Uno de los aliados de Gentil Duarte llegó a esa región para alinear a los exfarc que se volvieron a armar. Eso en el marco del proyecto que tienen de refundar el grupo.
La unión de las disidencias queda probada en el Catatumbo
John 40. Foto tomada de: www.cronicaviva.com.pe
El proyecto de refundar las Farc que arrancó alias 'Gentil Duarte' ya traspasó el Sur y el Pacífico, y llegó al Catatumbo en Norte de Santander.
Bajo el mando de alias 'John 40', uno de los mandos medios más controvertidos de las Farc y miembro clave del grupo que quiere armar Duarte, la disidencia del Frente 33 está expandiéndose, recuperando rutas del narcotráfico y reclutando.
Con su incursión en esa zona, las disidencias le apuestan a quedarse con una buena tajada del mercado de la droga que cruza por Venezuela, cuando ya manejan rutas que llegan a Brasil y Ecuador y tienen injerencia en el puerto de Tumaco.
La aparición de John 40
Del momento exacto en el que John 40 llegó al Catatumbo a organizar la conformación de la disidencia del Frente 33 de las Farc no hay muchos detalles.
Según información de inteligencia del Ejército, su aparición en la zona se dio entre cuatro y cinco meses atrás, cuando en la región ya se tenía conocimiento de que varios miembros exfarc habían decidido volver a las armas y los que no estaban organizándose por su cuenta en pequeños grupos, se estaban repartiendo entre las filas del ELN y el EPL.
Lo que se tiene claro es que John 40 llegó a organizarlas para evitar que los nuevos brotes quedaran dispersos o terminaran simplemente fortaleciendo a las otras dos guerrillas, cuando en el Catatumbo el mercado de la coca está disparado.
En todo caso y aún con la falta de detalles, su llegada a la zona es reveladora por varias razones.
La primera porque muestra que el proyecto de ‘Gentil Duarte’, comandante de la disidencia del Frente 7 y quien, como contó La Silla, empezó a mover la idea de refundar las Farc en el sur del país, incluye las demás retaguardias de esa guerrilla.
Eso es clave, porque lo que se sabía hasta ahora era que su eje de control estaba concentrado en Meta, Putumayo, Caquetá y Guaviare, y en el Pacífico con la disidencia de alias Guacho, para sacar coca y marihuana a Brasil, Ecuador y al puerto de Tumaco en Nariño.
Además, porque aunque ya se sabía que se había empezado a expandir a Arauca, con la entrada formal de su gente al Catatumbo, queda claro que Duarte también le está apostando a controlar parte del mercado de la droga que sale por Venezuela.
“Hay coordinación y están en pleno proceso de expansión”, dijo a La Silla una fuente del Ejército.
El mensaje que envía el hecho de que John 40 sea el que hubiera llegado al Catatumbo también es revelador.
Él es uno de los exmandos medios que las Farc terminó expulsando de sus filas antes que finalizara la negociación de La Habana porque se declaró en disidencia.
Como contó La Silla, su perfil, más allá del de un mando medio común de esa guerrilla, era el de un mafioso que tenía a su cargo el negocio del narcotráfico en el Meta y el de Guainía hacia Venezuela, Brasil y Perú.
Su verdadero nombre es Gener García Molina, y tenía tan poco de revolucionario que por los años de la zona de distensión del Caguán, dejó en evidencia que no sabía ni quién era Silvio Rodríguez, el cantante oficial de la revolución cubana.
Así que la llegada de John 40 a encabezar la organización de la disidencia en el Catatumbo, muestra que el interés principalmente está en la recuperación de las rutas del narcotráfico que eran de las antiguas Farc y cuyo control fue el que desató la guerra entre el ELN y el EPL que hoy tiene convulsionada a la región.
La crecida
A diferencia de lo que ha sucedido en el Sur del país con Gentil Duarte, o en el Pacífico con Guacho, en el Catatumbo la movida de las disidencias ha sido silenciosa. Por eso, tampoco son tan claros todos los detalles de cómo están operando en este momento, pero hay varias movidas que ya se han decantado.
Según dos altas fuentes del Ejército que tienen presencia en el Catatumbo, hay cuatro puntos que están identificados como los de agrupamiento de la disidencia del 33 en la región.
En Teorama, sobre el corregimiento de San Pablo; al norte de Tibú en los sectores conocidos como los martillos, Caño Tomás y hacia La Gabarra; en el Tarra; y en Convención y el Carmen, en el sector del Aserrío.
