La historia detrás de los estudiantes asesinados en Medellín

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En julio 15, Alejandro Chica, un joven de 17 años que cursaba décimo grado en la Institución Educativa José María Espinosa en el barrio Pedregal de Medellín, fue asesinado a pocos metros de la puerta de su colegio. Unos encapuchados que iban a pie le dispararon y luego lo remataron en el piso delante de su novia y de todos los demás niños que entraban a la jornada de la tarde

 

En julio 15, Alejandro Chica, un joven de 17 años que cursaba décimo grado en la Institución Educativa José María Espinosa en el barrio Pedregal de Medellín, fue asesinado a pocos metros de la puerta de su colegio. Unos encapuchados que iban a pie le dispararon y luego lo remataron en el piso delante de su novia y de todos los demás niños que entraban a la jornada de la tarde.


Al día siguiente, Johan Esteban Marulanda, de 18 años, salía del colegio San Lorenzo de Aburrá, en el barrio Manrique, comuna cuatro de Medellín, cuando lo acribillaron. También delante de su novia.

El 28 de julio, la misma suerte corrió Edison Andrés Rodas, estudiante de la Institución Educativa Kennedy, en el barrio Robledo. A las 12 y media de la tarde, recién terminaba su jornada de la mañana, salía con un grupo de compañeros cuando unos sicarios en una moto le dispararon. Los vecinos lo alcanzaron a llevar al hospital, pero allí murió poco después.

Tres semanas más tarde, el 19 de agosto, otro niño, cuyos padres no quisieron que la prensa revelara su nombre, murió a las 6:05 de la mañana, cuando entraba a la Institución Creadores de Futuro, en el barrio Belencito Corazón, de la Comuna 13. Tenía 17 años. Le dispararon delante de los niños que entraban a esa hora al colegio. Sus compañeros lo levantaron del suelo sin saber qué hacer cuando una profesora llegaba en su carro. Ella lo llevó al hospital donde murió 12 horas después.

Y al día siguiente, Juan Camilo Martínez Mejía, murió también por cinco balas en frente del colegio Manuela Beltrán, en el corregimiento San Antonio de Prado, en el occidente de Medellín. Validaba sexto y séptimo grado. La Policía lo recogió tres minutos después de que dos hombres le disparon 11 veces, pero cuando llegó al hospital ya había muerto. Al día siguiente, cumplía 19 años.

La guerra entre combos

Estos jóvenes han muerto en medio de la guerra entre combos y bandas criminales que se disputan el control del expendio de la droga en Medellín, desde que la extradición del paramilitar Don Berna acabó con el monopolio del narcotráfico en la ciudad.

Estos combos están integrados en su mayoría por paramilitares del Bloque Cacique Nutibara desmovilizados en el 2003 y que permanecieron 'dormidos' y cobrando su salario mínimo mensual de reinsertados hasta que llegó Alonso Salazar a la Alcaldía y se rompió el status quo del proceso con los desmovilizados, que aún continúa pero bajo condiciones más estrictas.

Durante la negociación de Ralito, 'don Berna' había dado la orden en el bajo mundo que el que matara moría, y en gran parte gracias a eso, las cifras de homicidio se redujeron a menos de la mitad durante la administración de Sergio Fajardo.

Con la actitud del nuevo alcalde Salazar, que llegó a denunciar a los desmovilizados que seguían delinquiendo, y con la extradición de Berna, ese orden llegó a su fin. Desde el año pasado, volvieron a aparecer muchos de los reinsertados en las comunas con los fierros que nunca entregaron.

Las nuevas bandas -que no son otra cosa que los paras reciclados aunque sin pretensiones contrainsurgentes- comenzaron nuevamente a reclutar jóvenes y gente de la comunidad. Los estudiantes de colegio quedaron en el medio.

Algunos de los muchachos asesinados fueron señalados por las bandas de ser 'carritos'. El carrito es una persona débil, que aparentemente no reviste peligro; puede ser un niño, una mujer embarazada o un anciano, que generalmente no son sujetos de requisa ni de sospecha y son utilizados para transportar armas, drogas o para llevar información. Pero en la mayoría de los casos, solo hablar con una persona que pertenezca a una banda o se dispute una zona, ya hace a un joven sospechoso.

“Los involucran en el conflicto por tener amigos y personas cercanas de otros barrios. Entonces los señalan como ayudantes de la otra banda y los declaran objetivo militar,” dice Carlos Arcila, coordinador de la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6.

Desde principios de 2008, el número de homicidios en Medellín se disparó. A junio de este año, los homicidios suman 1080, mientras que en todo el 2007 la cifra fue de 654.

Sin embargo, las víctimas ya no son solo miembros de las bandas, desmovilizados o personas con antecedentes judiciales. Ahora, estudiantes de bachillerato, jóvenes que en muchos casos no han cumplido 18 años, son acribillados en las puertas de sus colegios en medio de centenares de niños que se disponen a estudiar.

Aumentan las amenazas

Pero la tragedia no para ahí. Fuera de los cinco muchachos asesinados en el último mes, hay más amenazados. Muchos han tenido que salir del barrio y de la ciudad y otros estudian con miedo a ser asesinados cualquier día a la entrada de su colegio.

El joven de la comuna 13, al que no se le conoce el nombre, por ejemplo, había recibido amenazas y por eso había dejado de asistir a la Institución Educativa Creadores de Futuro durante un mes. Pero como quería graduarse ese año volvió a estudiar y a la semana lo mataron. En esta institución, hay otros 75 estudiantes amenazados, según le dijo la rectora a la Silla Vacía y ya van tres estudiantes asesinados este año.

