Frente a Venezuela, Colombia “tiene que actualizarse”, está “en otra dimensión temporal”

Frente a Venezuela, Colombia “tiene que actualizarse”, está “en otra dimensión temporal”

Michael Shifter es el presidente hace 12 años del Diálogo Interamericano, uno de los centros de pensamiento principales en Washington sobre América Latina. Shifter da una visión más decantada de cómo se ha ido perfilando la Administración de Joe Biden sobre temas de interés en la relación con Colombia. Entre esos, el panorama del nuevo Washington, dominado por el partido Demócrata, con el que debe interactuar hoy Bogotá.

En esta entrevista comenta el acercamiento reciente que tuvieron las relaciones de Colombia y Estados Unidos con la primera llamada telefónica entre ambos presidentes, el cambio de embajador, la nueva postura de Biden frente a Venezuela, y la elección del nuevo presidente de la CAF, el colombiano Sergio Díaz-Granados.

L.S.V. La Silla Vacía

M.S. Michael Shifter

L.S.V.La llamada de Biden y Duque pone fin a un enfriamiento de la relación. ¿El tema de la posición de Colombia y el Centro Democrático en las elecciones escaló hasta el escritorio de Joe Biden?

M.S. No creo que haya sido Biden. Pero, tal vez, en algunos miembros de su equipo lo que pasó sí dejó mal sabor. Y también en el Congreso. Porque más allá de la victoria de Biden el partido perdió escaños en áreas de influencia de latinos, lo que importa porque el margen de mayoría que tienen los demócratas es muy estrecho. El lobby de los colombianos tuvo un efecto, y eso lo registró una parte del partido Demócrata.

L.S.V. ¿Y es un tema superado?

M.S. Duró un poco más de lo que yo había esperado. No fue tan pasajero. Pero ahora ya estamos pasando a otro momento. Uno de una relación un poco más normal.

L.S.V. ¿Tan normal como para pensar que Duque visitará la Casa Blanca antes de dejar la presidencia?

M.S. Yo creo que sí. No sé cuándo exactamente. No sé si va a ser mañana, pero puedo verlo fácilmente en Washington. No existe ese nivel de rechazo. Y Colombia sigue siendo un país muy importante. Está presente en la política de Estados Unidos de América Latina, en temas de la agenda como Venezuela, drogas, democracia. Después de México es el país donde hay más intereses de Estados Unidos en el contexto latinoamericano.

L.S.V. El cambio llegó luego del cambio del Embajador. Sale Francisco Santos y entra Juan Carlos Pinzón.

M.S. Fue un paso positivo en ese sentido. El embajador anterior era percibido como muy vinculado a la ala Trump, justificadamente o no, pero la percepción es lo que importa en la política. Sobre todo por la posición de máxima presión en Venezuela. Entonces yo creo que eso afectó su capacidad para tener una entrada más amigable con los sectores demócratas que en este momento controlan Washington.

L.S.V. ¿Cómo es el partido Demócrata de Biden?

M.S. Es un partido bastante unido porque los demócratas han tenido divisiones históricas profundas. Y ahí hay que entender a Biden como un político centrista. Él tiene un gran talento, desarrollado en una carrera política muy larga, de encontrar el centro de su partido. Y es un partido que ha ido moviéndose hacia la izquierda. Es un partido muy distinto a lo que era bajo Obama. A pesar de eso, en un partido nuevo, Biden tiene el olfato para moverse hacia la izquierda, pero seguir en el centro.

Y su unión hoy se basa en dos factores: Primero, en el frente unido ante la grave amenaza que representa el partido Republicano bajo el liderazgo de Trump. Y segundo, la crisis de la pandemia, por el momento, ha creado un ideal de unidad que es raro. Ahora, eso no quiere decir que no haya un ala más progresista.

L.S.V. ¿Y cómo hay que leer la influencia de esa ala, especialmente en temas de Colombia, con congresistas muy activos como Jim McGovern?

M.S. McGovern está muy identificado con una posición activista en temas de derechos humanos, y sobre todo en Colombia, pero también en El Salvador y otros países de la región. A mi modo de ver eso no representa necesariamente la visión dominante en el partido Demócrata.

L.S.V. Aún no ha logrado apoyo para avanzar su propuesta de condicionar la ayuda a la Policía, por los excesos cometidos durante el paro.

M.S. Por un lado, la preocupación que él expresa sí la comparten congresistas influyentes, como Gregory Meeks, que ahora es el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores en la Cámara. Sí hay una preocupación generalizada con la reacción de la Policía y la sensación de que ha habido violaciones de derechos humanos, incluso en algunos sectores del partido Republicano.

Por otro lado, estaría sorprendido si, por ejemplo, el presidente de la Comisión en el Senado Robert Menéndez, más moderado, y quien aprueba cualquier cambio en el uso de fondos a la Policía, apoyara una medida así.

L.S.V. En cuanto a Venezuela, ¿cómo ha cambiado la posición de Estados Unidos?