Aunque, según información de Inteligencia, son 33 hombres los que integrarían la disidencia, según siete fuentes entre autoridades locales y líderes con los que hablamos en el Catatumbo, la cifra sería entre cuatro y seis veces más alta.
Sobre la disidencia también es claro desde qué momento exactamente John 40 declaró la existencia de la disidencia en el Catatumbo.
El 25 de junio, a una semana de la primera vuelta presidencial, circuló un panfleto en el que a diferencia de los demás que hasta entonces se habían dado a conocer, hubo una declaración política sobre el regreso del 33.
En él incluso, esa disidencia le hace un llamado al ELN y al EPL a mantener con ellos los acuerdos que históricamente tuvieron y de hecho le reclama a la primera guerrilla por enviar “unidades” a zonas que están copadas por ellos “sin previo aviso”.
Comunicado disidencia 33 Catatatumbo by Anonymous 5dGWFZxZD on Scribd
En el marco de la recuperación de las rutas del narcotráfico, la disidencia de las Farc también ha empezado a reclutar jóvenes y a retomar el trabajo político para reacomodar su base social. También hay reportes de que han reunido comerciantes para retomar el cobro de vacunas.
“Eso es un gran riesgo para las comunidades. Estamos hablando de actores que tienen que ver principalmente con el narcotráfico y que no tienen protocolos”, dijo a La Silla una fuente del sector de los derechos humanos que pidió la reserva de su nombre.
Aunque una de las dificultades para caracterizar la disidencia del 33 en el Catatumbo ha estado en que no se ha atribuido ninguna acción militar, su nombre sí ha aparecido en las versiones sobre posibles los autores y los móviles de la masacre del Tarra hace tres semanas.
Como contó La Silla en ese momento, uno de las hipótesis más fuertes era que el ELN había sido el autor porque esa zona está dominada principalmente por ellos; sin embargo, en El Tarra dos fuentes nos contaron que con el paso de los días la hipótesis que había tomado más fuerza es que se trataba de un ajuste de disidencias.
“Todo apunta a que la disidencia de John 40 fue la que ordenó la masacre porque los disidentes que murieron no se querían alinear con él y con el modelo que llegó a armar”, dijo a La Silla una de esas fuentes.
Que sea así o no aún está por verse, pero en lo que sí coinciden todas las hipótesis es que detrás está amarrado el negocio del narcotráfico.
La gasolina del cartel del Sinaloa
Un defensor de derechos humanos, una fuente del Ejército, un líder del Catatumbo y dos autoridades locales le contaron a La Silla que si hay un factor que tiene encendido el mercado de la coca en la región es la cada vez más evidente presencia del cartel de Sinaloa.
“Los mexicanos tienen la hegemonía del mercado”, dijo a La Silla una de esas fuentes.
Tres de esas fuentes coincidieron en decirnos que aunque Sinaloa no se mueve con un brazo armado, es el actor que más infunde respeto en la región y sus miembros son protegidos por las tres guerrillas que hacen presencia en la zona, e incluso en algunos casos por miembros de la fuerza pública.
“La complicidad en la cadena de la coca también pasa por actores corruptos dentro del Ejército y la Policía. Y como ellos (los mexicanos) son los que tienen la plata, todos los cuidan”, dijo otra de esas fuentes.
Una de las muestras de que en la región hay presencia del cartel está en que está circulando efectivo y las compras se están haciendo al contado, algo que no sucede todo el tiempo con las guerrillas que normalmente entregaban vales a los campesinos y les pagaban con varias semanas de retraso.
Aunque aún no se conoce la medición detallada de la coca sembrada en el Catatumbo, lo que sí está claro es que debido a la presencia de Sinaloa como un dinamizador del negocio, y a la demora del Estado en el aterrizaje del plan de sustitución de cultivos, la siembra ha crecido.
De hecho, Wilfredo Cañizarez, director de la Fundación Progresar, le dijo a La Silla que calculaba que solo en el Catatumbo en la nueva medición habrá 30 mil hectáreas de coca sembrada, es decir, al menos 6 mil más que las que se contaron en la región en 2016.
Como John 40 estará detrás de retomar ese mercado, la disidencia del Catatumbo tiene todo para convertirse en uno de los eslabones clave del grupo que quiere refundar Gentil Duarte.