Hoy en la plenaria del Senado está planeado debatir la reforma a la salud que radicó el gobierno en marzo, con mensaje de urgencia, y que apenas ha pasado uno de los cuatro debates que necesita para convertirse en ley. El panorama está tan complicado que el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ya empezó a trabajar en un plan B para reorientar la agenda del ministerio si la reforma se hunde.
Gaviria ya tiene el plan B de la reforma a la salud
Hoy en la plenaria del Senado está planeado debatir la reforma a la salud que radicó el gobierno en marzo, con mensaje de urgencia, y que apenas ha pasado uno de los cuatro debates que necesita para convertirse en ley. El panorama está tan complicado que el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ya empezó a trabajar en un plan B para reorientar la agenda del ministerio si la reforma se hunde.
La Silla supo que Gaviria ya hizo una reunión con el equipo directivo del Ministerio para definir las metas alternativas de cada área de la institución que dirige.
La idea es que Gaviria y su equipo puedan mostrar logros aún si la reforma no avanza. Eso no solo serviría para que el ministro mejorara en imagen sino para darle más fuerzas a la misma reforma: entre más fuerte esté el ministro, más opciones tiene su reforma. Además, si parte de esos logros muestran que la reforma no es totalmente indispensable, el peaje de pasarla en el Congreso puede ser menos costoso.
El riesgo, sin embargo, es que en el Congreso se puede leer esa alternativa como una decisión de dejar hundir la reforma, lo que podría decretar su muerte. Eso pese a que el gobierno no ha renunciado a ella - y hacerlo puede ser políticamente difícil frente a la opinión pública (pues sería otro bandazo de Santos, después de haber hecho de la reforma una de sus banderas) y frente a los congresistas (que podrían sentir que el gobierno los montó en un potro y que luego los dejó botados por desconfianza, o que éste está tan débil que no puede sacar adelante una de sus grandes apuestas actuales).
Ese riesgo no es fácil de enfrentar en plena temporada electoral, y por eso la importancia de un plan B que se pueda aplicar sin abandonar la reforma.
El plan B
Aunque Gaviria se la ha jugado a fondo por la reforma, el ministerio ya logró un éxito en otro asunto, la regulación de los precios de los medicamentos. Esa silenciosa reforma que sacó Gaviria en mayo, después de muchos meses de puja con el Ministerio de Comercio y con la poderosa industria farmacéutica, es una muestra de cómo podría funcionar el plan B.
Las otras alternativas que se han discutido en el Ministerio son variadas y muchas de ellas serían caminos alternativos para lograr lo mismo que busca la reforma.
Por ejemplo, se ha pensado avanzar en incluir en la llamada cuenta de alto costo, en la que se reparte entre todas las EPS el costo de los pacientes renales de alto costo, otras enfermedades como el VIH o el cáncer, lo que evitaría que las EPS les cierren las puertas a esos pacientes.
Otros ejemplos son crear un régimen más estricto para habilitar financieramente a las EPS, imponiéndoles requisitos similares a los de la reforma; permitir que se gire directamente el dinero a las clínicas y hospitales en el régimen contributivo; o crear un esquema de facturación electrónica. Todos tienen en común que de ponerlos en práctica equivaldría a ir sacando por la derecha partes de la reforma.
Más cuando ésta, aunque tiene tiempo, anda enredada.
El plan tortuga en el Congreso
La semana pasada, un debate en el que se iba a votar la reforma en la plenaria del Senado terminó en nada. El martes no hubo quórum y la reforma tuvo que postergarse porque más de 30 senadores se declararon impedidos, y señalaron que no se debía votar hasta que la Corte Constitucional no se pronunciara sobre el proyecto de ley estatutaria que aprobó el Congreso en junio.
Y el miércoles no hubo quórum para votar los impedimentos pues muchos senadores se ausentaron además de que algunos dijeron que por ahora no se le puede dar trámite al proyecto porque la Corte Constitucional no ha decidido sobre la constitucionalidad de la ley estatutaria.
Por eso el presidente del Congreso, Juan Fernando Cristo, conformó una comisión accidental para que estudie si efectivamente hay que esperar la decisión de la Corte, que probablemente se de hasta diciembre o enero.
Teniendo en cuenta esta situación, el miércoles Gaviria dijo que la reforma está pasando por un momento difícil mientras que Cristo afirmó que el gobierno había dejado solo al Ministro y que algunos lobbyistas de la salud están torpedeando el proyecto.
El viernes Gaviria reiteró su posición y le pidió a los senadores que votaran esta semana o la próxima, para que la Cámara tenga tiempo de estudiar y votar la reforma este año.
