La reincorporación ya tiene otra cara distinta a Farc

Silla Paisa

Nació oficialmente en Bogotá una corporación que dice representar a más de dos mil excombatientes que quieren hacer su reincorporación al márgen del partido Farc. 

Corporeconciliación. Así se llama la corporación que un grupo de exguerrilleros, muchos de ellos mandos medios, viene cocinando para hacer su reincorporación al margen de Farc y que dice representar a más de dos mil excombatientes que viven por fuera de los antiguos espacios territoriales de capacitación. 

El grupo, que no se siente representado por la dirección de Rodrigo Londoño, antes Timochenko, tuvo una primera reunión con el alto consejero presidencial para la estabilización, Emilio Archila, en septiembre, como revelamos en La Silla Sur; después tuvo otra en Montería, a la que también fue el consejero; y el 30 de noviembre nació oficialmente en Bogotá. 

Ahí definieron el nombre, arrancaron el papeleo para constituir la entidad, y ya tienen una mesa directiva con un plan para 2020.

Su creación es una derrota para la Farc, que no logró la meta de mantener la vida colectiva, la jerarquía y la organización que tenía en armas, y un reto para el Gobierno que tendrá que lidiar con varias contrapartes en la implementación.

Pero, sobre todo, puede ser una buena noticia para el país porque muestra que hay muchos excombatientes que, a pesar de los incumplimientos del Gobierno de Iván Duque y de no entenderse con la dirección del partido, quieren seguir apostándole al Acuerdo y no irse a las disidencias con sus conocimientos de la guerra.

La nueva cara

La iniciativa de este grupo ha venido sobre todo de figuras del Bloque Sur, como su excomandante Fabián Ramírez, que lleva desde el año pasado tratando de armar nuevos puntos de agrupamiento en Huila y Caquetá al márgen de Farc; o de Omaira Rojas, alias ‘Sonia’, que fue jefe de finanzas de ese bloque y terminó extraditada a Estados Unidos.

 

Que la idea haya comenzado por gente de este bloque muestra que las divisiones con las que llegó las Farc a la mesa de negociación en Cuba no desaparecieron al dejar los fusiles. 

Como lo contamos en su momento, el secretariado tenía dudas de que el Bloque Sur se montara al proceso, al punto de que sólo en febrero de 2014, dos años después de comenzar la fase exploratoria de los diálogos, lograron que Ramírez llegara a la mesa como primer representante de ese bloque en La Habana. 

Aunque terminaron montados en el Acuerdo, la distancia se refleja en que esta iniciativa viene de ese mismo lado, aunque incluye a figuras de peso que vienen de otras regiones y antiguos bloques, como Andrés París, que hace parte de la dirección del partido y fue jefe del Bloque Oriental; o Julio Rincón, que hizo parte de la dirigencia del frente 18, que operó en Córdoba, Antioquia y Chocó. 

 El jueves pasado en Neiva fue la primera reunión de la mesa directiva. 

A diferencia de la Farc, que preside Londoño y tiene un Consejo Político de 15 miembros de los que 12 son hombres (las mujeres son Victoria Sandino, Sandra Ramírez y Erika Montero), la batuta de Corporeconciliación la tienen dos mujeres: la presidenta es ‘Sonia’ y la vicepresidenta es Ligia Granda, excandidata de Farc a la Cámara de Antioquia y quien una fuente del partido en ese departamento nos describió como “un personaje suelto del partido y de la organización”.

“Se puede decir que esta es una organización paralela al partido porque estamos creando nuevos puntos de agrupamiento, pero eso no quiere decir que estemos dividiendo al partido”, nos dijo Sonia a la salida de la reunión en Neiva. 

“Estamos es apoyando la reincorporación porque los muchachos en las regiones dicen que no se sienten representados”, agregó y nos contó que esto lo hicieron sin decirle nada a la dirección de Farc porque que no están haciendo nada en contra del Acuerdo. 

Entre los vocales, que son algo así como los asesores, está Ramírez, París, Rincón y exmandos medios como Hernán Gutiérrez, conocido en la guerra como ‘Gadafi’ y que fue el último comandante del frente 47 de las Farc en Caldas. 

El objetivo de la corporación, que integran los miembros de la mesa directiva y otros 30 delegados en representación de dos mil de los 13 mil excombatientes, es hacer su reincorporación aparte de Farc.

Todos ellos tienen en común que no viven en los espacios de capacitación, donde el partido sí tiene el liderazgo de la reincorporación y viven, según cifras de la ARN, 3.246 excombatientes. 

Además, los de Corporeconciliación tienen cooperativas y organizaciones por fuera de Ecomún, la cooperativa que se planteó en el Acuerdo como la principal canalizadora de la plata que le da el Gobierno a los exguerrilleros para tener una actividad económica después (ocho millones por una sola vez), y que manejan las directivas de Farc.

Ecomún arma proyectos productivos colectivos que deben aprobar el Gobierno y la Farc en el Consejo Nacional de Reincorporación, CNR, para que arranquen, pero la mayoría de excombatientes siguen sin estar cobijados por ellos: según las más recientes cifras de la Alta Consejería, los 47 proyectos colectivos aprobados cobijan a 2.455 de los más de 13 mil  excombatientes acreditados. 

