Las expectativas encontradas frente al nuevo Minambiente

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A Luis Gilberto Murillo le tocará moverse entre las esperanzas del movimiento ambiental y de la comunidad afro que representa y las de su partido, que espera que él ayude a destrabar los procesos de licencia ambiental y de consulta previa que demoran los proyectos del Vicepresidente.

El nombramiento de Luis Gilberto Murillo como ministro de Ambiente es simbólico porque es un verdadero representante del movimiento afro en un gobierno que no se ha distinguido por su diversidad; porque es el primer chocoano que llega a un gabinete presidencial en 70 años; y porque finalmente estará a cargo de esa cartera alguien que tiene trayectoria en lo ambiental. Pero aunque Murillo llega por recomendación de la entonces ministra de la Presidencia María Lorena Gutiérrez, lo hace en representación del partido de Germán Vargas Lleras.

Entonces, a Murillo le tocará moverse entre dos expectativas muy diferentes y con frecuencia contradictorias. Por un lado, las del movimiento afro que lleva años peleando su derecho a ser consultados antes de que se inicie un megaproyecto en su región; la de los habitantes del Pacífico, una de las regiones más biodiversas del país; y las del movimiento ambiental que tiene fincadas en él las esperanzas de tener un ministro que de las peleas que sean necesarias por proteger la riqueza natural del país.

Y por otro lado, la de su partido Cambio Radical, cuyos miembros esperan que el ministro que fue nombrado en representación del Partido le ayude al Vicepresidente Vargas a destrabar los proyectos que, según ellos, están frenados en gran parte por las licencias ambientales y por la consultas previa (que se hace con comunidades afro e indígenas) que Vargas definió hace unos días como “un mecanismo extorsivo”.

El legado de Murillo dependerá de cómo resuelva estas expectativas.

¿De donde viene?

Murillo es de Medio San Juan, un municipio agricultor y minero de menos de 20 mil habitantes al sur del  Chocó.

A pesar de haberse graduado de la Universidad de Moscú, en Rusia, como ingeniero de Minas con maestría en Ciencias de la Ingeniería, desde que volvió al país, durante el gobierno de César Gaviria en 1993, se metió en temas ambientales.

 

Fue el director de la Corporación para el Desarrollo de Chocó (Codechocó) y luego se fue a trabajar con Antanas Mockus como subdirector de Planeación del DAMA en Bogotá.

A principios del 97 Antanas dejó la Alcaldía y un año después, Murillo fue elegido como gobernador de Chocó. Allí abrió la Oficina de Desarrollo Ambiental de la región y luego de que lo secuestraran los paramilitares en el 2000, se fue para Estados Unidos donde también hizo un nombre.

En esos diez años, Murillo trabajó en la Agencia de Cooperación Internacional Lutheran World Relief, en el Banco Mundial, en USAID, el BID y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

En 2011 volvió y ganó nuevamente la gobernación de su departamento, pero un año largo después lo suspendieron porque le abrieron una investigación disciplinaria por la primera vez que llegó al cargo y que muchos alegan que tuvo una motivación política de sus rivales. De hecho, el entonces director de Cambio Radical Carlos Fernando Galán le quitó el aval por ese lío. 

Fue entonces cuando Santos lo nombró director del Programa Presidencial para el 'Plan Pazcífico’, uno de los temas que coordinaba la exsuperministra María Lorena Gutiérrez para garantizar que los proyectos de los gobernadores del Pacífico se incluyeran en las acciones del gobierno.

Gutiérrez lo conocía desde que ella era decana de Administración de Empresas de la Universidad de los Andes porque Murillo trabajaba en temas ambientales con el exministro de Medio Ambiente Manuel Rodríguez y la exdirectora de la Unidad Ambiental de Planeación Diana Gaviria.

Y fue María Lorena la que sugirió su nombre para el ministerio de Ambiente.

El día del anuncio del nuevo gabinete, un par de días después de que Gutiérrez hubiera dejado su poderoso cargo dando un portazo por la inclusión de Néstor Humberto Martínez, el candidato de Germán Vargas Lleras, en la terna para Fiscal General, el presidente Santos presentó a Murillo como cuota de Cambio Radical. Era la compensación al partido del Vicepresidente que perdía el ministerio del Transporte.

En Cambio Radical sintieron que era un cambio ‘raro’ dado lo poco ambientalista que es Vargas Lleras y también porque Murillo no estaba en el radar del partido para un ministerio. Al fin y al cabo, Murillo se inscribió por Cambio Radical en 2011 para la Gobernación pero en alianza con el Partido Conservador, Asi, Alianza Verde y con todas las organizaciones sociales afro que lo impulsaban.

Él y la exalcaldesa del Quibdó Zulia Mena -hoy viceministra de Cultura- se inscribieron por esa coalición no porque tuvieran una militancia en Cambio Radical sino porque los liberales y la U se fueron con otro candidato, y lo que en ese momento se llamaba La Mesa de la Unión se metió bajo la otra sombrilla para “generar una oportunidad en Chocó”, como le dijo a La Silla Mena.

