Las Farc: ni solo narcos, ni solo revolucionarios

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Los cinco disidentes de esta semana eran todos mandos medios y coordinadores del narcotráfico en sus regiones. Foto: Farc - EP

Las disidencias en la guerrilla muestran que hay regiones donde eran más narcos que revolucionarios, pero al mismo tiempo su movilización hacia las zonas de concentración muestra que en otras partes suplían labores del Estado.

Las Farc sacaron un comunicado hace dos días en el que el Estado Mayor Central anuncia su decisión de separar de sus filas a cinco mandos medios de la organización y llaman a quienes los siguen a no dejarse engañar por un “camino de aventura sin futuro” y a regresar a las filas.

Esas disidencias, más otras que vienen desde mediados del año, confirman algo que muchos decían y que las Farc negaban, y es que hay regiones en las que los guerrilleros eran más narcos que revolucionarios.

Pero al mismo tiempo, su movilización hacia las zonas de concentración también ha mostrado que en otras zonas cumplían un rol social y político clave de mantener cierto orden y justicia, lo que indica que tampoco eran solo la organización terrorista que durante décadas presentaron los gobiernos de turno.

Las disidencias

Los cinco mandos medios que se separaron de las Farc, John 40, Gentil Duarte, Euclides Mora, Giovanny Chuspas y Julián Chollo, se movían, sobre todo, entre el Meta, Guaviare y Caquetá. Solo en esos tres departamentos, de acuerdo con el Observatorio de Drogas del ministerio de Justicia, hay más de 18 mil hectáreas de coca. Todos los disidentes coordinaban el negocio del narcotráfico en sus sitios de influencia.

 

John 40, cuyo nombre real es Géner García Molina, era, según le contaron a La Silla tres personas que se conocen a las Farc por dentro. “El tipo que manejaba toda la droga que se movía por el Meta. Su epicentro era el corregimiento de la Julia, en Uribe. Era un mafioso en todo el sentido de la palabra”, dijo una de las fuentes.

Se movía en camionetas 4x4, grabó un cd de música norteña, andaba con collares de oro y con prostitutas y el frente 43, que era el que coordinaba, era “un frente más financiero que combatiente. Por eso era funcional, porque se conocía el negocio de la coca”, dijo a La Silla una de las fuentes.

Nació en San Martín, Meta, llevaba 33 años en las Farc y antes de comandar el frente 43, pasó por el frente 7, el 40 y el 16.

Manejaba todo el negocio del narcotráfico desde Guainía hacia Venezuela, Brasil y Perú y es uno de los presuntos responsables de la bomba del hotel Puerto Toledo en Puerto Rico, Meta, en 2005.

Quizás una descripción que sirve para entender por qué Jhon 40 era ante todo un narcotraficante y no un revolucionario es que en una de sus correrías en su camioneta, por los años de la zona de distensión del Caguán, él hacía alarde de que tenía toda la música del mundo y una persona que iba con él le dijo:

-¿Ah sí? pues póngame una de Silvio Rodríguez.

El guerrillero contestó: -¿Silvio qué?-

“Que un mando de un frente de las Farc como él no sepa quien es el cantor oficial de la revolución cubana dice mucho sobre su nivel de formación y compromiso con los ideales de la guerrilla”, nos dijo la persona que nos contó la anécdota y además la confirmamos con otra fuente.

Miguel Santanilla Botache, alias ‘Gentil Duarte’, llevaba 36 años en las Farc y 20 como jefe.

Fue miembro del Estado Mayor y de la Delegación de Paz. Coordinaba el área de los frentes 7, 27 y 43, que se movía desde La Macarena, Vista Hermosa, Puerto Concordia y Puerto Rico, hasta San José del Guaviare.

“Es el mandamás de La Macarena. Tiene tierras, plata, ganado y es un tipo con todo el poder aquí”, dijo a La Silla una fuente conocedora de las Farc en esa región.

Cuando estaba camino a concentrarse en la vereda La Colina, decidió irse y según Caracol Radio, convenció a un grupo de guerrilleros de acompañarlo y se fue en un carro cargado con armas y plata.

Duarte viajó a La Habana en julio de 2015 con otros 16 miembros de las Farc, y justo un año después, cuando el frente primero, el ‘Armando Ríos’ ,que se mueve por Vaupés, Guaviare y Guainía, anunció que no se iba a  desmovilizar, lo mandaron a él para comandarlo y para “afinarlos y convencerlos de mantenerse en las Farc”, dijo a La Silla una fuente. Al final, el convencido de irse fue él.

Por eso la disidencia de Duarte es una de las más complicadas. Porque se trata de un tipo poderoso y conocido en La Macarena, también clave para el negocio de la coca.

Luis Alfonso Lizcano Gualdrón, alias ‘Euclides Mora’ o el ‘Flaco Euclides’ también nació en el Meta, tiene 49 años, 32 de ellos dentro de las filas de las Farc. Perteneció al frente 7, al 39 y al 62. De ese último, fue su comandante.

‘Giovanni Chuspas’, se llama Ernesto Orjuela Tovar. Nació en el Cauca, tiene 58 años y era uno de los jefes del frente 16.

