Enrique Dussán como nuevo presidente del Banco Agrario busca amainar las presiones políticas del liberalismo a Santos. Lo facilitó que el saliente Francisco Solano estaba en un abierto choque con la junta directiva.
El tras bambalinas del Banco Agrario
Foto: minagricultura.gov.co
La designación que hizo Juan Manuel Santos del ex congresista liberal Luis Enrique Dussán como nuevo presidente del Banco Agrario es parte de la estrategia del Gobierno para amainar las presiones políticas del liberalismo a Santos. En este caso lo facilitó que el saliente presidente Francisco Solano estaba en un abierto choque con la junta directiva del Banco.
Dussán, el nuevo presidente viene del grupo político del ex ministro y actual senador liberal Rodrigo Villalba y tiene trayectoria en el sector agrario.
Dirige Finagro, la entidad que se encarga de financiar el sector, desde 2014, y ya había sido gerente del antiguo Incora -que se encargaba del manejo de tierras-, director de desarrollo rural del Ministerio de Agricultura cuando Villalba era ministro y tres veces representante a la Cámara por el Huila, siempre en la Comisión Quinta de temas agrarios.
Villalba, justamente, fue el senador liberal que contó en una reunión del Partido Liberal que junto con Horacio Serpa le habían pedido al Presidente que ojalá la terna para Fiscal General fuera liberal, petición que Santos ignoró al meter a Néstor Humberto Martínez, muy cercano al Vicepresidente Germán Vargas, de Cambio Radical.
La Silla verificó con dos fuentes de Palacio que, en efecto, el cambio de director había sido estratégico en todo el nuevo ajedrez político.
Dussán no solo era una persona con una trayectoria reconocida en el sector, dijo uno de los funcionarios consultados, sino que era un auténtico liberal que ayudaba a calmar las aguas con los rojos, el partido que había quedado tan descontento con la conformación del nuevo gabinete que lleva días amenazando con salirse de la coalición oficial.
“La decisión de cambiar a Solano se había tomado desde antes pero ha servido para el tema con los liberales”, dijo la otra fuente que conoce las movidas internas de Palacio.
Francisco Solano, el saliente presidente del Banco Agrario es un economista e ingeniero industrial de Los Andes, que llegó a la presidencia con tan solo 35 años, tras ser analista financiero en la Federación Nacional de Cafeteros, jefe de pricing en el departamento de mercadeo de Colombia Móvil y asesor financiero de Juan Camilo Restrepo en el Ministerio de Agricultura. Estuvo encargado del banco entre mayo y septiembre de 2013, y de nuevo entre julio y noviembre de 2014, cuando fue nombrado formalmente por Santos.
Durante su gestión, el Banco logró el año pasado las utilidades más elevadas de la historia del Banco, de 522 mil millones (150 mil de ellos gracias a que Minhacienda, en la llamada operacion Fonsa, le compró cartera vencida y así terminó impulsando las utilidades) con desembolsos de 5,7 billones para 420 mil clientes (24 por ciento más que en 2014). El índice de cartera vencida llegó al nivel más bajo los últimos dos años, ubicándose en 6,12 por ciento al cierre de abril de 2016. Y el banco logró una cobertura en el 100 por ciento de los municipios.
Sin embargo, las relaciones de Solano con la junta directiva del Banco estaban cada vez más deterioradas.
Por eso, aunque su salida coincidió con una movida política de Santos en la nueva repartija burocrática, el cambio del presidente del Banco Agrario -del que se enteraron por twitter tanto Solano como el ministro de Agricultura Aurelio Iragorri- también es una victoria para la junta.
Los enredos con la junta
Por estatutos, el Presidente de la República es quien nombra al presidente del Banco, y los 12 vicepresidentes, los define la junta directiva.
A diferencia de otras entidades, en el Banco Agrario el presidente le rinde cuentas a una junta que no lo nombra ni lo puede sacar, pero que sí le puede imponer sus subalternos más importantes, un esquema que terminó en este caso con una junta que, por lo menos en su mayoría (La Silla pudo hablar directamente con cuatro de los nueve miembros del momento y todos coincidieron en eso) no estaba contenta con Solano.
En principio, criticaban algunas de sus decisiones como el grupo de 14 asesores que tiene, y que a juicio de varios miembros de la junta es excesivo para el banco, además de que para los miembros tardaba mucho en presentarles una lista de candidatos para llenar dos vicepresidencias que estaban vacías, incluyendo la ejecutiva que es la segunda en importancia. Encima, les molestaba que encargara de esas vacantes justamente a esos asesores.
Además, el cambio que lideró Iragorri en el programa de vivienda rural, y que tuvo el apoyo de Solano, fue muy mal recibido en la junta pues, como contó La Silla, politizó esa iniciativa para dárlse a auna ficha del clan García Zuccardi, de los ex congresistas Juan José García y Piedad Zuccardi y su hijo, el hoy senador por La U Andrés Garcia Zuccardi.
