La unidad cristiana no aguantó hasta 2018

Silla Sur

Pastores cristianos durante uno de los encuentros del Movimiento para Discipular la Nación.

Antes de arrancar formalmente la carrera electoral, las iglesias que el año pasado se convirtieron en un apetecido fortín electoral se dividieron.

Luego de las marchas en contra de las cartillas de Gina Parody por la supuesta ideología de género y del papel protagónico que tuvieron en la victoria del No en el plebiscito de los acuerdos con las Farc, los movimientos cristianos en todo el país empezaron a moverse con miras a unir sus fuerzas para lanzar un partido propio que los agrupara en 2018. Incluso algunos medios hablaron de que podrían ser el fiel de la balanza en las elecciones presidenciales. Pero más allá de que pongan algunos senadores, su fuerza electoral para las presidenciales no será decisiva porque antes de despegar ya se dividieron.

El arranque y las primeras fisuras

A finales del año pasado en la Colombia política quedó la sensación de que las iglesias cristianas, una fuerza que incluye alrededor de 12 millones de colombianos, finalmente habían encontrado la manera de hacer política unidas.  

 

No solo por la movilización contra la inclusión de los derechos de la comunidad Lgbti en los manuales de convivencia de los colegios y en los acuerdos de La Habana, sino porque con ella dejaron sembrado el germen de un movimiento que mostró que era organizado, estructurado y que de mantenerse como venía tenía la cohesión de sus bases asegurada.

Para concretarlo, desde que arrancó el año diferentes iglesias cristianas de todo el país empezaron a reunirse con miras a crear una plataforma política para las legislativas y presidenciales de 2018.

La primera sombrilla bajo la que se agruparon fue el Movimiento Nacional para Discipular la Nación, una organización que a través de encuentros nacionales buscaba mantener vivos los puntos de convergencia, y que inicialmente contó con la presencia de todos los sectores que apoyaron el No en el plebiscito. 

Aunque entre esos se contaban Libres, movimiento político del exgerente del Fondo Nacional del Ahorro y excandidato a la Alcaldía de la capital Ricardo Arias (sacó 90 mil votos), la iglesia Ríos de Vida del controvertido pastor cartagenero Miguel Arrázola, la iglesia Manantial del pastor Eduardo Cañas, la Misión Paz del caleño Jhon Milton Rodríguez, asociaciones de pastores de ocho departamentos, el youtuber Oswaldo Ortiz y la diputada de Santander Ángela Hernández (los dos últimos famosos por haber impulsado las marchas contra los manuales de convivencia escolares), apenas empezó a concretarse la idea de la unidad, el naciente movimiento también se empezó a fracturar.

La primera fisura fue la más sonada entre los cristianos. Cinco fuentes le dijeron a La Silla que después de tres encuentros del Movimiento, finalmente un sector - el de Rodríguez, Arrázola y Cañas, apoyados por una mayoría de pastores de iglesias más pequeñas- decidieron apartarse de Libres.

La principal razón estuvo en que, según esas mismas fuentes, mientras que Arias -fundador de Libres- lideraba las discusiones sobre la creación del partido cristiano, fue imputado por la Fiscalía por presuntas irregularidades en la compra de la sede del Fondo Nacional de Ahorro debido a que pagó $79 mil millones por un edificio que -según avalúos- costaba $34 mil millones.

“Ya pocos querían tener que ver con Arias y por eso lo sacan en buenos términos diciéndole que quieren iniciar un proceso aparte”, le dijo a La Silla una fuente que conoció el proceso por dentro. Las otras cuatro dieron una versión similar.

Rodríguez y Arias nos dijeron que los movimientos nacieron separados, que no habían considerado una alianza para ese entonces y le atribuyeron las versiones a malintencionados.

Cualquiera que sea la versión real, de los acercamientos del encuentro del Discipulado no quedó sino el recuerdo, y sin Libres en la foto, a finales de mayo Cañas y Rodríguez presentaron en sociedad el movimiento y anunciaron que se llamaría Colombia Justa.