Y Miguel Diaz Sanmartin, alias ‘Julián Chollo’ era de El Dovio, un municipio del Valle del Cauca, entró a las Farc hace veinte años, y era cabecilla del frente 40.

Los cinco, según reportes del Ejército que conoció La Silla, llevaban muchos años en las Farc. Por eso, que hayan decidido salir de sus filas es una pésima noticia para el proceso de paz, pues se trata de hombres con poder, años de experiencia y conocedores del negocio de la coca.

Una de las hipótesis para explicar por qué pudieron irse, es que, según nos contó una fuente que conoce a las Farc en el sur del país, desde que se murió alias ‘Jairo Martínez’, integrante del equipo negociador, durante un bombardeo del Ejército en Guapi, en el Cauca, en mayo del año pasado, se “desarticuló la estructura de las Farc en toda esta región”.

Lo dice porque Martínez era conocido por ser uno de los ‘ideólogos’ de la guerrilla y “era el mediador entre los mandos que estaban por salirse de las Farc. Era además un tipo al que consultaban mucho John 40 y Gentil Duarte.”

Pero fuera de ellos, hay más disidentes que, aunque todavía son casos aislados, no dejan de ser preocupantes.

Así lo documentó Eduardo Álvarez, experto de la red de paz de La Silla Llena y miembro de la Fundación Ideas para la Paz, en un mapa que muestra uno a uno los registros de los medios sobre disidencias en distintas regiones este año y los lugares donde es muy factible que también deserten.

Para Álvarez: “si bien el equipo negociador de las Farc en La Habana ha insistido en que sus tropas están unidas alrededor del proceso de paz (un mensaje que se reforzó con la declaración de la X Conferencia), cabe preguntarse por aquellas unidades como las comisiones de finanzas, que obligatoriamente han conservado los vínculos con grupos criminales”.

Aparte del frente Primero, entre el 30 de agosto y el 9 de octubre, el Bloque Martín Caballero sacó un comunicado en el que anunciaron que habían desertado cuatro guerrilleros del frente 19 con plata y armas.

En septiembre Verdad Abierta contó que varios líderes sociales denunciaron que milicianos de la guerrilla en Tumaco se unieron a grupos narcotraficantes para seguir con el negocio de la coca en ese puerto del Pacífico.

Y más recientemente, en Ituango, como contamos el lunes, el alcalde Hernán Darío Álvarez denunció publicamente que cinco guerrilleros desertaron, posiblemente para seguir delinquiendo.

Lo que muestran estas disidencias es que “esta inserción en diferentes economías ha instalado un tipo particular de aprendizaje entre los integrantes de las Farc, quienes una vez sin armas no necesariamente van a apostarle al proceso. Una cosa son los principios de cohesión, lealtad y disciplina en armas y otra muy distinta cuando ya no se tienen”, dice Álvarez en su entrada.

El vacío que dejan

Mientras con esas últimas disidencias se hizo evidente que hay mandos medios claramente narcotraficantes, la movilización de las Farc hacia las zonas de concentración también ha mostrado su otra cara: la de actuar como Estado en muchas regiones del país.

Por eso, al abandonar sus regiones de influencia, dejan un vacío que si no llena el Estado de verdad, seguramente vendrán otros como el Eln, el Epl o las bandas criminales, a llenarlo.

En el Meta, donde hoy la noticia son esas disidencias, en municipios como Uribe, por ejemplo, la gente decidía por quién votar, en qué trabajar y a qué horas salir, según la ‘orientación’ de las Farc.

Lo que más le preocupa a la gente es que como ellos eran los que resolvían las peleas del pueblo a punta de llamados de atención, castigos o destierros, se queden en manos de la lenta justicia del Estado.

Además  les preocupa que el negocio de la coca ahora se lo tomen otros.

En Dabeiba, Antioquia, el alcalde Antonio José Lara dijo a La Silla hace tres semanas que en su municipio la gente estaba preocupada porque desde que el frente que hacía presencia allí se comenzó a mover a la zona de concentración, han aumentado los problemas de orden público.

“El problema de nosotros en este momento es que todos esos espacios que dejó las Farc no los ha llenado nadie. Entonces la gente empieza a tomarse la justicia por su cuenta y por ejemplo ya hace unos días mataron aquí a un habitante y no sabemos bien quién, ni cómo ni cuando” dijo en ese momento el alcalde.

Ahora con su movimiento 'Voces de paz', las Farc aspiran a llenar ese vacío que dejaron desde la legalidad. Por ejemplo, en la zona de La Paz, en el Cesar, los guerrilleros dicen que quieren ser "el embrión del Estado" porque muchos campesinos no conocen justicia distinta a la de ellos. Por eso las Farc aspira, en parte, a que ese siga siendo "su pueblo". 

Esa paradoja de ser en algunos casos más narcotraficantes que revolucionarios, y en otros, de intentar imponer su modelo, demuestra en todo caso que no todas las Farc se van a desmovilizar y que el reto de la implementación es entender que son heterogéneas y que así como el martes sacaron a unos, puede haber otros, también movidos por los incentivos  de la coca, con ganas de seguir en el negocio que mueve la guerra, en vez de apostarle al acuerdo de paz.

 

 

 

 

 

 

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