"Las acusaciones contra Barco son pura fantasía"

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El historiador británico, biógrafo de Virgilio Barco, argumenta que la acusación de Alberto Donadío de que el expresidente participó o supo de una estrategia para asesinar a los militantes de la UP es "pura fantasía".

En su columna en losdanieles, Alberto Donadío alega que el presidente Virgilio Barco, bajo la influencia del agente de la inteligencia israelí Rafi Eitan, dio su visto bueno a un plan de exterminio de la Unión Patriótica. La idea original, según la columna, fue que tal liquidación iba a ser manejada bajo contrato por Eitan, pero después de la intervención de un representante de las Fuerzas Armadas la tarea fue encargada a ellas.

La evidencia aportada: 

- Que Barco había conocido a Eitan en Washington, y que se encontró con él en varias ocasiones, siendo Presidente, para hablar de asuntos de seguridad.

 - Que fueron reuniones íntimas, con la presencia de Barco, Eitan, tal vez Germán Montoya, un militar y el informante no nombrado de Donadío, tal vez el militar mismo, aunque poco probable porque se autoincrimina. No existe récord alguno de estas reuniones.

- Que hubo dos contratos con Eitan: uno con Ecopetrol en el que participó Juan José Turbay y con él el ministro de Minas y Energía, Guillermo Perry; y otro contrato que nunca se firmó.

- Que bajo la presidencia de Barco el número de asesinatos de la UP aumentó, y hubo indicios de colaboración de miembros de las FF.AA.

Con base en este material Donadío monta lo que me parece una pura fantasía. 

Empiezo por una crítica preliminar de esas evidencias:

- Que Barco conoció a Eitan no prueba que cayó bajo su dominio como para llegar a aprobar un plan tan descabellado como la eliminación física de la UP, y tan en contra de sus políticas conocidas.

- Barco, frente al grave estado de seguridad en el país, amenazado por múltiples enemigos, naturalmente habló con expertos en seguridad de varias procedencias, del servicio de Estados Unidos, del Reino Unido, etc. 

- Que Donadío no aporta pruebas documentales serias. Por ejemplo, a Ecopetrol y al ministro de Minas sin duda les interesaba la seguridad del oleoducto, pero en este caso la amenaza era principalmente el ELN, no la UP: masacrar a miembros de la UP no iba a ayudar a solucionar ese problema. No se sabe cuáles fueron las recomendaciones de Eitan en este caso.

- Que el número de muertos de la UP aumentó bajo Barco es cierto, pero eso obedeció a la lógica del conflicto; no es necesario postular ningún plan ideado por el famoso exagente del Mossad, quien visitaba el país cuando ya el número de muertos de la UP iba en ascenso, sin ninguna ayuda de él.

Aquí es necesario recordar un poco de historia, de los antecedentes del caso de la UP y de las políticas de Barco:

- La UP fue fundada como el brazo político de las FARC bajo la presidencia de Belisario Betancur. El asesinato de sus miembros empezó bajo esa presidencia y continuó bajo Barco y sus sucesores.

- Barco heredó el proceso de paz de Betancur y le puso orden bajo el lema “mano tendida y pulso firme”. Formó su propio equipo de negociadores y especialistas en la paz, entre ellos Carlos Ossa, Rafael Pardo, Jesús Antonio Bejarano. Siguió con paciencia conversaciones con las FARC, y con otras guerrillas, menos con el ELN.

- Barco rechazó, como en twitter afirma Jorge Restrepo, presiones para declarar ilegal a la UP. Siguiendo la iniciativa de su antecesor sobre la elección popular de alcaldes, en los municipios donde la UP había tenido mayoría, Barco pidió a los gobernadores que nombraran alcaldes de esa filiación. Restrepo también recuerda en su twitter el reconocimiento de Barco a la Confederación Única de Trabajadores (CUT) y su nombramiento de Horacio Serpa como encargado de la seguridad de la UP.

- Su archivo muestra de manera muy clara que su reacción frente a los muertos de la UP fue ordenar investigar con precisión qué estaba pasando. También, los documentos son testimonio de su frustración al no conseguir resultados claros. El mismo afán se ve en los documentos en el archivo de César Gaviria como ministro de Gobierno de Barco.

