El partido pasó de ser minoritario, dividido y peñalosista en el Concejo, a tener candidata única con chance de ganar, y posibilidad de tener una bancada numerosa con una agenda que se aleja del Alcalde.
La metamorfosis de los verdes en Bogotá
La Alianza Verde está viviendo en Bogotá una campaña opuesta a la de 2015, cuando por sus pujas internas terminó dividiendo su respaldo entre tres candidatos a la Alcaldía. Ahora tiene a Claudia López como candidata única con chances de ganar, y probablemente sea el partido más votado al Concejo y pase de seis a más o menos de 10 concejales.
Ese fortalecimiento y muestras de unidad contrastan, por ejemplo, con las dificultades de Cambio Radical, el partido más votado hace cuatro años y que puso a Enrique Peñalosa en la Alcaldía, o con la división del petrismo alrededor de la candidatura de Hollman Morris.
Y tiene que ver no sólo con que López se haya convertido en un factor de cohesión en Bogotá (aunque también genera resistencias), sino con un proceso de varios años en el que el verde se ha ido decantando después de su fusión con el petrismo, algo que también se nota a nivel nacional y es muy útil para López porque no ha tenido que enfrentar disidencias de peso.
De la división al peñalosismo
En 2015 los verdes no se pusieron de acuerdo para escoger candidato único a la Alcaldía y dejaron en libertad a sus militantes, que se dividieron entre Clara López (la candidata del Polo y el petrismo), Rafael Pardo (Liberal y La U) y Enrique Peñalosa (Cambio Radical), el que ganó.
Las pujas que impidieron la unidad tenían su origen, en parte, en que aún era reciente la fusión entre el antiguo Partido Verde y el movimiento petrista Progresistas, que dio origen a la Alianza Verde. Entonces era muy marcada la división entre el ala más de izquierda, proveniente en su mayoría del petrismo, y otras facciones de centro y centroderecha que venían desde antes.
De los seis concejales elegidos en esas elecciones, cinco llevaron al partido a hacer parte de la coalición de Peñalosa: Jorge Torres, Lucía Bastidas, María Clara Name, Hosman Martínez y Edward Arias. El que nunca apoyó al Alcalde fue Antonio Sanguino, a quien tras llegar al Senado reemplazó María Fernanda Rojas, que siguió en la línea de la oposición.
Los otros cinco votaron a favor de los proyectos clave para Peñalosa: la venta de la ETB y de parte de la EEB, la plata para financiar el metro elevado, el cupo de endeudamiento para financiar Transmilenio por la Séptima. Eso marcó al partido como peñalosista a pesar de que dentro de los verdes había sectores muy críticos del Alcalde, como la bancada de la Cámara por Bogotá con Angélica Lozano, Ángela Robledo e Inti Asprilla, que tenía una inclinación de centroizquierda y fueron muy críticos de Peñalosa.
El partido llegó con esa división a estas elecciones, con la particularidad de que Claudia López y Antonio Navarro, los dos candidatos que resultaron para disputarse la candidatura única del partido, eran abiertos críticos de Peñalosa, por más que le reconocieran algunos logros.
Al final ganó ella con una visión que se aleja sustancialmente de la de Peñalosa. A pesar de lo que los verdes han defendido por cuatro años en el Concejo, hoy el partido pinta más cohesionado que hace cuatro años, más allá de las tensiones internas, que se mantienen.
Los factores de unidad
Claudia López ayuda a explicar la cohesión de los verdes hoy, aunque no es el único factor porque ella misma ha generado tensiones.
López incide en la medida en que se ha vuelto un fenómeno político nacional que le sirve mucho al verde. Fue una senadora muy mediática, candidata presidencial de ese partido, fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo en 2018 y, posteriormente, lideró la Consulta Anticorrupción en todo el país.
“Su carrera permitió escogerla como candidata única y sin duda se ha vuelto un factor de cohesión”, nos dijo el representante Inti Asprilla.
López, por ejemplo, logró que todos los integrantes de la lista verde al Concejo firmaran su plan de gobierno y que, como parte de la campaña, manifiesten su oposición al Plan de Ordenamiento Territorial que presentó Peñalosa al Concejo y está en discusión. La única que se apartó fue la concejal Lucía Bastidas, una peñalosista purasangre que ya presentó ponencia positiva a ese proyecto y que representa la excepción y no la regla.
López, incluso, comenzó a salir a las calles con dos concejales verdes que le votaron todo a Peñalosa: María Clara Name y Edward Arias.
Eso, según dijo la candidata a La Silla Cachaca, porque se comprometieron con su campaña. Arias, por su parte, nos dijo: “Es casi que por obediencia”, pero no optó por la disidencia. Con Name no logramos hablar.
López, sin embargo, también ha generado resistencia por decisiones como la de oponerse a que el concejal mockusiano Jorge Torres, que hizo parte de la coalición peñalosista, fuera cabeza de lista, a pesar de que el comité ejecutivo del verde así lo decidió.
Por eso la también mockusiana Katherine Miranda, representante por Bogotá y expareja de Torres, dice que si el verde ha madurado no es sólo por López: “Ella a veces no ayuda. Es una política excelente, que ha sido ejemplo para muchas que estamos iniciando, pero debe cuidar mucho las formas y no puede pasar por encima de las personas”, nos dijo.
Para ella y para el representante Mauricio Toro, también incide el regreso de Antanas Mockus a la política como senador y como intermediario para solucionar conflictos.
Por su parte, la exconcejal verde y coordinadora política de la campaña de López, Alejandra Rodríguez, dice que también influye que un sector que venía del progresismo de Petro, como el que lidera Antonio Navarro y del que ella hace parte, decidió apostarle al partido y no a formar disidencias que lo fracturaran.
La principal prueba de eso fue que cuando Navarro perdió la encuesta con López, a comienzos de este año, de inmediato se volcó a hacer campaña con ella, a pesar de que cuando estaban enfrentados hubo roces internos muy duros.
Inti Asprilla, que representa un ala de izquierda dentro del partido, plantea así ese compromiso: “Tenemos acuerdos estructurales en la manera de hacer política. Y por eso yo, teniendo una historia que viene del progresismo, nunca diría, por un cálculo politiquero, que Claudia es igual que un Carlos Fernando Galán, a pesar de nuestras serias diferencias sobre el metro elevado o sobre Sergio Fajardo, al que no considero que pueda ser un presidente viable”.
Lo que considera Asprilla que ha ganado el partido en estos cuatro años es una “decantación ideológica” después de las múltiples opciones por las que se fueron sus militantes en 2015.
Es algo que puede consolidar el eventual triunfo de López en la campaña por la Alcaldía, pero cuya solidez se pondrá a prueba si pierde.