La captura ayer del alcalde de Buenaventura, Bartolo Valencia, es un duro golpe para el grupo político que controla el mayor puerto del país y que, de la mano de uno de sus ex funcionarios de confianza, pintaba muy fuerte para continuar en el poder. Con esta captura ganan los habitantes de Buenaventura. Y electoralmente, la gran ganadora con los líos judiciales de Valencia -el tercer alcalde consecutivo en terminar tras las rejas- es la poderosa ex senadora Dilian Francisca Toro, cuyo ahijado político se perfila ahora como el favorito para ganar las elecciones.
La caída de Bartolo es una victoria para Dilian
La captura ayer del alcalde de Buenaventura, Bartolo Valencia, es un duro golpe para el grupo político que controla el mayor puerto del país y que, de la mano de uno de sus ex funcionarios de confianza, pintaba muy fuerte para continuar en el poder.
Con esta captura ganan los habitantes de Buenaventura. Y electoralmente, la gran ganadora con los líos judiciales de Valencia -el tercer alcalde consecutivo en terminar tras las rejas- es la poderosa ex senadora Dilian Francisca Toro, cuyo ahijado político se perfila ahora como el favorito para ganar las elecciones.
De hecho, Dilian puede terminar haciendo moñona: es la archifavorita en la carrera por la Gobernación del Valle, podría ganar la Alcaldía de Cali en alianza con Angelino Garzón, tiene casi asegurada la de Palmira (la segunda ciudad más grande del departamento) y ahora su grupo puede quedarse también en Buenaventura.
Cae el barón que derrotó a Juan Carlos Martínez
La detención de Bartolo Valencia en un céntrico hotel bonevarense, acusado del presunto desfalco de miles de millones de pesos en los contratos de educación de la ciudad, voltea el tablero electoral. Al fin y al cabo, Bartolo era el jefe del grupo político que hace cuatro años desbancó a Juan Carlos Martínez, el ex senador condenado por parapolítica y por narcotráfico que había puesto dos alcaldes seguidos (ambos condenados) y manejaba a su antojo el municipio desde la cárcel.
Dado que Valencia forjó su capital político como opositor del súper poderoso Martínez, los medios y muchos bonevarenses lo vieron en ese momento como el político que podía cambiar el rumbo de una ciudad dominada por las mafias y con el triste honor de generar el mayor número de desplazados del país. La Silla incluso lo bautizó como uno de los ‘quijotes’ en las elecciones del 2011.
Pero los cuestionamientos en contra suyo se dispararon poco después de que llegara a la Alcaldía.
Mientras el puerto se horrorizaba con las historias de las ‘casas de pique’ y los cuerpos descuartizados encontrados en la playa, Valencia y su administración insistían en que eran “hechos aislados”. Solo en 2012 casi 7.500 personas tuvieron que dejar botadas sus casas. Un panorama tan desolador que el Centro de Memoria Histórica le dedicó un informe completo a la ciudad.
A pesar del miedo, hace un año 25 mil bonevarenses salieron a las calles y, al ritmo de alabaos y vestidos de blanco, le hicieron un entierro simbólico a la violencia.
Liderados por el obispo Héctor Epalza -el líder social más conocido de la ciudad- marcharon desde el Sena hasta la Alcaldía, cargando un ataúd de madera y callejeando por los barrios de Bajamar donde los Urabeños y La Empresa se disputan todos los días el poder sobre las rutinas, los bolsillos y las vidas de sus habitantes. Esa marcha era también una protesta por la manera cómo Bartolo venía manejando la situación.
Un par de semanas después volvieron a hacerlo, ya no caminando sino parándose frente a las puertas cerradas de sus tiendas.
Durante un día, permanecieron guardados los carritos de los vendedores ambulantes, los colegios no tuvieron clase y los furgones de carga no salieron del puerto hacia el resto del país.
Como le dijo entonces entonces un comerciante a La Silla, “la violencia acá no ha subido: simplemente no hay más fondo a dónde caer. Tenemos mordaza y grillete: por eso, o nos paramos o nos entierran”.
”Aprovechó para construir su imperio a medida que el de Juan Carlos Martínez se derrumbaba”
A eso se sumaron los escándalos por su gestión.
El año pasado, El País de Cali reveló el que la Alcaldía recibía un millón de pesos del Ministerio de Educación por cada niño y luego -en vez de ampliar los cupos en los colegios públicos- los subcontrataba con escuelas privadas, a las que les pagaba entre 500 y 600 mil pesos por cupo.