- Barco tuvo en su juventud la experiencia de la violencia política lugareña en los Santanderes; yo creo que al principio pensaba que los muertos eran producto de luchas por el poder local. En ciertas partes las estadísticas comprobaron eso – muertos de ambos lados, de personas de la UP, liberales y conservadores.

- También constan sus observaciones sobre los resultados de la creación de un “partido político armado” – no se debe olvidar que la UP fue originalmente el brazo político de las FARC, una guerrilla en armas y activa y que demoró bastante en distanciarse de sus orígenes– que iban a ser fatales, imposibles de manejar en la coyuntura colombiana.

- Recibió delegaciones de la UP y ofreció protección en el grado posible con escoltas del DAS. Hubo quejas sobre la calidad de la protección y sobre la indisciplina de los protegidos. La tarea obviamente estaba más allá de las capacidades del Estado. Es fácil decir que a su gobierno le faltaba hacer más, no tan fácil, dadas las limitaciones, cuáles medidas faltaban. 

Examinemos un poco más esta capacidad del Estado: 

- Barco heredó de Betancur unas FF.AA. inadecuadas frente a sus tareas y desmoralizadas. Betancur las había mantenido al margen de sus negociaciones de paz. Su reacción fue desconfianza y resentimiento. Terminaron su periodo presidencial con la muy cuestionada retoma del Palacio de Justicia. Paulatinamente Barco trató de remediar los resultados de todo eso, pero tuvo que enfrentar muchos obstáculos: gran déficit de capacidades técnicas, ignorancia civil y desconfianza mutua civil-militar, limitadas opciones para nombrar la cúpula, etcétera. La incapacidad militar persistió –un ejemplo claro fue su fracaso en Urabá.

- Confiaba más en el DAS. El DAS fue capaz en ocasiones de hacer buenos informes, pero también le faltaba suficiente gente entrenada, tuvo distracciones como la de proveer escoltas, y estuvo bajo el letal asedio del cartel de Medellín. 

- Hay que recordar la multiplicidad de los problemas que Barco tuvo que enfrentar, como se plantea en el libro de María Elvira Samper, "1989", y se resume en el capítulo “Presidencia” de mi libro sobre Barco.  Enrique Santos Calderón, según Donadío, dice que Barco estaba “totalmente apabullado” por la violencia. Enrique Santos ha escrito en otras partes en apoyo del presidente, pero no fue de su intimidad; según la evidencia que yo he visto, Barco mantuvo su juicio y sangre fría frente a las peores amenazas contra un gobierno en la historia del país.

- Tuvo tres ministros de Defensa: los generales Samudio (1986-1988), Guerrero Paz y Botero. Me parece que ninguno de los tres logró distinguirse en el puesto ni alcanzó la plena confianza del presidente Barco.

- Mejorar las instituciones de seguridad, obviamente, era un proceso largo que Barco pudo empezar, a pesar de distracciones y controversias como la compra de los Kfir, pero no pudo llevar adelante todo lo que él deseaba. Entre otras cosas, preparó el camino hacia el cambio de un ministro militar a uno civil, paso que se cumplió bajo su sucesor, César Gaviria, en la persona de Rafael Pardo.

- La incapacidad del Estado en proteger vidas en zonas distantes desafortunadamente persiste.

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Ningún historiador serio puede negar que hubo por lo menos connivencia entre unidades de las FF.AA. y paramilitares y enemigos de la UP, antes, durante y después del gobierno Barco, pero la distancia entre reconocer eso y pensar que Virgilio Barco dio su visto bueno a un plan secreto para asesinar sistemáticamente a sus miembros es abismal.

El artículo de Alberto Donadío en losdanieles no aporta ninguna evidencia seria. No revela el nombre de su testigo clave, quien puede tener los motivos más diversos y perversos para sus acusaciones, y que además de ser inverosímiles en alto grado, denigran la memoria de dos hombres muertos, Barco y Montoya. Esto es una muestra ejemplar de fake news, este producto nefasto de nuestro tiempo.

Oxford, 11 de Enero de 2021.

Malcom Deas es un historiador inglés, fellow del prestigioso All Souls College de la Universidad de Oxford.  Ha asesorado a varios presidentes colombianos, incluido Barco, y es el autor de Barco, un libro sobre el mandatario liberal.

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