Lo que tiene a Emilio Otero entre el cielo y el infierno

#EmilioOtero

Emilio Otero, Secretario del Senado desde 2002, está en el ojo de muchos ciudadanos que rechazan la  posibilidad de que sea reelegido. Aunque hoy parece estar más cerca del cielo de la reelección que del infierno de la derrota, aún faltan por lo menos tres días para que el Senado vote y se defina su futuro.

Emilio Otero Dajud está en el centro de las miradas por su intención de seguir siendo el Secretario del Senado.

Foto: La Silla Vacía

El senador Armando Benedetti ha sido un fuerte crítico de Otero desde cuando fue Presidente del Senado. Ha aprovechado el escándalo para irse con todo contra Otero, e incluso buscar que se caiga el aumento del salario del Secretario.

El Senador Juan Manuel Corzo, actual presidente del Congreso, se ha ganado muchas críticas por anunciar que la elección se hará el viernes y de manera secreta. Sin embargo, para ése momento Corzo ya no será el Presidente del Senado, pues entrega su cargo ese día.

Foto: La Silla Vacía

El senador Carlos Ferro ha sido uno de los que públicamente ha pedido que se aplace la elección. En su opinión, reelegir a Otero sería catastrófico para el Senado.

Foto: congresovisible.org

El cielo: su poder en el Senado

Como explicó La Silla Vacía en un perfil sobre Otero, publicado hace dos años, el Secretario es un hombre muy poderoso.  Su oficina es más grande que la de la gran mayoría de los senadores; los ministros le hacen lobby; y tiene una capacidad inmensa para sumar apoyos: cuando llegó por primera vez a la secretaría en 2002 lo hizo con 53 votos y en 2010 votaron por él 102 de los 103 senadores.

Su nombre suena cada cuatro años, cuando los nuevos congresistas se pelean por las oficinas y los carros del Senado, ya que Otero es quien los distribuye. Pero ésa está lejos de ser su mayor fuente de poder.

Otero es más poderoso que cualquier senador. Como secretario, Otero suele ser quien fija el orden del día, con lo que define qué proyectos avanzan rápidamente y cuales se estancan hasta que se hunden.  También puede decidir que no entre más gente al recinto de la plenaria, y con eso embolatar una proposición que trae algún asesor, por ejemplo.

Esa parte de su poder no viene solo con las funciones de su cargo (que, como en el caso de un secretario de junta directiva, de por sí es muy poderoso), sino en que es el apoyo fundamental para que cualquier Presidente del Senado logre manejar la corporación.

Mientras el Presidente negocia con su bancada, o habla con un ministro, el Secretario está pendiente del quórum, de que se notifique a los senadores cuándo se reúne una comisión accidental o de leer las constancias y las proposiciones. En todos esos detalles hay un poder inmenso en la elaboración de las leyes.

Otero ha usado ese poder para ganar adeptos entre los senadores. Según le contó a La Silla vacía un senador que pidió la reserva de su nombre, el Secretario tiene varias formas de 'ayudarlos'.

Permite, por ejemplo, que cuando alguien pide verificación de quórum y no hay suficientes congresistas, la llamada de lista se demore algunos minutos para que los asesores puedan ir a buscar los senadores que faltan. A cambio, Otero no solo logra reelegirse sino, por ejemplo, logró que el Secretario del Senado tenga pasaporte diplomático gracias a una ley de diciembre pasado.

Además de esas 'gestiones', Otero tiene a su favor que ha sacado adelante varias iniciativas de modernización del Senado, como la votación por computadores o la creación de una oficina de gestión ciudadana. Aunque falta mucho por lograr un senado más transparente (como que las votaciones se hagan públicas en la web, o que las constancias y proposiciones queden también alojadas en la página de internet para que los ciudadanos puedan hacer seguimiento), Otero sí tiene qué mostrar.

Con todo eso Otero tiene un respaldo sólido entre los senadores, y, si no hubiera una presión fuerte de la opinión pública, tendría la reelección asegurada.

El inferno: el rechazo entre la opinión

A pesar de llevar tanto tiempo en la Secretaría, y de que su nombre sea muy conocido en círculos políticos, nunca había estado tan en boca de la opinión pública como ahora. Aunque parte de los cuestionamientos que se le hacen vienen de tiempo atrás, a Otero lo tiene en aprietos el rechazo ciudadano a la Reforma a la Justicia y el que el gobierno haya logrado desviar la atención ciudadana sobre el Congreso. Así como Simón Gaviria tuvo que aguantar una tormenta en la opinión, ahora le llegó el turno a Otero.

En la Reforma a la Justicia, en concreto, fueron tres los puntos que lo dejaron mal parado. Primero, uno de los “micos” era que el Secretario del Senado (y el de la Cámara) pasaban a tener un fuero igual al de los senadores. Esto hacía que solo la Corte Suprema lo pudiera investigar, lo que muchos interpretaron como un artículo escriturado a favor de Otero.

El segundo es que Otero participó en la polémica conciliación, en un rol aún no aclarado.

Y el tercero, que en la noche del 19 de junio Otero señaló que ya existía un texto conciliado para votar cuando se lo preguntó el senador Jorge Enrique Robledo, pero éste dejó constancia de que eso no era cierto.

