El auto de avance en el caso de los "falsos positivos" que publicó la JEP esta semana y que, entre otras cosas, reconoce que más de 6 mil jóvenes fueron asesinados por miembros del Ejército es en parte el logro de las madres de Soacha que llevan años reivindicando la memoria de sus hijos y luchando porque estos crímenes no queden en la impunidad.
Las madres de Soacha en su propia voz
Foto: Álvaro Andrés Cardona para el CNMH
Álvaro Cardona para el CNMH.
El auto de avance en el caso de los "falsos positivos" que publicó la JEP esta semana y que, entre otras cosas, reconoce que más de 6 mil jóvenes fueron asesinados por miembros del Ejército es en parte el logro de las madres de Soacha. Ellas llevan años reivindicando la memoria de sus hijos y luchando porque estos crímenes no queden en la impunidad. En sus propias palabras reconstruyen su historia.
Foto: Álvaro Cardona/CNMH.
“Una vida tranquila podría decirse”
Solamente le pido a Dios que hoy me dé palabra y que a ustedes les abra sus corazones.
Luz Ángela Garzón, hermana de Eduardo Garzón Páez
Voy a contarles un poquito sobre la mamá de Yonny Dubian Soto Muñoz. Soy de Regidor, Bolívar, nadé en el río Magdalena, una de las fosas comunes más grandes del país. Cuando yo era niña veía cómo venían las personas ahogadas, muertas, y nadie las hacía arrimar para que les dieran cristiana sepultura. Seguían su camino, sabíamos que eran personas porque traían dos, tres, cuatro animales encima. ¿Qué hacían mi familia, mi papá, mis hermanos, la gente? Cogían la canoa, iban y miraban: es una señora, es un joven, es un hombre.
En Regidor, Bolívar, conocí a mi esposo y me vine con él para Bogotá hace treinta y seis años.
En una invasión construimos un ranchito de paroi cuando Ciudad Bolívar era puro monte pelado. Estábamos cansados en la pieza donde aterrizamos. Que los niños no salgan, que bájele al radio, que no nos deja dormir la luz. Yo decía Dios mío regálame un lotecito así sea que yo construya la casa con palos y cartón.
Fue un intercambio por un equipo de sonido. Le dije a mi esposo Mirá, gordo, qué hacemos escuchando música si los niños no pueden ni salir. Entregué el equipo y me entregaron el lote. Construimos con palos y cartones y con tela impermeable —que le dicen paroi— cubierta con una mezcla de brea y petróleo.
En ese tiempo el M-19 tenía un campamento cerca (allá siempre ha sido zona roja). Pero ellos fueron muy formales con las comunidades, se tomaron el agua y nos la hicieron llegar con mangueras. Fui madre comunitaria doce años, prestaba mi casa para las actividades de las familias del barrio, trabajé con Bienestar social y luego con Christian Children’s, siempre en trabajo comunitario. Y le ayudaba a Rochi, que tenía un taller de pantalones, a rematar, a entregar la mercancía, a lo que hiciera falta.
La vida mía era muy diferente, no me interesaba la corrupción ni qué hacía el gobierno ni la policía ni el ejército. En Ciudad Bolívar uno se daba cuenta de que los policías entraban a los expendios de droga e igual seguía la venta.
Yo vivía mi vida, no me importaba lo que hicieran ellos, no estaba inmiscuida.
Soraida Isabel Muñoz, madre de Yonny Dubian Soto Muñoz
Yo era una mujer normal, una ama de casa dedicada a mis hijos. Los llevaba al colegio, los traía de vuelta. Vivíamos en el barrio El Carmen, cerca al Tunal.
Mi hermana tenía una floristería, en épocas especiales le ayudaba con los arreglos y mi hijo hacía los domicilios, en tabla porque él siempre montaba tabla.
Mire, mamá —me decía—, hoy fui a llevar un arreglo de una niña de 15 años, bonita ella.
Por la tarde cuando llegaba a mi casa encontraba un girasol en una botella de gaseosa, y pensaba por acá pasó mi hijo.
