Federico, el independiente

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Federico Gutiérrez ganó la alcaldía de Medellín en una campaña sin corbata, sin escoltas ni concejales que le estuvieran moviendo maquinaria. Sin avales. Con toda la fórmula del político independiente.

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Federico Gutiérrez ganó la alcaldía de Medellín en una campaña sin corbata, sin escoltas ni concejales que le estuvieran moviendo maquinaria. Sin avales. Con toda la fórmula del político independiente.

Pero no lo hizo como un antipolítico que lanza arengas o se dedica a fustigar a los políticos tradicionales, sino como un político joven pero de trayectoria, que es a la vez heredero de dos pesos pesados de la política antioqueña (el gobernador Sergio Fajardo y del ex presidente Álvaro Uribe) y cabeza de un movimiento autónomo, que le da poder y visibilidad jóvenes y que tiene aspiraciones de seguir creciendo.

En los largos meses de campaña, Gutiérrez se dedicó básicamente a repetir lo que hizo en su momento Sergio Fajardo: meterle todo al contacto uno a uno con los medellinenses, tener algunas reuniones con empresarios que lo financian y lo apoyan, y evitar las reuniones cuadradas con líderes políticos de barrios, de esos que piden buses y refrigerios, cuando no plata.

También se dedicó mostrar una imagen refrescante, desde una publicidad que más que de político parecía más de cadena de comidas o de programa hipster de televisión, hasta su lista al concejo que incluía un joven de largas rastas, el concejal electo Daniel Carvalho.

Así dio la sorpresa el día de las elecciones, al ganarle a Vélez, el favorito de las encuestas.

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‘Fico’, como le dicen sus amigos, viene de una familia del Eje Cafetero de clase media alta sin conexiones políticas. Estudió ingeniería civil. Y en su infancia y adolescencia, como estudiante del colegio del Opus Dei Gimnasio Los Alcázares, nada parecía señalar la política como su camino.

Cuando entró a la Universidad de Medellín se empezó a conocer porque, como dice alguien que estudió al tiempo que él, “no se perdía una rumba de integración de la Universidad con su hermana Catalina”.

Era popular, no solo por esa faceta de rumbero y la de deportista (le encanta trotar y jugar fútbol, y es hincha furibundo del Nacional), sino porque era uno de esos estudiantes amigueros que cruzan la universidad saludando a todo el mundo. Es decir, haciendo algo parecido a lo que haría casi 20 años después en andenes y semáforos de Medellín para buscar votos.

Muy pronto se volteó hacia la política. En 1997 un grupo de jóvenes de diferentes universidades empezó a reunirse para discutir la actualidad, por entonces muy tensa a raíz del Proceso ocho mil y la poca legitimidad del gobierno liberal de Ernesto Samper. La idea era reunir a líderes de las diferentes universidades de la ciduad, públicas y privadas, y así se fueron sumando directores de periódicos universitarios o representantes estudiantiles.

Es grupo lo lideraba un joven pastranista, Santiago Vélez Trucco, que estudiaba en la Escuela de Ingeniería y sumó a Gutiérrez, por la de Medellín, al concejal verde Jaime Cuartas, por la de Antioquia, al ex representante a la Cámara Augusto Posada por Eafit, y a Santiago Gómez, por la Salle.

Al final decidieron convertirse en un movimiento político para las elecciones de octubre de 1997 y lograron elegir a Vélez al Concejo. Gutiérrez y Gómez, quien desde ese entonces es amigo íntimo y aliado político del hoy alcalde electo (y será su secretario de Gobierno), se habían convertido en cabezas del grupo y se fueron a trabajar al concejo con Vélez.

Después, en 1998, Gutiérrez se lanzó al Consejo Municipal de la Juventud, uno de esos organismos de participación ciudadana a los que se les suele poner poca atención, pero que a veces sirven de semillero político.

Para Gutiérrez fue no solo un primer logro electoral en cabeza propia sino la posibilidad de formar parte del Consejo Territorial de Planeación, otro órgano que no tiene poder decisorio pero que sí estudia los planes de desarrollo.

Desde esos momentos su inquietud política se fue enfocando hacia temas urbanos y de Medellín. Y lo que ocurriría a continuación le abriría las puertas a una rápida carrera política.