Además de eso, encontró casos de nombres de menores que se repetían en varias listas y que en algunos casos no existían (igual que los ‘alumnos fantasmas’ que hicieron famosos durante la alcaldía de su predecesor, José Félix Ocoró).
Esos fueron precisamente los contratos que ocasionaron su captura ayer y también la de su ex secretario de Educación Carlos Riascos, uno de sus cercanos aliados, en un caso liderado por el vicefiscal Jorge Fernando Perdomo y que forma parte de la nueva estrategia de priorización de delitos del Fiscal General Eduardo Montealegre.
Pero no fue el único escándalo. Hace un año El País también denunció que muchas de las obras de recuperación de calles las había ganado en licitación (como único oferente) el mayor donante de la campaña del representante Hernán Sinisterra y que muchos contratos de la Alcaldía fueron adjudicados a fundaciones de funcionarios de Valencia.
Además de eso, hace un mes Buenaventura se convirtió en uno de los 57 municipios a los que el director de Planeación Simón Gaviria les suspendió los giros de regalías, por no reportar los avances en la ejecución de las obras financiadas con ellas el año anterior.
Eso dejó en veremos a tres de las megaobras de Valencia: el acueducto de Juanchaco y Ladrilleros (que está en obra), los complejos deportivos de Las Palmas y La Independencia, y el nuevo Bulevar peatonal, que va desde el histórico Hotel Estación hasta la Catedral y que está cerca de ser terminado.
Finalmente, pesan sobre Valencia las acusaciones de la familia del ex concejal liberal y pastor cristiano Stalin Ortiz, que fue asesinado en 2013 tras haberse convertido en uno de los opositores del alcalde y denunciar el desgreño del Hospital Luis Ablanque.
Como contó Daniel Coronell, Ortiz había sido citado ese día por el el ex alcalde y hoy senador liberal Édison Delgado -cercano aliado político de Bartolo- para limar asperezas con el alcalde. "Todo lo malo que ocurre en Buenaventura se lo achacan al Alcalde, que tiene que responder por más de 50 años de abandono del Estado y por haber derrotado a los que le han hecho daño a Buenaventura", se defendió el alcalde.
Pese a su imagen negativa, Valencia se consolidó como el nuevo barón del puerto. “Aprovechó para construir su imperio a medida que el de Juan Carlos Martínez se derrumbaba”, cuenta un político local.
Prueba de su poderío es que en 2014 su grupo logró elegir un representante a la Cámara propio, en alianza con Édinson Delgado: el concejal liberal Hernán Sinisterra, que sacó uno de cada seis votos en Buenaventura, triplicó a sus más inmediatos rivales y le ganó la curul en un apretado y polémico voto-finish al ex secretario privado de Rodrigo Guerrero, Juan Fernando Reyes Kuri (quien denunció un posible fraude electoral).
El control del grupo de Bartolo es tan férreo en la ciudad que también le ganó el pulso a su aliado Édinson Delgado por escoger su sucesor.
El senador apoyaba a Rosario Quiñones, ex directora de Comfamar en la ciudad y hermana del destituido ex alcalde Saulo Quiñones. Mientras tanto, Valencia tenía dos fichas: su ex Secretario de Desarrollo Económico Bernabé Mosquera y su ex secretario de Hacienda Edison Mosquera, que renunciaron a la Alcaldía para aspirar.
Inicialmente se habló de hacer una consulta y luego una encuesta, pero al final la dirección nacional -en la que tiene asiento el senador Delgado- terminó dándole el aval a Bernabé, cercano aliado del alcalde.
Los dos barones liberales hicieron las paces con un acuerdo que convirtió a Rosario Quiñones en la cabeza de lista liberal al Concejo, quitándole de paso el número uno de los rojos al concejal opositor Yilibert Garcés que había sacado la votación más alta pero había roto con Valencia. (Edison Mosquera, que terminó quedándose sin el guiño que le habían prometido y sin su antiguo puesto en la Alcaldía, terminó lanzándose con el aval de la ASI).
Eso convirtió en favorito a Bernabé, cuyo mayor factor de poder era la maquinaria de la Administración ya que -como dice un político bonevarense- “acá hay solo dos empresas buenas: la Sociedad Portuaria y la Alcaldía”.
“No es lo mismo competir contra un alcalde padrino. Eso es como cuando un presidente se le manda a la reelección”, dice un líder cívico de la ciudad.
