Barranquilla es la segunda ciudad de Colombia con más hambre en pandemia y, entre las principales, la que tiene más muertes en proporción a su población. Una mirada a la gestión de la alcaldía charista desde El Rubí, el barrio con más casos activos de covid.
En plena crisis de covid, Pumarejo señala la indisciplina y hace poco contra el hambre
Barranquilla pasó de la euforia al luto y al hambre.
Hace apenas tres semanas Barranquilla era una fiesta de optimismo, como sede de la Asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El alcalde charista Jaime Pumarejo posó para fotos con sus invitados y resaltó que “esta ciudad se atreve a desafiar al mundo en atracción de inversión, en reducción de desempleo y equidad”.
Pumarejo solo anunció medidas de restricción el 22 de marzo, un días después del fin de la Asamblea del BID. Desde entonces el Ministerio de Salud ha reportado 432 muertos por covid, y las UCI de la ciudad están al 86 por ciento de capacidad.
Frente al impacto de la tercera ola en la ciudad, Pumarejo le ha atribuido el nuevo aumento de contagios al “relajamiento” de la gente. En Caracol Televisión dijo que “durante las últimas tres semanas, y quizá un poco antes, lo que hemos visto en Barranquilla es un relajamiento del control social” y en Blu Radio comentó que “nos relajamos, bajamos la guardia, y hoy estamos viendo las consecuencias”.
Esta es una visión que no tiene en cuenta el hambre. Según la última encuesta Pulso Social del Dane, el número de hogares en la ciudad que tienen acceso a tres comidas diarias pasó de 87 % al 41 % durante la pandemia.
Según la medición del Dane, Barranquilla ocupó el penúltimo lugar de las 23 ciudades de la encuesta en ese aspecto, solo superada por Cartagena. En Medellín el 81 % de los hogares tienen acceso a las tres comidas diarias y en Cali el 78 %.
Un fenómeno que no ha sido atendido por la Alcaldía, como encontramos en El Rubí, el barrio con más casos activos de la ciudad, y donde las restricciones se cumplen poco por la necesidad de la gente. Esto muestra que los confinamientos —como el que rige durante este fin de semana— para ser eficientes necesitan más que los regaños de los dirigentes, una política social. Una que la Alcaldía de Barranquilla no ha tenido.
El Rubí
El Rubí está ubicado en una loma, por eso todas sus calles y casas están pronunciadamente inclinadas. El barrio está dividido en dos partes: la urbanización y la invasión.
La Silla visitó el barrio antes de que anunciaran las restricciones que regirán este fin de semana. Las calles en el sector de la invasión estaban activas, y el covid era una noticia secundaria frente a los problemas económicos.
La invasión de El Rubí, o Altos del el Rubí como le dicen sus habitantes, parece un barrio en obra negra y no tiene servicios públicos legales.
Está habitada en su mayoría por migrantes venezolanos y una parte importante de las casas están a medio hacer. Sus calles de arena tienen escombros, bultos de arena y piedras chinas por doquier. Las fachadas de las casas no están pintadas. Algunas ni siquiera están repelladas con cemento, y en cada cuadra hay grupos de obreros trabajando.
En general, la percepción de riesgo al covid en el barrio es baja. Esto se explica porque aunque la Alcaldía de Barranquilla reporta 222 casos activos, ninguna de las 12 personas con las que hablamos han conocido un muerto por el virus en el barrio.
“Ni una sola persona en el barrio se ha muerto de eso (covid). Acá lo que sufrimos es de hambre, la estamos pasando mal”, le dijo Yohandry Fuenmayor a La Silla tras soltar el martillo con el que trabajaba cavando una zanja para meter tuberías.
Yohandry tiene un hijo, y lo que más le ha dado duro de la pandemia es no poder llevar las tres comidas diarias a la casa.
Rafael Medina es compañero de Yohandry, trabaja como obrero en las construcciones del barrio. Rafael dice que, cuando las construcciones estuvieron paralizadas, le tocaba salir a pedir colaboraciones desde las ocho de la mañana hasta el mediodía en barrios vecinos.
“Las construcciones volvieron a moverse apenas en enero. Hubo días duros, donde se comía una vez al día o no se comía. Pero a mis cuatro hijos siempre los alimenté”, nos comentó Rafael.
Lidy Cardona y Edinson Marrugo tienen una tienda y han reducido sus ingresos en más de un 50 por ciento. “Si nosotros pagáramos arriendo tendríamos que haber cerrado la tienda. A las empleadas les tuve que reducir el sueldo”, señala Lidy.
En otra construcción, los obreros Inmanuel Hidalgo, Luis Vega y Franklin Suárez coinciden en que con la pandemia no solo hay menos trabajo, sino que es más barata la mano de obra. Por eso, pasaron de ganar 40 mil a 20 mil pesos diarios.
Les preguntamos si ha habido ayudas de la Alcaldía de Barranquilla o de otras instituciones estatales. “Alcaldía, ¿qué es eso?”, responde Luis y se ríe.
