Con su decisión sobre el páramo de Santurbán esta mañana, el Ministro de Ambiente Gabriel Vallejo optó por una solución salomónica que busca desactivar los conflictos sociales, pero que todavía deja más preguntas que respuestas.
En Santurbán, Vallejo se la juega por agricultura y minería
Con su decisión sobre el páramo de Santurbán esta mañana, el Ministro de Ambiente Gabriel Vallejo optó por una solución salomónica que busca desactivar los conflictos sociales, pero que todavía deja más preguntas que respuestas.
Por ahora ni siquiera queda claro quién ganó y perdió con la primera delimitación de páramos que se hace en el país y los interesados terminaron confundidos después de la rueda de prensa de esta mañana en la CDMB de Bucaramanga, con un ministro, un gobernador, cuatro vices y la del Instituto Humboldt a bordo.
Aunque todavía no se han publicado ni el mapa ni la resolución, se sabe que las 130 mil hectáreas del páramo se dividirán en tres zonas. En la primera, de estricta conservación, no podrá haber ni minería ni agricultura y representa el 76 por ciento del área total (incluidos los tres parques regionales que ya existen).
En otra zona de unas 25 mil hectáreas, que está degradada y que quedó como de “restauración”, se irán eliminando las actividades económicas poco a poco para recuperar el páramo. Y una última, de unas 5 mil hectáreas que incluye toda la zona cebollera de Berlín, quedará de “uso sostenible” y se podrá seguir cultivando. Estas últimas dos serán consideradas páramos en nombre, más no en lo legal.
El tema es que quién queda en dónde no estará claro hasta que las empresas y comunidades puedan ver el mapa, ya que la línea del páramo solo se puede entender al ver el mapa en detalle.
Esos datos, aún parciales, dejan dos preguntas importantes sin responder.
La primera es qué pasará con la minería en Santurbán, ya que el anuncio no le dice ni que se podrá hacer ni que no se podrá.
Por lo que se puede observar de los mapas que mostró el ministro, a las dos grandes empresas que están en zonas de alta montaña -las canadienses Eco Oro y Leyhat- se les recortó parte de sus títulos pero se les dejó otra. Eso significa que les corresponderá a ellos decidir si, con lo que les queda de espacio, es viable económicamente hacer sus proyectos. Es decir, se las puso más difícil pero de todos modos les dio vía libre. Ninguna de ellas podrá saberlo todavía hasta que no vea el mapa.
Los pequeños mineros de Vetas, donde también había un potencial conflicto, quedaron en zona permitida (con algunos de ellos pudiendo trabajar solo concesiones una vez se venzan en un par de décadas) y podrán seguir explotando oro, algo que aún es menos claro en California y Suratá. Tampoco tendrá problemas la brasilera AUX, que está más abajo en la montaña y ya había renunciado a sus títulos en páramo.
La segunda gran pregunta es qué sucederá en las zonas habitadas y cultivadas, porque aunque se excluyen de la delimitación no se sabe cuáles van a ser las reglas de juego. Dependiendo de si en la resolución se les impone a los agricultores un plan de mejores prácticas como el que el ex ministro Juan Gabriel Uribe dejó listo y que -como contó La Silla- lleva engavetado desde hace año y medio. De eso dependerá si el páramo y el agua se salvan allí.
Vallejo habló de invertir en esas zonas pero no dijo nada sobre cómo será ese plan de trabajo ni si será obligatorio. En todo caso, cualquier plan requerirá control por parte de las politizadas corporaciones autónomas y plata del Estado, dos cosas que han sido escasas en el sector.
Las respuestas a esas preguntas dirán si el gobierno Santos II logra, al mismo tiempo, desactivar la bomba social, conservar el páramo y asegurar que la calidad de su agua.
Con una dificultad adicional: la decisión de dónde empieza y termina Santurbán marcará -como contó La Silla- la pauta para lo que sucede en los otros 35 páramos del país.