Las zonas de reserva campesina, de fiesta con los acuerdos

Silla Santandereana

Cerca de 1500 campesinos se reunieron en Curumaní, Cesar para el quinto en cuentro de zonas de reserva campesina. Foto: Anzorc.

Con la refrendación de los Acuerdos de paz las organizaciones sociales que promueven la creación de las zonas de reserva campesina en el país sienten que por fin el panorama cambió para ellas.

 

Tras la refrendación del nuevo acuerdo entre las Farc y el Gobierno en el Congreso, organizaciones sociales nacidas en los territorios más apartados y tradicionalmente olvidados en todo el país están labrando el terreno para construir la paz desde abajo y con los campesinos como protagonistas.

Mientras hay incertidumbre por los tiempos de la implementación, La Silla llegó hasta Curumaní, Cesar, y conoció cómo se están preparando para la ejecución de lo acordado en La Habana.

El encuentro

Aunque las zonas de reserva campesina, una figura de ordenamiento territorial para garantizar la pervivencia de los campesinos, es uno de los conceptos que más ha generado resistencia en el Gobierno central y por eso, pese a que están aprobadas desde 1994, solo seis han sido oficialmente constituidas, con la refrendación de los acuerdos de La Habana el panorama cambió para ellas.

El movimiento de zonas de reserva campesina que reunió a ocho mil campesinos en Tibú, Norte de Santander, durante tres días en 2014, este fin de semana volvió a encontrarse en Curumaní, Cesar.

Aunque en esta ocasión a la Asociación Nacional de Zonas de Reserva Campesina, Anzorc, no le fue tan bien en la gestión de recursos para el evento y la plata solo alcanzó para que vinieran cerca de dos mil dirigentes de organizaciones campesinas de todo el país, los ánimos están más arriba que nunca.

La convicción de que sus organizaciones van a liderar la implementación de los Acuerdos de paz en sus respectivas regiones, es la que reina en el ambiente.

Entre los líderes que llegaron desde el jueves al colegio Camilo Torres en Curumaní a instalar sus carpas o hamacas para pasar todo el fin de semana en el encuentro, solo hablaban de la oportunidad que se les abrió con la firma definitiva de los Acuerdos de paz.

 

“Los procesos campesinos en Colombia dependen de la voluntad del gobernante de turno y en este momento vemos que al menos la Agencia de Tierras nos está escuchando y respaldando en la constitución de nuestra zona de reserva (...) eso es gracias a los Acuerdos”, dijo Enulfo Barrios, el presidente de la Mesa Regional de la Zona de Reserva Campesina del Perijá, que abarca territorio de Curumaní y otros cuatro municipios del Cesar.

En efecto, como lo contó La Silla, con lo pactado en La Habana no solo el grueso de la inversión de los próximos años irá al campo -donde más ha golpeado el conflicto- sino también se construirá el Estado a partir de los territorios y no desde el centro, por lo que se supone que lo que piensen los campesinos para sus regiones será determinante.

Por eso, desde que ganó el No en el plebiscito, lejos de desanimarse, las 76 organizaciones campesinas que agrupa Anzorc pasaron de trabajar en la pedagogía de los Acuerdos, a realizar cabildos por la paz en distintas regiones del país con el ánimo de empezar a concretar acciones para su implementación.

“El escenario de paz nos permitió que mucha gente se acercara a nosotros, que los que no creían, creyeran en las zonas de reserva campesina” dijo Marcela Pinto, otra dirigente de Anzorc.

Y porque ahora son protagonistas, están esperando que por primera vez el gobierno llegue hasta donde ellos están para escucharlos.

En esta ocasión además de los funcionarios del extinto Incoder, los delegados que desde que arrancaron los encuentros les enviaban, están esperando a que lleguen funcionarios del Ministerio de Ambiente y del de Agricultura, así como de la Agencia Nacional de Tierras y de Parques Naturales.

“Hay un Acuerdo de paz y con el punto de reforma integral rural era impensable que no vinieran”, dijo César Jerez, uno de los dirigentes más sonados de esta organización que promueve la creación de zonas de reserva campesina para que sean los mismos campesinos quienes ordenen y proyecten el desarrollo de las regiones.

La idea es que esos delegados participen en mesas de trabajo con los campesinos para formular propuestas de cómo se va a dar la implementación de los Acuerdos, especialmente del punto de reforma rural integral y el de cultivos ilícitos.

