Las apuestas para ganar el centro en la recta final de la campaña

Silla Santandereana

En las ocho semanas que quedan para la primera vuelta, las cuatro grandes fuerzas se mueven hacia el centro para pelear los votos que no son de izquierda ni uribistas

Tras el receso de Semana Santa, hoy arranca la recta final de la campaña a la Presidencia, con el camino que marcaron los resultados del 11 de marzo. Con un candidato sólidamente instalado en la derecha (el senador uribista Iván Duque) y otro en la izquierda (el ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro) quedan todavía más de la mitad de votantes al Congreso que no apoyaron ninguna de las dos consultas y que se convierten ahora en el objetivo a conquistar para todos los candidatos.

Normalmente, en la primera vuelta los candidatos le apuestan a polarizar y en la segunda a conquistar el centro. Pero en una contienda tan fragmentada como ésta, y cuando tras las consultas Duque tiene prácticamente asegurado su paso a la segunda vuelta, si no pasa nada excepcional, todos tienen un gran incentivo para moverse hacia el centro antes de la primera ronda.  

En las votaciones al Senado del 11 de marzo participaron 17.818.185 de 36.493.318 personas habilitadas para hacerlo.

El promedio de participación en las elecciones presidenciales entre 1990 y 2014 ha sido de 45,77%.  Si se mantiene igual, votarían como mínimo 16,6 millones de personas, con lo cual para ganar en primera vuelta se requerirán seguramente más de 8 millones de votos y si se repite la situación del 2014 que, como ésta, tenía varios candidatos, se necesitarán como mínimo más de 3,5 millones de votos para pasar a la segunda (el 21% de la votación, que fue lo que sacó Mockus).

 

Éstas son las estrategias de los candidatos para seducir al centro:

1

Iván Duque le apuesta a un discurso moderado

La apuesta: El candidato uribista, que siempre ha tenido un discurso moderado, lo mezcló con uno más duro y cercano al de Álvaro Uribe en su campaña por la consulta del 11 de marzo.

Desde entonces, ya conocido por las bases uribistas como el candidato de Uribe (que con la foto que publicó el martes pasado con Óscar Iván Zuluaga ya están claramente unificadas detrás suyo) y sin rivales a su derecha, ha regresado a su tono tradicional, incluso diciendo que su candidatura es de “extremo centro” en un intento por crecer hacia el centro y lograr ganar en primera vuelta.

De hecho, el libro que acaba de publicar con una autoentrevista sobre sus ideas se llama “El futuro está en el centro” y ha reiterado esa idea en campaña

Eso confluye con mensajes programáticos que retoman tópicos tradicionales de Uribe pero con un lenguaje más moderno.

Por ejemplo, al decir que se debe ser más duro con los cultivos de coca no por asuntos de seguridad o moral sino ambientales; y también con otros que proyectan su candidatura al futuro como el apoyo a los carros eléctricos, las propuestas para luchar contra la corrupción o su proyecto (¿ilusión?) de digitalizar desde las historias médicas de las EPS hasta los expedientes judiciales.

Los retos: El reto de esa estrategia es que Duque a la vez mantiene un discurso más duro para las bases uribistas, como demostró cuando dijo que Uribe es “el presidente eterno” o con la polémica que armó al retomar la propuesta de su padrino político de cambiar la Constitución para que haya solo una Alta Corte.

Ese reto quedó particularmente claro en su respuesta al trino de Uribe anunciando que en un gobierno de su pupilo Noticias Uno podría perder su concesión de televisión: Duque ni avaló ni negó lo que dijo Uribe, pues dijo que él no es títere ni Uribe titiritero y que no iba a entrar a interpretar trinos.

Eso le valió críticas de sectores de centro, encabezados por Humberto De La Calle, lo que muestra el reto que tendrá para atraerlos.

Los votos: En cualquier caso, arranca con 4 millones de votos que sacó el 11 de marzo y buena parte de los otros 2 millones de sus rivales en la consulta del No, por lo que no es difícil que sume 6 millones de votos. Y eso, ante los casi 18 millones de votaron a Senado, le tendría prácticamente asegurado su paso a segunda vuelta incluso si su estrategia de moverse al centro tiene resultados escasos.