De resto hacía lo que toda ama de casa, cuidar, limpiar, tener la casa al día. Siempre fui muy tímida, no participaba ni en la asociación de padres del colegio.
Íbamos al río en vacaciones. En el campo ordeñaba las vacas. Porque yo soy de un pueblo y, como dice la canción, por sus calles tranquilas corrió mi juventud.
(No le puedo decir el pueblo por el bien de nosotras).
Él dibujaba planos, aprendió en el colegio, y yo le decía cuando algún día mi Dios me socorra yo quiero que usted me haga el plano de la casita, mijo, y él me lo alcanzó a hacer aunque no se ha llegado el día de construirla.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
Mis padres eran de Sogamoso, vinieron a la ciudad como la mayoría de mamitas de Soacha, desplazados de sus tierras en busca de horizontes. Pero realmente no los encontraron. Éramos siete hermanos, de los siete yo soy la única que logró salir con un estudio adelante, y la única de las madres.
Mi vida transcurría del trabajo a la casa, arraigada a mis hijos y a mi oficio. Soy enfermera desde hace 34 años. Vivo en el Veinte de julio y trabajo en Usaquén. Todos los días por la séptima hacia el norte, todos los días por la séptima hacia el sur.
A veces me desviaba hacia Álamos a visitar a mis hermanos —de allá se llevaron a Jaime.
Cuando volvía a mi casa prendía el televisor, veía la novela, no hacía nada más en realidad, estirarme en mi cama, una vida tranquila podría decirse. Ahora salgo a reunirme con ellas, talleres un día, encuentros el otro, días como hoy una entrevista o las audiencias o las vueltas de la organización (de las madres de Soacha).
Jaqueline Castillo Peña, hermana de Jaime Castillo Peña
“Yo lo crié como se crían los niños desde pequeños, derechitos”
¿Quién era mi hermano? ¿Estiven quién era? Un niño.
Anderson Rodríguez Sanabria, hermano de Jaime Estiven Valencia Sanabria
Yonny Dubian fue un niño hiperactivo, le gustaba el juego, era un niño muy amigable, fue creciendo, estudió, fue creciendo, su meta era el Ejército. Mi hijo amaba al Ejército. El papá lo llevó a la séptima con 106 a presentarse para el servicio militar. No fue reclutado. No. Él fue de voluntario. Dos años dos meses prestó servicio en San José del Guaviare.
Salió de allá con esa visión, con ese lavado de cerebro —dicen que les lavan el cerebro—. Decía que él quería seguir en el Ejército. Pero la familia nunca lo apoyó, para nada. Cuando él me dijo esas palabras yo ahí mismo empecé a rodar mi película viéndolo entrar a la casa en una silla de ruedas, mutilado, sin piernas, sin brazos.
No, no, no, no, no —le dije—, esa pelea no es de nosotros. Esa pelea es del Estado, del Ejército, de la guerrilla, a nosotros no nos incumbe. Y salió llorando mi hijo. Mami —me respondió—, yo quiero al Ejército, yo quiero seguir en el Ejército.
Soraida Isabel Muñoz, madre de Yonny Dubian Soto Muñoz
Él no era hijo de gente pudiente, era un hijo de familia pobre —porque toda mi familia es pobre— pero yo lo crié como se crían los niños desde pequeños, derechitos; no sé por qué se dejó enredar con historias.
Luz Edilia Palacios, madre de Jader Andrés Palacios
Muchos miran la foto de mi hijo y me dicen: ¿Cuál era su discapacidad? Él tenía 26 años y, como me dijo el especialista, podía llegar a los 100 años pero con la mentalidad de un hijo de 8.
Luz Marina Bernal, madre de Faír Leonardo Porras Bernal
Hay una coincidencia entre él y yo. Los dos nos criamos en una finca, teníamos las mismas costumbres de amanecer, de ir a ordeñar, de coger guayabas. La desgracia empezó cuando regresamos a Bogotá.
Mami —me dijo—, voy a llevar la hoja de vida, ¿le parece que estoy bien?. Como él era vanidoso se daba palmaditas en la mejilla diciendo que era muy lindo. Y yo le dije —lógicamente uno de mamá a sus hijos los ve hermosos—, en el momento le dije que ese señor del supuesto trabajo me caía mal.
