Los 100 días de Tavera: con la transparencia en entredicho

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Didier Tavera, gobernador de Santander.

En términos generales el  arranque de Didier Tavera en la Gobernación de Santander ha sido más desafortunado que afortunado.  Aunque ha tenido victorias tempranas como la aprobación en tiempo récord del Plan de Desarrollo, también inició su periodo en medio de cuestionamientos por la contratación y por la ‘mermelada’ que repartió entre los congresistas que se la jugaron con él en las elecciones.

 

En términos generales el  arranque de Didier Tavera en la Gobernación de Santander ha sido más desafortunado que afortunado.  Aunque ha tenido victorias tempranas como la aprobación en tiempo récord del Plan de Desarrollo, también inició su periodo en medio de cuestionamientos por la contratación y por la ‘mermelada’ que repartió entre los congresistas que se la jugaron con él en las elecciones.

La Silla habló con periodistas, columnistas, analistas políticos, políticos y funcionarios de la administración de Tavera para hacer su balance.

Con la imagen por debajo del promedio

En su campaña a la Gobernación Didier Tavera fue el candidato que más cuestionamientos enfrentó. El pasado de su papá (exnarcotraficante), y los alcances actuales de sus familiares, además de las investigaciones que tiene abiertas por presuntos nexos con grupos ilegales, le pegaron directamente en la imagen y aunque ganó con 300 mil votos, su victoria se le achaca más a la división de la familia Aguilar que a su grupo propio.

Tavera además perdió en el área metropolitana de Bucaramanga, que es donde se concentra la mitad de la población de Santander, y eso lo puso a remar contra la corriente, por lo menos en términos de aceptación ciudadana desde el mismo día en que se eligió.

Cumplidos sus 100 días, la encuesta del Centro Nacional de Consultoría sobre la imagen positiva de los mandatarios lo dejó con una aceptación de solo el 60% y en el puesto 18 de los 24 en los que se hizo la medición, lo que muestra que aún posesionado sigue cargando el lastre de su familia y de los cuestionamientos que rondan su nombre.

Para los analistas, periodistas y políticos que hablaron con La Silla, el bajo margen de aceptación muestra que si el Gobernador aún no ha logrado desviar la atención es porque en sus 100 días no tuvo una victoria contundente que cambiara el sitio al que apuntan los reflectores.

Sin embargo, Tavera fue el primer Gobernador en lograr la aprobación del Plan de Desarrollo y eso es algo que diferentes sectores políticos y hasta la Nación se lo han reconocido. El hecho de que se enfoque en la defensa del agua y en saneamiento básico llama la atención, debido a que Santander venía de gobiernos con obras como el Cerro del Santísimo que poco o nada le aportaban al departamento directamente.

Otra política que le reconocen tanto contradictores como opositores es el hecho de que desde su elección ha empezado a recorrer el departamento, lo que lo ha acercado a las provincias desde el inicio de su mandato.

El retrovisor se le cae con su propia contratación

Con ese escenario como telón de fondo, la administración de Tavera arrancó con una serie de denuncias sobre los contratos de la administración de Richard Aguilar, primero dio a conocer que el Banco de Maquinaria (inversión por $56 mil millones) se había pagado a precios de máquinas Caterpillar (las más caras del mercado) que resultaron siendo chinas.

Luego se  canceló el contrato que se había suscrito para  garantizar la operación de las máquinas porque era lesivo para las finanzas del departamento; más adelante se cuestionó la eficacia de la administración de Aguilar porque estaba a punto de vencerse la ley que permite recaudar impuestos para las universidades públicas del departamento; en febrero también se dijo que la planeación de obras financiadas con regalías en Barrancabermeja era nula,  y  la más reciente estuvo por cuenta de los retrasos en la ejecución de las obras financiadas con el Contrato Plan.

