Las dos victorias clave de Alejandro Gaviria en la salud

Imagen

El domingo por la noche el ministro de salud Alejandro Gaviria se sacó un clavo y no se aguantó las ganas de hacerlo vía Twitter.

El domingo por la noche el ministro de salud Alejandro Gaviria se sacó un clavo y no se aguantó las ganas de hacerlo vía Twitter:

La importancia de que se hayan publicado esas dos hojas de vida en la página de Presidencia es que demuestran que Gaviria le ganó el pulso a los políticos que estaban detrás de esos dos cargos, que son fundamentales en el manejo de la salud. Y con eso logró otro avance en su larga puja por despolitizar el manejo de ese sector.

Las nuevas victorias

Tanto el Invima como el Instituto Nacional de Salud (INS) son entidades que dependen del Ministerio de Salud, pero que tienen presupuesto y planta propia. Y que, precisamente por eso, son muy apetecidos como botines burocráticos.

El Instituto tiene un presupuesto de 51 mil millones de pesos para este año y una planta de casi 500 cargos. Su función como soporte científico detrás de las decisiones del ministerio es clave sobre todo ahora en el que la epidemia del zika está golpeando al país.

En los dos casos el pulso era entre Gaviria y parte del Partido Liberal, que tiene como gran argumento para pedir el cargo el que el presidente Juan Manuel Santos haya presentado a Gaviria como cuota roja.

Las principales presiones venían de la bancada liberal en la Cámara y especialmente del representante por Boyacá Rafael Romero, quien fue director del INS entre 2004 y 2006. Aunque la bancada conservadora en la Cámara también la quería para ellos.

Martha Lucía Ospina Martínez, una médica javeriana con maestrías en epidemiología de la Universidad del Valle y en economía de la salud de la Pompeu Fabra, de Barcelona, estaba encargada del Instituto desde septiembre y era la candidata de Gaviria para asumir el cargo en propiedad.

Ospina venía de ser directora de epidemiología del Ministerio desde 2012 y había sido viceministra encargada durante seis meses, todo con Gaviria. A pesar de que solo llegó como encargada, el ministro la posesionó en septiembre, con foto y comunicado de prensa, como si no fuera provisional. Es decir, lanzó el mensaje que quería que ella estuviera empoderada en el cargo.

Eso solo lo hizo tras una interinidad de siete meses (Fernando de La Hoz renunció a ese cargo en febrero, en plena tormenta por el manejo de la epidemia de chikunguña), lo que muestra hasta dónde había una puja que tuvo al INS un año sin director en funciones, mientras Presidencia decidía si apoyar la carta de Gaviria o le daba más juego a los políticos que presionaban.

En el Invima, que tiene una planta de más de 1400 cargos y un presupuesto tres veces mayor que el del INS, también hubo una interinidad, aunque menor.

Allí está a punto de ser nombrado el hasta ahora director de medicamentos del Ministerio, Javier Guzmán Cruz.

Como entre las funciones del Invima está darle la luz verde a la entrada de nuevos medicamentos al mercado y Guzmán ha sido uno de los alfiles de Gaviria en su fuerte política de control de precios y cruzada para que entren genéricos (lo que lo ha llevado a pelearse con las farmacéuticas), la designación es una señal de que esa política seguirá.

Como contó La Silla, en agosto Blanca Elvira Cajigas renunció tras tener varias diferencias públicas y privadas con Gaviria.

Cajigas estaba en ese cargo desde antes de que Gaviria fuera ministro, y venía de ser viceministra de Diego Palacio, el ministro de protección Social de Álvaro Uribe que en la práctica tuvo una política muy favorable a los productores de medicamentos.

En ese momento, Gaviria nombró a Guzmán como director encargado. Y con eso dejó claro que ese médico de la Nacional con maestría en políticas de Salud de la Universidad de Londres y MBA de la de Nueva Gales del Sur (Australia) era su carta para manejar el Invima.

Guzmán se enfrentaba al nombre del secretario general del Instituto desde tiempos de Cajigas, el vallenato Jesús Alberto Namén, quien personificaba la continuidad de Cajigas.

Namen, además, tenía el apoyo del representante Rafael Romero. De hecho, fue secretario general de Boyacá cuando Romero estuvo encargado de la Gobernación en 2003 y es hijo de un ex congresista liberal, Jesús Namén Rapallino.

Esas dos victorias frente a las pretensiones políticas dejan a Gaviria con personas de su confianza para manejar la epidemia del zika (que está en manos del INS y el Ministerio) y para enfrentar un proceso clave para las exportaciones: la recertificación del Invima como agencia sanitaria, que es indispensable para que los productos del agro o los alimentos puedan entrar sin tantos contratiempos a Europa o Estados Unidos.

La pregunta es qué las destrabó este fin de semana en Presidencia. Y la respuesta puede estar en el resto de peleas del sector.

Cuestión de oportunidad

El viernes pasado estalló el escándalo de los gastos suntuarios del gerente Guillermo Grosso en Cafesalud, la EPS que era parte del grupo Saludcoop y a la que el Gobierno le transfirió todos los activos de esa EPS para ponerla a la venta en los próximos meses.

Aunque ya había sido criticado  como interventor de SaludCoop a mediados del año pasado y la nueva junta directiva de Cafesalud lo había sacado el martes, el jueves Caracol Radio publicó que Grosso había gastado plata de la empresa en unos asuntos suntuarios, como comprar varias sillas masajeadoras o un taller con un coach que cobró más de 200 millones de pesos. Y el sábado pasado El espectador amplió esa información.

Veinticuatro horas después, Presidencia le dio luz verde a los nombramientos que tenía represados hace seis meses. Aunque La Silla no pudo verificar si hubo alguna relación entre los dos hechos, es probable que sí porque detrás de ambos estaba la misma puja entre Gaviria y algunos políticos.

Según una alta fuente que conoció las movidas en Palacio, al quedar expuestos los políticos en el caso de Cafesalud, en Presidencia cambió el equilibrio de poderes a favor de Gaviria. Y por eso vienen los dos nombramientos de técnicos sin padrinos políticos.

Gaviria ya había logrado mantener en manos de técnicos el Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud, mucho más pequeño; a los dos últimos superintendentes de Salud, que no han sido políticos; y la liquidación de la EPS Caprecom, que terminó desangrada por el manejo como fortín burocrático que tuvo por años.

Pero eso no quiere decir que la presión política haya terminado: falta ver cómo terminan las novelas de SaludCoop y Cafesalud, y si los políticos logran mover el péndulo a su favor en Presidencia.

Compartir
0