El hijo mío se fue con el hijo de Rubiela y con el hermano de Anderson. Ellos tres salieron el mismo día. Cuando mis hijas me contaron tenían los ojos rojos. A nosotras las blanquitas cuando lloramos [hace una seña con las manos] se nos nota en la piel. Sí, mami —dijeron al fin—, encontramos a Daniel. ¿Dónde está? —les pregunté—. Enterrado allá donde encontraron a los otros muchachos en Ocaña.
Gloria Astrid Martínez, madre de Daniel Alexander Martínez
“Llegué y ya la familia me tenía agua de yerbas para calmarme”
Mi nombre es Ana Páez, soy madre de los muertos de Colombia por el Ejército Nacional.
Ana Delina Páez, madre de Eduardo Garzón Páez
Mi hijo me había dicho unos días antes: Madre, me llevan a conocer la Costa, y yo le dije: ¿Cómo es eso, mijo, si cuando vamos a pasear usted va conmigo o con la novia? No les puedo decir —me respondió—, me lo prohibieron. Así quedó. Ese sábado se fueron, se reunió con otros dos jóvenes, y adiós, se los llevaron a los tres.
Idaly Garcerá Valdéz, madre de Diego Alberto Tamayo Garcerá
El 6 de febrero de 2008 lo llamaron a las 7 am. Él le dijo al hermano que iba a salir por un trabajo. Tiempo después mi hijo mayor me dijo: Mami, si Diego me hubiera hablado del trabajo antes yo me hubiera ido con él.
¿Se imaginan ustedes que no hubiera perdido un hijo sino dos? Dios es muy generoso conmigo.
Mi hijo mayor me cuenta que vio a Diego a través de los cristales cuando cogió su transporte y que Diego quedó ahí, Diego quedó ahí, mamá
Rubiela Giraldo Valencia, madre de Diego Armando Marín Valencia
Los militares decían (en las audiencias judiciales): Nos dijeron que les quitáramos los documentos porque así iba a ser más difícil que los encontraran. Realmente eso para mí fue cruel. Que un coronel del Ejército no pensara en las familias. Porque fueron seis meses donde sufrí mucho, dejé a mis niños solos —eran unos niños— por buscarlo.
Kelly Johana Ruíz Alfonso, esposa de Daniel Andrés Pesca Olaya
Incluso fui al INPEC. Me atendieron mucho mejor que en cualquier institución. Mamá, ¿qué viene a hacer acá? Se me perdió mi hijo —les decía—, se desapareció. Díganos el documento de su hijo. Y ellos digitaban y después me decían: No, mamá, váyase para la casa que su hijo no está detenido.
Luego buscarlo palmo a palmo en la ciudad de Bogotá sin saber si dormía o no en la calle.
Luz Marina Bernal, madre de Faír Leonardo Porras Bernal
Yo paré mi mundo por él, busqué a mi hermano cinco meses. Saqué a mi hija del colegio, me fui con ella a buscarlo. En el transcurrir del tiempo llamaron a decirnos que mi hermano aparecía. La noticia se la doy a mi mamá en medio de la calle, sobre una avenida. Nunca se me va a olvidar la cara de ella y de mi hermano menor y que yo no podía quebrarme porque tenía que estar fuerte para ellos.
Luz Ángela Garzón, hermana de Eduardo Garzón Páez
Llegué y ya la familia me tenía agua de yerbas para calmarme.
Idaly Garcerá Valdéz, madre de Diego Alberto Tamayo Garcerá
“Esto acá es pan de cada día, aquí matan civiles”
Sabemos por versiones de los reclutadores cómo los entregaban al Ejército y cómo los llevaban monte adentro y los ponían a correr y les disparaban por detrás.