La mayoría de denuncias tienen en común que en ellas está en juego la contratación con los hermanos Valderrama,  grupo de contratistas que se quedaron con la ejecución de varios miles de millones en el departamento en medio de licitaciones que fueron cuestionadas.

Esas denuncias han provocado reacciones de funcionarios de la anterior administración, lo particular es que Richard Aguilar, su principal doliente se ha mantenido al margen y no ha salido a decir nada para defenderse.

Una fuente de adentro de la Gobernación y dos políticos de la región coincidieron en señalar que la administración de Tavera tiene directrices específicas de esculcar toda la contratación de Aguilar.

“Allá le tienen montada casi que una unidad investigativa para acabarlo políticamente”, le dijo a La Silla una de esas fuentes.

No obstante, esa serie de señalamientos más allá de generar confianza entre los sectores opinión en el departamento, lo que ha hecho es levantar suspicacias debido a que las prácticas que Tavera está denunciando de Aguilar son las mismas que él está replicando en su propio mandato.

Las grandes licitaciones que ha adelantado han tenido cuestionamientos y tal como lo contó La Silla en el caso de los refrigerios escolares la firma que contrataron directamente está salpicada por varios escándalos y es la única proponente de la licitación que se está adelantando para asegurar el servicio por varios meses en el departamento. Precisamente por esa licitación Transparencia por Santander ya anunció quejas ante la Procuraduría por presuntos favorecimientos a contratistas.

 “Queda la sensación  de que las denuncias son más una cortina de humo que un ejercicio de transparencia sano y serio sobre una administración que también tuvo serias dudas de transparencia”, le dijo a La Silla un columnista de la región.

A eso se suma el ‘exterminio’ con la gente de Aguilar dejó en algunos cargos provisionales de la Gobernación y que según las denuncias ha sido desvinculada sin justa causa.

La coalición la forjó con los congresistas

Desde su posesión Tavera demostró dos cosas: la primera que le interesaban más los congresistas que los diputados y la segunda (y coherente con la anterior) que la repartija burocrática se iba a dar en ese orden de importancia.

Así las cosas y como La Silla lo contó, la repartición de Tavera, privilegió primero a su familia – que se quedó con varios cargos – y luego a cada  uno de los congresistas que se montaron al tren de su campaña.

Eso se ha visto traducido en réditos políticos para Tavera. Logró que la bancada le impulsara y le aprobara en tiempo récord la ley que le permitía seguir cobrando impuestos para las universidades públicas del departamento y que el Ministerio de Hacienda cediera a entregarle al departamento una parte de los recursos que recibió la Nación por la venta de Isagén.

Además, ese matrimonio político, que por ahora tiene acordado con casi toda la bancada (los únicos que no están son Mauricio Aguilar y María Eugenia Triana, ambos de Opción Ciudadana), ha logrado unificar la voz de los congresistas santandereanos en Bogotá algo que no sucedió en la administración de Aguilar.

“Eso le da muy buenas oportunidades para atraer recursos. Una bancada dividida no aporta y en este caso todos están apostándole a lo mismo”, le dijo a La Silla uno de los funcionarios de la administración de Tavera.

No obstante, la luna de miel con la bancada le ha traído problemas con la coalición en la Asamblea.

La Silla contó cómo el grupo de 15 diputados que había alineado para elegir al Contralor Departamental, quien resultó siendo Diego Fran Ariza (su socio político), le empezó a patinar en la aprobación del Plan de Desarrollo.

Un diputado le contó a La Silla que esa coalición “está pegada con babas” y que ya se estaba diluyendo por la falta de participación burocrática que es algo que algunos le estaban pidiendo.

El arranque del gobierno de Tavera ha dejado la sensación de que lo que se viene para Santander es más de lo mismo que se denunció en el departamento el último cuatrienio y que el único cambio de fondo estuvo en el apellido de la familia (y el grupo) que lo entró a dirigir. Falta ver si la percepción cambia con el tiempo o si por el contrario se consolida en la región.

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