Esto llevó a que la campaña en su contra, que en el Senado había empezado en mayo, tomara un impulso inesperado. Hasta ese momento Otero se había enfrentado con senadores como Armando Benedetti (quien lo había señalado de hacer política con la entrega de carros del Senado).

Los ciudadanos que fueron el motor de las campañas contra la Reforma a la Justicia están de nuevo en campaña Por ejemplo, el periodista Víctor Solano, a través de su cuenta de Twitter, ha sido muy activo:

Lo mismo ha ocurrido con Gustavo Bolívar

Con la directora de la MOE, Alejandra Barrios

Y con el ex zar anticorrupción Óscar Ortiz

La campaña contra Otero ha llevado a que otros medios recuerden que Otero fue sancionado por la Procuraduría en 1996, pero finalmente esa sanción nunca se aplicó porque se vencieron los términos, y por eso legalmente no lo afecta.

Además, está siendo investigado disciplinariamente por varias actuaciones, como haber enviado el proyecto de ley de Código Minero a la firma del presidente a pesar de que el Senado lo había archivado; haber firmado unas resoluciones desde fuera del país cuando no tenía vacaciones; un posible tráfico de influencias; y encargar a un funcionario en la división jurídica a pesar de no cumplir los requisitos del cargo, entre otras.

Aunque no es extraño que un funcionario público enfrente varias investigaciones disciplinarias, hay una mucho más delicada: sus nexos con Felipe Sierra, un empresario que está prófugo después de haber aceptado el delito de concierto para delinquir por sus relaciones con  ‘Don Mario’ y la oficina de Envigado.

Y hay otro tema: el costo para el erario. Tener a Otero en la Secretaría es más costoso que tener a cualquier otro candidato. Como el actual secretario lleva 32 años en el Congreso sigue percibiendo el salario del régimen antiguo, que por eso termina sumando 360 millones al año. Uno nuevo entraría a ganarse once o doce millones mensuales, lo que tendría un impacto menor en el presupuesto del Estado.

Hasta el momento el Gobierno ya dijo que le gustaría ver una renovación en la Secretaría pero, hasta donde pudo averiguar La Silla Vacía, no se ha movido en ningún sentido para conseguirlo.

Lo que falta para la elección

La convocatoria para la elección se manejó, inicialmente, con mucho sigilo, pero la reacción ciudadana hizo que se rodara la voz. Finalmente se presentaron 119 candidatos.

Ahora, una Comisión de Acreditación, que está integrada por los senadores Antonio Guerra de la Espriella, Juan Manuel Corzo, Luis Fernando Velasco, Parmenio Cuéllar y José David Name, debe revisar que todas las hojas de vida cumplan con los requisitos de ley (los mismos para ser Senador) y que no estén incursos en ninguna de las inhabilidades que establece la ley. Como contó CorreoConfidencial, la secretaria de esta comisión es la jefe de la Sección de Leyes del Senado Mery Ruth Luengas, cercana a Otero y quien estuvo con él en la polémica reunión de conciliación de la Reforma a la Justicia, lo que ha molestado a algunos de los aspirantes.

La elección deberían ser el viernes porque el cargo dura dos años, y la última reelección fue el 20 de julio de 2010. Sin embargo, ante las críticas varios congresistas, como Benedetti y Carlos Ferro, de La U, están pidiendo que se aplacen. Y se sabe que por ejemplo en la Cámara de Representantes el Representante Guillermo Rivera está proponiendo hacer una audiencia pública en la que se presente el perfil de los candidatos.

El ideal es que para el viernes los congresistas deberían haber leído las hojas de vida y estar preparados para la elección pero hoy en la mañana el tema estaba tan poco socializado que ni la Secretaría sabía cómo dar acceso a ellas. Por eso la Secretaría decidió publicar todas las hojas de vida en la Gaceta de mañana. Normalmente, algunas hojas de vida salen porque no se cumple con los requisitos, pero de 119 un número grande quedará en la lista y difícilmente los senadores, algunos de los cuales ni siquiera han regresado de vacaciones, habrán tenido el tiempo para hacer el ejercicio a conciencia de leer y comparar los perfiles de los candidatos.

Una fuente le contó a La Silla que por ahora Emilio Otero está buscando reuniones con cada una de las bancadas. Ya tuvo reunión con los senadores Jesús Ignacio García y Luis Fernando Duque, dos de los conciliadores de la Reforma a la Justicia. Y según esa fuente, Otero contaría ya con el apoyo de los costeños y los de la U. Además, la semana pasada se reunió con los conservadores.

En cualquier caso Otero tiene sus aliados incluso entre los candidatos, pues algunos de sus supuestos contendores tienen actualmente cargos que dependen precisamente del actual Secretario, Emilio Otero. Es el caso por ejemplo del subsecretario auxiliar del Senado.

El tiempo juega a favor de Otero. Si las elecciones se hacen el viernes es muy difícil que los senadores encuentren otro Secretario que les brinde la misma tranquilidad que Otero, a quien ya conocen y se ha ganado el cariño de muchos de ellos.  Pero si la presión ciudadana logra que las elecciones se aplacen, y que se hagan audiencias públicas para escuchar a todos los candidatos que pasen el filtro, habrá tiempo para que los senadores revisen con calma las hojas de vida y lleguen a acuerdos para elegir un nuevo Secretario que les de confianza y les evite un nuevo papelón ante la opinión pública.

Compartir
0