Jaqueline Castillo Peña, hermana de Jaime Castillo Peña
Viajé a Cimitarra ese mismo día. Recuerdo ese viaje como si hubiera sido ayer porque sabía que me devolvería no con Andrés sino con sus restos. Viajé a Cimitarra, Santander, el 29 de agosto. Allá me recibió el sepulturero. No tenía recursos para quedarme, así que él me hospedó en su casa tres días durante los cuales pudimos hablar. Supuestamente eran guerrilleros —me dijo—, supuestamente venían a secuestrar a un ganadero… esto acá es pan de cada día, aquí matan civiles.
Kelly Johana Ruíz Alfonso, esposa de Daniel Andrés Pesca Olaya
Cuando mi esposo viajó a Ocaña a recoger el cuerpo de Julián le dijeron: ¿Y si sabe don José que su hijo era todo un guerrillero? Y mi esposo le respondió a esta persona —que en este momento está implicada en la muerte de Julián—, que eso era mentira porque Julián el 2 de marzo a las 7 de la noche estaba con su familia y al día siguiente a las 3 de la tarde mi esposo estaba recogiendo el cuerpo allá en la vereda donde lo asesinaron. ¿En qué momento se iba a convertir en un guerrillero? Ahí fue cuando nosotros supimos que Julián había sido asesinado por el Ejército Nacional de Colombia.
Blanca Nubia Monroy, madre de Julián Oviedo Monroy
Suponía que los iba a encontrar en un cementerio, donde están las fosas de N.N, pero no fue así sino en una montaña, en una finca. En ese momento no tenía idea de lo que eran las fosas comunes. Es un hueco en la tierra, perdonen la expresión, en el que estaban enterrados como los perros, ni siquiera en una bolsa, no tenían ninguna identificación. Cuando fui por mi hermano en esa fosa había cinco cadáveres. Ya varias veces los habían manipulado, tenían rasgada la piel. Fueron sacando uno a uno. Fue hacia las 8 de la noche, no teníamos linterna, lo hicimos bajo un foco que tenían los de medicina legal. Realmente tener plena claridad de que haya sido Jaime el que yo me traje, pues... tengo muchas dudas todavía. Fue el último que sacaron y ya no tenía más opciones, pudo ser otro pero nos trajimos el que yo consideré que era.
Jaqueline Castillo Peña, hermana de Jaime Castillo Peña
Ninguno nos quiso acompañar en el cementerio, nos tocó a los dos con el doctor Juan Carlos (el abogado) y un sepulturero muy joven que no tenía experiencia, nos tocó solos romper la tumba, sacar el cuerpo de mi hermano. Es algo con lo que tengo que convivir. Hay noches que sueño tanto con eso que no duermo
Ana Cecilia Arenas Garzón, hermana de Mario Alexander Arenas Garzón
Medicina Legal reportó más de 30 impactos en cada cuerpo. ¿Por qué tanta sevicia? ¿Por qué encarnizarse con los muchachos? Ellos salieron un lunes a las 4 de la tarde y a las 11 de la noche (en el sur de Bogotá) ya los habían torturado, disfrazado y acribillado. Supuestamente muertos en un combate. Cuando hay un combate ¿no debería haber bajas en ambos lados? Aquí los únicos que murieron fueron mis hijos.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
¿Cómo un joven con discapacidad en su mano y pierna derecha podría haber manipulado un arma y atacar al Ejército?
Luz Marina Bernal, madre de Faír Leonardo Porras Bernal
“Dejaron a estas madres con los brazos vacíos”
Mi hijo tenía el sueño de ser arquitecto, yo me imaginaba, o me imagino, nos imaginamos, ver sus diplomas, los mejores, limpiarlos con orgullo, y no ir a un cementerio a limpiar las lápidas, a remarcar sus nombres que están borrados por el tiempo.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
Dejaron a estas madres con los brazos vacíos. Perder un hijo es la prueba más grande que Dios le pone a uno y es el dolor más grande que uno puede llevar en la vida, incluso si le quedan más hijos porque un hijo no llena el vacío del otro, ese vacío queda y no hay quién lo llene.
Blanca Nubia Monroy, madre de Julián Oviedo Monroy
Mi casa eran los bailes de diciembre, hoy ya no se baila. Todo eso murió. Toda esa tristeza llegó a mi casa. Me encapsulé como cuatro, cinco años, no quería saber de nada. Hasta que mis hijos me dijeron: Mami, Yonny Dubian solo no era tu hijo, aquí estamos nosotros.
