La biblioteca que cultiva camelladores en Ciudad Bolívar

Silla Cachaca

Dos bibliotecólogos crearon un espacio en el que jóvenes y niños aprenden herramientas de liderazgo y emprendimiento en una de las localidades más difíciles de Bogotá.

Iván Triana decidió un día, hace diez años, volver la mirada hacia su barrio y crear un espacio para ayudar a jóvenes a superar las barreras estructurales que impone el haber nacido en Ciudad Bolívar, una de las localidades más pobres y violentas de Bogotá.

Eso a través del liderazgo y el emprendimiento.

Tras haber trabajado por fuera de la localidad, regresó con lo que tenía a la mano: como había estudiado bibliotecología, decidió abrir una biblioteca junto con una compañera de universidad, Andrea Barón.

Pero no una biblioteca común y corriente.

La Biblioteca de la Creatividad es un espacio en el que, más allá de poder leer y alquilar libros, los jóvenes discuten y desarrollan proyectos personales y reciben -de Andrea e Iván- una guía para poder llevarlos a cabo.

“El objetivo de la biblioteca es generar un cambio. Queremos eliminar la mentalidad de pobreza, las creencias heredadas de que los sueños sólo pueden cumplirse con plata, y para eso les damos herramientas de emprendimiento y liderazgo. Nuestra misión es conectar los sueños con oportunidades”, asegura Triana.

Al día de hoy por la biblioteca han pasado 400 jóvenes (60 de ellos se mantienen activos) y siete diferentes iniciativas, que tienen el potencial de ayudar a cambiarle la cara a Ciudad Bolívar, están floreciendo.

Una biblioteca para transformar Ciudad Bolívar

La Biblioteca de la Creatividad queda en la poco conocida y comentada Bogotá rural.

Para llegar, hay que bajarse del Transmilenio en el Portal del Tunal y tomar el Transmicable que atraviesa las montañas de Ciudad Bolívar para bajarse en la última estación, en el barrio Paraíso.

Allí, como sucede regularmente en la Colombia rural, no hay transporte público y hay que tomar un carro particular que, por dos mil pesos, lo lleva en veinte minutos a la vereda de Quiba Baja.

Allí, con toda Bogotá a sus espaldas, se encuentra la biblioteca

Como su nombre lo dice, Ciudad Bolívar bien podría ser una ciudad.

Con poco más de 762 mil habitantes, tiene una población que supera a las de capitales como Santa Marta (479 mil) y Bucaramanga (528 mil).

También es una de las localidades más pobres de Bogotá.

Así lo muestra el más reciente estudio de Bogotá Cómo Vamos, que afirma que Ciudad Bolívar es la localidad con más afiliados al Sisbén, el sistema que identifica a la población más pobre para focalizar en ellos la asignación de subsidios, en los niveles 1 y 2 (los más bajos).

Además de esto, este año la localidad tuvo el número más alto de homicidios en la ciudad. A julio, según los números de la Alcaldía, allí habían ocurrido el 17,3 por ciento de los asesinatos de Bogotá.

Este entorno es el que enfrenta la Biblioteca de la Creatividad, con actividades que potencian y desarrollan la capacidad para emprender en los jóvenes que ilustran una actividad que Iván Triana recuerda con orgullo.

Un día planeó un campamento para los niños de la biblioteca, para enseñarles a trabajar en equipo y resolver problemas.

Cuando llegaron los niños, le dio una chocolatina a cada uno con una instrucción: “Tienen que cocinar la cena para todos y lo único que tienen para hacerla es esa chocolatina”. 

Esto significaba que los casi treinta niños tenían que rebuscarse todo lo que necesitaban para comer en la noche. De su éxito también dependía si podían usar las cobijas que habían traído para pasar la noche.

“Unos se comieron la chocolatina. Otros se fueron. Pero algunos sí se pusieron a la tarea”, recuerda Triana: planearon el menú, canjearon sus chocolatinas por libras de arroz en tiendas, pidieron ollas a los vecinos y lograron hacer la comida.

“Habría podido sentarlos en un salón con unas diapositivas a enseñarles qué es el liderazgo y el trabajo en equipo, pero se les habría olvidado al día siguiente. Lo que sí no se les olvida es que ese día nadie pensó en los fósforos, que casi no logran conseguir porque ya eran como las 11 de la noche”, recuerda.

Para él, es fundamental que los niños aprendan a solucionar problemas por sí mismos, pues uno de los objetivos de la biblioteca es combatir el asistencialismo que es pan de cada día en Ciudad Bolívar. 

"Ahorita en épocas navideñas viene un montón de gente a hacer cosas ‘buenas’ a la localidad, pero que en realidad se quedan en el regalo", afirma. 

Su opinión no es que este tipo de ayudas sean malas en sí mismas, sino que en estos proyectos hace falta pensar en el futuro, en qué va a pasar después del regalo y cómo va combatir las condiciones que crean la pobreza en Ciudad Bolívar. 