2

Petro le apuesta a convencer al centro de que él es el único que puede detener el regreso de Uribe

La apuesta: Para el ganador de la consulta de izquierda, la estrategia es polarizar el debate entre él y Duque. Así, más que seducir a los votantes de centro, busca que éste pierda cualquier viabilidad electoral, como explicó La Silla Cachaca.

En concreto, Petro va a apostarle a crecer en los llanos y la región paisa, las zonas donde la Alianza Verde o el Polo tuvieron un desempeño mayor al de su consulta, y a marcar posiciones fuertes, que contrasten con las de Duque y lo muestren como la única alternativa viable para evitar que el uribismo vuelva al poder.

El discurso de contraste lo ha expresado varias veces Petro

Y lo han replicado sus escuderos, como el concejal de Bogotá Hollman Morris

Lo interesante de esta estrategia de contraste es que ahora lo hace frente a Duque cuando montó una igual entre diciembre y enero frente a Vargas, como se nota en la cuenta de Twitter de Petro, que es su principal espacio de comunicación.

 

Desde el 11 de marzo, día de la consulta, ha mencionado 12 veces a Vargas y en 9 de ellas también ha mencionado a Duque o a Uribe, frente a 35 menciones a Duque para distinguirse de él y apenas 3 de Sergio Fajardo, dos de ellas llamando a una alianza junto con Humberto De La Calle.

Justamente esos llamados le sirven para reforzar la visión de que la elección es entre uribismo y no uribismo: a pesar de diferencias de trayectoria, carácter, visión de país o relación con el empresariado que hay entre él y la dupla De La Calle/Fajardo, al hacer ese llamado Petro reitera que a su juicio la elección se da entre esos dos bloques, en el que no cabe un centro intermedio.

Si esa idea cala y la campaña se convierte en una decisión entre volver al uribismo o no, su apuesta es que no quede espacio para una posición intermedia, de centro. De hecho, ha presentado su proyecto político como una confluencia de ideas liberales, conservadoras y de izquierda en su propuesta política y que para él la política “no es poner un muro entre derecha e izquierda” porque puede tener puntos en común con líderes de todas las orillas.

Al mismo tiempo, ha mantenido un discurso que puede ser cautivador para votantes que no son uribistas ni petristas, como su énfasis en cuestiones ambientales como el cambio climático o el impulso a las energías renovables, en cuestiones económicas como facilitar el crédito o reactivar la industria, o en materia de impuestos, donde propuso no ampliar el IVA ni reducir impuestos a los grandes capitales.

Con todo eso, Petro busca capturar votos en el centro y entre quienes históricamente no han votado para armar una alianza sin precedentes en Colombia

Los retos: Esa estrategia enfrenta dos dificultades.

La primera es evitar que su imagen negativa, que según la más reciente encuesta bimestral de Gallup (no electoral) llegó en febrero a un récord histórico del 53 por ciento, se convierta en un techo que le impida crecer entre esos votantes de centro.

La segunda, es que si la polarización es muy fuerte y Petro no logra desarmar el miedo que el ‘castrochavismo’ o la izquierda despierta en algunos sectores y que alimentan sus opositores, su estrategia puede convertirse en el camino para que Duque gane en primera vuelta, dado que en Colombia las opciones netamente de izquierda no han superado los 2,6 millones de votos, equivalentes al 22 por ciento, que obtuvo Carlos Gaviria en 2006, cuando se convirtió en la principal alternativa a la reelección de Uribe.

Los votos: Si Petro logra sumar todos los votos que obtuvo su rival Carlos Caicedo el 11 de marzo y sumar otro millón de votos (una suma nada despreciable), podría llegar a los 4,5 millones que solo le asegurarían pasar a segunda vuelta si Duque también se dispara y ninguna de las otras candidaturas lo hace.  Su desafío sería luego conseguir los votos necesarios para llegar a la Presidencia después de haber apostado a polarizar en la primera.

3

Vargas busca sumar maquinaria, votos de centro y que la campaña sea más técnica que política

La estrategia: El ex vicepresidente busca devolverse del fallido giro a la derecha que hizo a fines del año pasado e inicios de este año, cuando retomó su vieja voz de mano dura para competirle al uribismo, y ubicarse más al centro y presentarse como la alternativa a Petro y al uribismo.

