El líder de la disidencia del Frente Séptimo, quiere crear un ‘bloque Sur’, que logrando una mayor coordinación con otras disidencias, bloquee la sustitución de la coca en la región y regule la vida de los campesinos a través de las juntas de acción comunal.
Gentil Duarte intenta revivir la guerrilla
Gentil Duarte, el ex mando medio de las Farc que ahora es el más buscado por el Ejército y que lidera la disidencia del Frente Séptimo, quiere crear un ‘bloque Sur’, que logrando una mayor coordinación con otras disidencias, bloquee la sustitución de la coca en la región y vuelva a regular la vida de los campesinos a través de las juntas de acción comunal.
Ese embrión de una nueva guerrilla viene cocinándose hace unos meses y según cinco fuentes con las que hablamos, incluye a la disidencia de ‘alias Guacho’, que está en Tumaco, Nariño.
La coordinación
Desde que Duarte se abrió del proceso de paz a finales de 2016, volvió a los municipios en los que por años mandó como coordinador de los frentes 7, 27 y 43 que se movían desde La Macarena, Vista Hermosa, Puerto Concordia y Puerto Rico en el Meta, hasta San José del Guaviare.
Ahí “él ya tenía unas bases, un trabajo popular y un liderazgo político”, señala un informe sobre disidencias que está próximo a sacar la Fundación Ideas para la Paz, FIP. “Por eso la disidencia de Duarte es la única que hoy tiene todas las herramientas para ser un grupo guerrillero: capacidad armada, distinción y base social.”
“Duarte quiere crear un Estado Mayor y convertirse en el jefe de las disidencias de Putumayo, Caquetá, Guaviare y Meta. Es casi como un nuevo ‘bloque sur’”, dijo a La Silla una fuente que lo sabe de primera mano.
Eso lo saben en el Ejército por los más de ochenta miembros de la disidencia que han capturado luego de hacerles entrevistas sobre el funcionamiento del grupo.
Las cifras sobre cuantos hombres tiene el frente séptimo varían. Mientras el Ejército habla de 400, la cifra de la FIP está entre 450 a 500 hombres.
La coordinación, que hemos venido rastreando en La Silla Sur, es entre el frente 7 al mando de Duarte, el 40 al mando de alias ‘Calarcá’, el frente primero, al mando de Iván Mordisco y el frente 48 en Putumayo. Juntos conforman una cadena de narcotráfico para sacar la coca desde las selvas del Meta y Guaviare hacia Brasil y Ecuador.
De acuerdo con el informe ‘La nueva generación de narcotraficantes colombianos post-Farc: Los invisibles’, que acaba de sacar Insight Crime estas disidencias “están tratando de reconectarse con otros elementos de las Farc en todo el país. Nosotros creemos que cuentan con unos 1000 o 1500 combatientes y milicianos”, dice el texto.
El informe realizado luego de hacer trabajo de campo en 150 municipios donde estaban las Farc, explica que hay “una nueva red criminal, la mafia de las ex-Farc” conformada por disidentes (unidades guerrilleras que ahora se dedican al narcotráfico), Farccrim (exintegrantes de las Farc o milicianos que no entraron al proceso y siguieron delinquiendo como la ‘Gente del Orden’ en Tumaco) y Farc ocultas (que según el informe son hasta 1200 combatientes, con acceso a armas ocultas que estarían dispuestos a reanudar la lucha armada si el Gobierno no cumple con su parte del Acuerdo).
“Entre menos atención se les preste a los disidentes, más se fortalecerán las Farc ocultas y más logros obtendrán las Farccrim”, dice el informe.
Algo muy parecido nos contaron por aparte otras dos fuentes.
“Él (Duarte) dice que lo que quiere es un proyecto nacional de guerrilla y que éste sea el epicentro de toda la coordinación”, nos dijo un campesino de las juntas de acción comunal de La Macarena en el Meta. No nos dejó citarlo por su seguridad y dice haber hablado directamente con Duarte.
Para lograr esa coordinación, la estrategia ha sido repetir el mismo modelo de las Farc.
A lo Farc
La disidencia de Duarte está cobrando vacunas ya no multimillonarias como las que comenzaron cobrando a mediados del año pasado, sino tal cual la misma tarifa de las Farc: siete millones al año a los ganaderos.
Una razón que puede explicar que estén cobrando menos es que, como lo señala el informe de la FIP, “le están apostando a la estrategia del prolongamiento para fortalecerse”. Y nadie va durar mucho en un sitio donde de entrada llega a cobrar millonarias vacunas.
“Estandarizaron el precio de la vacuna porque ya ven esto como una cosa a largo plazo. Uno los ve tratando de volver a ser como antes y la verdad es que aquí todo ya es como antes”, nos dijo la fuente de La Macarena.