Soraida Isabel Muñoz, madre de Yonny Dubian Soto Muñoz
Para mí ha sido muy difícil explicarle a Dilan, mi hijo de 13 años, qué le pasó a su papá. Cuando Andrés murió él era un niño de un año. Es duro explicarle a un hijo.
Kelly Johana Ruíz Alfonso, esposa de Daniel Andrés Pesca Olaya
Nos mantienen llamando cada rato por las deudas de los cementerios. La secretaria me llama y me dice: ¿Y usted cuándo va a pagar? La verdad —le digo— no tengo plata, voy a mirar qué hacer. ¿Y usted —me responde— por qué no pide? Pida en la calle, usted puede pedir. Y yo: Uff. Uno se queda sin palabras. La miré y di la vuelta por que qué más podía decirle.
Gloria Astrid Martínez, madre de Daniel Alexander Martínez
No solamente me mataron a mi hermano, me mataron a mi mamá en vida. Y de paso a mi familia, no tengo familia, no tengo sobrinos —aunque Eduardo me dejó tres— porque no nos dejan verlos por miedo a que les pase algo.
Luz Ángela Garzón, hermana de Eduardo Garzón Páez
Cuando uno hace las declaraciones en Defensoría, en derechos humanos, en todas las partes donde nos dicen llene este formulario. ¿Usted fue víctima de secuestro, desaparición forzada, lesiones permanentes…? Sí, de todo. No puede ser todo, ¿cómo terminó? Pues ellos murieron. Coloque homicidio. No, porque ¿quién reconoce el secuestro, la desaparición, el tiempo que duramos buscándolos, la tortura psicológica, el maltrato?
Difícil situación llegar a un pueblo que no está preparado para atender familias desplazadas. No sabían qué era, que vaya a la capital, a Tunja, declare aquí y otra vez ese mismo calvario, ese mismo recordar. En ese pueblo era como un delito decir desplazado, acá en Colombia, perdonen la expresión, lo ven a uno como a una plaga.
Pero es que yo no elegí, nosotros no quisimos, no elegimos, yo no dije: Quiero ser desplazada, Acción Social, inscríbanme en ese libro. No. A nosotros nos obligaron a huir para salvar nuestras vidas y nuestras familias.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
“Las madres de Soacha fuimos emblemáticas porque no le tuvimos miedo a las amenazas”
Es muy triste saber que la imagen que yo tenía del ejército colombiano era bastante grande. Verlos en carretera cómo nos acompañaban para mí era importante. Eran mis héroes, eran mis héroes.
Jaqueline Castillo Peña, hermana de Jaime Castillo Peña
Alex fue un muchacho del cual puedo decir con convicción que era mi hijo porque lo ayudé a criar. Vivíamos en Altos de Cazucá, me bajé de allá huyéndole a la violencia —me mataron a mi hijo—, y me bajé sin pensar que al año siguiente me matarían a mi hermano. Yo he tenido que aguantar muchas humillaciones. No me he querido quedar en el Soy víctima porque en el momento en el que digo soy víctima todo el mundo me mira con la mano estirada, y no es eso lo que yo he querido.
Nosotras nos hemos tenido que volver hasta periodistas, saber cómo manejar una cámara, un celular, cómo grabar, hacer muchísimas cosas para hablar, para hacernos entender.
Ana Cecilia Arenas Garzón, hermana de Mario Alexander Arenas Garzón
Fuimos emblemáticas porque nosotras no le tuvimos miedo a las amenazas y de esta manera destapamos, como dicen algunas madres, una olla podrida dentro de las Fuerzas Armadas de Colombia. Pero lamentablemente esto no ha parado. Hoy en día de cuatro hijos no tengo ninguno, tenía treinta y seis años de matrimonio, no tengo un matrimonio. Lo que me impulsa a seguir no es solamente el caso de Fair Leonardo, es el cúmulo de familias del país, más de 10.000 familias, sin pretender quitarle la voz a nadie.
