Sergio Urrego, el estudiante que se suicidó después de haber sido discriminado por las directivas de su colegio por ser homosexual, tenía entre sus cosas una copia del manual de convivencia de su colegio. En la página que se explica en qué se sustenta el manual había una nota escrita con su propia letra: “7. ley 1620 de marzo del 2013, decreto reglamentario 1965 de septiembre 11 de 2013”. Una ley que aún después de la tragedia de Urrego no ha logrado que los colegios, públicos y privados, cambien sus reglamentos.
Los colegios: repúblicas independientes frente a manuales homofóbicos
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Sergio Urrego, el estudiante que se suicidó después de haber sido discriminado por las directivas de su colegio por ser homosexual, tenía entre sus cosas una copia del manual de convivencia de su colegio. En la página que se explica en qué se sustenta el manual había una nota escrita con su propia letra: “7. ley 1620 de marzo del 2013, decreto reglamentario 1965 de septiembre 11 de 2013”. Una ley que aún después de la tragedia de Urrego no ha logrado que los colegios, públicos y privados, cambien sus reglamentos.
Ayer su mamá Alba Reyes ganó una tutela contra el colegio de su hijo, por la que el Tribunal Administrativo de Cundinamarca protegió los derechos a la dignidad, buen nombre y honra, que le desconocieron las decisiones del colegio de Urrego y su rectora. El mismo Tribunal las calificó de “desproporcionadas” y “discriminatorias”.
Pero el fallo se limita a “exhortar y prevenir” a las autoridades públicas del sector educativo para que “procedan a adecuar los reglamentos y manuales estudiantiles a las nuevas realidades sociales”.
Aunque muchos niños se gradúan sin saber que existen estos manuales de convivencia, estos reflejan los valores de los colegios y por otro, son la base para justificar su arbitrariedad. En el caso de Urrego, si hubieran ajustado el manual a la ley no lo hubieran podido usar como excusa para suspenderlo.
A pesar de que la Ministra de Educación Gina Parody dijo que en el caso del colegio Gimnasio Castillo Campestre posiblemente había violado esa ley por la presunta discriminación de Urrego y anunció sanciones, el colegio no ha ajustado el manual y la ley que podría obligarlo a hacerlo no tiene dientes. Y las Secretarías de Educación, que son las encargadas de vigilar que se cumplan tampoco tienen suficientes supervisores para controlarlo. En Cundinamarca, por ejemplo, solo hay 12 supervisores para vigilar las 282 instituciones públicas -repartidas en 2.800 sedes- y 420 colegios privados. Y esa es la Secretaría que está investigando el caso de Urrego.
Por eso, como lo demostró la Organización Colombia Diversa muy pocos colegios han hecho los ajustes y los manuales siguen siendo arbitrarios y discriminatorios. La recopilación de los 20 manuales que recibieron a través de una campaña con el hashtag #atrapamanuales para que la gente enviara fotos de los manuales de convivencia de su colegio en los que hubiera discriminación por orientación sexual o de género muestra que la homofobia está presente en los de los colegios públicos como privados y de varias regiones.