En Medellín, los concejales uribistas no le copian a Uribe para oponerse a Quintero

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Aunque la semana pasada el partido pasó de la independencia a la oposición, varios concejales se resistieron a dar ese paso, debido a posturas en común con el Alcalde, vínculos de amistad y puestos en la Administración. 

 

En el papel, el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, es un adversario claro para el uribismo: estuvo en contra de Iván Duque en la segunda vuelta presidencial en la que apoyó a Gustavo Petro; el año pasado lo derrotó en su casa al ganarle la alcaldía a Alfredo Ramos; el expresidente Álvaro Uribe apoyó públicamente la veeduría Todos por Medellín, creada para vigilar el manejo de EPM por Quintero, y éste selañó a Uribe de liderar un “movimiento revocatorio” en su contra.

La enemistad quedó retratada hace poco por la senadora uribista Paola Holguín, que compartió este montaje:

 

 

Sin embargo, en la práctica los bandos son tan poco claros como en la imagen, que confunde  “buenos” (jedi) y “malos” (sith) de la saga de Star Wars.

Aunque la bancada del CD en el Concejo se pasó oficialmente a la oposición la semana pasada, la mayoría de los concejales siguen votando con una Administración con la que varios tienen posturas en común, vínculos de amistad y puestos.

Y eso muestra lo difícil que es mantener una sola línea en los partidos, incluso en uno tan vertical y creado bajo una figura dominante tan clara como Álvaro Uribe.

Una bancada diversa

Pese a que el Centro Democrático obtuvo casi el 40 por ciento de las curules del Concejo, y con 8 de 21 concejales podría establecer un contrapeso consistente a la Administración, en la práctica representan distintas corrientes -y divisiones- locales del partido.

Por las casas uribistas tradicionales llegaron

  • Sebastián López, sobrino del exministro del Interior de Uribe Fabio Valencia Cossio.

  • El candidato derrotado Alfredo Ramos, hijo del exgobernador de Antioquia Luis Alfredo Ramos, que aceptó la curul para el segundo en las elecciones.

También están

  • Simón Molina Gómez, del sector de la senadora Paola Holguín, conocido como Los Paolos. Según cuatro fuentes, tres del uribismo y una externa, ese grupo se destacó en campaña por no jugársela con Ramos sino con Santiago Gómez, candidato del exalcalde Federico Gutiérrez.

  • Lina García Gañán, apoyada por el senador del Centro Democrático, Nicolás Pérez, sobrino del exgobernador Luis Pérez.

  • Nataly Vélez, respaldada por el también senador uribista Esteban Quintero, hijo del parapolítico Rubén Darío Quintero.

  • Mantuvo su curul Paulina Aguinaga Lezcano, de la línea del exrepresentante conservador Luis Norberto Guerra, miembro del directorio nacional del partido.

  • Gabriel Dib DíazGranados, un médico debutante en la política que encabezó la lista por invitación de Uribe.

  • Albert Yordano Corredor, cuya familia es dueña del Censa, una holding enfocada en el negocio de la educación con buena relación con el uribismo en Antioquia.

Más allá de la bendición de Uribe y el logo del partido junto a sus nombres, los ocho tienen poco en común. Esa diversidad se ha convertido en una división, por lo menos en su actuación desde el Concejo y su cercanía o lejanía con la Alcaldía, que deja en duda el control del expresidente que durante sus ocho años en la Casa de Nariño se hizo famoso por su microgerencia.

Se convierte en una bancada dividida

En Medellín, la retórica del uribismo frente a Quintero cambió prácticamente desde el día siguiente a las elecciones.

El nuevo Alcalde pasó en pocas semanas de ser un agente de la izquierda en Medellín, como lo describió Sebastián López en una entrevista una semana antes de las votaciones, a ser un hombre “que ha demostrado ser de centro” con el que los concejales debían mantener una “relación institucional”, como dijo el mismo López en otra entrevista de febrero.

Oficialmente, el partido se declaró en “independencia propositiva” y solo Ramos asumió un rol de oposición. Fue el único que votó negativo el Plan de Desarrollo de Quintero en mayo y constantemente lo ha cuestionado, por ejemplo por los contratos de la Administración.

 

 

La coyuntura de EPM y la pelea de Quintero con los empresarios empujó a otros, Dib y Molina, a la oposición. 

Este último, según tres fuentes del partido y una externa, se puso contra Quintero en gran medida por sus críticas al exalcalde Federico Gutiérrez, cercano a Los Paolos y amigo personal y exsocio de la senadora Holguín.

El 21 de agosto los ocho concejales publicaron un comunicado que decía que el alcalde “ha tomado decisiones nefastas para la ciudad”, sin declararse en oposición.

Según le dijeron cinco fuentes del partido de distintos sectores del uribismo a La Silla, el comunicado salió de una reunión de ellos con directivas del partido y el expresidente Uribe, que les expresó su “preocupación” por la situación y les sugirió pasarse a la oposición.

Pero todos menos Ramos, Molina y Dib insistieron en seguir en la independencia, y ganaron en ese momento.

Esa fue una primera muestra de que el expresidente no ejerce un control férreo sobre su propio partido y en su casa, por lo menos no cuando sus problemas judiciales y las dificultades del gobierno de su pupilo Iván Duque son otras dificultades a enfrentar.

Los independientes

Los cinco concejales renuentes a oponerse a Quintero tienen relaciones cercanas con él, con funcionarios que él nombró o con sus posturas frente a EPM.

Uno de ellos es Albert Corredor, que viene de ser asesor de Quintero en el viceministerio de las TIC y volvió a trabajar con él en la campaña presidencial de Humberto de La Calle en Medellín.

Su relación con la Alcaldía va más allá de la amistad con Quintero. 