“Están cobrando el 10 por ciento por la venta de un lote y ya hace poco anunciaron en un comunicado que van a comenzar a controlar la deforestación que porque ellos le dieron la mano a los campesinos con eso, pero les cogieron el codo”, agregó.
Antes, para ganarse la confianza de los campesinos, la disidencia de Duarte estaba dejando tumbar árboles sin restricciones en La Macarena y también en San Vicente del Caguán en Caquetá, lo cual hizo que la deforestación allí se disparara, como contó La Silla.
Pero eso cambió. Ahora están regulando la deforestación, también al estilo Farc, poniendo topes de tala a los campesinos y les están pagando por hacerlo para ampliar los cultivos de coca.
“Le dicen a una familia que tumben de a 15 hectáreas por semana para ir ampliando las áreas de siembra de coca y les pagan. Les dicen luego que tienen derecho a quedarse ahí, pero si cultivan la coca”, le contaba a La Silla Fidel Navarro, el coordinador territorial del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito, Pnis, en Guaviare, sur del Meta y suroccidente de Vichada.
Eso, según él, está pasando en por lo menos 12 veredas que quedan pegadas al río Inírida en el Guaviare y en donde el Gobierno no logró firmar acuerdos de sustitución.
Aparte de regular la tala, de amenazar a campesinos cocaleros y a verificadores de la Onu, también están queriendo meterse en los manuales de convivencia de las juntas de acción comunal en La Macarena, Meta.
“Nosotros ya les hemos dicho que ellos pueden seguir con sus normas, pero que las juntas no vamos a ir a cobrar por ellos como antes lo hacían sus organizaciones sociales”, nos dijo una fuente que pertenece a las juntas de ese municipio.
Sin embargo, la coordinación que hasta ahora solo se percibía en el Sur ya parece estar llegando hacia el Pacífico.
La conexión con el Pacífico
Cinco fuentes que trabajan en el sector humanitario y con el Gobierno, (dos en el Sur y otras tres en Nariño), nos dijeron por aparte, que en la frontera entre Colombia y Ecuador, por el departamento de Nariño, se habla desde diciembre de una coordinación entre disidencias para “recrear un nuevo secretariado de las Farc” como nos dijo una de las fuentes, en la que estaría involucrado el frente Óliver Sinisterra, que comanda Wilson Aristala, alias Guacho.
Una de esas fuentes nos dijo que sabía de una reunión entre Guacho y Duarte, pero las tres fuentes del Ejército con las que hablamos para confirmar este supuesto encuentro nos dijeron que no tenían información.
Otras fuentes dicen que supieron de estos hechos porque los pobladores de las regiones donde Guacho ha hecho presencia, como las zonas rurales de Tumaco, Barbacoas, Ricaurte, Cumbal, Samaniego y Santacruz, les han contado.
“Esto implicaría que el frente Óliver Sinisterra no sería un GAO (Grupo Armado Organizado, como les llaman los militares) sino un grupo coordinado”, nos dijo una fuente humanitaria. “Van a trabajar una coordinación nacional de Farc en disidencia”, nos dijo la fuente que trabaja en la sustitución y dice saberlo de primera mano porque ha tenido contacto con los miembros de ese frente.
Nariño es una región particularmente deseada por disidentes, el ELN y el Clan del Golfo porque, como hemos contado hace parte de la ruta del narcotráfico que baja por la Cordillera y desemboca en el puerto de Tumaco; además, porque en la zona existen las tres cadenas de la producción de la droga: cultivo, cristalización y envío, lo cual ha atraído a campesinos del Sur del país a seguir en el negocio.
La disidencia de ‘Guacho’, según el general del Ejército Jorge Isaac Hoyos, tiene entre 70 y 80 personas, aunque ‘Guacho’ dijo en la única entrevista que ha dado que comanda a más de 250.
Según publicó el diario El Comercio de Ecuador ayer, 60 de ellos estarían haciendo presencia en el país vecino, por Esmeraldas, donde fueron secuestrados tres periodistas y según su última prueba de supervivencia, estarían en Colombia a manos de ‘Guacho’ .
Dos de las fuentes del Ejército con las que hablamos coinciden en decir que el territorio en el que se mueven estos grupos es tan amplio y la frontera tan selvática que es muy difícil entrar, pero que sí han logrado avanzar en incautaciones de armamento y capturas a miembros de las estructuras de las disidencias. El problema es que siguen sin dar con las cabezas.
En todo caso si la coordinación entre Guacho y Gentil Duarte se confirma, sería otro ingrediente más en la compleja cadena del narcotráfico que ya existe en el Sur, donde, como nos decía un campesino “ya todo volvió a ser como antes”.