Nosotras tuvimos la oportunidad de ser escuchadas, ¿pero qué pasa con este cúmulo de víctimas en todo el país que no han sido escuchadas por miedo, porque han sido amenazadas, porque ningún servidor público ha tenido la delicadeza de escucharlas o porque no conocen sus derechos? Yo he tenido que ir a las regiones a compartir con ellas, a brindarles mi hombro a aquellas familias.
Luz Marina Bernal, madre de Faír Leonardo Porras Bernal
En el 2008 me entero del caso de las mamitas de Soacha y empiezo a ver que hay conexidad, que todos fueron llevados, que fueron disfrazados, que fueron torturados, (declarados) N.N. muertos en combate. ‘Nuestro caso es igual —pensé—, y nosotros acá escondidos en un pueblo donde no somos nadie’. Entonces quise unirme a las mamitas y regresar a Bogotá. Que mi caso también se supiera. Le pedí el favor a mi hijo que buscara al colectivo. Desde 2010 estoy unida a ellas. Mi lucha es por que se sepa la verdad no solo de mi caso sino de todos los casos.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
Todas estas cosas que han hecho las compañeras también me han enseñado porque tuve un tiempo en que me aislé mucho. Las terapias, estas telas, todo lo que hemos hecho ha sido sanador, inclusive yo también he perdonado.
Gloria Astrid Martínez, madre de Daniel Alexander Martínez
Con la muerte de mi hermano mis otros hermanos se alejaron por completo. No, Cecilia —me dijeron—, usted no se meta con el Ejército, el Ejército es algo supremamente grande para que usted se vaya a meter con ellos, usted tiene colita todavía, Cecilia, el Ejército viene y la mata a usted y cuando la mate a usted después nos van a matar a todos.
Yo tengo militares en la familia que me decían la misma historia. Gordita, deje así, eso no es cosa de ahora, los falsos positivos no son del 2008, vienen de muchísimos años atrás.
Lo que pasa es que en el 2008 aparecieron unas viejas locas —como nos dicen a las madres de Soacha—, unas viejas locas a las que nos dolió que nos quitaran a nuestros hijos, unas mujeres que nos dolió tener a nuestros hijos.
Quise estudiar cuando era niña y mi padre no me dio estudio y hoy en día estoy en grandes universidades dando cátedra de caminos hacia la paz y a la conciliación.
Ana Cecilia Arenas Garzón, hermana de Mario Alexander Arenas Garzón
“Esta era la política que Álvaro Uribe Vélez les daba a sus militares”
Muchos de ellos dicen No recuerdo, Nos tocaba hacerlo, Había una presión. Hablan de una presión de los altos mandos pero no dicen cuál era esa presión.
Kelly Johana Ruíz Alfonso, esposa de Daniel Andrés Pesca Olaya
Se condena a cuatro soldados pero ¿dónde están los que mandaron? Nosotras sabemos que el general Montoya quería litros de sangre, y litros de sangre le dieron. Entonces ¿por qué él ahora no dice nada?, ¿por qué ahora dice no saber de falsos positivos?
Ana Cecilia Arenas Garzón, hermana de Mario Alexander Arenas Garzón
Siempre me he preguntado en el caso de nuestros familiares quiénes se beneficiaron ¿Quiénes se beneficiaron por los casos de los miles de jóvenes asesinados en este país? Sin lugar a dudas, yo lo pienso y no sé qué me va a pasar por decirlo, pero sin lugar a dudas yo creo que el mayor beneficiado fue el gobierno del señor Álvaro Uribe Vélez. Ésta era la política que él les daba a sus militares.
Aquí había un mando, aquí había una responsabilidad, aquí les exigían, no les servían capturas, no les servían desmovilizados, ellos tenían que matar, esa era la doctrina del Ejército, matar. Y no son falsos positivos ni son ejecuciones extrajudiciales. Aquí lo que hicieron fue matar civiles inocentes, desarmados, que no hacían parte de este conflicto.