Por eso, aunque la biblioteca funciona bajo una fundación (la Fundación Biblioseo), Triana busca que sea sostenible, y que los proyectos que han nacido de ahí también lo sea. 

Con eso en mente, la mayor parte del tiempo se dedica a tocar puertas, contar la minucia del proyecto y convencer a inversionistas. Ha logrado que crean en el varias, como el Banco Falabella, la Universidad EAN, L’oreal, Cemex, Procolombia o Compensar, para hacer proyectos que le dejan dinero para sostener la bilbioteca.

Por ejemplo, el Banco Falabella lo apoyó a cambio de una experiencia de voluntariado para de sus algunos empleados, que visitaron la vereda guiados por los jóvenes de la biblioteca; y la EAN lo contrata a Triana para que enseñe a sus estudiantes las habilidades que ha fomentado en Quiba. 

Todo eso sirve también como ejemplo para que los jóvenes desarrollen sus capacidades de liderazgo, que define como “hacer brillar a los demás”.

Los pequeños camelladores

Annie Montes tiene 18 años y lleva cinco siendo parte del equipo de Iván Triana. Su afición por el deporte la llevó a crear ‘Love Sport’, uno de los proyectos más grandes de la biblioteca.

Después de lograr que Compensar y Pazicleta le aportaran treinta bicicletas a Biblioseo, Montes empezó a armar entrenamientos de ciclomontañismo entre jóvenes, que así tienen un hobby sano, por las montañas de la vereda, lo que les da mayor sentido de pertenencia.

Además, se enfocó en entrenar niñas, porque cree que el deporte es una herramienta para hacerlas conscientes de sus capacidades y para que, en una comunidad machista como la de Ciudad Bolívar, puedan ocupar distintos roles en el hogar. 

Además, ganó una beca parcial para estudiar entrenamiento deportivo en la Universidad del Área Andina, y un programa de la biblioteca le ayuda a financiarse el resto de la matrícula. 

Otro de los programas emblema es ‘Perritos con dueño’, y busca ayudar a solucionar el problema de los perros abandonados, que, según mediciones del Distrito, en Ciudad Bolívar llegan a ser siete mil.

Lo lidera es Brayan Corchuelo, un joven de 17 años que el próximo año entrará a estudiar comunicación social y contactó a la Fundación Huella Roja, que trabaja por la protección de animales, y lo capacitó para desparasitar perros. 

También lidera campañas para vacunar, alimentar, desparasitar y esterilizar a los animales abandonados que viven en la vereda. Con todo eso, logra mejorar la calidad de vida de éstos.

La idea que tiene hacia el futuro es formalizar estos servicios y crear estrategias para que los animales sean adoptados por familias. 

Otro de los jóvenes visibles es Jeison Vargas, quien lleva seis de sus 20 años siendo parte de la fundación  y lidera dos proyectos de tecnología, pues encontró en la biblioteca la posibilidad de crear un emprendimiento de creación de contenidos audiovisuales y un laboratorio de robótica.

El de robótica, que pudo montarlo gracias a ayuda de Uniminuto, atrae a niños que aprenden a programar y construir robots mientras juegan. Según cuenta Vargas, para muchos de ellos es un escenario en el que refuerzan y ponen en práctica lo que aprenden en el colegio.

Como estos, hay actualmente cuatro proyectos más liderados por jóvenes de Ciudad Bolívar, que terminan impactando en la vida de la comunidad. Todos parten de las habilidades de liderazgo y emprendimiento que han adquirido en los talleres que dirigen Iván y Andrea.

“Nosotros sólo somos una sombrilla que les damos seguridad al comienzo. Que los proyectos salgan bien y tengan futuro depende de cada uno de los líderes”, asegura Triana.

Annie, Brayan y Jeison concuerdan en que la biblioteca va más allá de sus proyectos individuales.

Por eso, ahora están vendiendo unos llaveros de cascos de obrero y rifando una camiseta que les regaló la medallista olímpica Mariana Pajón, para ampliar las instalaciones de la Biblioteca de la Creatividad. Ya están construyendo una más grande en la vereda Quiba Alta. 

El objetivo, según Triana, es poder acoger a los 2.800 niños de dos megacolegios rurales que quedan a cinco minutos de donde será la Biblioteca, para que ellos también puedan ser agentes de cambio en Ciudad Bolívar y, en el camino, cumplir sus sueños. 

Para poder terminar a construir la nueva sede de la Biblioteca de la Creatividad, Triana y su equipo de camelladores necesitan su ayuda. Han vendido 500 de los 1.600 llaveros que necesitan.

Si está interesado en ayudar a terminar la construcción de la Biblioteca, le gustaría hacer parte de alguna experiencia de voluntariado o conocer más a profundidad del proyecto, puede visitar su página, sus redes sociales o hablar directamente con Iván al 311 2974359.

 

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