En el caso de la Van der Hammen, la magistrada reculó atacando

Silla Cachaca

La magistrada Nelly Villamizar y el Director de la CAR, Néstor Franco.

Nelly Villamizar echó para atrás su orden de que la CAR adopte, sin discutir, la propuesta del alcalde Enrique Peñalosa para la Reserva. Pero aunque perdió ese pulso, no se quedó con la espinita.

Ayer se conoció que la magistrada Nelly Villamizar, del Tribunal de Cundinamarca, dejó sin efectos el auto con el que ella misma le había ordenado al Consejo Directivo de la CAR adoptar la propuesta del Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, de modificar el área de la Reserva Van der Hammen para meter vías y vivienda.

Villamizar tomó la decisión mediante otro auto, luego de que la Procuraduría le pidió aclarar la polémica decisión que había tomado el pasado 10 de octubre.

La magistrada terminó reculando al aceptar que el Consejo Directivo estaba en los tiempos para tomar una decisión. Su interpretación inicial fue que como la Alcaldía había radicado su propuesta el 2 de abril y hasta ahora el Consejo Directivo no decidía, se estaba tomando mucho tiempo.

Ahora tomó en cuenta la explicación de la CAR de que la Alcaldía sólo entregó la información completa el 3 de septiembre, y por eso sólo desde ese momento comenzó la discusión, al menos en lo que tiene que ver con sustraer 104 hectáreas de lo que hoy es la Reserva para construir vías.

La Silla Cachaca había advertido, precisamente, que la magistrada decía que la CAR estaba demorada pero no había tenido en cuenta que Peñalosa había incidido en esa demora.

Al incluir ese dato, dejó su auto inicial sin efectos. En el nuevo le pidió al Consejo Directivo cumplir con el plazo de 120 días hábiles que tiene formalmente para decidir sobre la sustracción.

En ese punto, la CAR, que reclamó mantener su autonomía como autoridad ambiental, le ganó el pulso a Villamizar.

Pero ella, en su nuevo auto, contraatacó y puede anotarse un punto.

El plan que se quedó en plan

En su primera decisión, Villamizar partió de que hasta ahora no se ha cumplido el Plan de Manejo que aprobó la CAR en 2014 para restaurar la zona donde queda ubicada la Reserva. Y por eso, consideró que la propuesta de la Alcaldía podía lograr recuperar esa zona para que realmente cumpla con la función ecológica.

Así que, a pesar de que se echó para atrás, en su nuevo auto dio un plazo de ocho días hábiles para que tanto la CAR como la Alcaldía y la Gobernación de Cundinamarca “acrediten acciones, obras y contratos” con los que hayan buscado cumplir con el plan de manejo de la Reserva.

Ese Plan estableció los proyectos que se deben ejecutar para que la zona donde se declaró la reserva cumpla su función como tal y habla, por ejemplo, de hacer ganadería sostenible, compra de predios para la conservación, recuperación de humedales, entre otros. Para cuando se formuló en septiembre de 2014, se calculó que costaría unos 205 mil millones de pesos.

Ese es un punto débil para la CAR y los gobiernos distrital y departamental porque muy poco han hecho en ese sentido, como lo admitió el propio Director de la CAR, Néstor Franco, en una entrevista que dio anoche.

“La Reserva cuando se constituyó no era porque allí hubiera un gran bosque o una gran riqueza ecosistémica sino porque se pretendía practicar una de las propuestas del profesor Thomas Van der Hammen, que era poder hacer procesos de restauración de largo aliento y convertir esos ‘potreros’ en unos grandes bosques a futuro, pero eso no se hizo y eso es con recursos”, le dijo a Claudia Palacios en Citytv.

La magistrada, precisamente, llama la atención en el nuevo auto por el retraso en la implementación de ese plan, y se queja de que “las autoridades dejan pasar el tiempo y nada se hace y por el contrario la situación cada día se agrava más”.

De hecho, ordena que si la CAR no aprueba la propuesta de Peñalosa, en seis meses “darles cumplimiento a las medidas adoptadas en el plan de manejo”.

Es decir: aplicó la máxima de que en guerra larga hay desquite y mostró que a pesar de que en este episodio la frenaron, tiene poder para seguir pidiendo cuentas.

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