La esperanza está en que su capacidad en los debates, los resultados de su paso por el Gobierno y el tiempo que le ha dedicado a armar su programa de gobierno muevan las encuestas a su favor a tal punto que hagan viable su estrategia de sumar políticos tradicionales de todos los partidos y otros poderes establecidos como gremios, empresarios y medios (e incluso al Gobierno del que hizo parte) y llegar así a la segunda vuelta.

Los retos: el principal reto de Vargas es poder volver al centro sin parecer un oportunista que se mueve según las encuestas, porque eso iría en desmedro de la imagen de estadista de convicciones fuertes que ha querido proyectar.

Otro obstáculo es lograr que su reciente discurso de centro ocupe el espacio que Fajardo y De La Calle llevan meses llenando, especialmente el primero que desde su alianza con Jorge Robledo y Claudia López es el candidato de los NiNi: ni Petro ni Uribe.

Los votos: Vargas arranca con una parte sustancial de los 2,1 millones de votos que sumó su partido, Cambio Radical, en Senado y en Cámara. La duda es que tantos de esos votos pueden ser realmente suyos si no crece en las encuestas.

Como muchos de esos votantes son de maquinaria y los congresistas la suelen mover más para garantizar su supervivencia política que para definir presidente, esos 2,1 millones de votos a Senado pueden diluirse. Aunque para los políticos de Cambio una victoria de Vargas es la oportunidad de tener un presidente amigo y no solo aliado de ocasión, tienen un incentivo grande para moverse con fuerza en primera vuelta.

En todo caso, incluso si logra asegurar los 2,1 millones de votos, Vargas igual necesitaría sumar por lo menos 2,5 millones de votos más, que intentará buscar entre los 3,7 millones de votos del Partido Conservador, de la U y de los liberales, asumiendo que De la Calle se va con Fajardo y sin su partido.

4

Fajardo y De La Calle le apuestan a que el empujón de su alianza les ayude a consolidar el centro

La apuesta: la gran apuesta de los candidatos de la Coalición Colombia y del Partido Liberal es que su café el lunes pasado se convierta en una alianza para la primera vuelta, que con eso el que resulte elegido logre un impulso tal que lo lleve a segunda vuelta.  Allí tendrían muchos chances de ser exitosos porque, al estar decididamente en el centro, probablemente sumen una cantidad importante de votos de la izquierda si el rival es Duque o Vargas, o de la derecha si es Petro.

El primer paso en esa apuesta es lograr que su convergencia llame suficientemente la atención mediática mientras resuelven los obstáculos jurídicos. Y luego, intentarán crear nuevos hechos políticos, juntando gente muy diferente que demuestre que ellos son los que lograrían reconciliar sectores muy diferentes de la sociedad.

Los retos: Esta apuesta tiene dos grandes retos.

Uno es que logren aterrizar la alianza sin perder la imagen de políticos diferentes.

Eso ya ha empezado a ocurrir con De La Calle, por la crítica del costo de la consulta liberal de octubre y la búsqueda de un mecanismo para no devolverle al Estado los 42 mil millones que costó. Más allá de si esa salida tiene sustento y es legal, han sido múltiples las críticas que ha recibido.

El segundo es que esa unión entusiasme no solo a los votantes que ya tienen sino que contagie a muchos indecisos, votantes que no son petristas ni uribistas pero tampoco fans de ninguno de ellos.

Los votos: Del lado de De La Calle, su distancia con el grueso de los congresistas liberales significa que no arranca con los 1,9 millones de votos de su partido al Senado (o los 2,4 a Cámara).

Tampoco se puede decir que Fajardo tenga todos los dos millones que sacaron el Polo y el Verde el 11 de marzo, pues por lo menos 250 mil votantes de senadores de pura izquierda como Iván Cepeda o Alberto Castilla muy seguramente terminarán donde Petro.

La gran incógnita es si podrán atraer votantes de centro como los liberales, los del Mira, los que se declaran sin partido o los que hoy dicen que votarán en blanco.  Al final, los votos con los que arrancan son un interrogante porque siendo puro voto de opinión es muy volátil y dependerá mucho de si se imponen los miedos, de si el candidato que salga de la coalición lo hace bien o no en los debates y si hay nuevos escándalos que muevan la campaña.

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