A pesar de lo mediática que fue, no removió los cimientos del Partido Liberal.
La renunciatón contra Gaviria tiene más ruido que nueces
Este miércoles el exministro del Interior Juan Fernando Cristo finalmente cumplió con su promesa de renunciar al Partido Liberal. Lo hizo no solo junto a varios rojos que ocuparon altos cargos en el gobierno de Juan Manuel Santos, académicos y líderes de base, sino con una estrategia que incluyó el hashtag #yomevoy en Twitter, que por varias horas fue tendencia nacional.
Esa movida, apalancada en la idea de que el liberalismo traicionó sus banderas políticas al no declararse en oposición al gobierno de Iván Duque, puso a Cristo a mojar tanta prensa como cuando estuvo en el Gobierno y fue precandidato presidencial.
Pero en la práctica sirvió solo para hacer ruido porque no tocó los cimientos del partido, y en su lugar dejó a su líder, el ex presidente César Gaviria, sin oposición directa dentro de la casa.
La renunciatón y el ruido
En el último año el Partido Liberal se ha roto en varios pedazos por las decisiones que ha tomado César Gaviria desde que se convirtió en el jefe único de la colectividad.
La seguidilla de hechos van desde la manera en la que se definió el candidato presidencial; pasan por la conformación de las listas al Congreso, que privilegió con los mejores números a los aliados del gavirismo; e incluyen la decisión de acompañar a Iván Duque en segunda vuelta, luego de la estruendosa derrota de Humberto De la Calle, quien terminó haciendo campaña solo.
Todos, en su momento, han ocasionado que diferentes figuras se apartaran del partido.
Mientras que la primera fue el detonante para que Juan Manuel Galán diera un paso al costado y empezara a buscar la resurrección del Nuevo Liberalismo, el movimiento que creó su papá, el inmolado líder Luis Carlos Galán; la segunda concluyó con la salida del viejo cacique liberal Horacio Serpa de la arena electoral; y la tercera se convirtió en el principal caballito de batalla de los opositores a Gaviria para decir que había enterrado el partido y lo había llevado a su peor momento en la historia.
Por eso, la renunciatón fue más mediática que sorpresiva.
El primero que empezó a moverla fue el exministro Cristo, quien desde junio anunció que se apartaría del partido luego de una vida de militancia por considerar que al alinearse con Duque para la segunda vuelta era ir en contravía de las banderas liberales.
El trasfondo es que Gaviria jugó contra él en la consulta presidencial de noviembre del año pasado y apoyó a Humberto De la Calle cuando en el papel, por ser el jefe del partido, debió mantenerse al margen.
Lo llamativo fueron los términos de la renuncia.
En los últimos meses Cristo emprendió una gira buscando liberales inconformes para unirlos a su causa y tratar de sacudir la opinión de una forma que su anuncio no logró.
Los nombres de otros cuatro exministros de Santos (Guillermo Rivera, de Interior, Amilkar Acosta de Minas, Yesid Reyes de Justicia y Juan Sebastián Rozo de Tic) y un alto exfuncionario (Eduardo Díaz, se encargó de la política de sustitución de cultivos ilícitos), le dieron una trascendencia mayor a la salida al punto de que algunos medios hablaron de crisis.
El hecho de que le haya sumado liberales de base moviendo el hashtag con videos propios que replicaban los mismos argumentos de las cabezas, sacudió las redes sociales por un rato y puso el tema en la agenda de los medios; sin embargo, más allá de eso nada pasó.
Las pocas nueces
Las razones son varias.
Los firmantes tienen en común que no cuentan votos o sus caudales electorales van de capa caída, por lo que en la práctica su salida no representa una baja sensible para el liberalismo.
“Tuvimos 57 mil afiliados el último año, que se vayan 5 mil no es nada representativo porque nos quedan otros 52 mil”, dijo a La Silla el senador Mario Castaño, cercano a Gaviria.
“Aquí la renuncia es de solo uno, que es Cristo. Está huérfano de poder y buscando cómo figurar”, explicó a La Silla otro congresista liberal que prefirió que no lo nombrarámos para no tomar parte activa en la controversia.
Además, dado que Gaviria tiene de su lado a la mayoría de bancada de Cámara y a la mitad de la de Senado (siete son independientes), ninguno de los nombres que presentó la renuncia era suficientemente representativo o tenía capacidad para poner a tambalear el statu quo del partido.
También jugó en contra de la renunciatón que Cristo, su cabeza más visible, no es tan conocido en la opinión a pesar de haber sido presidente del Congreso, Ministro de Interior y precandidato presidencial,y por eso era difícil que generara un gran golpe de opinión.
Encima, tiene una carrera de político tradicional que aprovecharon los gaviristas para deslegitimar el ‘yo me voy’.
Aunque La Silla no supo de quién fue idea, la línea gavirista pagó y colgó una valla en la la sede del Partido celebrando la salida de figuras que, a su juicio, representan la línea samperista
Con todo eso, el impacto en el Partido fue tan poco que tres congresistas que no están en la línea de Gaviria le dijeron a La Silla, por aparte, que aunque consideran que la respuesta debería ser llamar a un congreso extraordinario y reunificar el partido, saben que en la práctica nada va a pasar.
Incluso, ellos por ahora tampoco se van a mover para capitalizar el ruido.
“Esta es una pelea en la que es mejor no comprar boleta”, agregó un representante que también nos pidió la reserva de su nombre para no comprometerse en la disputa.
“A pesar de las diferencias las bancadas están trabajando unificadas y por un episodio como estos eso no va a cambiar”, resume un senador.
Lo que sigue
Cristo le dijo a La Silla que tras su renuncia, el grupo de ex liberales buscará armar un movimiento para poner candidatos en las elecciones locales de octubre de 2019.
Sin embargo, dice que aún no es claro si van a recoger firmas o buscar que otro partido les de avales, las dos opciones visibles para lograr su meta.
Las dos tienen la dificultad de que ninguno de los que renunció puede aspirar porque incurriría en doble militancia, pues necesitaba renunciar en junio para evitarla.
Eso, de entrada, los obligaría a buscar candidatos nuevos o que no son de las entrañas de la disidencia, todo cuando tienen poco poder electoral. Por ejemplo, en el caso de Cristo, su hermano Andrés se reeligió al Senado con 67 mil votos, 18 mil votos menos de los que obtuvo hace cuatro años.
La Silla averiguó si Cristo se ha acercado a los hermanos Galán, que están buscando que el Consejo Nacional Electoral le devuelva la personería jurídica al Nuevo Liberalismo bajo el argumento de que si el partido se acabó fue porque su fundador -Luis Carlos Galán- fue asesinado, tesis similar a la que le devolvió la personería jurídica a la Unión Patriótica.
Dos fuentes que conocen de primera mano la situación nos confirmaron que no era así.
“El que sí ha manifestado que quiere entrar al Nuevo Liberalismo es el exministro Rivera (otros de los firmantes de la renunciatón)”, explicó a La Silla una de esas dos fuentes.
Con todos esos escenarios en contra, a la recién creada disidencia liberal le queda la esperanza de que en el trámite en el Congreso de la reforma política que presentó Iván Duque o la de la bancada liberal aparezca alguna salida que les aclare el panorama para las locales.
Pero en lo que no tienen esperanza es en que Gaviria pierda poder, pues no solo sigue teniendo la fuerza de entregar avales y manejar la plata y la publicidad liberal para las elecciones, sino que sale fortalecido porque se quedó sin oposición directa dentro del liberalismo.