Las guerras por el agua en Santander

Silla Santandereana

En cinco de las seis provincias del departamento hay peleas entre megaproyectos, políticas del Gobierno y la conservación del agua.

En cinco de las seis provincias de Santander hay peleas por la tensión entre hacer megaproyectos y conservar el agua. La Silla recopiló los detalles de esas discusiones y el contexto en el que se desarrollan.

En el siguiente mapa puede ver los municipios que hacen parte de los conflictos.

Haga clic en las pestañas para leer en detalle cada caso.

El Páramo de Santurbán es la fábrica de agua que abastece a dos millones de habitantes entre Norte de Santander y Santander.

Ya completa ocho años en la agenda del departamento y en ese tiempo su historia ha estado marcada por tres puntos de quiebre: dos relacionados con las intenciones de multinacionales mineras de extraer oro dentro de su territorio (la Canadiense GreyStar quería hacer minería a cielo abierto pero desistió) y en sus inmediaciones (la árabe Minesa está buscando aprobación para extraer el material con minas subterráneas), y uno por el conflicto social que desató su delimitación.

Grupos de ambientalistas, personas del común, políticos y recientemente el Alcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, han asumido la vocería del bando que se opone a cualquier intervención en ese ecosistema.

Su principal argumento es que los páramos son complejos delicados que si se intervienen a cualquier nivel pueden desestabilizarse; también desconfían de lo que ha dicho Minesa sobre que no generara afectaciones y no contaminará las aguas subterráneas, que son las que abastecen a las comunidades.

La otra cara de la historia está en los municipios que están directamente en el área de influencia del páramo -California, Vetas, Suratá, Tona, Matanza y Charta-.

Los dos primeros son de tradición minera y por más de 400 años han extraído artesanalmente el oro que está en su tierra. Como su economía depende principalmente de esa actividad, desde que se conoció en 2014 la primera delimitación del páramo (tumbada el año pasado) han estado en el limbo, porque además de que no pueden hacer minería, no les han llegado las ayudas que el Gobierno les prometió.

Por eso, muchos se terminaron acercando al proyecto de Minesa para garantizar su sustento.

Ahora que por orden de la Corte Constitucional se debe volver a delimitar el páramo, esta vez concertando con todas las partes, habrá un nuevo pulso.

Como el plazo va hasta noviembre, todo está dado para que el debate se agudice en los meses que viene, con el ingrediente adicional de que Minesa retiró la propuesta de plan de manejo ambiental que puso a consideración de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales, Anla, para solicitar la licencia.

Como ese documento, que detalla los riesgos del proyecto en la zona en la que lo quieren desarrollar (a 140 metros de la anterior delimitación del páramo), volverá a ser radicado y lo más probable es que lo hagan una vez se conozca la nueva delimitación de Santurbán, algo que también volverá a caldear los ánimos en la disputa por la conservación del páramo.

 
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