Hacia septiembre del año pasado se empezó a notar esa molestia porque Solano quería que la junta sacara a Magdalena Fandiño, la vicepresidente de Banca Agropecuaria, y la junta directiva tenía una muy buena opinión de ella.
El argumento de Solano era que Fandiño no respondía a sus instrucciones, y el de la junta era que Fandiño era uno de los vicepresidentes con mejores resultados y una hoja de vida sólida en el sector financiero.
El tire y afloje entre la junta y Solano duró unos dos meses, es decir, unas 4 o 5 sesiones de la junta directiva. Al final, la junta decidió que tenía sentido que Solano pudiera sentirse cómodo con sus vicepresidentes y, aunque a regañadientes, decidió sacar a Fandiño.
Aunque la situación en principio quedó de ese tamaño, en abril la junta se enteró de que Solano había sacado a otros dos vicepresidentes, el administrativo Luis Eduardo Castro (encargado de la secretaría general) y Marcela Ferrán de crédito y cartera (muy cercana a Estupiñán), y eso produjo un choque muy fuerte.
En particular la salida de Ferrán cayó muy mal porque tiene una excelente reputación y porque la percepción en la junta es que Solano la había sacado porque ella se negó a conceder algunos créditos que no tenían el suficiente soporte, incluyendo el de un señor del Casanare por 6 mil millones cuando el máximo cupo que había tenido era de 50 millones.
Solano dijo a La Silla que esa no fue la razón. Dijo que cambió los vicepresidentes después de un proceso de evaluación largo y que es normal que un presidente cambie a algunos de sus segundos a bordo.
Cuando Solano explicó a los miembros que había sacado a los vicepresidentes porque en la reunión en la que la junta aceptó la salida de Fandiño le habían dado la atribución de sacar a otros Vicepresidentes, varios miembros dijeron que eso no era cierto, o que por lo menos no recordaban haberlo hecho.
Solano les mostró que así estaba consignado en el acta (que La Silla vió) y al final acordaron quitarle inmediatamente esa posibilidad, como forma de resolver el problema. Pero la molestia creció y las relaciones de confianza quedaron totalmente maltrechas.
Para los miembros consultados, Solano se sentía con la capacidad de desafiarlos a pesar de que legalmente son los encargados de vigilarlo, porque tenía el apoyo del ministro de Agricultura Aurelio Iragorri y del senador de La U José David Name.
“El Ministro maneja a Solano con el dedo chiquito. El Presidente no tiene el manejo político ni la experiencia para decirle que no”, explica uno de los miembros.
Específicamente, la sospecha de varios de los miembros de junta con los que habló La Silla es que esas decisiones de Solano buscaban “entregar el banco a los políticos”, según nos dijo uno de ellos.
Según dos de los miembros, la Secretaria General de Solano, Sandra Naranjo, es cuota de Name. Y la asesora a la que encargó la vicepresidencia de Recursos Humanos, Patricia Moreno, era según dos de los miembros el enlace de Solano con el Congreso, pues era quien llevaba y traía hojas de vidas recomendadas por congresistas a Solano.
Solano dice que no es cierto que hubiera puesto el banco a disposición de los políticos y que los resultados del banco durante su gestión hablan por sí solos. Dijo que Naranjo llevaba más de ocho años en el banco como gerente de la Costa y que fue escogida por head hunters entre tres candidatos idóneos, y que Moreno, con 25 años de experiencia en recursos humanos, sí le ayuda con los temas del Congreso pero que ninguna de las dos tenía injerencia en los nombramientos o en el gasto.
Paradójicamente dada esta sospecha de miembros de la junta frente al manejo actual del banco y el hecho de que, por ejemplo, el gerente de vivienda rural actual (el programa con mas plata y que maneja 1,1 billones) sea cuota de los García Zuccardi, que también son de la U, La Silla supo que empleados del banco están promoviendo la idea de hacer una protesta pública por la llegada de un político a la gerencia del banco precisamente porque creen que eso lo “politizará”.
En el mismo sentido un senador de la U, el partido de Name, le dijo a La Silla. "A lo liberales les van a dar el Banco Agrario y la ANH. El llorar paga. Ellos van por los más de 1500 puestos (en el banco). Van a politizar lo único que era técnico en este gobierno”.
La politización consiste en nombrar en los puestos a cuotas de los políticos, pero también -según nos contó alguien que trabajó en el banco en el pasado- en que políticos corruptos cobran comisiones sobre créditos que les consiguen a gente que si no fuera por su ‘palanca’ jamás obtendrían un préstamo. (Esto último explicaría por qué el Banco Agrario tiene la cartera vencida más grande de cualquier banco en Colombia.)
Durante este mismo gobierno, para no ir muy lejos, el Banco tuvo un presidente muy político, el conservador Álvaro Navas Patrón, recomendado del senador Roberto Gerlein y puesto a última hora cuando los azules amenazaron a Santos con frenar la votación del referendo por la paz en la Comisión Primera del Senado, como contó La Silla en su momento.
Una explicación de uno de los asesores de Solano es que todo este ruido obedece a los cambios que se dieron en la junta, de la cual fueron desterrados los conservadores, que durante años han tenido su fortín político en el agro, incluido el Banco.