A Franklin le llama la atención que si son el barrio con más contagiados no haya habido una jornada de pruebas masivas o alguna campaña para alertarlos.
Dayerlin Ortiz es diseñadora de modas y su esposo es conductor de alimentos, tienen tres años viviendo en el barrio. Le dijo a La Silla que desde marzo del año pasado, cuando empezaron las restricciones en todo el país, perdió su empleo en una fábrica de ropa.
“Nos mantenemos con el sueldo de mi esposo (...) también vendí muchos tapabocas diseñados por mí cuando estaban agotados, pero ahora hasta mi esposo le compra a la competencia”, dice
También señala que desde el Distrito le entregaron un mercado el 18 de septiembre tras haberse inscrito en una página de la Alcaldía en abril. El mercado le alcanzó para cinco días.
Dayerlin también nos comenta que la pandemia no ha afectado sus necesidades básicas, pero que, por ejemplo, tiene meses sin estrenar una blusa o que se corta el pelo para evitar gastos.
Por la situación tan precaria que tienen algunos sectores en Barranquilla, como la invasión de El Rubí, el nuevo confinamiento que decretó el alcalde Pumarejo prendió las alarmas para que haya asistencia social y cuestionamientos sobre el manejo de la pandemia.
El manejo de la pandemia
Pese al discurso triunfalista que ha tenido Pumarejo respecto al manejo de la pandemia y a logros importantes como pasar de 489 a 813 camas UCI, Barranquilla ha sido una de las ciudades que más ha padecido la pandemia en el país.
De las principales ciudades del país Barranquilla es la que tiene el promedio más alto de muertes por covid en proporción a su población. En La Arenosa se han reportado 211 muertos por cada 100 mil habitantes, en Cartagena y en Cali son 101 y 183 por 100 mil habitantes, respectivamente.
Ante los picos de casos de covid en la ciudad, Pumarejo le ha achacado el problema al comportamiento de la gente. Sin embargo, el manejo de la pandemia de la Alcaldía ha sido cuestionado y no ha habido una política de asistencia social efectiva.
Como hemos contado, la pandemia ha mostrado una Barranquilla que tiene aún profundos problemas sociales, más allá de la imagen moderna que han mostrado los Char en 13 años de gestión.
Además, según datos de la Alcaldía, nueve de los diez barrios con más muertes de la ciudad pertenecen a las localidades suroccidente, suroriente y metropolitana, que históricamente han tenido altos índices de pobreza.
Hasta ahora la Alcaldía entregó 400 mil mercados al principio de la pandemia y en agosto entregó 50 mil auxilios alimentarios para personas que no estuvieran cubiertas en ningún programa social. También se realizó la iniciativa Mercado a tu Barrio, una estrategia que busca incentivar las ventas de vendedores ambulantes, pero que se suspendió por las nuevas medidas de confinamiento.
Para el director de la fundación Foro Costa Atlántica y excandidato a la Alcaldía de Barranquilla, Diógenes Rosero, el discurso del alcalde evade la responsabilidad de la institucionalidad.
“Acá las medidas no se pueden limitar a cerrar o no cerrar, acá hay otras cosas que atender, por ejemplo el tema de la renta básica, el funcionamiento de las EPS (...) el gobierno de Barranquilla se puso a buscar muchas UCI y el resto de cosas se las dejó a la ciudadanía. No se ha planteado una estrategia integral”, le dijo Rosero a La Silla.
El concejal verde Andrés Rengifo le dijo a La Silla: “En temas de asistencia social el Distrito lo único que ha hecho es la entrega de alimentos durante los primeros meses de la pandemia. El control del contagio y manejo de la crisis en la salud se ha tratado a través de medidas restrictivas”.
Rengifo también nos contó que el año pasado le solicitó al Distrito la posibilidad de subsidiar los servicios públicos en los estratos 1, 2 y 3 o garantizar un mínimo vital en el agua. “La realidad y el contexto de Barranquilla y del mundo en general hoy es distinta. Las prioridades han cambiado, hoy la prioridad debe ser la salud y el cuidado de la gente. Las demás inversiones, por ejemplo las infraestructuras, pueden esperar”, señaló Rengifo.
Por su parte, ante las nuevas restricciones, el concejal de oposición y del Polo Antonio Bohorquez también pidió medidas complementarias, como ayudas alimentarias y estímulos económicos.
Le consultamos al jefe de prensa de la Alcaldía, Ricardo Villa, qué medidas de asistencia social tomarán a partir de las nuevas restricciones y nos respondió: “Las medidas que tomamos fueron las que dimos a conocer, del resto seguimos analizando más medidas en la medida que vaya avanzando la pandemia”.
Para el profesor de economía de la Universidad del Norte, Jairo Parada, las nuevas medidas impactarán no solo a los vulnerables, sino a todos los empresarios y las ventas quedarán golpeadas. “Sin renta básica no se puede cerrar, es absurdo y fracasará”, le dijo a La Silla.