Incluso se podría demorar más, porque hay plazo hasta junio para que salga la ley. El problema es que se vienen las elecciones y esos períodos legislativos siempre son muy difíciles porque los congresistas están pensando en sus campañas. De ahí que ese plan tortuga legislativo tenga preocupado a Gaviria.
¿Por qué tan lenta?
Parte del problema es que hay otros temas que le han ganado la delantera en el Congreso. Uno es el debate por la venta de Isagen, otro es el presupuesto para el 2014, y uno más la reforma a la ley estatutaria de mecanismos de participación para hacer posible el llamado “referendo para la paz”. Esas prioridades han demorado el debate de la reforma.
Pero lo otro que la demora son las pujas que hay alrededor de quienes participan en el sector de la salud.
Aunque las EPS han perdido fuerza por su mala imagen y por eso no han podido hacer una oposición fuerte a la reforma, algunas de ellas no se han quedado quietas. Según supo la Silla, aunque el gremio de las EPS, Acemi, ha hecho una oposición relativamente lánguida, la Cámara Sectorial de la Salud de la ANDI ha ocupado parte de ese espacio. Además, varios congresistas conservadores se han alineado con las EPS, entre las que se incluyen jugadores tan poderosos como el grupo Empresarial Antioqueño, que tiene a EPS Sura.
Por ahora las cajas de compensación están ganando la partida. Como contó El Espectador, el senador conservador Gabriel Zapata presentó una propuesta para que ellas sí puedan hacer integración vertical (es decir, para que sean dueñas de clínicas y hospitales, uno de los puntos clave del debate sobre el sistema de salud).
Zapata explicó que él está de acuerdo con que se mantenga esa posibilidad para todas pero que ante la oposición de varios colegas (especialmente liberales), se llegó al acuerdo de permitírsela a las cajas de compensación, que no tienen ánimo de lucro, pero que incluyen a algunas de las 50 empresas más grandes del país como Colsubsidio y Cafam (que son las dueñas de la EPS Famisanar).
Precisamente el presidente de una de esas cajas, Néstor Rodríguez de Compensar, salió a defender esa posibilidad apenas unos días después.
Por el otro lado, varias expresiones del sector vinculadas a la izquierda han sido fuertes críticas del proyecto, pues a su juicio la reforma refuerza el modelo de las EPS y solo les cambia de nombre. Entre ellas están la Junta Médica Nacional y la Alianza Nacional por un Nuevo Modelo de Salud (ANSA).
En cambio la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas ha dicho que la reforma es necesaria, aunque señala que entre la Comisión y la plenaria se hicieron varios cambios que benefician a las EPS (llamadas gestoras en la reforma, con funciones más limitadas).
Los ganadores hasta ahora son los médicos, que mostraron su fuerza al lograr que el gobierno le diera prioridad a su ley estatutaria de salud y que ahora ven enredada la reforma ordinaria, a la que muchos de ellos se oponen.
Esos y otros debates, que son normales en el trámite de muchos proyectos de ley, han ido demorando la reforma porque ésta ha ido bajando entre las prioridades del gobierno, que desde que presentó la reforma se ha tenido que enfrentar a la oleada de paros, las dificultades en la negociación de La Habana y los efectos del fallo de La Haya. A todas ellas ha reaccionado con cambios en su hilo narrativo, que ha ido de la salud a la paz al apoyo al agro.
Sin embargo, la crisis económica de la salud por la acumulación de deudas de EPS quebradas y problemas en la velocidad de los pagos (que ya aceptó y explicó Gaviria) podrían volver a poner a la reforma entre las prioridades del gobierno.
Aunque no es fácil saber el monto real del hueco, es de varios billones de pesos (mínimo cinco, según una fuente del Ministerio de Salud - algo similar al presupuesto total del sector Agricultura para el 2014 después de la gran inyección que va a recibir), lo que obliga al gobierno a ponerle cuidado y a los actores del sector a usarlo para avanzar sus posiciones.
No en vano se ha convertido en bandera de Acemi, el gremio de las EPS, que dice que si no se salda la deuda del Estado con ellas, no podrían entrar al nuevo sistema.
Con esa bomba creciendo y la reforma (que propone crear un fondo de garantías para evitar ese tipo de crisis, equivalente al Fogafín en el sector financiero) estancada, el país podría terminar perdiendo con un sistema tan reventado como cuando Santos le puso electrochoques a mediados de 2012.
Por eso, haya o no reforma, lo fundamental es que Gaviria logre aliviar esa crisis y construir un esquema que evite que se repita.