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Mientras Gutiérrez estaba en el Consejo de la Juventud, Vélez no buscó reelegirse y el hoy alcalde electo lo dejó porque cumplió 27 años, y lo reemplazó Jaime Cuartas.

Así que terminó su carrera, hizo dos especializaciones, se dedicó con su hermana Catalina a HGI consultoría (la empresa de consultoría en ingeniería de su padre Hernán Gutiérrez Isaza) y luego pasó a ser ingeniero residente en Vifasa, una empresa del constructor y político conservador Álvaro Villegas Moreno.

Mientras tanto, el grupo impulsó la candidatura de Augusto Posada a la Cámara en las elecciones de 2002, pero se quemó.

A pesar de que sus amigos perdieron la curul y de haberse distanciado del mundo político, Gutiérrez volvió a la política para las elecciones de 2003, como candidato al Concejo.

Lo hizo con el apoyo de Santiago Gómez y de Cuartas, y con el aval del Nuevo Partido, que en ese entonces lideraba Gina Parody y era parte de las fuerzas más urbanas y modernas del uribismo. Aunque la candidatura le interesaba también a Cuartas, al final decidieron lanzar a Gutiérrez e impulsar a Juan Camilo Quintero a la Asamblea.

La campaña de Gutiérrez se pegó a la de Sergio Fajardo a la Alcaldía, lo que le dio un gran impulso porque Fajardo no armó lista propia al Concejo y solo eran claramente fajardistas, aparte de Gutiérrez y el Nuevo Partido, la ASI.

Con poco más de 3 mil votos, se convirtió en uno de los abanderados del cambio en el concejo. Pero lo hizo sin antagonizar con los concejales tradicionales, a diferencia de la administración.

En esos primeros años en el Concejo defendió a la administración de Fajardo, aunque le hizo algunos debates. Y se casó con su novia de varios años, Margarita Gómez.

En las elecciones siguientes, las del 2007, el Nuevo Partido se había convertido en el Partido de La U, y con ese aval, Gutiérrez logró la reelección.

De nuevo como parte del fajardismo, apoyó la candidatura de Alonso Salazar - en la que también confluyó parte del uribismo, encabezado por Lina Moreno (que salió a hacer campaña con Salazar) y José Obdulio Gaviria (que dirigió el periódico de la campaña).

Esas elecciones y el período siguiente le dieron un vuelco a su carrera. Con el uribismo fortalecido y el fajardismo triunfante, se conviritó en el concejal más votado hasta entonces en la ciudad, con casi 14 mil votos.

Para el primer año del nuevo concejo fue elegido presidente, lo que le dio aún más figuración en medios. Y, a pesar de haber sido elegido como fajardista, empezó a marcar distancias frente a Salazar.

Uno de los hechos que empezó a mostrar esa distancia se dio en julio de 2008, cuando lideró un debate al entonces secretario de Tránsito, Ricardo Smith, por la imposición del pico y placa. Otros muy sonados se dieron por el Metroplús, el sistema de transporte masivo cuyas obras estaban atrasadas. Además, Gutiérrez propuso hacerlo eléctrico y la administración defendía usar gas o diésel.

Esa independencia le costó. Gómez, su amigo de toda la carrera política y quien era gerente de las terminales de transporte de Medellín (puesto que pone el Alcalde) perdió ese puesto. Y Federico dejó en el aire la idea, que se reforzó en la pasada campaña a la alcaldía, de que siendo fajardista, sin duda no es alonsista.

E incluso lo primero, ahora queda en duda.

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La victoria de Gutiérrez dejó desconcertados a uribistas y fajardistas, sectores políticos a los que el nuevo alcalde es cercano pero que, a la vez, tenían candidatos propios a la Alcaldía. Y al ganarle a los apadrinados por sus dos grandes referentes políticos, demostró una vez más su independencia.

A ‘Fico’ buena parte de su discurso lo vincula con Uribe: tiene un componente de seguridad muy fuerte y su sintonía con el expresidente se nota en salidas como su reacción fuerte frente a la invitación de las Farc de ir a La Habana. “Llegó la hora de que las Farc, si realmente quieren la paz, dejen de imponer condiciones al pueblo colombiano”, dijo

Y no es solo su discurso. En su historia política también hay un claro componente uribista. El ex presidente impulsó su candidatura a la Alcaldía en 2011 por el Partido de La U, cuando fue fundamental para que ese partido le diera el aval a Gutiérrez, y luego lo acompañó en recorridos por las calles de Medellín. Y Gutiérrez apoyó al uribista Óscar Iván Zuluaga en las elecciones presidenciales de 2014.