Hoy hay cerca de 1.500 campesinos que llegaron desde más de 12 puntos del país para alinear su discurso y multiplicarlo en sus lugares de origen.

La estrategia

En aras de que el Gobierno les cumpla con la implementación y escuche sus propuestas, Anzorc está promoviendo más que nunca la unidad entre sus líderes.

Para hacerlo están creando delegaciones nacionales, que hablen un solo idioma y puedan presionar por lo que quieren cuando arranque la implementación.

La primera que se aterrizó fue la de mujeres. El viernes, cuando se estaban calentando los ánimos para el encuentro, cerca de 400 mujeres crearon una hoja de ruta no solo para definir su papel dentro de las zonas de reserva campesina sino también para incidir en la implementación del Acuerdo, en lo que tiene que ver con enfoque de género.

Ese mismo trabajo lo hicieron con la reactivación de la coordinadora de cocaleros, que se durmió desde la época del Caguán, que desde 2015 está tratando nuevamente de despegar y que busca tener la vocería frente a la sustitución de cultivos de uso ilícito.

Ellos, por lo que se avizora, serán determinantes en el aterrizaje de uno de los puntos claves del acuerdo: el de cultivos ilícitos.

Anzorc espera lanzar en enero la coordinadora nacional de cultivadores de coca, marihuana y amapola, con la que el Gobierno tenga que pactar cómo se va a implementar la sustitución y la erradicación.

“Si nosotros nos quedamos quietos fácilmente nos vamos dividiendo y cuando menos pensemos nos voltean los Acuerdos, vuelven y aparecen cualquier cantidad de grupos nuevos y vuelve la guerra”, le dijo a La Silla Álvaro Manzano de la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra.

De la mano de las coordinadoras nacionales, que además incluirán comités de implementación y que funcionaran como veedores, hay una apuesta adicional y está relacionada con la autonomía del territorio y son las guardias campesinas, que son algo así como un grupo de campesinos que servirán como mediadores de conflictos y red de informantes para evitar que tras la salida de las Farc otros grupos lleguen a sus territorios.

Según Anzorc, las guardias campesinas, inspiradas en las guardias indígenas, buscan que los campesinos tengan una figura cercana y de confianza.

Si bien ese rol de regulación de las normas de convivencia lo tenían las Farc en muchos de esos territorios, según los dirigentes con los que hablamos, las guardias campesinas no buscan reemplazar la autoridad infundada en armas que ellos tenían, sino brindar seguridad a través del diálogo.

Por eso, según Wilmer Téllez, quien coordina la guardia campesina del Catatumbo, la más consolidada hasta ahora y la encargada de la seguridad del evento, el bolillo amarillo azul y rojo con el que andan cerca de 200 hombres mujeres y niños en el Catatumbo es un mero símbolo.

“Nuestro proceso en construcción de guardia campesina puede permitirnos precisamente, lograr una justicia comunitaria en territorio y cerrarle la puerta a bandas criminales y a otros actores armados en la región”, dijo Luz Perly Córdoba, dirigente nacional de Marcha Patriótica presente en el encuentro.

El escepticismo

Aunque la ilusión de las organizaciones campesinas hoy está en que con el acuerdo el Gobierno por fin estará obligado a cumplirles, el escepticismo sigue reinando.

“No creemos en las decisiones que la institucionalidad pueda tomar sobre nuestro territorio. Tampoco esperamos que el Gobierno actué por su propia voluntad. Nosotros nos mantenemos en que hay que seguir presionando y gestionando espacios de diálogo con los campesinos y si es necesario, la movilización”, le dijo a La Silla Maribel Oviedo, líder de Anzorc.

Esa desconfianza, no solo alimenta su deseo de liderar la implementación sino también la necesidad de incidir en el escenario político.

Según César Jerez, Anzorc se va a enfocar principalmente en la implementación del punto uno (el de desarrollo rural) para que se concreten las zonas de reserva campesina y la financiación de sus planes de desarrollo y en el punto cuatro (cultivos ilícitos) para que la sustitución sea concertada con los campesinos productores.

Sin embargo, en el encuentro que termina hoy, también quieren definir líneas para intervenir en el punto de participación política y así garantizar “que haya continuidad en la implementación porque si no aprovechamos el momento político a favor de la paz e intentamos que perdure, esto se nos cae”.

Compartir
0