Personas cercanas a la Corporación Universitaria Americana, que controla su familia a través de Censa, tienen puestos importantes en la Administración: el subsecretario de Educación, Juan David Agudelo, que viene de ser vicerrector de esta universidad; y el exalcalde Ómar Flórez, recién nombrado en la junta de EPM, que aún figura como vicedecano de Ciencias Económicas.

Corredor respaldó a Quintero cuando emprendió acciones legales contra los contratistas del proyecto Hidroituango, lo que detonó la renuncia de la anterior junta de EPM. 

Otro de los que aplaudió esa acción, al menos al principio, fue el concejal Sebastián López, que este mes sí ha criticado al Alcalde por esa pelea. 

Mantiene, sin embargo, dos nexos claros con la Alcaldía: 

  • El gerente de EPM, Álvaro Guillermo Rendón, salió de la casa política de los Valencia Cossio y era secretario general del Partido Conservador cuando López comenzó en las juventudes azules.

  • Mauricio Vergara, subsecretario de Gestión y Control Territorial fue compañero de universidad de López, con quien coincidió en la Contraloría el periodo pasado, y en las redes sociales del Concejal hay fotos con Vergara, como una en el matrimonio del subsecretario en noviembre de 2019, poco antes de la posesión de ambos.

Tres fuentes en el Concejo de distintos partidos y dos externas, una de ellas del Centro Democrático, le dijeron a La Silla que la concejal Nataly Vélez tiene cercanía con el Instituto de Deportes y Recreación de Medellín (Inder), a través del excandidato a la Cámara por el Partido de la U Johny Jaramillo, aunque no pudimos verificar los nexos de forma independiente.

El padrino político de la concejal Lina García, el senador Nicolás Pérez, está alineado con la posición de su tío Luis Pérez, y del propio Quintero, frente a los errores de la anterior administración de EPM. 

El 11 de agosto, Nicolás dijo en su cuenta de Twitter que la prioridad debía ser “recuperar los recursos perdidos por la demoras en la construcción de Hidroituango”, palabras muy cercanas a las del Alcalde.

Es decir, García y los Pérez tienen una posición más cercana a la de Quintero que a la del uribismo sobre el tema de mayor sensibilidad de la Administración.

Ese tema también explica la posición de María Paulina Aguinaga, que desde 2017 criticó el manejo de EPM en cosas como las inversiones en el exterior y los vínculos con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), que encajan con los señalamientos del Alcalde.

Aguinaga fue una de las voces que más defendió mantenerse en la independencia y el 9 de septiembre, en una entrevista, insistió en que no era el momento para declararse en oposición.

Perdió en el papel, pero no en el fondo.

La "oposición constructiva"

La negativa de los cinco concejales de pasar a la oposición en agosto molestó a sectores del uribismo en Medellín: el 9 de septiembre 215 militantes en Medellín enviaron una carta al comité de ética del partido expresando su “preocupación” por el hecho de que “el partido liderado por el Presidente Uribe no tenga concejales con carácter para salir a denunciar la cantidad de irregularidades que se están viviendo”.

La directora del partido, Nubia Stella Martínez, según dijo una vocera oficial a La Silla, la recibió “con mucha preocupación”. Nuestro electorado en Antioquia es muy exigente y nos gusta que hagan control riguroso”.

La queja de los votantes motivó una reunión extra de la dirección nacional del Centro Democrático el viernes en la que, según confirmó Martínez, se trataría el tema. 

Justo mientras se daba la reunión, al mediodía los cinco concejales independientes publicaron un comunicado en el que se declararon en “oposición constructiva” a Quintero.

 

 

En el documento quedó constancia de que el concejal Albert Corredor “manifestó su deseo de permanecer en la independencia, no obstante acata y respeta las mayorías del partido”.

Con eso, por lo menos sobre el papel, la posición de Uribe finalmente le llegó a los concejales de su partido (con la excepción de Corredor, de los pocos que no tiene una carrera política que venga del uribismo y que cuenta con recursos propios para mantenerla).

Sin embargo, cinco días después poco ha cambiado en la práctica.

Desde que se declararon en oposición los concejales han votado en dos ocasiones, ambas a favor de la Alcaldía. 

El lunes, los que están en la comisión de presupuesto, García, Aguinaga y el propio Ramos, aprobaron en primer debate las vigencias futuras para el metro de la 80. El martes, en plenaria, el Concejo aprobó con 20 votos a favor y uno en contra -el de Ramos- las vigencias futuras que pidió el Alcalde para hacer reparcheo vial y para el funcionamiento de la secretaría de Infraestructura durante los primeros cinco meses de 2021.

El concejal López le dijo a La Silla que la declaratoria se dio para “dejarle claro a la ciudadanía de Medellín que nuestra posición política es distinta al alcalde”, pero que “tenemos claro que como oposición nunca nos vamos a atravesar en nada que sea beneficioso para la ciudad”. 

En esa línea, cuatro fuentes del partido en Antioquia consideran que el salto a la oposición se dio más por presión del partido que por convicción. 

“Le pusieron el adorno de ‘oposición propositiva’ porque los que no quieren oponerse van a seguir callados”, dijo puntualmente una de las personas consultadas.

Las futuras votaciones y las acciones de control definirán si, en efecto, la presión del expresidente Uribe solo le alcanzó para que los representantes de su partido en Medellín declararan una oposición de palabra.

Y, si es así, si un partido que nació hace seis años siendo casi una monarquía uribista ya tiene más visos de un partido tradicional. Eso a pesar de que Uribe sigue teniendo los poderes vitalicios que sus estatutos le dan como Presidente Fundador y de que logró su mayor meta: recuperar el poder presidencial en 2018.

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