Kelly Johana Ruíz Alfonso, esposa de Daniel Andrés Pesca Olaya
En esas directrices ministeriales hablaban de la paga que se le daba al Ejército por cada baja en supuesto combate. A ellos les dieron dinero, permisos, cursos en el exterior, medallas.
María Guillerma Sanabria López, madre de Jaime Estiven Valencia Sanabria, un niño de tan 17 años
Me gustaría que fueran más claros en sus versiones. Que digan las cosas de corazón. Cómo es eso que los militares implicados todavía siguen activos, prestando servicio, dando condecoraciones mientras están en el proceso. No entiendo por qué. Si yo veo que una persona con problemas judiciales no puede votar, no le dan trabajo, no le dan ningún beneficio, y ellos sí tienen beneficios.
Ya sabemos que el presidente (Uribe) y el ministro de defensa (Santos) no van a pagar cárcel pero me gustaría escuchar la versión de ellos. Porque ellos son para mí los responsables. ¿Por qué los militares no nombran a los más altos mandos? Solamente dicen que la presión venía de arriba, ¿de arriba de quiénes?, del ministro de defensa y el presidente, lo dijo uno de los militares que yo vi. Me gustaría que llamaran a los intocables, como les dicen, para que den su versión no más, ya sabemos que no pueden juzgarlos pero me gustaría oírlos.
Anderson Rodríguez Sanabria, hermano de Jaime Estiven Valencia Sanabria
Dónde están las cabezas mayores, por qué no se quiere hablar nada de ellas si nosotros sabemos quiénes son, por qué no lo ratifican y nos dicen esa verdad que es lo que nosotras queremos saber. Es la lucha de 19 madres de Soacha y más de 10.000 víctimas de falsos positivos. Entonces ¿qué pasa? ¿Se están acogiendo a la JEP solamente por un beneficio?
A mí alguien me decía desde el principio, Cecilia no vaya a dejar que su caso vaya a la JEP, no vaya a dejar porque la JEP no sirve para nada, y yo siempre les decía a todos la misma historia. No, a la JEP hay que dejarla trabajar. Es como si ustedes me contratan para hacer cien pantalones pero como yo estaba nerviosa el primer día me queda mal hecho el primer pantalón, entonces ustedes me quitan los pantalones y ya no me dejan trabajar más. Así mismo pienso yo de la JEP. A la JEP hay que dejarla trabajar.
Ana Cecilia Arenas Garzón, hermana de Mario Alexander Arenas Garzón
No actuó solamente el Ejército. Había algo mucho más grande. Me gustaría que se tengan en cuenta las versiones del CTI en sus levantamientos, porque en las versiones de los militares dicen que informaron inmediatamente al CTI para que se hicieran presentes, y sí, ellos se hicieron presentes inmediatamente sucedieron los hechos. Me gustaría que me explicaran por qué razón si Jaime es muerto el 12 de agosto, las fotos que él tiene del levantamiento tienen fecha del 14 de agosto. No entiendo qué pasó en esos dos días que él quedó probablemente botado allá en el monte donde lo mataron.
No es posible que los del CTI, que para llegar a ese cargo tienen que tener mucho estudio, hayan hecho levantamientos de los cuerpos de muchachos con botas nuevas, al revés, muchachos con uniformes camuflados sin agujeros, porque los agujeros estaban en las ropas que ellos portaban. ¿Por qué no denunciaron?
Creo que Medicina Legal también tiene que ser escuchada. Es muy raro que sea la misma médica forense quien haya firmado la gran mayoría de las actas del levantamiento de nuestros familiares. Yo trabajo con salud, puedo decir con seguridad estas cosas, no es coherente que si lo levantaron a él dos días después esta médica diga que recibe un cuerpo relajado, con flacidez, cuando un cuerpo a las 24 horas ya está totalmente tieso. Y que sea la única persona que haya estado ahí las 24 horas del día todas las veces que sucedieron las muertes de estos muchachos. Es algo que realmente se debe investigar.