Después de inscribirse, Carlos Fernando Galán, como director del Partido, incluyó a Murillo en la lista de más de 300 candidatos del partido al que él pedía revocar el aval por la condena que tenía por destinar plata de un hospital a un colegio.  Sin embargo, el Consejo Nacional Electoral no les quitó el aval y así fue elegido gobernador.

Poco tiempo después, el Consejo de Estado lo suspendió de la gobernación. Pero Santos eligió como su reemplazo a su secretario de Hacienda Hugo Arley Tovar, con lo cual le mantuvo el poder y en las elecciones del 2014, fue el gerente regional de su campaña reeleccionista.  

"Vargas le cree y lo consultaba en los temas políticos del Chocó", dijo a La Silla una persona cercana al Vicepresidente. Esta misma fuente está convencida de que dado el carácter de Murillo, actuará según sus convicciones ambientales, más allá de lo que necesiten los proyectos que coordina Vargas y de que haya sido presentado como cuota del Partido.

En cambio, tres miembros importantes de Cambio Radical le dijeron por aparte a La Silla que era una ventaja tener un ministro del partido allí porque muchos de los proyectos de infraestructura a cargo del Vicepresidente se topaban con ‘obstáculos’ de licencias ambientales y consultas previas que ahora Murillo, como delegado del Partido, podría ayudarles a tramitar.  (Las consultas previas dependen del ministerio del Interior y no de Ambiente, pero como está cerca a reglamentarse la consulta previa su voz como representante afro en el Gobierno seguramente será escuchada).

"¿Quién más legitimado que él para frenar los abusos que se cometen con las consultas previas cuando se usan para obtener dádivas?", dijo a La Silla el presidente de Cambio Radical Rodrigo Lara, que como el Vicepresidente, considera que si bien este proceso es importante ha sido utilizado por algunos representantes afro inescrupulosos como un mecanismo de chantaje para enriquecerse.

Los retos

Murillo llega a un ministerio que, como nos dijo el experto ambiental, Jerónimo Rodríguez: “Está como Venezuela. Cerca de la explosión. Hay que trabajar en reorganizar y fortalecerlo en estos dos años."

En lo que tres de las fuentes del sector ambiental consultadas para esta historia coinciden es que primero tiene que ordenar el ministerio por dentro.

“Los estudios de institutos como el Von Humboldt no llegan a las decisiones, la forma de gobierno que tenía Gabriel Vallejo era nombrar subgerentes para todo y los directores se quedaban sin poder de decisión. Y las direcciones se quejan de que están reventadas entonces es un milagro que un director vaya a una reunión. Mejor dicho: no hay coordinación”, dice Rodríguez.

Lo segundo es cumplir la promesa de Santos de delimitar los 36 páramos que tiene el país hasta 2018. Como contamos, Vallejo ya delimitó nueve, de los cuales cinco ya estaban protegidos por estar dentro de parques naturales.

Murillo hereda no solo el chicharrón de delimitar los 27 que faltan. “Tiene que definir los planes de acción para la gente que vive dentro de los páramos. Lo fácil es poner la raya. Lo difícil es reubicar a la gente y manejar las tensiones con los intereses mineros”, le dijo a La Silla Paula Ungar, encargada de páramos en el Instituto Von Humboldt.

Otro reto será mejorar el sistema de información, porque el que existe, que es el ‘Sistema de Información Ambiental de Colombia’, no tiene los datos completos ni de todos los institutos, ni de las corporaciones autónomas regionales, ni de la Anla.

“La muestra más grande de que ese sistema no funciona es lo que pasó con Caño Cristales. La Anla dio la licencia en contravía de Cormacarena y supuestamente los de Parques no sabían. ¿Eso pasaría si existiera un sistema de información único?”, le dijo a La Silla el experto y profesor de la Universidad de los Andes, Juan Camilo Cárdenas.

Murillo tiene que coordinar mejor cómo se van a hablar las corporaciones, las agencias, el ministerio y las gobernaciones para que el procedimiento fluya.  “Porque si no nos vamos a llenar de demandas al Estado, como la que Hupecol está por meterle porque primero dice que sí y después que no”, dice Cárdenas.

Otro reto enorme será recuperar la agenda ambiental para el contexto del posconflicto. “Ese ministerio es el que tiene que construir una política seria para después de la firma”, nos dijo la directora del Instituto Von Humboldt, Brigitte Baptiste. Básicamente plantear la discusión sobre el modelo de desarrollo sostenible para el país de las próximas décadas.

Y un último reto, aunque seguramente hay muchos más, es meterle la mano a las Corporaciones Autónomas Regionales (CARs). Porque en lo que todas las fuentes para ésta historia coinciden es que no tienen recursos ni capacidad de ejecución y son las que, en últimas, toman decisiones tan clave como decidir cuánta agua concesionarle a una empresa. Esto sin mencionar que la mayoría están capturadas por la política regional.

“La preocupación de si va a tener presión de un lado o del otro depende de los principios y valores que uno tenga. Si uno tiene claro su compromiso y qué es lo que uno defiende, los demás llegan hasta donde uno se los permite”, dijo Zulia Mena a la Silla.

Nota de la editora: La Silla modificó después de publicada esta historia el título original, pero no el contenido de la historia.

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