Los barristas que cambiaron la cancha por la calle protestan contra la Selección

En estos momentos, en el Estadio Metropolitano de Barranquilla, se juega el partido entre Colombia y Argentina. Estrellas como Lionel Messi y Juan Guillermo Cuadrado se disputan el balón en la cancha. A las afueras del estadio, cientos de manifestantes y alrededor de dos mil policías se enfrentan en las calles.

El paro en Colombia se metió hasta en el fútbol continental. Antes del partido, el técnico de Argentina, Lionel Scaloni, intercaló opiniones sobre cómo jugará Messi con las amenazas de orden público sobre el partido: “Nos dicen que está todo bien y que se va a jugar sin problema, que no va a haber nada parecido a lo de ese día”.

Hace cuatro semanas, en los partidos de Copa Libertadores entre Junior y River, y América de Cali y Atlético Mineiro, los manifestantes sacaron un balón recién pintado de rojo, y empezaron a patearlo en las afueras del estadio. Era una representación de que adentro se estaba jugando el partido de la muerte. 

Foto Omar Chacón/La Silla Vacía

Luego se desataron violentos enfrentamientos. Los gases lacrimógenos del Esmad llegaron a la cancha y suspendieron por varios minutos los partidos. Luego, hubo varios negocios vandalizados por manifestantes. 

Hoy varias convocatorias quieren repetir el saboteo del juego, esta vez el de la Selección. Son lideradas no solo por manifestantes, sino por miembros de las barras locales del Junior, el equipo de la familia Char, que ha gobernado la ciudad durante los últimos 13 años. Sucede, además, en la llamada “casa de la Selección”, Barranquilla, donde la pasión del fútbol se ha mezclado con la política, como hemos contado.

En los partidos de Copa Libertadores y este de la Selección, el alcalde charista Jaime Pumarejo ha insistido en que las condiciones están dadas para el fútbol. Sin embargo, y pese a la influencia de la Alcaldía de Barranquilla sobre las barras— y denuncias de que ha intentado comprar a algunos líderes para que no protesten— a un grupo de disidentes barristas los mueve más la pasión del paro que la del fútbol. 

La división en las barras del Junior

Entre el centenar de manifestantes, un grupo importante hace parte de las barras del Junior de Barranquilla, el equipo de la ciudad. Hoy su canto es “en Quilla no se juega”.

“Yo marcho porque soy joven y nunca tuve oportunidades de estudio. Mi puntaje Icfes no fue muy bueno. Yo tengo un hijo de tres años y no quiero que viva lo que me tocó a mí”,  nos dijo el viernes el barrista Jhonnys Peñaranda mientras se alistaba para tocar el bombo. 

La barra de la que hace parte, Frente Rojiblanco Sur, tiene aproximadamente 400 integrantes. Además de su pasión por Junior, la mayoría de barristas tienen en común que vienen de barrios pobres y han tenido pocas oportunidades de estudio y trabajo. Por eso, desde las movilizaciones de 2019, las barras de todo el país han salido a protestar. 

Foto Omar Chacón/La Silla Vacía

Las cuentas oficiales de las dos barras, Frente Rojiblanco Sur y Los Kuervos, mantuvieron silencio sobre la convocatoria a manifestarse en contra del partido. Pero son sus integrantes los que están allí en el plantón cerca al Metropolitano.

Esto tiene que ver con que hay divisiones internas y muchos de los líderes de la barra son cercanos a la Alcaldía de Barranquilla y la casa Char, que velan porque el partido se juegue y son dueños del equipo que los barras apoyan.

La pandemia mermó la actividad fundamental de las barras, pues hace un año y dos meses no asisten a un partido a alentar a su amado Junior. Para muchos de ellos las movilizaciones significaron un nuevo punto de encuentro. 

Es en la calle y no en los estadios donde ahora arman sus parches, conversan, beben cerveza, y algunos fuman marihuana. En vez de cantarle al Junior, ahora cantan, con la cadencia de un cántico, por justicia y contra el Gobierno. “A quien quieres engañar saliendo en televisión/ Si Uribe desde casa te maneja la nación/ cuidadooo, este pueblo se mantiene en pie/ la clase trabajadora a las calles va a volver”.