Jaqueline Castillo Peña, hermana de Jaime Castillo Peña
¿Qué ha hecho la Fiscalía? ¿Por qué el proceso de nosotros fue a dar a Neiva? ¿Por qué tocó cambiar de fiscal y pasarlo al búnker para protegerlo porque querían desaparecer el proceso? ¿Qué fue a hacer a Neiva? No tenía nada que hacer en Neiva.
Llama uno: Doctor, cómo va el caso. No —responde—, es que me voy de vacaciones, toca esperar a que regrese, llame en veinte días. Llama uno en veinte días. No, lo que pasa es que ya no lo tengo, lo tiene otro doctor, lo está leyendo, hasta que lo lea. Y cuando ya terminaba de leerlo el fiscal lo cambian y entonces de nuevo vuelve a empezar la espera.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
“Que se aclarezca la verdad”
¿Por qué los panfletos me llegaron a mí si el daño me lo hicieron a mí y me lo siguen haciendo a mí y a mi familia? ¿Por qué? Yo estoy con el de arriba. Yo no le he hecho nada al Ejército Nacional.
Soraida Isabel Muñoz, madre de Yonny Dubian Soto Muñoz
Queremos saber la verdad. Por lo menos en mi caso nunca supimos quién fue el reclutador, quién se llevó (a mi esposo), con qué intenciones, qué le dijeron, cómo los engañaron, sencillamente ellos aparecieron en Cimitarra, Santander. Al otro día los mataron, no hay claridad de qué pasó con ellos, cuál fue el engaño, porque Andrés era un taxista, vivía en Bogotá, no tenía familia ni conexiones fuera de Bogotá. Siempre me pregunto qué pasó con él, qué le dijeron, qué fue lo que hizo que él dejara su trabajo o si lo hicieron a la fuerza.
Kelly Johana Ruíz Alfonso, esposa de Daniel Andrés Pesca Olaya
Si yo voy a dar mi versión de verdad, mi verdad no tiene que ser escrita por nadie. Yo no tengo aquí un documento para decir lo que he recorrido y lo que sucedió y todo lo que fue mi hermano. Mis hechos los tengo que decir yo a mi manera y con lo que yo sé. Yo no tengo que estar documentada. Para mí eso lo han hecho en las versiones estos comparecientes con documentos condicionados por los abogados, en los que tienen que limitarse a lo que pueden, lo que deben y cómo lo deben decir. Eso para mí ya no es una verdad.
Jaqueline Castillo Peña, hermana de Jaime Castillo Peña
Que se aclarezca la verdad porque nosotras ya estamos maduritas, viejitas, enfermas, no vamos a ver esa verdad. Esto nos va comiendo todos los días la cabeza, el pensamiento lo enferma a uno, todos los días uno dándole manivela a una sola cosa.
Luz Edilia Palacios, madre de Jader Andrés Palacios
Uno siente que le duele el alma. El volver a pasar, el volver a recordar. El sentir —volver a sentir ese dolor— cómo se lo arrancan a uno. Yo siento que hace quince años estamos muertas. Mis hijos, mi familia, no sienten que perdieron a un hermano, perdieron también a su mamá. Ojalá nos alcance la vida.
Beatriz Méndez Piñeros, madre de Weimar Armando Castro Méndez y tía de Edward Benjamín Rincón Méndez
¿Un perdón? ¿Con quién tengo yo que reconciliarme? ¿A quién tengo yo que perdonar? ¿Al que disparó? ¿Al que se lo llevó? ¿Al señor que pudo haber detenido las muertes de todos nuestros hijos? ¿A las instituciones que no nos quisieron atender? (...) Parece que hay víctimas de primera y segunda clase en este país.
Luz Marina Bernal, madre de Faír Leonardo Porras Bernal
Tengo unos hijos que cuido mucho, nunca los nombro porque yo quiero que ellos sigan como una tacita de plata, que nadie me los mire que nadie me los toque, porque he tenido que levantar tantos muertos, mi papá, mi hijo, mi hermano, mi sobrino, mi mamá, mi esposo. No me quiero dejar derrumbar, quiero terminar de limpiar el nombre de mi hermano para poderme ir a descansar en paz, porque en el momento en el que yo me vaya nadie más va a seguir con su caso.