Lo que hay que hacer

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Para empezar, el Presidente no ha dado ejemplo. Entre ayer y hoy se la ha pasado de reunión en reunión, mientras le aconseja a la gente que no las haga

Los expertos indican que la única medida eficaz para evitar la propagación del Covid 19 es el aislamiento: evitar la interacción social, dicen. Como esa recomendación en términos absolutos es impracticable, se desecha, se relativiza o se aplaza. Ese es el error que cometen los gobernantes y especialmente cada uno de nosotros.

Del tamaño del error y de qué tan rápido se corrija dependen las consecuencias.

La gente relativiza la recomendación. A la inequívoca afirmación de evitar la interacción social le agrega: con desconocidos, en aglomeraciones, o sin protección (tapabocas, guantes, etc). Le parece bien reunirse con familiares o amigos a celebrar el cumpleaños o simplemente de parche, porque “taaammpoco”, “no estamos contaminados”, “la vida no puede parar”, muchas veces acompañado de una sentencia que parece más profunda: el pánico es peor que la enfermedad.

Y sí, ante la resistencia social, los gobiernos tienen que intervenir. “Estamos monitoreando”, dicen, que es una manera elegante de decir “no sabemos para dónde va esto, pero ahí vamos viendo”, toca eso sí con cara de “todo está controlado” y “lo sabemos todo”.

Casi todos los gobernantes, aquí y allá han comenzado minimizando el problema. Desde el gobierno italiano, Trump y Bolsonaro, hasta Duque y el alcalde de Popayán. ¿Qué tan rápido corrigen? Es la pregunta clave. Ante la evidencia, ya casi todos lo han hecho.

Trump decretó la emergencia e Italia está paralizada después de la tragedia de esta última semana que detectó más de 12.000 infectados y de que ha tenido que soportar casi 200 muertes diarias. 

Mientras tanto, el domingo pasado la gente en Milán, uno de los mayores focos de la infección, aprovechó un clima primaveral y salió a disfrutar de los restaurantes y los bares. El gobierno reaccionó tarde aparentemente y la gente ni qué decir, todos creían que estaban interactuando con conocidos, no infectados y a distancias prudentes.

Los gobiernos tratan de evitar las aglomeraciones, claro, las evitables: los conciertos, las reuniones religiosas o políticas (en España no lo hicieron con las marchas del día de la mujer y la ministra de la igualdad terminó infectada), pero no es que, como parece haberse entendido, que solo a partir de un determinado número haya riesgo (100, 500, 1.000).

No, el riesgo es a partir de uno y se va multiplicando por el número de personas en la reunión. Por eso, “somos solo seis” o algo así, no evita el riesgo solo que lo multiplica por seis y no por mil.

Hay aglomeraciones que los gobiernos no pueden evitar como las del transporte masivo. ¿Por qué no cierran Transmilenio? Preguntan una y otra vez y la respuesta es simple: porque no se puede, porque hay que garantizarle al que se necesite movilizar que lo pueda hacer. 

La pregunta habría que trasladarla a los usuarios: ¿por qué siguen usando Transmilenio? Seguramente la respuesta será porque necesito trabajar o estudiar y entonces ahí la pregunta se traslada a empleadores (que tienen la mitad de los que trabajan) y directivos de centros educativos.

Quizás el sentido común puede ser un buen consejero y es que cada cuál haga lo más que pueda, pero que lo haga y que sea lo que más pueda. Hay cosas contraintuitivas como por ejemplo no visitar familiares que sean adultos mayores o mantenerlos a distancia para evitar ponerlos en riesgo.

Si las universidades dictan clases virtuales pero los jóvenes se reunen en las noches en los bares o en las casas a parchar, pues no habremos hecho nada.

Esta situación ha abierto un enorme laboratorio de ciencias sociales. La sociología, la psicología, las ciencias políticas y la economía van a descubrir muchas reglas. Claro, también las ciencias de la salud.

Se verá si es posible generar acción colectiva constructiva o si es necesario acudir a la amenaza de las sanciones. Se pondrá a prueba el grado de confianza y de solidaridad de la gente. Se medirá qué tanto somos capaces de asumir autocuidado o si es necesario que nos digan que, para poner un ejemplo que parece baladí, los gimnasios pueden ser lugares donde se propague el virus por la transpiración de los asistentes. ¿Toca que la Alcaldía ordene su cierre, la gente va a dejar de usarlos voluntariamente, o los propietarios los van a cerrar como un aporte al manejo de la situación? ¿Qué funcionará: la imposición de la autoridad, el autocuidado o la solidaridad?

El gobierno inglés se ha ido por una teoría, soportada en científicos de la salud muy prestigiosos, que es permitir el contagio, pero en forma controlada para evitar el colapso del sistema de atención. Johnson asumió que es mejor que la gente tenga el virus para que genere defensas y no se convierta en epidemias estacionales. Por eso en Inglaterra no se han tomado medidas del estilo del cierre de colegios y universidades.

Los coreanos parecen haberse enfocado en el fortalecimiento del sistema de salud para permitir detección temprana del virus y según dicen, eso ha disminuido la letalidad del fenómeno.

Cuando termino de escribir esta columna ya van detectados 22 casos en Colombia, seguramente ese número aumentará pronto y ahí los gobiernos tendrán que ir actuando con más fuerza dado que la gente no parece tomárselo en serio. 

Tendrán que bajar el número de los asistentes a las reuniones a 50 como hizo el alcalde de Cartagena para lograr que el Festival de Cine finalmente dijera que bueno que lo suspendía. La gente no dejará de hacer reuniones familiares hasta que, como en Italia, no se prohíba el tránsito de personas y un largo etc.

Bueno para empezar, el Presidente no ha dado ejemplo. Entre ayer y hoy se la ha pasado de reunión en reunión, mientras le aconseja a la gente que no las haga si no es necesario, que mantenga la distancia de dos metros entre persona y persona y que use la tecnología.

En ninguna foto, los asistentes a las reuniones con el Presidente guardan una prudente distancia, al contrario, todos estan literalmente apiñuscados, como para que la gente tenga claro cómo debe ser.

Duque está reunido presencialmente con los alcaldes de ciudades capitales, cuando lo hubiera podido hacer por medios virtuales, los obligó a tomar aviones, a alojarse en hoteles, y etc. Ya lo había hecho cuando convocó al consejo gremial antes que a las autoridades sanitarias. En fin.

Ya veremos todo esto en donde para. Es un laboratorio con experimentos de resultados inciertos, dado que lo único eficaz que es el aislamiento no es posible o no estamos dispuestos.

 

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