En realidad, Solano no tenía ninguna injerencia en los cambios de la junta, y fue una decisión más desde Casa de Nariño. Según un alto funcionario de Santos “eso llevaba en manos de conservadores muchos años y había algo muy incómodo con la junta y decidieron poner gente de Hacienda y Planeación. Quieren barrer internamente”.
La puja entre ministros
Había una puja entre los ministros Mauricio Cárdenas y Aurelio Iragorri y se notó en los cambios de la junta directiva del Banco en la que los dos tuvieron un roce, que terminó ganando Cárdenas.
Como todas las grandes compañías y las entidades financieras, el Banco tiene una junta directiva cuyos miembros elige la Asamblea, que controla el Ministerio de Hacienda pues es dueño del el 99,99 por ciento de las acciones.
Por estatutos tiene nueve miembros, cuatro del Gobierno (incluyendo a esos dos ministros o sus delegados) y la Asamblea elige a otros cinco independientes, que no pueden ser funcionarios del Gobierno.
Hasta marzo, según tres de sus miembros, la junta funcionaba de forma bastante sólida y coordinada. En ella, además de los ministros, está el subdirector del DNP Luis Fernando Mejía (delegado de Hacienda como accionista mayoritario) y Juan Hernández Celis, el ex secretario general de presidencia de Andrés Pastrana (el delegado del presidente Santos).
Los independientes, eran el presidente de Conalgodón César Prado (quien llegó gracias al ex ministro de Agricultura Rubén Darío Lizarralde), el ex embajador en España Álvaro Villegas Villegas (llevado por Cárdenas), el ex ministro de Agricultura Francisco Estupiñán (también impulsado a este cargo por Cárdenas), el ex presidente de Finagro Luis Eduardo Gómez y el empresario de idiomas Jesús María Oviedo.
La Asamblea, que se hace por rutina en marzo, pintaba tranquila. Y así se desarrolló el 28 de marzo hasta que, casi al finalizar cuando se abordó el punto de “varios”, Arturo Dajud, delegado de Iragorri y su poderoso asesor encargado de la relación entre el ministro y las entidades del sector como el Banco, dijo que tenía una propuesta. Iragorri no estaba en esa reunión. Según todos los miembros de la junta consultados por La Silla, si mucho ha ido tres veces en el último año, pese a ser la cabeza del sector.
Dajud presentó una inesperada lista de tres nuevos candidatos a la junta, algo que sorprendió a los delegados de Hacienda y que nadie esperaba, pues no se había conversado previamente.
Los candidatos eran el ex gobernador conservador del Valle Francisco José Lourido, el empresario del café Gustavo Gaviria, cercano a César Gaviria; y el empresario del agro y superpoderoso de Barranquilla Carlos Murgas. De elegirlos, saldrían Prado, Villegas, y Estupiñán.
Según dos fuentes de la junta, inicialmente el delegado de Cárdenas dijo que no tenía instrucciones sobre qué hacer y por eso se suspendió la junta. Dajud alegó que la idea tenía el apoyo de Presidencia. Al final, una llamada de la entonces superministra María Lorena Gutiérrez comprobó ese apoyo y el delegado de Hacienda aprobó la nueva junta. Por eso, la información fue publicada oficialmente.
Sin emabrgo, esa misma noche Gaviria y Murgas, que tienen créditos abiertos con el Banco, declinaron su nombramiento.
Y una semana después una columna de Ramiro Bejarano en El Espectador, en la que criticaba esos cambios por considerar que todos tenían conflictos de interés y se cocnentraba en Lourido, sacó del camino al tercero.
Con eso la movida de Iragorri quedó frenada en seco.
Como igual se había votado por sacar a los tres independientes, el Banco citó a una nueva Asamblea el 21 de abril para elegir otros tres miembros independientes.
El llorar paga. Ellos (los liberales) van por los más de 1500 puestos
En esa nueva Asamblea, ya limadas las asperezas entre Cárdenas e Iragorri, el ministro de Hacienda presentó y aprobó a los nuevos miembros. Son el subdirector de Fedesarrollo Juan Mauricio Ramírez (conocido por Santos porque fue subdirector de Planeación de 2009 a 2012), el presidente del gremio de ganaderos Demogan Roberto Ramírez Ocampo (conservador y, como Iragorri, rival de José Félix Lafaurie entre los ganaderos) y el consultor Jairo Burgos de la Espriella (conservador cordobés, y quien fue vicepresidente de Recursos Humanos en Bancolombia durante 13 años).
Estos tres nuevos miembros no se han posesionado aún pero el cambio ya está definido.
Con una junta renovada y la entrada de un nuevo presidente, con trayectoria en el agro pero también en la política, arranca una nueva etapa para el Banco que jugará un papel clave en el posconflicto pues en muchas zonas es la única fuente de financiación para los campesinos. Con los días se sabrá si su llegada y la de los liberales a manejar esta importante entidad frenará la codicia de los políticos o la agudizará.