El plan que se trazaron fue el de sumar 2 mil de las 15 mil iglesias que existen en el país para que en cada una existiera un líder que a su vez formara equipo con 251 personas para hacer política. Cada una tendría que aportar $20 mil por una vez para ayudar a financiar el movimiento.

Según esas cuentas, si todo les salía como lo planearon, de entrada no solo matriculaban a 504 mil militantes, sino que de paso hacían las firmas necesarias para lanzar presidente y candidatos al Congreso, y recogiendo los $20 mil por cabeza lograban $10 mil millones para financiar las candidaturas.

Para hacerlo, el pastor caleño Jhon Milton Rodríguez, quien luego de la campaña del No pasó de ser uno de los apoyos apetecidos del Valle en elecciones por su iglesia que tiene sedes en 30 ciudades del país a sonar como candidato, arrancó una gira en todo el país con miras a agrupar seguidores.

Sin embargo, cuando empezó a llegar a las regiones las iglesias no respondieron como esperaba y eso demoró la entrada.

Además, iniciando hubo otra ruptura. A mediados de junio cuando Rodríguez llegó a Bolívar hubo una disputa entre un sector de los pastores del departamento y Arrázola -el más fuerte en el departamento con 25 mil feligreses- porque la reunión sería en la sede de su iglesia y muchos no se sentían identificados con él.

Como al final Rodríguez se inclinó por los demás pastores e hizo la reunión en otro lado, Arrázola se molestó por la desconocida, salió del movimiento y se reunificó con el Centro Democrático, partido al que desde hace años es afín.

Para ese momento, la alianza con Libres volvió a sonar. Según le contó a La Silla Ricardo Arias, líder de ese movimiento, lo hizo a petición suya “debido a las dificultades de recoger firmas divididos”. 

La alianza que terminó de romper la unidad

Aunque el desencuentro inicial dejó varias fisuras en las relaciones entre los dos movimientos, finalmente se volvieron a encontrar .

La principal razón estuvo en que juntos era más fácil sumar esfuerzos en la recogida de firmas y aumentaban su caudal electoral.

El distanciamiento se zanjó hace tres semanas y ambos anunciaron que el movimiento con el que irían a las urnas sería ‘Colombia Justa Libres’. 

Desde que se sentaron han avanzado tanto que en solo dos semanas montaron una lista al Senado cerrada con 56 candidatos, estructuraron 13 listas a la Cámara -quieren presentar 30-, y trazaron las primeras líneas para las candidaturas presidenciales. 

El acuerdo quedó en que en la conformación de las listas iban intercalados -uno de Libres y uno de Colombia Justa- y que se repartían las cabezas en las regiones.

Sin embargo, al tiempo en el que avanzaron también fueron dejando a otros apoyos claves en el camino. 

Por ejemplo, los del Movimiento por la Defensa de la Familia, el youtuber cristiano Oswaldo Ortiz (tiene más de 10 mil suscriptores a su canal, sus videos son vistos por más de 8 mil personas y tiene un discurso contra la inclusión de la comunidad Lgbti) y la diputada santandereana Ángela Hernández, una de las puntas de lanza de la campaña del anulado exprocurador Alejandro Ordóñez, se alejaron porque no los tuvieron en cuenta para los mejores lugares en la lista al Senado.  

Ahora Ortíz resultó aterrizando en la lista del Centro Democrático y será el candidato del pastor cartagenero Arrázola, y Ángela Hernández, llegó al Partido Conservador, desde donde lanzará a su esposo, Jefferson Vega, al Senado. 

Por la misma situación en algunas regiones también hay problemas.

Una fuente en región nos contó que en el Meta y el Cauca hay varios que se han sentido desconocidos por el incumplimiento de compromisos en la conformación de las listas y hasta por la figura del pastor caleño Jhon Milton en el primer lugar del Senado. 

Dos fuentes le dijeron a La Silla que el criterio que está pesando en las regiones es que quienes encabecen las listas sean del primer círculo de Rodríguez o de Arias, y que si no cumplen con él quedan descartados.

“La lista al Senado es un ejemplo: el primero fue el pastor Jhon Milton el pastor de Colombia Justa, Édgar Palacios que es la mano derecha de Arias, Édgar Espíndola es político y (Jorge) Trujillo es un exsenador y llegan de la corriente de Viviane que es del lado de Colombia Justa”, le explicó a La Silla un exintegrante del movimiento.