M.S. Hoy hay un reconocimiento de que la estrategia anterior estaba basada en una teoría totalmente equivocada. Una fantasía de que sí había mucha presión y sanciones, eso iba a generar el colapso del régimen de Maduro. Esto, obviamente, no pasó. Además, uno puede decir que fortaleció el régimen de Maduro. Tuvo un efecto contraproducente.

Esa estrategia, que fue más una esperanza, un deseo, a mi modo de ver no tuvo nunca una base en la realidad. La única estrategia en este momento es buscar una negociación política para tener un acuerdo y luego tener elecciones libres.

Se ve incluso fuera de Washington; en la oposición venezolana. Juan Guaidó está ahora en la posición de hablar de una solución negociada.

L.S.V. ¿Cuál es la lógica de esta nueva estrategia?

M.S. Como Maduro tiene 14 por ciento de apoyo en Venezuela, si hay elecciones libres y abiertas, va a haber un cambio de régimen.

L.S.V. ¿Y no siente que la posición de política exterior de Colombia sigue estando basada en esa fantasía?

M.S. Me preocupa que no hayan reconocido que esto ya se acabó. Que esta estrategia de “maximum pressure”, de presión máxima, se acabó. Tienen que actualizarse. Están como en un “time warp”, en otra dimensión temporal.

Hasta el mismo Guaidó ha cambiado su posición. Colombia es un país clave en cualquier escenario para la resolución de la crisis en Venezuela. Sería bueno alinearse, por lo menos, con la oposición a Maduro. Y Colombia debería apoyar y ayudar a que un proceso de negociación sea exitoso.

L.S.V. Por otro lado, Colombia logró que su candidato para la CAF, Sergío Díaz-Granados, ganara.

M.S. Creo que la elección de Diaz-Granados a la CAF es un logro importante del presidente Duque. Hay que darle crédito a ese logro. Particularmente porque Duque está teniendo dificultades internas y porque Colombia ya había encabezado el BID durante 15 años, con Luis Alberto Moreno.

Además, Diaz-Granados, a quien conozco bien y estimo como una persona competente y capaz, seguramente hará un gran trabajo. Pero no será fácil, pues tendrá que lidiar con una región dividida, aún más cuando Castillo en Perú asuma la presidencia.

L.S.V. ¿Durante el paro se cuestionó la estabilidad democrática en Colombia?

M.S. Hubo señales preocupantes en ese sentido. No es que se pensara que en Colombia estuviera en juego la democracia. Pero sí estaba creciendo una sensación de que había un riesgo para la democracia. Un riesgo conocido acá, y en otros países de la región: el de la polarización.

Al mismo tiempo, la gente reconoce que hay muchas fortalezas en Colombia. Fortalezas institucionales y de la sociedad civil. Esta última es vital en muchos sentidos, con una historia democrática muy impresionante en el contexto latinoamericano y global.

L.S.V. ¿Cuál es la visión que tiene Washington de Petro?

M.S. Yo creo que las propuestas de Petro no tienen mucho eco. O sea, hay de todo, obviamente. Pero no hay un gran entusiasmo. Vuelvo al tema de la polarización, creo que es fundamental en Colombia, y en todos los países incluyendo a Estados Unidos, que desde la política se busque construir puentes con todos los sectores de la sociedad, progresistas, moderados y conservadores.

L.S.V. Y en ese contexto de polarización, ¿cómo puede seguir navegando Colombia su relación con esta Administración?

M.S. Yo creo que hay que recordar, en primer lugar, que muchos de los funcionarios en la administración Biden antes estaban en la de Obama. Y si uno pregunta cuál fue el gran éxito de Obama con respecto a América Latina hay dos temas. El de Cuba, el más importante. Pero el segundo fue su respaldo al proceso de paz de Santos.

El reto es que en el Gobierno actual de Duque no se ve, por lo menos, ese gran entusiasmo para implementar el Acuerdo. Han implementado partes, pero el récord es mixto. Y hay que mostrar que el Gobierno está comprometido, al menos, con temas como hacer todo posible para enfrentar el asesinato de líderes sociales, mejorar las condiciones de seguridad y tener mayor presencia en muchas áreas que antes estaban ocupadas por las FARC. Y el tema de justicia transicional.

O sea, hoy hay una serie de temas que no estaban presentes para nada durante los años de Trump. Y ahora vuelven a ser importantes porque están identificados con el respaldo que Obama le dio al proceso de paz durante los años de Santos.

L.S.V. Pero hay distancias en el tema de Venezuela, del Acuerdo de Paz, y por esa vía acerca de cómo enfrentar el narcotráfico. Entonces, ¿en qué podrían estar de acuerdo Biden y Duque para avanzar en estos próximos 13 meses que le quedan al actual Gobierno?

M.S. En todos los temas que menciona hoy hay diferencias, pero esas diferencias no significan que es imposible trabajar juntos.

Además, ahora el hecho es que Colombia entra bastante pronto en una dinámica electoral. Y esto siempre tiene dificultades y complica la agenda. Entonces hay que reconocer que ese es el límite de cuanto se pueda avanzar en un ámbito y en un contexto electoral.

Pero no olvidemos el tema de la pandemia. Y ahí sí hay un área de la cooperación y coordinación sobre un tema fundamental en este momento para Colombia.

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