Lista Ni-Ní en el Congreso, primera víctima de reforma política

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Que la lista de coaliciones no aplique para 2018 impacta en los planes de los candidatos de la coalición anticorrupción, para tener una fuerza grande en el Congreso del próximo año.

La gran sacrificada de que la reforma política no pueda aplicar para 2018 es la alianza de los Ni-ní puesto que ya no podrían llevar una lista conjunta para el Congreso que, a su vez, impulsara al candidato o candidata que salga escogido entre Sergio Fajardo, Claudia López y Jorge Enrique Robledo.

“Está muerta (la opción). Ni siquiera me atrevo a afirmar que (la reforma) salga esta semana”, nos dijo la representante Verde Angélica Lozano, y una de que está negociando a nombre de este partido los términos de la coalición de los Ni-Nís.

 

La lista por coalición era una de las propuestas discutidas entre Gobierno, partidos pequeños y la Misión Electoral Especial (MEE) para cumplir el mandato del punto 2 del Acuerdo de Paz, que garantiza la ampliación de la democracia para que más sectores participen en la política. Buscaba que los partidos denominados pequeños (que no alcanzaron más del 15 por ciento de las votaciones en las regiones) pudieran unirse y presentar candidatos al Congreso en una sola lista, para ampliar las posibilidades de que salieran elegidos.

En cinco meses que lleva tramitándose en el Congreso, la reforma lleva apenas un debate aprobado y en la plenaria de la Cámara está paralizada. Para que aplicara para estas elecciones, tendría que haber sido aprobada en el Congreso y validada por la Corte antes del 11 de noviembre, que es el día en que abren las inscripciones al Congreso.

Como aún le faltan tres debates y el control constitucional que dura mínimo un mes, la lista por coalición ya no serviría para 2018.

“Que no lo votemos mañana sino en el transcurso de la semana, de todos modos el trámite en Senado se demora 20 días. Y sale el 11 de noviembre para la Corte. No nos alcanza”, nos dijo a su turno Carlos Alberto Correa, representante de La U y presidente de la  Comisión Primera.

El efecto Ni-Ní

Tanto el Partido Verde, como el Polo y Compromiso Ciudadano estaban muy interesados en la lista de la coalición para fortalecer la candidatura presidencial que saliera entre los tres y a la vez tirarle un salvavida a sus respectivos grupos políticos.

Sobre todo, porque ni el Polo ni los Verdes tendrán a sus principales electores jalonando sus listas el próximo año. Robledo sacó 190 mil votos y Claudia López 89 mil, y sin ellos, para ambos partidos será todo un desafío mantener las 19 curules que tienen entre los dos, más con la entrada de las Farc en el escenario electoral que cómo mínimo competirá por votos entre la misma izquierda que votaba por el Polo.

Para Fajardo el hundimiento de la reforma política es aún más letal. Como su movimiento Compromiso Ciudadano no tiene personería jurídica (y está en vilo si la reforma política le dará tal derecho de ser movimiento político a partir del número de inscritos que tenga), su única esperanza para presentar cuadros al Congreso era la lista de coalición y se habían confiado tanto en que saldría la reforma política que no se pusieron a buscar firmas también para el legislativo.

Con lo cual, les toca recurrir a su plan B que es meter gente suya en las listas del Polo y de los Verdes, con la adicional debilidad de que si llegara Fajardo a ser el candidato a la Presidencia lo sería sin ningún partido propio en el Congreso.

Uno de los grandes activos que tiene un candidato en campaña es la lista al Congreso que le hace campaña y que impulsa su nombre una vez aseguran su curul.

El compromisario de Fajardo, el exsenador Iván Marulanda, nos dijo que de todas maneras confían en la palabra del ministro del Interior, Guillermo Rivera, de aprobar la reforma en las próximas horas.

”¿Cómo puede ser posible que no podamos competir?”

Iván Marulanda, Compromiso Ciudadano

“Esta es una lista fundamental, no por nosotros, sino por la apertura de la democracia. ¿Cómo puede ser posible que no podamos competir? La exclusión política es la causa de las violencias de este tipo”, nos dijo. Dice, además, que el artículo 262 de la Constitución ya tiene incluida la participación por coaliciones y que por eso no necesita una reglamentación.

Efectos colaterales

Los que más ganan con que la lista de coalición arranque en 2019 son los partidos de Álvaro Uribe y Germán Vargas. Por un lado, porque sus rivales Ni-ní pierden un músculo que podría haberlos ayudado, y por otro, porque se hunde la posibilidad de los otros grandes partidos de unirse en una gran lista.

El senador de La U, Armando Benedetti incluyó en el primer debate de la reforma la posibilidad de que los partidos grandes (es decir, los que obtuvieron más del 15 por ciento de los votos en las regiones y a nivel nacional) pudieran también hacer listas por coalición.

Su idea era llevar una lista de coalición entre La U y el Partido Liberal. “Una lista por la paz, para enfrentar a la lista del No”, explicó Benedetti, en referencia a la que está formando el Centro Democrático, que ya tiene más de 130 preinscritos. Por su parte, Cambio Radical lleva meses haciendo coaliciones con caciques regionales con la idea de duplicar sus presencia en el Congreso.

Hasta el mismo exnegociador Roy Barreras dijo en el Senado que en esos planes de lista de coaliciones de los grandes estaría incluido “un sector del Partido Conservador”.

“Era una posibilidad de hacer listas fuertes”, nos dijo el representante Hernán Penagos, de La U. Dos congresistas más de ese partido nos dijeron que las conversaciones con los liberales habían avanzado muy poco pero que sin reforma no era viable esa opción.

Sin este fantasma electoral sobrevolando la reforma política, si finalmente se aprueba en el próximo mes y medio, solo entraría a regir para el 2018 las restricciones para la financiación de las campañas.

Las listas de coalición quedarían para las elecciones regionales de 2019, lo que ayudaría a fortalecer las alianzas entre partidos pequeños para lo local y para que en 2022 lleguen al Congreso.

De todos modos, el tortuoso camino de la reforma política en el Congreso ya comenzó a cobrar sus primeras víctimas.

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