Esa sensación también la refuerzan listas como la de Bogotá, que en sus primeros dos renglones tiene al director de Libres, Carlos Eduardo Acosta, y al hijo del fundador de Libres Ricardo Arias Macias; y la del Valle donde la cabeza es José Ríos Alzate, quien es de la cuerda directa de Jhon Milton. El Huila sería la excepción, debido a que allá están otras vertientes al frente.

Tanto Arias como Rodríguez nos aseguraron que esa versión no era cierta y que el criterio es que las cabezas sean personas representativas dentro de los cristianos en las regiones.

Aún si es así, la desconocida la han sentido en varios lados y de entrada ya muchos sectores cristianos que se habían animado a participar en política se están marginando nuevamente.

Para las presidenciales, con un rebaño sin pastor

Pero si en las de Congreso no la tienen tan clara, en el lado de la Presidencia el panorama está aún más empañado.

Pese a que solo hasta la semana pasada renunció a su aspiración a la candidatura roja, luego de que no aceptara firmar un ‘manifiesto liberal’ que basicamente ponía en jaque sus banderas contra la inclusión de la comunidad Lgbti,  Viviane Morales es el plan A del movimiento cristiano. 

Aunque la senadora no nos aseguró explícitamente que su intención es llegar a esa orilla, sí nos dijo que así no sea por los liberales seguirá siendo candidata a la Presidencia.

El problema es que para lanzarse no tiene muchos caminos y su aspiración depende de varios factores.

Por un lado, la opción de renunciar al liberalismo ya caducó.

Según la ley de partidos políticos (1475 de 2011) debía hacerlo en diciembre del año pasado si quería ser candidata por otro movimiento político, porque de lo contrario incurriría en doble militancia. 

Debido a que esa ley no habla de candidaturas por firmas, Morales estudia la viabilidad jurídica de presentar su aspiración por esa vía, pero debido a que tiene credencial, según dos expertos en derecho electoral, también terminaría inhabilitada por doble militancia.

“Hasta que no tenga claridad de qué vaya a ocurrir no me puedo pronunciar”, nos dijo Viviane sobre su futuro. 

Así que sus opciones estarían reducidas a la posibilidad de que dentro de la reforma política (que ella considera antidemocrática) quede incluido el artículo que permite el transfuguismo de los congresistas que propuso la senadora de La U, Sandra Villadiego. 

Sin embargo, esa propuesta no se ha presentado oficialmente en los debates de la reforma y ese proyecto está estancado en la Cámara.

“Lo mejor que le podría pasar a la Senadora es que la echen del partido”, nos dijo un pastor que conoce la movida de los cristianos.

La figura de Morales suma porque fue la impulsora de la libertad de cultos en la Constituyente del 91 (una bandera liberal) y reglamentó esa norma. Además, en los últimos dos años al impulsar su referendo contra la adopción gay, recibió el apoyo de grupos cristianos y católicos, algo que la tiene bien posicionada dentro de las bases. 

No obstante, también resta porque al haber apoyado el Sí, varios líderes que estuvieron en la etapa inicial del proyecto de unidad prefirieron salirse cuando conocieron que Colombia Justa quería impulsarla a la Presidencia.

Aunque en ese movimiento dicen que son capaces de sacar dos millones de votos y en las cuentas más optimistas que le hicieron a La Silla dicen que hasta podrían superar la bancada del Centro Democrático (23 senadores), cinco fuentes que conocen el movimiento calculan que la fuerza electoral podría ayudarlos a elegir 5 senadores, y que en las regiones dependen de su capacidad para competir contra las maquinarias locales.

Así que sin la unidad que catapultó las expectativas políticas de las iglesias cristianas, se diluyó el atractivo fortín electoral del conservadurismo social que varios candidatos querían conquistar para 2018. Además del de Viviane, queda en entredicho el poder del anulado exprocurador Alejandro Ordóñez, quien con esa fuerza dividida tendrá que redoblar esfuerzos si quiere ser una figura atractiva dentro de la coalición presidencial del No.
 

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