Eso le abrió las puertas a otro cacique fuerte del departamento, que podría llenar el vacío.
Dilian quiere ser la nueva baronesa del puerto
Dilian Francisca Toro es la gran baronesa electoral del Valle y tiene aliados gobernando en una de cada tres alcaldías del departamento, pero nunca ha tenido fuerza en Buenaventura.
Eso podría cambiar ahora. Su ahijado político Eliécer Arboleda, que fue dos veces concejal y presidente de La U en Buenaventura, es visto como el rival más fuerte de Bernabé.
Hace cuatro años fue candidato, también con el apoyo de Toro, y sacó 11 mil votos. Con la detención de Bartolo y la debilidad del grupo de Juan Carlos Martínez, está en una posición mucho más fuerte y ya tiene el apoyo de siete concejales, incluyendo cuatro de La U, dos conservadores y dos del viejo PIN (un grupo que incluye a tres de los que venían del MIO de Juan Carlos Martínez).
Le sirve también que Dilian ha venido ganando terreno allí: hace un año su senador, Roosvelt Rodríguez, fue el segundo con más votos en el puerto (aunque con un tercio de los de Édison Delgado). Y este año la baronesa convirtió Buenaventura en una prioridad electoral: hace tres semanas lanzó allí su campaña a la Gobernación, rodeada por su súper bancada de cuatro congresistas y su mano derecha (y ex precandidata en Cali) Clara Luz Roldán.
Una victoria de Arboleda aumentaría mucho su poder, ya que -además de verse imbatible para la Gobernación- su grupo político ‘Nueva Generación’ controla actualmente 13 alcaldías, incluyendo las poderosas de Palmira, Buga y Tuluá.
En todas esas tiene fichas fuertes. En Palmira -la segunda ciudad que más votos pone en el Valle- el súper favorito es Jairo Ortega Samboní, quien fue uno de sus representantes a la Cámara hasta julio pasado.
En Tuluá, la cuarta ciudad del Valle, su candidata Lina María Segura no está tan fuerte, pero el puntero -el dos veces alcalde Gustavo Vélez- tiene el apoyo de uno de sus congresistas, Rafael Palau. Y en Buga podría ganar de la mano de Francined Cano Ramírez, que es hijo de un diputado dilianista y volvió a su grupo tras romper con ella en 2012 para lanzarse a las elecciones atípicas de la Gobernación.
Si a eso le suma Buenaventura, Dilian podría terminar siendo la dueña absoluta de la política vallecaucana.
El tarjetón bonevarense
El rival más fuerte para el candidato de Dilian, aparte de la ficha del actual alcalde, es Héctor Julio Copete.
Este ex concejal era el favorito hace cuatro años pero terminó perdiendo por 11 mil votos. Le costó la Alcaldía, según cuatro políticos bonevarenses, que tenía el apoyo del parapolítico Juan Carlos Martínez y que su otro jefe político era el entonces alcalde José Félix Ocoró, que fue capturado una semana antes de las elecciones.
De hecho, Ocoró acaba de ser condenado hace un mes a 18 años de cárcel por irregularidades en la venta de un lote.
Tres fuentes le dijeron a La Silla que Copete ya no tiene el apoyo de Martínez ni de Ocoró, aunque admiten que el escándalo del 2011 sigue siendo un lastre. También perdió a los concejales que lo respaldaron entonces.
Completan el tarjetón varios candidatos que tienen buena imagen, aunque -como dice un político local- “sin musculatura política y económica acá nadie gana”.
Entre ellos está Bernardino Quiñones de Cambio Radical, que es bien recordado por su paso por la alcaldía a comienzos de los años noventa y tiene el apoyo del senador Carlos Fernando Motoa. Pero llevaba dos décadas alejado de la política y dedicado a su negocio como contratista del puerto.
La empresaria y uribista Elvia Lucy Abonce gusta entre los empresarios pero tiene la desventaja de que -como explica un político local- “Uribe no pesa en Buenaventura: perdió en su primera elección, perdió en su segunda elección y volvió a perder en 2010, en persona de Santos, contra Mockus”.
Lo mismo le sucede al verde Jaime Marinez, ex gerente de Findeter en el Pacífico que está liderando una campaña cívica.
La caída de Bartolo Valencia abona el camino para que, como dice un líder, “una alcaldía que parecía en el bolsillo suyo se vaya a poner a mordiscos”. Y Dilian parece ser la más opcionada para ocupar su trono.