Carlos Mendoza es barrista desde hace siete años y vive en Bella Arena, un barrio cercano al estadio Metropolitano. El viernes Carlos, sentado frente a la plaza de Soledad y con su camisa de Junior, nos comentó que “en Colombia hoy no somos barras del equipo, somos barras del país. Estamos en pie de lucha”. 

Respecto al partido entre Colombia y Argentina nos dijo: “Va a ser un partido caliente”. Se refería a lo que esperaban generar por fuera de la cancha. “Tenemos que hacernos sentir más que los anteriores, no es posible que quieran tapar todo con fútbol”, dijo Carlos.

Hay barristas que tienen una ideología política muy definida, como Edson Rivaldo, quien lleva una camisa negra de la Juventud Comunista Colombiana (JUCO), de la que hace parte. Y otros como Yahir, que lleva una camisa de Colombia, son más generales en sus causas: “protesto por la desigualdad en todo el mundo y la ignorancia”. 

Foto Omar Chacón/La Silla Vacía

Pese a la movilización de barristas en contra del partido de Colombia y Argentina, las dos barras del Junior no sacaron comunicados rechazando el encuentro. Eso contrasta con lo que pasó al inicio del paro cuando sí lo hicieron.    

El 4 de mayo, a dos días del partido de Copa Libertadores entre Junior y Fluminense, Frente Rojiblanco sacó un comunicado solicitando la suspensión del juego. “Nos vamos a ver obligados a no permitir el desplazamiento de los buses de los jugadores hacia el estadio, ni mucho menos que se realice el partido”, dice un fragmento. Los Kuervos también sacaron un comunicado similar. 

Al final, el partido se jugó en Guayaquil (Ecuador).

Antes del partido de la Selección en Barranquilla, al interior de las dos barras han corrido versiones de que varios integrantes fueron comprados para que no se movilizaran. 

Ayer, uno de los líderes más importante de Los Kuervos, Oscar Zaya, lo hizo explícito en post de Facebook: “6 millones de pesos es lo que necesitó sacarse la alcaldía del bolsillo para mágicamente cambiar de bando o peor aún enfrentar internamente a los integrantes de LBK (La Banda de los Kuervos)”. 

Y un líder del Frente Rojiblanco que pidió no ser citado nos dijo que dos días antes del partido también le ofrecieron cuatro millones de pesos: “Contesté una llamada de un número privado, un hombre se presenta de la Secretaría de Gobierno, y me ofrece cuatro millones de pesos para que no vayamos al plantón”. También nos dijo que un compañero dejó de asistir porque trabaja en la Alcaldía y le llamaron la atención. 

La Silla no encontró pruebas de esas versiones. Lo que sí está claro es la relación de la barra con la Alcaldía de Barranquilla y la casa Char, dueña del equipo. 

Edson Rivaldo, uno de los barristas más activos en el paro, nos dijo que: “Existe un grupo de líderes que tienen bastante contacto y cercanía con la administración. Están contratados por ellos para que haga cosas con guardaparques. Esas son cinco, seis personas que son líderes, tienen bastante poder dentro de la barra”. Edson prefirió no dar nombres para no meterse en líos. 

Durante las administraciones charistas, en la Alcaldía de Barranquilla han apoyado a los barras con instrumentos musicales, transporte a partidos en Bogotá y proyectos educativos con el Sena. Actualmente tienen un proyecto con la Gobernación del Atlántico de la charista, Elsa Noguera, y el Sena.

La cabeza más visible del Frente Rojiblanco Sur, Gabriel Vallejo “El Ruso”, apoyó al alcalde Jaime Pumarejo en campaña y recibió dos contratos en la Alcaldía de Álex Char. La familia Char es dueña del Junior y los éxitos más importantes del equipo vinieron acompañados del crecimiento económico de los Char.

En todo caso, Carlos Mendoza, nos dijo que protesta en contra del partido porque “Aunque el club le pertenece a una familia muy reconocida, la barra va mucho más allá”. 

Pese a sus reclamos, en Barranquilla sí se juega. Falta si el resultado de las protestas por fuera de la cancha logra tener la misma resonancia de lo que ocurra en el partido. 

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