Por su parte, a Fajardo lo acercan varias cosas, empezando por la pinta: en jeans, sin corbata, como prueba viviente de que la política puede informal.

También comparten la cercanía con el Grupo Empresarial Antioqueño, alguna de cuyas cabezas (como David Bojanini, Carlos Raúl Yepes o Ricardo Sierra) apoyaron financieramente y con consejos a Gutiérrez en la campaña.

Y, como con Uribe, Fajardo ha sido fundamental en su carrera: Gutiérrez llegó al concejo de Medellín por primera vez en 2003 como aliado del saliente Gobernador, quien ese mismo año resultó elegido alcalde. Y durante todo el período de Fajardo se convirtió en uno de los pocos concejales que lo apoyaron.

A pesar de esos dos apoyos, Gutiérrez ha hecho camino dejando claro que no es cuerda de ninguno de los dos.

Frente a Uribe, mostró esa independencia en la primera fase de la campaña a la Alcaldía en 2011. Gutiérrez hacía parte de una baraja de cuatro candidatos, en la que el ex presidente tenía de favorito a su director del Sena, Darío Montoya. Y al final logró imponerse, con el apoyo del senador Germán Hoyos, y sin ser el apadrinado por el ex presidente.

Esa característica la ratificó en la pasada campaña, cuando Uribe le pidió varias veces que se sometiera al proceso del Centro Democrático para definir candidato a la alcaldía. Gutiérrez, de entrada, prefirió hacer su propio camino, recogiendo firmas y armando una lista propia al Concejo. Y peleándose los votos uribistas con el candidato del partido de Uribe.

Esas dos campañas también sirvieron para ratificar su independencia frente a Fajardo. En la de 2011, Gutiérrez decidió ir hasta el final a pesar de que eso ponía en riesgo la continuidad del fajardismo, aliado con el liberal Aníbal Gaviria.

En las últimas semanas de la campaña, cuando el archienemigo de Sergio Fajardo, Luis Pérez Gutiérrez, lideraba las encuestas, el saliente gobernador y Gaviria le pidieron que buscaran maneras de unirse. Gutiérrez se negó y quedó de tercero, pero terminó con una nada despreciable cuota inicial de 120 mil votos para la campaña de 2015.

En esa segunda campaña, de nuevo caminó solo. Mientras el fajardismo empezaba a definir un candidato, Gutiérrez decidió arrancar temprano y por su lado.

Aunque inicialmente armó la llave fajardista de los Federicos con el candidato de continuidad de Fajardo a la Gobernación, Federico Restrepo, luego vino una ruptura por desavenencias entre Restrepo y Gutiérrez, y porque el ex alcalde fajardista Alonso Salazar se lanzó a la alcaldía.

Como Salazar y parte del fajardismo es antiuribista, Gutiérrez no los representaba políticamente como carta a la Alcaldía, y muchos lo señalaban como caballo de Troya del uribismo.

Al final Restrepo terminó perdiendo la gobernación con dos fórmulas a la alcaldía y Salazar hundió una alianza que se estaba cocinando con Gutiérrez.

Pero eso no quiere decir que haya roto con ninguno de ellos. Frente a Uribe, basta con recordar que en su discurso de victoria le agradeció. Y sobre Fajardo, que su gerente de campaña era Juan David Valderrama, primo del saliente gobernador y una de las personas más cercanas en política.

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Amiguero y  descomplicado, Gutiérrez no crea grandes enemigos - aunque eso podría cambiar ahora que, como alcalde, tiene que tomar decisiones que seguramente molestarán a una parte de la ciudad.

Su nuevo cargo pondrá a prueba el carácter y la fortaleza que mostró como concejal, al alejarse del fajardismo, y como candidato, al seguir hasta el final a pesar de que no le iba bien en las encuestas. Y vendrá con el reto de que en su carrera nunca ha gerenciado empresas grandes ni ha manejado grupos importantes de gente o presupuestos millonarios.