“No sabemos qué pasó en el último año, qué cambió en la negociación. Volvieron a matar gente, a vacunar las tiendas, a amenazar a las familias... este es un tema político, de gobernabilidad, un proceso que se rompe”, dice Claudia Serna, rectora del colegio.

Aunque la Personería de Medellín no tiene cifras consolidadas de estudiantes amenazados, el problema se repite en otros barrios. Según la ONG Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6, hay por lo menos 25 jóvenes amenazados en esa localidad. Y ya han matado en lo que va corrido del año a 78 jóvenes, aunque no enfrente del colegio. Vea cifras de homicidios.

Arcila, el coordinador de la mesa de derechos humanos de la comuna 6, contó a La Silla Vacía que los jóvenes no pueden pasar de un barrio a otro por las fronteras imaginarias que han establecido los combos. "Estudiantes del barrio Castilla no pueden pasar al barrio vecino, el 12 de octubre", dice.

Estos combos forman parte de las bandas de 'Alias Sebastián' y 'Alias Valenciano' que operan en la comuna 6 en la que este año los homicidios aumentaron un 200% frente al mismo período del año anterior, según un reciente informe de la Personería de Medellín.

En esta comuna murió el 15 de julio Alejandro Chica de 17 años. Los estudiantes de todos los colegios de la comuna marcharon el 24 de julio para rechazar su muerte. Llevaban pancartas que pedían respeto por el derecho a la vida. Pero tan solo cuatro días después, el 28 de julio, mataron a Edison Rodas en la Institución educativa Kennedy a pocas cuadras de allí.

En los barrios de esta comuna desde el viernes 21 de agosto se implementó la medida del toque de queda para menores de edad entre las 10 de la noche y las cinco de la mañana. “Pero esta medida hay que complementarla porque a los jóvenes los están matando de día,” concluye Arcila.

En las otras comunas, la situación es parecida. En el colegio San Lorenzo de Aburrá, del barrio Manrique de la Comuna 4, 50 estudiantes tuvieron que desertar por amenazas, según dijeron voceros del colegio a la prensa el 17 de julio.

La comuna 13, una de las más afectadas por la violencia, vive uno de sus peores momentos. Antes de la operación Orión del Ejército, el 10 de abril del 2002, sacaron dos estudiantes de clase, horas después los encontraron torturados y asesinados. Ese año lo vivieron en medio de las balas. Pero después de Orión, llegó una aparente seguridad. Todo había estado en calma hasta este año cuando se intensificaron las amenazas.

Los rectores denuncian y no pasa nada

Los rectores de los colegios de las comunas de Medellín están cada vez más preocupados y antes de que ocurrieran varias de las muertes comenzaron a alertar a las autoridades sobre lo que venía.

En mayo de este año, cuando Claudia Janeth Serna, la rectora del colegio Creadores de Futuro, se dio cuenta que los estudiantes amenazados no eran uno, ni dos ni tres, sino 25, envió una carta al alcalde de Medellín. “En la carta pedía que nos asesoraran sobre cómo proteger a los muchachos, que estabamos dispuestos a colaborar. Adjunté el listado de los 25 que estaban amenazados, pero no recibí respuesta hasta el día que mataron a uno de los estudiantes”, dice Serna.
 

En la carta pedía que nos asesoraran sobre cómo proteger a los muchachos, que estabamos dispuestos a colaborar. Adjunté el listado de los 25 que estaban amenazados, pero no recibí respuesta hasta el día que mataron a uno de los estudiantes

Claudia Janeth Serna

 

La carta la envió con copia al Secretario de Gobierno, Jesús Ramírez; al Secretario de Educación, Felipe Gil; al Comandante de la Policía Metropolitana, Luis Eduardo Martínez, pero ninguno la leyó. Cuando murió el niño, Serna dice que la llamaron y le dijeron que no habían recibido ninguna alerta, a pesar de que ella tiene el sello de recibido en las copias de su carta. En todo caso, le dijeron que "a la orden lo que necesite". Pero desde mayo, cuando envió la carta, la cifra de estudiantes amenazados ya llegó a 75. 

Rafael Franco Valencia, rector del colegio Manuela Beltrán, denunció el 21 de agosto, al día siguiente del homicidio del estudiante Juan Camilo Martínez, que varias veces había pedido a la Policía y a delegados de la Secretaría de Gobierno seguridad y policías presentes a la salida y entrada de las tres jornadas. Pero tampoco recibió respuesta.

Aunque algunos rectores han pedido policías en las puertas de los colegios, Creadores de Futuro de la comuna 13 está en frente de una estación de Policía. Pero eso no impidió que mataran al estudiante delante de todos los compañeros que entraban al colegio. Hoy cuatro psicólogos atienden a los niños que presenciaron el asesinato y a la profesora que lo llevó al hospital.

La seguridad es sin duda el gran problema que enfrenta el Alcalde de Medellín Alonso Salazar. Recientemente pidió ayuda al Gobierno Nacional pues la violencia desborda la capacidad de la Policía Metropolitana. En marzo de este año, la Secretaría de Gobierno dijo que estaba dispuesta a asumir los gastos de 500 policías más. Hace una semana empezo a regir la medida de toque de queda para menores de edad en la comuna cinco y seis. Pero las muertes siguen.

La Silla Vacía trató de comunicarse con el Secretario de Gobierno de Medellín, Jesús Ramírez, para conocer otras medidas tomadas por la Alcaldía para hacerle frente al problema de los colegios. Sin embargo, no fue posible obtener una respuesta.

 

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