Por eso, Corporeconciliación busca ser otro interlocutor válido con el Gobierno para hacer proyectos colectivos aparte. 

“La plata de cooperación que llega para proyectos productivos no tiene por qué estar amarrada a estar dentro del partido. Es para todos los excombatientes, independientemente de si están o no en Farc. Ese es nuestro punto”, nos dijo Víctor Hugo Silva, miembro del grupo y quien fue jefe de finanzas del frente 17. Ese es un punto duro para la Farc porque implica que se va desmoronando su estructura política. 

Pero en Farc, según nos dijo una persona experta en ese punto de reincorporación, la plata de cooperación internacional y la aprobación de los proyectos en el CNR no está supeditada a pertenecer o no al partido, aunque sí es cierto que el grueso de los proyectos aprobados son para militantes.

En 'Corporeconciliación' opinan que la reincorporación ha estado muy concentrada en los espacios territoriales, una discusión que comenzó a darse desde cuando muchos excombatientes comenzaron a irse de los espacios a hacer su vida en otro lado. 

De ahí que su plan para el año entrante, según nos contaron cuatro miembros del grupo por aparte, es armar capítulos regionales y viajar a los departamentos donde hay cooperativas por fuera de Ecomún o exguerrilleros que ni siquiera tienen un proyecto productivo para sumarlos. 

“Estamos recogiendo a las organizaciones con la idea de que los muchachos no estén por fuera del proceso de paz”, nos dijo Fabián Ramírez. “Estamos haciendo el estudio con todos los que quieren entrar de que no estén comprometidos con hechos posteriores a la firma del acuerdo, para que después no nos vayan a ilegalizar”, agregó. 

Del lado del Gobierno les han dicho que van a apoyarlos.

“La responsabilidad del Gobierno es apoyar a todos los excombatientes”, nos dijo el alto consejero Archila, que también nos dijo cuando se sentó con ellos la primera vez en Neiva, que “me preguntaron si alguna de las garantías que el Gobierno ofrece a los excombatientes está condicionada a la pertenencia al partido político Farc y expliqué que no”.

Esa respuesta refleja el Acuerdo y le da alas a una división que golpea a Farc, con quienes el Gobierno uribista de Duque no ha avanzado un centímetro en lo que podría darles más votos y capital político, además de profundizar la democracia: hacer una reforma política que cambie las reglas de juego para abrir el sistema, darle alivio penal a su base cocalera, o que los campesinos participen en el catastro. 

Aunque eso podría cambiar si se concreta el anuncio que hizo el viernes el alto comisionado de paz, Miguel Ceballos, de que el Gobierno presentará un proyecto para crear las 16 curules para las víctimas que el uribismo hundió hace año y medio, el grupo ya arrancó. 

Si toma vuelo y logra recoger más excombatientes, viene un problema de representatividad para las instancias que el Acuerdo creó para aterrizar sus puntos con las Farc.

El micrófono

Una fuente que no hace parte ni de la corporación, ni de Farc ni del Gobierno, y que tiene cómo saberlo, nos contó que Corporreconciliación busca tener representación aparte del partido Farc en las instancias creadas por el Acuerdo.

Además de un asiento en el Consejo Nacional de Reincorporación para definir los proyectos productivos, quieren que les abran un espacio aparte de la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación para la Implementación, y que sus esquemas de protección no los defina la Mesa Técnica de Seguridad y Protección, creada a finales de 2016 con representantes de Gobierno y Farc. 

Además, la corporación está buscando avanzar en la reparación a las víctimas por su lado. 

La Silla supo que se ha acercado a la Comisión de la Verdad, en la que hay una Mesa Técnica para que el partido haga sus aportes, y se han dado reuniones entre funcionarios y gente de la corporación. 

“Nos hemos reunido con la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y hemos estado conversando para hacer un monumento para la no repetición que recoja las muertes ocasionadas en Caquetá”, dijo Ramírez a La Silla, quien además estuvo en la versión colectiva del Bloque Sur que la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP, fue a oir en San Vicente del Caguán.  

Todo eso abre un problema de representatividad que podría darle munición a los críticos del Acuerdo para decir que cada vez son menos las personas que dicen estar representadas en Farc, lo que podría debilitarlos políticamente o facilitar que el uribismo ponga en cuestión quién puede ocupar espacios de poder como curules en el Congreso, sillas en el CNR o en la Csivi. 

Del lado de Farc, según nos dijo Pastor Alape, están dispuestos a sentarse con ellos para llegar a algún acuerdo, aunque aún no los han buscado. 

Así lo hagan, la reincorporación ya tiene una cara distinta a Farc. Una cara más femenina, sintonizada en algunos puntos con el discurso más radical que enarbolaron Iván Márquez y Santrich de ser muy críticos con la dirección del partido, y que muestra que el sueño de la vida colectiva fariana en la vida civil, se quedó en eso. Un sueño que no se cumplió del todo. 

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