Ese reto va a ser aún mayor porque buena parte del gabinete que ha presentado está compuesto de jóvenes de menos de 40 años, muchos sin experiencia directiva. Y por eso el éxito o fracaso de su alcaldía depende en gran medida de su capacidad de mantener el estilo de liderazgo tranquilo, conciliador pero firme, que lo ha caracterizado.

“Escucha mucho pero toma sus propias decisiones”, dice una persona que trabajó junto a él durante varios años. “Es conciliador pero firme. Nunca se impone ni es grosero”. “Es tranquilo y nunca pelea” dice un amigo “Y eso es una gran ventaja para su futuro, porque es respetuoso de la clase política”.

Esa es una de sus diferencias grandes con Fajardo: mientras el saliente gobernador suele hablar de la “política de alcantarilla”, en un discurso que emociona a unos pero hiere a otros, Gutiérrez evita referirse al tema.

Quizás es una cuestión de carácter, pero también se puede deber a que Gutiérrez es un político de carrera, que arrancó desde abajo y ha ido escalando posiciones, y que es el primer alcalde de Medellín en casi 20 años, desde el conservador Sergio Naranjo, que antes fue concejal.

En su paso por el concejo trabajó cerca de otros concejales, con los que hizo llave para armar coaliciones o para montar debates de control político o proyectos de acuerdo. Y esa relación con la clase política se nota en que tiene a tres ex concejales en su gabinete: el fajardista Luis Bernardo Vélez (en Inclusión Social) , el uribista Nicolás Duque (en Control y Gestión Territorial) y el santista de La U Óscar Hoyos (en Ambiente).

Además, Gutiérrez es cercano a algunos políticos, como Uribe y Fajardo, o como los ya mencionados senadores Paola Holguín (quien, entre 2012 y 2014, fue su socia en consultorías sobre seguridad ciudadana que hicieron en México y Argentina, a traves de la empresa Ángel Solutions) y Germán Hoyos (el único senador que lo apoyó en la campaña a la alcaldía).

Y terminó la campaña apoyado por el ex senador liberal Eugenio Prieto, quien renunció a su aspiración a dos semanas de las votaciones para irse con Gutiérrez, y quien ahora suena como candidato de éste a dirigir el Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

La habilidad para ser un político de carrera y a la vez parecer un antipolítico, de haber estado en partidos y luego ser elegido como independiente, se debe en parte a que Gutiérrez es perseverante.

Esa perseverancia fue puesta a prueba en las dos campañas.

En la primera porque arrancando la campaña se murió su sobrino Jerónimo, de 3 años, víctima de un cáncer. Y en la segunda, porque en noviembre de 2014, cuando ya estaba empezando a armar la campaña, murió de manera muy rápida su mamá, Amparo, que un día fue al hospital con un fuerte dolor de cabeza y solo vivió dos semanas más.

En los dos casos, pese a lo duro que fueron para él estas dos pérdidas, Gutiérrez se mantuvo en la carrera. Y tercamente lo hizo hasta el final, a pesar de que en la primera campaña todo estaba alineado en su contra (en su propio partido solo el grupo del senador Hoyos se movió a su favor) y de que en la segunda la aparente victoria cantada del uribista Juan Carlos Vélez desanimó a parte de su gente  y a algunos apoyos de empresarios, que prefirieron buscar al aparente ganador.

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La campaña, en la que los actos de plaza pública o los encuentros a puerta cerrada con líderes o financiadores fueron marginales, fue una campaña al estilo de Fico. Descomplicada. Ciudadana. Ajena a los partidos.

También le ayudó ser uribista sin estar en el Centro Democrático, fajardista sin depender de Sergio Fajardo, hablar mal de los partidos pese a haber estado en varios de ellos. Y a crear un movimiento a su imagen: autónomo de los partidos, cercano pero diferente al fajardismo y al uribismo, con vocación de crecimiento y poder.

Un movimiento que hoy se llama Creemos, que tiene el alcalde de la segunda ciudad del país y dos concejales aún más jóvenes, y que, si le va bien en la alcaldía, en algunos años podrá llamarse el federiquismo o fiquismo. Y que, para quien será ex alcalde con 45 años recién cumplidos, puede convertirse en una plataforma política para rato.

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